Protocolo (de los sabios de chambón)
Por: Ricardo Vásquez Kunze
Mayo, 1910. Funerales del rey Eduardo VII de Inglaterra. En la capilla de San Jorge de Windsor se realizan, con la pompa debida al “tío de Europa”, las honras fúnebres. Graves, los monarcas del Viejo Continente, en su mayoría parientes del difunto, acompañan el velorio. Todo en perfecto protocolo… o por lo menos así parece. De pronto, uno de los invitados, la cabeza de uno de los reinos más antiguos de Europa, da un respingo. Se le ve incomodo, según relata el príncipe Aga Khan, testigo del hecho. A su Muy Católica Majestad, Alfonso XIII, no le han dado el lugar que le corresponde según las leyes de precedencia. ¡Han desairado a España!
¿Qué había pasado? “En la comitiva, el emperador alemán figuró junto al rey Jorge V (hijo del difunto). Esto provocó un pequeño pero significativo incidente diplomático. Cuando se reúnen en un sitio varios reyes, el protocolo es que se coloquen, no según la dimensión o importancia de sus países, ni por orden alfabético […], sino según la antigüedad de su subida al trono […] Pero el rey de España había subido al trono en su infancia antes que el emperador alemán […] Puesto que el rey de Grecia figuró delante del rey de España por su antigüedad en el trono, hubiera habido que observar el protocolo y colocar al rey de Grecia y al rey de España delante del emperador Alemán”. El Foreign Office recibió avergonzado una protesta formal del embajador español.
Cien años después la historia parece volver a repetirse pero en tono de sainete. Visitan el Perú los Príncipes de Asturias y, en su primer encuentro protocolar con el presidente, como da cuenta Fernán Altuve, la princesa es dejada al garete mientras que el príncipe recorre la alfombra roja. Le correspondía caminar al costado de su esposo pero sin pisar la alfombra. “No entiendo estas cosas”, dice una buenamoza conductora televisiva. “Por qué la princesa tendría que ir un paso atrás de su esposo en pleno siglo XXI”, insinuando una suerte de machismo en la víspera del Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer.
Pues muy simple, doña. Porque ella no es princesa por derecho propio. En cambio, el príncipe sí. Su rango principesco lo adquiere Leticia por matrimonio. Y aquí no hay ningún machismo. Si quien hubiera visitado oficialmente Palacio fuese la Princesa Heredera de Suecia, Victoria, la alfombra roja hubiera sido para ella; y su esposo, el príncipe Daniel, la hubiera acompañado discretamente a un costado, pisando el cemento.
¿Difícil? No, simple sentido común. ¿Tonterías de gente inútil? No lo creo. Las formas son la esencia de la vida civilizada y el protocolo es la esencia de las formas. Por más que los sabios de chambón digan lo contrario.
Fuente: Diario Perú 21. Lun. 29 nov '10.
Recomendado:
Anécdota de la joven reina Victoria y el primer ministro lord Melbourne. El discreto encanto de la monarquía.
Por: Ricardo Vásquez Kunze
Mayo, 1910. Funerales del rey Eduardo VII de Inglaterra. En la capilla de San Jorge de Windsor se realizan, con la pompa debida al “tío de Europa”, las honras fúnebres. Graves, los monarcas del Viejo Continente, en su mayoría parientes del difunto, acompañan el velorio. Todo en perfecto protocolo… o por lo menos así parece. De pronto, uno de los invitados, la cabeza de uno de los reinos más antiguos de Europa, da un respingo. Se le ve incomodo, según relata el príncipe Aga Khan, testigo del hecho. A su Muy Católica Majestad, Alfonso XIII, no le han dado el lugar que le corresponde según las leyes de precedencia. ¡Han desairado a España!
¿Qué había pasado? “En la comitiva, el emperador alemán figuró junto al rey Jorge V (hijo del difunto). Esto provocó un pequeño pero significativo incidente diplomático. Cuando se reúnen en un sitio varios reyes, el protocolo es que se coloquen, no según la dimensión o importancia de sus países, ni por orden alfabético […], sino según la antigüedad de su subida al trono […] Pero el rey de España había subido al trono en su infancia antes que el emperador alemán […] Puesto que el rey de Grecia figuró delante del rey de España por su antigüedad en el trono, hubiera habido que observar el protocolo y colocar al rey de Grecia y al rey de España delante del emperador Alemán”. El Foreign Office recibió avergonzado una protesta formal del embajador español.
Cien años después la historia parece volver a repetirse pero en tono de sainete. Visitan el Perú los Príncipes de Asturias y, en su primer encuentro protocolar con el presidente, como da cuenta Fernán Altuve, la princesa es dejada al garete mientras que el príncipe recorre la alfombra roja. Le correspondía caminar al costado de su esposo pero sin pisar la alfombra. “No entiendo estas cosas”, dice una buenamoza conductora televisiva. “Por qué la princesa tendría que ir un paso atrás de su esposo en pleno siglo XXI”, insinuando una suerte de machismo en la víspera del Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer.
Pues muy simple, doña. Porque ella no es princesa por derecho propio. En cambio, el príncipe sí. Su rango principesco lo adquiere Leticia por matrimonio. Y aquí no hay ningún machismo. Si quien hubiera visitado oficialmente Palacio fuese la Princesa Heredera de Suecia, Victoria, la alfombra roja hubiera sido para ella; y su esposo, el príncipe Daniel, la hubiera acompañado discretamente a un costado, pisando el cemento.
¿Difícil? No, simple sentido común. ¿Tonterías de gente inútil? No lo creo. Las formas son la esencia de la vida civilizada y el protocolo es la esencia de las formas. Por más que los sabios de chambón digan lo contrario.
Fuente: Diario Perú 21. Lun. 29 nov '10.
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