Economía y política
Antonio Zapata (Historiador)
Los pronósticos sobre la duración de la crisis son muy variables. Los más optimistas predicen que al terminar el 2009 el sistema capitalista habrá salido de la depresión. Otros señalan que viene un largo periodo de dificultades y que tardará cierto tiempo salir de aguas borrascosas. Para orientarse frente a este dilema pueden servir algunos indicadores que los historiadores de la economía suelen resaltar como señales. Una idea clave conecta expansión con recesión. Es decir, dependiendo de la naturaleza del crecimiento, se define la profundidad de la depresión.
Otra pregunta importante es ¿cuándo la euforia dominó el crecimiento de los precios? La respuesta es entre el 2005 y el 2006, cuando la bolsa de Lima fue la más rentable del mundo. Los precios de las commodities ya se habían disparado, y una bolsa mineralizada como la nuestra alcanzaba un récord histórico. Pues bien, ahora los precios han retrocedido enormemente. Por ejemplo, el cobre, nuestro principal producto de exportación, ha caído desde un máximo de US$ 4 a 1.30 por libra. Tómese en cuenta que solo en el 2004 el precio había estado por debajo de un dólar por libra, dejando claro que el máximo de 4 fue una locura y que, hoy en día, aún puede bajar más. Por lo tanto, fueron dos a tres años de frenesí. Los precios se dispararon y crecieron alocadamente, generando la burbuja global que finalmente ha estallado en nuestras narices.
A continuación, los historiadores se preguntan por la recesión. La cuestión es ¿cuándo declinó el subsector económico que arrastró a los demás a la crisis? En este caso se trata de interrogar por las inmobiliarias en los EEUU. No cabe duda de que fue ese mercado el que ha llevado a la depresión actual. En este caso la fecha está precisa: el 5 de diciembre del 2006 fue la primera quiebra de una gran compañía inmobiliaria norteamericana, la Ownit Mortgage Solutions.
Las fechas coinciden. La euforia de los precios y la primera gran quiebra ocurrieron entre tres y dos años antes de que estalle la crisis global. En consecuencia, podemos anticipar que tendremos no menos de dos años de recesión internacional. En el caso peruano tratemos de adelantar cuáles pueden ser sus consecuencias políticas. Para empezar veamos su relación con el calendario electoral. Las próximas presidenciales son en abril del 2011. Pero en noviembre del 2010 habrá elecciones regionales y municipales. Por lo tanto, desde mitad de ese último año arrancará la competencia electoral. Dada la cercanía de las fechas, ambas campañas se fusionan, como ocurrió en 1990, cuando hubo un calendario idéntico. Primero ganó Belmont y luego Fujimori, expresando ambos el mismo descrédito de los partidos.
La lógica es sencilla: el tipo de candidato que gane en noviembre repetirá en abril. Ahora bien, las elecciones se desarrollarán en un escenario definido por la crisis económica. Es más, para aquel entonces tendremos casi dos años seguidos de depresión. El descontento será fuerte y posiblemente reinará la desesperación. Este tipo de circunstancias estimula la lucha política y la vuelve agria. No hay lugar para medias tintas. Por otro lado, si bien hay espacio para apuestas democráticas, también aparecen renovadas opciones para versiones nacionalistas autoritarias.
Incluso, al revisarse las anteriores salidas a las grandes crisis económicas, se halla la aparición de militarismos. Después de la depresión mundial de 1870 ascendió la Alemania de Bismark y luego de 1930 fue el turno del fascismo y del estalinismo. En el caso nacional, Sánchez Cerro y luego Benavides ahogaron la protesta popular persiguiendo al APRA y al PCP. Como se reduce drásticamente el comercio internacional, el impulso nacionalista es muy fuerte. A la vez, al extenderse el temor ante la depresión, la gente busca un caudillo salvador.
El 2009 serán los aprestos y el armado de las coaliciones. A continuación empezará una carrera en la que emergerá el outsider de siempre, con grandes posibilidades de triunfo. Por su parte, vistas las cosas desde hoy –aún sin outsider– las mejores opciones son de Ollanta y Keiko, por ser los polos del espectro. Para tener éxito, las figuras de centro, como Toledo o Castañeda, tendrán mucha agua por remontar.
Antonio Zapata (Historiador)
Los pronósticos sobre la duración de la crisis son muy variables. Los más optimistas predicen que al terminar el 2009 el sistema capitalista habrá salido de la depresión. Otros señalan que viene un largo periodo de dificultades y que tardará cierto tiempo salir de aguas borrascosas. Para orientarse frente a este dilema pueden servir algunos indicadores que los historiadores de la economía suelen resaltar como señales. Una idea clave conecta expansión con recesión. Es decir, dependiendo de la naturaleza del crecimiento, se define la profundidad de la depresión.
Otra pregunta importante es ¿cuándo la euforia dominó el crecimiento de los precios? La respuesta es entre el 2005 y el 2006, cuando la bolsa de Lima fue la más rentable del mundo. Los precios de las commodities ya se habían disparado, y una bolsa mineralizada como la nuestra alcanzaba un récord histórico. Pues bien, ahora los precios han retrocedido enormemente. Por ejemplo, el cobre, nuestro principal producto de exportación, ha caído desde un máximo de US$ 4 a 1.30 por libra. Tómese en cuenta que solo en el 2004 el precio había estado por debajo de un dólar por libra, dejando claro que el máximo de 4 fue una locura y que, hoy en día, aún puede bajar más. Por lo tanto, fueron dos a tres años de frenesí. Los precios se dispararon y crecieron alocadamente, generando la burbuja global que finalmente ha estallado en nuestras narices.
A continuación, los historiadores se preguntan por la recesión. La cuestión es ¿cuándo declinó el subsector económico que arrastró a los demás a la crisis? En este caso se trata de interrogar por las inmobiliarias en los EEUU. No cabe duda de que fue ese mercado el que ha llevado a la depresión actual. En este caso la fecha está precisa: el 5 de diciembre del 2006 fue la primera quiebra de una gran compañía inmobiliaria norteamericana, la Ownit Mortgage Solutions.
Las fechas coinciden. La euforia de los precios y la primera gran quiebra ocurrieron entre tres y dos años antes de que estalle la crisis global. En consecuencia, podemos anticipar que tendremos no menos de dos años de recesión internacional. En el caso peruano tratemos de adelantar cuáles pueden ser sus consecuencias políticas. Para empezar veamos su relación con el calendario electoral. Las próximas presidenciales son en abril del 2011. Pero en noviembre del 2010 habrá elecciones regionales y municipales. Por lo tanto, desde mitad de ese último año arrancará la competencia electoral. Dada la cercanía de las fechas, ambas campañas se fusionan, como ocurrió en 1990, cuando hubo un calendario idéntico. Primero ganó Belmont y luego Fujimori, expresando ambos el mismo descrédito de los partidos.
La lógica es sencilla: el tipo de candidato que gane en noviembre repetirá en abril. Ahora bien, las elecciones se desarrollarán en un escenario definido por la crisis económica. Es más, para aquel entonces tendremos casi dos años seguidos de depresión. El descontento será fuerte y posiblemente reinará la desesperación. Este tipo de circunstancias estimula la lucha política y la vuelve agria. No hay lugar para medias tintas. Por otro lado, si bien hay espacio para apuestas democráticas, también aparecen renovadas opciones para versiones nacionalistas autoritarias.
Incluso, al revisarse las anteriores salidas a las grandes crisis económicas, se halla la aparición de militarismos. Después de la depresión mundial de 1870 ascendió la Alemania de Bismark y luego de 1930 fue el turno del fascismo y del estalinismo. En el caso nacional, Sánchez Cerro y luego Benavides ahogaron la protesta popular persiguiendo al APRA y al PCP. Como se reduce drásticamente el comercio internacional, el impulso nacionalista es muy fuerte. A la vez, al extenderse el temor ante la depresión, la gente busca un caudillo salvador.
El 2009 serán los aprestos y el armado de las coaliciones. A continuación empezará una carrera en la que emergerá el outsider de siempre, con grandes posibilidades de triunfo. Por su parte, vistas las cosas desde hoy –aún sin outsider– las mejores opciones son de Ollanta y Keiko, por ser los polos del espectro. Para tener éxito, las figuras de centro, como Toledo o Castañeda, tendrán mucha agua por remontar.
Fuente: Diario La Repùblica. 31/12/08
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