“Un mundo o ninguno”
Guillermo Giacosa (Periodista)
Verdad es que, en estos días, la gente está más atenta a su digestión que a los temas internacionales. Las fiestas achican el mundo a la familia y a los amigos. No es malo, y sería muy bueno que así aconteciese si el resto del tiempo fuésemos capaces de seguir lo que ocurre en el mundo. ¿Para qué?, preguntará usted. Pues, para algo muy simple, para evitar las visiones aisladas de la realidad que siempre están determinadas por intereses sectoriales o coyunturales y, por lo tanto, deformada a favor del orden establecido.
Las más de las veces adoptamos la versión oficial en perjuicio de nuestros propios intereses. Intentar una visión de conjunto permite seguir pistas que podrían contribuir a evitar los errores que otros cometen y, si queremos llegar más lejos, a ser solidarios con nuestros semejantes y con el planeta.
Si, por ejemplo, la prensa no se hubiese hecho eco de las mentiras que bajaban de la Casa Blanca y del Pentágono sobre Irak, es posible que el movimiento antiguerra hubiese sido mucho mayor de lo que fue y, de ese modo, hasta se podría, quizá, haber evitado las matanzas brutales de iraquíes que, aun hoy, la prensa se resiste a llamar genocidio. Si, siempre con la colaboración imprescindible de la prensa (que es, al fin y al cabo, quien 'crea’ la realidad), tuviésemos mejor información sobre los resultados de los programas de ajuste aconsejados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), seríamos más remisos y más prudentes al entablar negociaciones con dicho organismo financiero.
Si, además, viendo la crisis en los EE.UU., analizáramos las medidas tomadas, a contrapelo de lo que aconseja el FMI, podríamos llegar a interesantes conclusiones que nos llevarían a cuestionar ¿por qué aquello que es bueno para los ricos no es bueno para los pobres? Si conociéramos la génesis y las etapas del conflicto entre judíos y palestinos, quizá les sería más difícil a Israel y a EE.UU. justificar las políticas que vienen aplicando contra uno de los pueblos más castigados de este siglo y de parte del siglo pasado. Viendo el conjunto, podríamos formularnos muchas preguntas cuyas respuestas, si nuestras mentes no han sido aún colonizadas, nos causarían sorpresa.
¿Por qué, por ejemplo, ya ha comenzado una campaña anunciando, sin demasiados argumentos válidos, que los países latinoamericanos que peor parados saldrán de la crisis serán Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina? ¿Hay alguna razón, que no sea política, que avale esta tesis? No. Sin embargo, la idea ya campea en las cabecitas de los adictos al pensamiento oficial, y cualquier versión contraria les suena a desajuste mental. Tal cual ocurría hasta hace poco, cuando afirmábamos que EE.UU. estaba al borde de la recesión o que la guerra de Irak no solo volvería más inseguro el planeta, sino que era imposible de ganar.
Einstein decía: “Un mundo o ninguno”. Y, es cierto, en este planeta no existe la salvación individual. Por eso debemos preocuparnos, instruirnos y opinar sobre lo que pasa en cada rincón del planeta. Si no lo ha hecho, el 2009 es una buena ocasión para comenzar.
Fuente: Diario Perù 21. 02/01/09
Guillermo Giacosa (Periodista)
Verdad es que, en estos días, la gente está más atenta a su digestión que a los temas internacionales. Las fiestas achican el mundo a la familia y a los amigos. No es malo, y sería muy bueno que así aconteciese si el resto del tiempo fuésemos capaces de seguir lo que ocurre en el mundo. ¿Para qué?, preguntará usted. Pues, para algo muy simple, para evitar las visiones aisladas de la realidad que siempre están determinadas por intereses sectoriales o coyunturales y, por lo tanto, deformada a favor del orden establecido.
Las más de las veces adoptamos la versión oficial en perjuicio de nuestros propios intereses. Intentar una visión de conjunto permite seguir pistas que podrían contribuir a evitar los errores que otros cometen y, si queremos llegar más lejos, a ser solidarios con nuestros semejantes y con el planeta.
Si, por ejemplo, la prensa no se hubiese hecho eco de las mentiras que bajaban de la Casa Blanca y del Pentágono sobre Irak, es posible que el movimiento antiguerra hubiese sido mucho mayor de lo que fue y, de ese modo, hasta se podría, quizá, haber evitado las matanzas brutales de iraquíes que, aun hoy, la prensa se resiste a llamar genocidio. Si, siempre con la colaboración imprescindible de la prensa (que es, al fin y al cabo, quien 'crea’ la realidad), tuviésemos mejor información sobre los resultados de los programas de ajuste aconsejados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), seríamos más remisos y más prudentes al entablar negociaciones con dicho organismo financiero.
Si, además, viendo la crisis en los EE.UU., analizáramos las medidas tomadas, a contrapelo de lo que aconseja el FMI, podríamos llegar a interesantes conclusiones que nos llevarían a cuestionar ¿por qué aquello que es bueno para los ricos no es bueno para los pobres? Si conociéramos la génesis y las etapas del conflicto entre judíos y palestinos, quizá les sería más difícil a Israel y a EE.UU. justificar las políticas que vienen aplicando contra uno de los pueblos más castigados de este siglo y de parte del siglo pasado. Viendo el conjunto, podríamos formularnos muchas preguntas cuyas respuestas, si nuestras mentes no han sido aún colonizadas, nos causarían sorpresa.
¿Por qué, por ejemplo, ya ha comenzado una campaña anunciando, sin demasiados argumentos válidos, que los países latinoamericanos que peor parados saldrán de la crisis serán Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina? ¿Hay alguna razón, que no sea política, que avale esta tesis? No. Sin embargo, la idea ya campea en las cabecitas de los adictos al pensamiento oficial, y cualquier versión contraria les suena a desajuste mental. Tal cual ocurría hasta hace poco, cuando afirmábamos que EE.UU. estaba al borde de la recesión o que la guerra de Irak no solo volvería más inseguro el planeta, sino que era imposible de ganar.
Einstein decía: “Un mundo o ninguno”. Y, es cierto, en este planeta no existe la salvación individual. Por eso debemos preocuparnos, instruirnos y opinar sobre lo que pasa en cada rincón del planeta. Si no lo ha hecho, el 2009 es una buena ocasión para comenzar.
Fuente: Diario Perù 21. 02/01/09
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