Kondratiev y la pachamanca
Nelson Manrique (Historiador)
La historia puede ayudar a comprender la crisis económica mundial y cómo nos va a afectar. Las crisis económicas no son un accidente en el capitalismo industrial sino son parte de su funcionamiento “normal”, que alterna cíclicamente periodos de expansión y de contracción. Existen crisis de corta, mediana y larga duración; estas últimas –como la actual– son las más severas y su lógica fue explicada por su descubridor, el economista ruso Nicolai Kondratiev. Las crisis de larga duración se inscriben en ciclos de entre 48 y 60 años (la primera mitad de subida y la segunda de bajada) conocidos como ciclos Kondratiev. Es notable la estrecha relación que existe entre estos y el derrotero de la economía peruana.
Examinemos los datos. La primera gran crisis se desató en Londres, medio siglo después del inicio de la revolución industrial, el mismo año cuando en Junín y Ayacucho ganamos nuestra independencia: 1824. El flamante Estado peruano comenzó su vida independiente en medio de una terrible crisis, y tuvo que declararse en bancarrota y cesar unilateralmente el pago de su deuda externa.
Esta primera gran depresión se extendió por unos 25 años y hacia 1849, mientras la economía mundial empezaba su fase de expansión, cambió dramáticamente nuestra suerte. Vivimos entonces el boom del guano (la “prosperidad falaz”, según Jorge Basadre). Esta era dorada –que vio nuestra reinserción en la economía mundial y las obras de Ramón Castilla– terminó con otra gran crisis –no en vano la denominaron la “Gran Depresión”– en 1873. Acabó la prosperidad guanera y colapsó la economía peruana. En 1876 el Perú volvió a declararse en bancarrota y dejó de pagar su deuda externa. Sobrevino la guerra con Chile (1879), nuestro hundimiento y el sombrío periodo del Segundo Militarismo.
El nuevo ciclo de expansión mundial se inició hacia 1895, y coincidió en el Perú con el fin del Segundo Militarismo y el inicio de una alegre fase de prosperidad que se prolongó a través de la República Aristocrática (versión peruana de la Belle Epoque europea) y la modernización leguiísta. Sobrevino entonces el crash de 1929 y el Perú volvió a hundirse en la depresión. La recuperación mundial sobrevino hacia la década del 50, luego de la Segunda Guerra Mundial. Aquí fue el periodo de Odría, la expansión del Estado de bienestar, grandes obras estatales, una educación pública de calidad superior a la privada, etc.
La siguiente crisis mundial debió sobrevenir hacia la década del 80 y falta explicar por qué ha estallado recién el año 2008. Una hipótesis fuerte podría ser que esto se debió a las políticas anticíclicas keynesianas y el Wellfare State de la postguerra, que se implementaron en todo Occidente. Cuando el neoliberalismo consiguió el desmantelamiento de los mecanismos de control estatal en la década del 90 el retorno a la crisis se hizo inevitable, con las consecuencias que estamos viendo. Nuestra terrible dependencia con relación a los ciclos de crisis mundial se debe al carácter primario exportador de nuestro sistema productivo. Este ha sido profundizado por el gobierno aprista y nos ha colocado en la posición más vulnerable ante la crisis que se inicia.
Nelson Manrique (Historiador)
La historia puede ayudar a comprender la crisis económica mundial y cómo nos va a afectar. Las crisis económicas no son un accidente en el capitalismo industrial sino son parte de su funcionamiento “normal”, que alterna cíclicamente periodos de expansión y de contracción. Existen crisis de corta, mediana y larga duración; estas últimas –como la actual– son las más severas y su lógica fue explicada por su descubridor, el economista ruso Nicolai Kondratiev. Las crisis de larga duración se inscriben en ciclos de entre 48 y 60 años (la primera mitad de subida y la segunda de bajada) conocidos como ciclos Kondratiev. Es notable la estrecha relación que existe entre estos y el derrotero de la economía peruana.
Examinemos los datos. La primera gran crisis se desató en Londres, medio siglo después del inicio de la revolución industrial, el mismo año cuando en Junín y Ayacucho ganamos nuestra independencia: 1824. El flamante Estado peruano comenzó su vida independiente en medio de una terrible crisis, y tuvo que declararse en bancarrota y cesar unilateralmente el pago de su deuda externa.
Esta primera gran depresión se extendió por unos 25 años y hacia 1849, mientras la economía mundial empezaba su fase de expansión, cambió dramáticamente nuestra suerte. Vivimos entonces el boom del guano (la “prosperidad falaz”, según Jorge Basadre). Esta era dorada –que vio nuestra reinserción en la economía mundial y las obras de Ramón Castilla– terminó con otra gran crisis –no en vano la denominaron la “Gran Depresión”– en 1873. Acabó la prosperidad guanera y colapsó la economía peruana. En 1876 el Perú volvió a declararse en bancarrota y dejó de pagar su deuda externa. Sobrevino la guerra con Chile (1879), nuestro hundimiento y el sombrío periodo del Segundo Militarismo.
El nuevo ciclo de expansión mundial se inició hacia 1895, y coincidió en el Perú con el fin del Segundo Militarismo y el inicio de una alegre fase de prosperidad que se prolongó a través de la República Aristocrática (versión peruana de la Belle Epoque europea) y la modernización leguiísta. Sobrevino entonces el crash de 1929 y el Perú volvió a hundirse en la depresión. La recuperación mundial sobrevino hacia la década del 50, luego de la Segunda Guerra Mundial. Aquí fue el periodo de Odría, la expansión del Estado de bienestar, grandes obras estatales, una educación pública de calidad superior a la privada, etc.
La siguiente crisis mundial debió sobrevenir hacia la década del 80 y falta explicar por qué ha estallado recién el año 2008. Una hipótesis fuerte podría ser que esto se debió a las políticas anticíclicas keynesianas y el Wellfare State de la postguerra, que se implementaron en todo Occidente. Cuando el neoliberalismo consiguió el desmantelamiento de los mecanismos de control estatal en la década del 90 el retorno a la crisis se hizo inevitable, con las consecuencias que estamos viendo. Nuestra terrible dependencia con relación a los ciclos de crisis mundial se debe al carácter primario exportador de nuestro sistema productivo. Este ha sido profundizado por el gobierno aprista y nos ha colocado en la posición más vulnerable ante la crisis que se inicia.
Fuente: Diario La Repùblica. 31/12/08
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