Invasión extra y terrestre
Cèsar Hildebrandt (Periodista)
Ya están, por tierra también, los que han venido a salvar, en la Franja de Gaza, la civilización occidental que supuró a Bush y encarna la Unión Europea.
Por aire, mar y tierra las fuerzas que documentan a Dios ensanchan a plomo limpio la tierra prometida, esa patria viva que nació por decisión de la ONU y su resolución 181, esa patria exigente que todo lo pide y que, a cambio, sólo exige el exterminio de quienes se interponen.
La estrategia es, como lo subraya Jennifer Loewenstein, directora asociada del Programa de Estudios sobre Oriente Medio en la Universidad de Wisconsin, sepultar el sueño de un Estado palestino.
Israel, en efecto, jamás lo quiso y ahora, con Obama bancado por el lobby israelí que encabeza el radical Steven Spielberg, puede estar más seguro que nunca de que ese sueño-pesadilla (sueño para los palestinos y pesadilla para la derecha israelí) no se cumplirá.
Ayer las fuerzas terrestres del ejército israelí han entrado a no dejar vivo nada que se mueva de modo hostil en la Gaza que tampoco les pertenece, como no les pertenece la Cisjordania que ocupan y donde han construido miles de asentamientos que confirman su imparable expansión, como no le pertenecen el Valle del Jordán ni el Jerusalén Este que detentan a fuego de fusil.
Buena cosecha para ser el primer día: el fuego de artillería de Israel ha volado una mezquita en Beit Lahija, al norte de la Franja, con todos los que estaban rezando adentro. Catorce muertos y 30 heridos, todas víctimas civiles.
Hay decenas de muertos (por lo menos otros 30) que la propaganda israelí describe como “terroristas caídos en acción”. Es imposible creerle a un ejército de criminales. Sería como creerle a Hitler cuando juraba que los sudetes serían la última reivindicación que demandaría a Europa.
Y ya no hablemos de esta Europa, que ayer, a través del checo presidente semestral que padece, justificó la invasión terrestre de Israel diciendo que “es defensiva”.
¿Para esto se apartaron los checos del comunismo de los tanques? ¿Para que un pobre diablo disfrazado de idiota justificara los tanques de Israel y dijera que quien invade se defiende?
Ya son cerca de 490 los muertos y más de 2,500 los heridos. Pero son palestinos. Son muertos consentidos, casi deseados, del todo prescindibles. Son los judíos de 1936, los armenios de 1915, los fusilados de Madrid del 39.
El drama de los palestinos es que su sufrimiento no tiene fin. No hay fecha límite para lo que Israel decida hacer con ellos. Si eligen a Fatah, Abbás los termina traicionando. Si eligen a Hamás, como lo hicieron con el 60 por ciento de los votos en elecciones supervisadas internacionalmente, Israel los ahoga, primero, y los aplasta después.
Si miran a Europa, hallarán el cinismo de siglos. Si miran para el mundo árabe, encontrarán al sórdido Egipto y a las monarquías putrefactas del petróleo y al rey jordano cuyo padre estaba en la planilla de la CIA.
Entonces miran a Siria y por eso son terroristas. Entonces miran a Irán y por eso son terroristas. Y lo dicen, sin rubor alguno, quienes han hecho del terrorismo una doctrina de Estado, una ciencia asistida por las divinas providencias.
La situación de Gaza queda retratada por la descripción hecha ayer por Raji Sourani, voluntario del humanitarismo palestino:
“Los heridos ya no pueden atenderse. Estamos sitiados. A la lista de los muertos hay que añadir noventa cadáveres que no han podido identificarse dado el estado de destrozo en que se encuentran”.
Hamás es fuerte porque surgió en 1987, de la ira acribillada de la segunda Intifada. Y es fuerte porque no se ha vendido ni se ha dejado amaestrar como lo han hecho los herederos indignos de Arafat. Por eso es que Israel está en Gaza: para exterminar a Hamás, el único movimiento que puede hablarle a Israel con el lenguaje que Israel entiende como humano: el de la convicción y el de la fuerza.
Apenas meses después del triunfo de Hamás en las elecciones de enero del 2006, Israel declaró que Gaza era “una entidad hostil”. El plomo y la muerte que hoy caen como una maldición sobre la Franja sólo son la aplicación de una política de Estado: la liquidación de un movimiento y, si es necesario, del pueblo gazauí que lo acompaña.
A eso han llegado Bush, la mediocridad irremediable de Europa y la indiferencia del mundo: a tolerar que la política del medio oriente se haga a costa de montañas de cadáveres y a permitirle a Israel todos los desmanes que el fascismo armado puede cometer.
Y, sin embargo, es posible que Israel fracase. No por debilidad, desde luego, sino por las mismas razones que lo llevaron a la derrota ante Hizbolá en el sur de Líbano. La resistencia de Gaza está por verse y su capacidad de sacrificio también.
“Si el objetivo de la ofensiva es destruir a Hamás, la pregunta más importante es si esto es una meta alcanzable. Si no, los bombardeos no son sólo crueles, bárbaros y reprensibles, sino también absurdos”, ha escrito el famoso pianista y director de orquesta judío Daniel Barenboim, un hombre lúcido que parece avergonzarse de la simpleza asesina de quienes hoy mandan en su país.
“Si, por otro lado, es realmente posible destruir a Hamás con operaciones militares, ¿cómo imagina Israel la reacción de Gaza después de ello? Un millón y medio de residentes de la Franja no se arrodillarán reverencialmente ante el poderío del ejército israelí. No debemos olvidar que antes de que los palestinos eligieran a Hamás, Israel los apoyaba en una táctica para debilitar a Arafat...”, ha reflexionado Barenboim, que fuera esposo de esa celista inigualable llamada Jacqueline Du Pré.
Frente a Barenboim y el heroico pacifismo judío están, claro, los halcones que dominan la escena.
“Patria Judía” es un sitio del Internet que se difunde en todos los idiomas, empezando por el hebreo, desde Buenos Aires. Allí se expresa, sin pudores, el “patriotismo israelí”.
¿Qué decía ayer “Patria Judía”?
Después de llamar terrorista al subcomandante zapatista Marcos por denunciar la masacre de Gaza, “Patria Judía” describía así la matanza de la mezquita en Beit Lahiya:
“Ayer volaron una mezquita que contenía misiles y bombas, mandando a otros diez genocidas palestinos al séptimo cielo del pedófilo... Flor de paliza se les viene encima”.
El pedófilo es Mahoma. Los “palestinos genocidas” eran civiles que estaban rezando.
¿Y cómo trata “Patria Judía” el asesinato del dirigente de Hamás Nizar Rayan en un bombardeo aéreo que mató a su esposa y a sus ocho hijos?
Lo trata de esta manera:
“Otra rata gorda fue a visitar a Mahoma. Israel mata a uno de los principales líderes de Hamás en la Franja de Gaza”.
Debajo de la foto de Nizar Rayan aparece la siguiente leyenda:
“Chau basura, saludos al pederasta de tu profeta”.
Y bajo la foto de la casa destruida del líder de Hamás, la frase siguiente:
“Así quedó la casita de Rayan”.
La gracia de “Patria Judía” es que expresa, sin hipocresías ni antifaces, el discurso de la derecha fascista israelí. La que hoy gobierna ese país nacido como contestación mundial al genocidio nazi.
Por aire, mar y tierra las fuerzas que documentan a Dios ensanchan a plomo limpio la tierra prometida, esa patria viva que nació por decisión de la ONU y su resolución 181, esa patria exigente que todo lo pide y que, a cambio, sólo exige el exterminio de quienes se interponen.
La estrategia es, como lo subraya Jennifer Loewenstein, directora asociada del Programa de Estudios sobre Oriente Medio en la Universidad de Wisconsin, sepultar el sueño de un Estado palestino.
Israel, en efecto, jamás lo quiso y ahora, con Obama bancado por el lobby israelí que encabeza el radical Steven Spielberg, puede estar más seguro que nunca de que ese sueño-pesadilla (sueño para los palestinos y pesadilla para la derecha israelí) no se cumplirá.
Ayer las fuerzas terrestres del ejército israelí han entrado a no dejar vivo nada que se mueva de modo hostil en la Gaza que tampoco les pertenece, como no les pertenece la Cisjordania que ocupan y donde han construido miles de asentamientos que confirman su imparable expansión, como no le pertenecen el Valle del Jordán ni el Jerusalén Este que detentan a fuego de fusil.
Buena cosecha para ser el primer día: el fuego de artillería de Israel ha volado una mezquita en Beit Lahija, al norte de la Franja, con todos los que estaban rezando adentro. Catorce muertos y 30 heridos, todas víctimas civiles.
Hay decenas de muertos (por lo menos otros 30) que la propaganda israelí describe como “terroristas caídos en acción”. Es imposible creerle a un ejército de criminales. Sería como creerle a Hitler cuando juraba que los sudetes serían la última reivindicación que demandaría a Europa.
Y ya no hablemos de esta Europa, que ayer, a través del checo presidente semestral que padece, justificó la invasión terrestre de Israel diciendo que “es defensiva”.
¿Para esto se apartaron los checos del comunismo de los tanques? ¿Para que un pobre diablo disfrazado de idiota justificara los tanques de Israel y dijera que quien invade se defiende?
Ya son cerca de 490 los muertos y más de 2,500 los heridos. Pero son palestinos. Son muertos consentidos, casi deseados, del todo prescindibles. Son los judíos de 1936, los armenios de 1915, los fusilados de Madrid del 39.
El drama de los palestinos es que su sufrimiento no tiene fin. No hay fecha límite para lo que Israel decida hacer con ellos. Si eligen a Fatah, Abbás los termina traicionando. Si eligen a Hamás, como lo hicieron con el 60 por ciento de los votos en elecciones supervisadas internacionalmente, Israel los ahoga, primero, y los aplasta después.
Si miran a Europa, hallarán el cinismo de siglos. Si miran para el mundo árabe, encontrarán al sórdido Egipto y a las monarquías putrefactas del petróleo y al rey jordano cuyo padre estaba en la planilla de la CIA.
Entonces miran a Siria y por eso son terroristas. Entonces miran a Irán y por eso son terroristas. Y lo dicen, sin rubor alguno, quienes han hecho del terrorismo una doctrina de Estado, una ciencia asistida por las divinas providencias.
La situación de Gaza queda retratada por la descripción hecha ayer por Raji Sourani, voluntario del humanitarismo palestino:
“Los heridos ya no pueden atenderse. Estamos sitiados. A la lista de los muertos hay que añadir noventa cadáveres que no han podido identificarse dado el estado de destrozo en que se encuentran”.
Hamás es fuerte porque surgió en 1987, de la ira acribillada de la segunda Intifada. Y es fuerte porque no se ha vendido ni se ha dejado amaestrar como lo han hecho los herederos indignos de Arafat. Por eso es que Israel está en Gaza: para exterminar a Hamás, el único movimiento que puede hablarle a Israel con el lenguaje que Israel entiende como humano: el de la convicción y el de la fuerza.
Apenas meses después del triunfo de Hamás en las elecciones de enero del 2006, Israel declaró que Gaza era “una entidad hostil”. El plomo y la muerte que hoy caen como una maldición sobre la Franja sólo son la aplicación de una política de Estado: la liquidación de un movimiento y, si es necesario, del pueblo gazauí que lo acompaña.
A eso han llegado Bush, la mediocridad irremediable de Europa y la indiferencia del mundo: a tolerar que la política del medio oriente se haga a costa de montañas de cadáveres y a permitirle a Israel todos los desmanes que el fascismo armado puede cometer.
Y, sin embargo, es posible que Israel fracase. No por debilidad, desde luego, sino por las mismas razones que lo llevaron a la derrota ante Hizbolá en el sur de Líbano. La resistencia de Gaza está por verse y su capacidad de sacrificio también.
“Si el objetivo de la ofensiva es destruir a Hamás, la pregunta más importante es si esto es una meta alcanzable. Si no, los bombardeos no son sólo crueles, bárbaros y reprensibles, sino también absurdos”, ha escrito el famoso pianista y director de orquesta judío Daniel Barenboim, un hombre lúcido que parece avergonzarse de la simpleza asesina de quienes hoy mandan en su país.
“Si, por otro lado, es realmente posible destruir a Hamás con operaciones militares, ¿cómo imagina Israel la reacción de Gaza después de ello? Un millón y medio de residentes de la Franja no se arrodillarán reverencialmente ante el poderío del ejército israelí. No debemos olvidar que antes de que los palestinos eligieran a Hamás, Israel los apoyaba en una táctica para debilitar a Arafat...”, ha reflexionado Barenboim, que fuera esposo de esa celista inigualable llamada Jacqueline Du Pré.
Frente a Barenboim y el heroico pacifismo judío están, claro, los halcones que dominan la escena.
“Patria Judía” es un sitio del Internet que se difunde en todos los idiomas, empezando por el hebreo, desde Buenos Aires. Allí se expresa, sin pudores, el “patriotismo israelí”.
¿Qué decía ayer “Patria Judía”?
Después de llamar terrorista al subcomandante zapatista Marcos por denunciar la masacre de Gaza, “Patria Judía” describía así la matanza de la mezquita en Beit Lahiya:
“Ayer volaron una mezquita que contenía misiles y bombas, mandando a otros diez genocidas palestinos al séptimo cielo del pedófilo... Flor de paliza se les viene encima”.
El pedófilo es Mahoma. Los “palestinos genocidas” eran civiles que estaban rezando.
¿Y cómo trata “Patria Judía” el asesinato del dirigente de Hamás Nizar Rayan en un bombardeo aéreo que mató a su esposa y a sus ocho hijos?
Lo trata de esta manera:
“Otra rata gorda fue a visitar a Mahoma. Israel mata a uno de los principales líderes de Hamás en la Franja de Gaza”.
Debajo de la foto de Nizar Rayan aparece la siguiente leyenda:
“Chau basura, saludos al pederasta de tu profeta”.
Y bajo la foto de la casa destruida del líder de Hamás, la frase siguiente:
“Así quedó la casita de Rayan”.
La gracia de “Patria Judía” es que expresa, sin hipocresías ni antifaces, el discurso de la derecha fascista israelí. La que hoy gobierna ese país nacido como contestación mundial al genocidio nazi.
Fuente: Diario La Primera. 04/01/09
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