Imagen: Blog de Javier Coria
Creador del futuro
Las obras de Paulet. Tan asombrosos como su nave espacial, son los proyectos arquitectónicos de Pedro Paulet (1874-1945), inéditos en su mayoría hasta hoy. En su elaboración, señala el autor, se aprecia la misma vocación futurista y el mismo amor por el Perú.
Por: Álvaro Mejía (Cineasta e investigador)
“Desde cuando pudo manejar un lápiz, una pluma, un carboncillo, dibujó”, recuerda su primo Francisco Mostajo. De adolescente, Pedro Paulet fue uno de los fundadores del Centro Artístico de su natal Arequipa, donde se enseñaba pintura, escultura y fotografía, siendo condiscípulo y amigo de Max T. Vargas –fotógrafo, maestro de Martín Chambi–. Graduado en París a inicios del siglo XX, como ingeniero industrial, civil y arquitecto, su diseño del avión torpedo (1902) fusionaba arte y ciencia.
A pedido de la acaudalada familia Goyeneche, estudió distintos hospitales europeos que pudieran servirle de modelo para uno que ellos deseaban donar a Arequipa; luego adaptó los planos hechos por unos arquitectos franceses y, desde 1905, supervisó la construcción de lo que sería el hospital Goyeneche, al tiempo que dirigía la Escuela de Artes y Oficios en Lima, teniendo que hacer viajes en barco que duraban de 2 a 3 días. Según Mostajo, lo mejor del hospital fue la “pequeña Capilla Sixtina”, para él una joya. Lamentablemente, el terremoto de 1958 destruyó la obra. La edificación actual no es la misma.
La recova arequipeña
Las obras de Paulet. Tan asombrosos como su nave espacial, son los proyectos arquitectónicos de Pedro Paulet (1874-1945), inéditos en su mayoría hasta hoy. En su elaboración, señala el autor, se aprecia la misma vocación futurista y el mismo amor por el Perú.
Por: Álvaro Mejía (Cineasta e investigador)
“Desde cuando pudo manejar un lápiz, una pluma, un carboncillo, dibujó”, recuerda su primo Francisco Mostajo. De adolescente, Pedro Paulet fue uno de los fundadores del Centro Artístico de su natal Arequipa, donde se enseñaba pintura, escultura y fotografía, siendo condiscípulo y amigo de Max T. Vargas –fotógrafo, maestro de Martín Chambi–. Graduado en París a inicios del siglo XX, como ingeniero industrial, civil y arquitecto, su diseño del avión torpedo (1902) fusionaba arte y ciencia.
A pedido de la acaudalada familia Goyeneche, estudió distintos hospitales europeos que pudieran servirle de modelo para uno que ellos deseaban donar a Arequipa; luego adaptó los planos hechos por unos arquitectos franceses y, desde 1905, supervisó la construcción de lo que sería el hospital Goyeneche, al tiempo que dirigía la Escuela de Artes y Oficios en Lima, teniendo que hacer viajes en barco que duraban de 2 a 3 días. Según Mostajo, lo mejor del hospital fue la “pequeña Capilla Sixtina”, para él una joya. Lamentablemente, el terremoto de 1958 destruyó la obra. La edificación actual no es la misma.
La recova arequipeña
En 1906, propuso al Concejo Provincial de Arequipa una monumental recova, inspirada en los célebres mercados flamencos pero empleando los mayores adelantos para la época, como la policromía, el cimiento armado, el acero y otros, empleando la tradicional piedra arequipeña, el sillar. Lo novedoso era que, además de los puestos de ventas, luciría una torre –que tendría un mirador a 50 metros de altura– con “una gran sala de conferencias, una oficina de estadística urbana, un laboratorio municipal de higiene, un reloj público, un carillón –un juego de campanas– y un observatorio meteorológico”. La obra se construyó hasta 1937, aunque Paulet se fue del Perú en 1910 –al no obtener apoyo para su avión torpedo– y no volvería hasta 1935. De ahí que la obra no concluyese como la planeó.
En La Victoria
En 1910, la Municipalidad de Lima convocó a un concurso para construir en La Victoria casas baratas para obreros, que serían asignadas por sorteo. Coherente con su plan de industrializar el país, Paulet participó haciendo exposiciones ilustradas sobre diversos modelos de casas para obreros, prefiriendo él el alemán. Ganó el concurso, pero hoy no queda nada de esas construcciones.
El monumento más grande del mundo
Aun lejos del Perú, Paulet tenía siempre presente a la patria. En 1933, siendo cónsul en Yokohama, Japón, envió un proyecto “fruto de más de 30 años de viajes, estudios y consultas” para modernizar el Rímac.
Incluía una basílica a Santa Rosa de Lima sobre el cerro San Cristóbal –debía ser el monumento más grande del mundo–, una laguna para hidroaviones con aguas del río Rímac y el tramo peruano de la carretera interoceánica.
Rascacielos
Complementaba lo anterior la villa colonial racional, una suerte de rascacielos para albergar a migrantes europeos que debía replicarse cada 100.000 kilómetros, partiendo del núcleo del cerro San Cristóbal, en dirección a la selva pero también, al parecer, hacia Argentina para colonizar “las enormes regiones hasta ahora inexplotadas de la América del Sur y las colonias de otros continentes”.
“5.000 personas o más pueden circular libremente y vivir no solamente con todo el confort y placer necesarios, sino con todos los medios de acción y servicios de un centro europeo, todo ubicado hasta algunos millares de kilómetros de las ciudades civilizadas”.
Propuso el proyecto en 1928, tras haberse encontrado en Berlín con los científicos de la Sociedad Astronáutica Alemana, que lo habían proclamado pionero de la era espacial y con quienes pretendía construir su avión torpedo.
Tras ese encuentro, Paulet pidió a la Sociedad Geográfica de Lima auspiciar la venida de científicos alemanes, aunque su idea completa era poblar la selva peruana de europeos.
Impresionado por la idea, en 1929, el abogado y periodista francés Georges Benoît-Lévy la describió en la revista “L’Ilustration”, como “la ciudad contenida en una Torre de Babel gigantesca que Pedro Paulet proyectó en medio de los bosques del Amazonas”.
Fuente: Diario El Comercio, suplemento cultural "El Dominical". 28 de Noviembre del 2010.
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