El Perú y su Apartheid solapa
León Trahtemberg (Especialista en Educación)
AREQUIPA Al final del interesantísimo libro del psicoanalista Jorge Bruce "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo" una cita de Max Hernández suena como un campanazo mental. Dice "el Perú funciona como una Sudáfrica solapa" (apartheid), lo que ilustra la tesis del libro que ve al racismo como un poderoso y omnipresente organizador de la vida de los peruanos, que contamina sus interacciones cotidianas.
"Dos peruanos nos encontramos y, sin necesidad de hablar, inmediatamente nos escaneamos y nos ubicamos en este imaginario (racista)" dice Twanama. Sostiene que las coordenadas que usamos para evaluarnos en nuestras relaciones incluyen los rasgos físicos, el nivel socioeconómico, el nivel educativo-lingüístico y la calidad de migrante. Esto nos ha sido inculcado desde niños, junto con la convicción de la superioridad del blanco sobre el serrano, indígena o cholo.
Para Bruce una de las herramientas sociales que más contribuye a consolidar, legitimar y dar continuidad al racismo es la publicidad, que avanza impune en un terreno social lleno de silencios cómplices de quienes en esencia están de acuerdo con el racismo, lo que explicaría la prolongada indiferencia frente a lo que les pasaba a los indígenas peruanos en la guerra interna. Era una forma pasiva agresiva de hacer de cuenta que ellos no existen y de expresar el deseo de que no existan.
La otra gran herramienta que perpetúa el racismo es la precaria educación que reciben los sectores discriminados, que atrofia su ascenso socioeconómico, permitiendo mantener incólume el mito de su inferioridad biológica. Así, el racismo constituye una justificación ideológica para la perpetuación del status quo en el que la distribución de bienes coincide con las categorías raciales, étnicas o culturales que lo legitiman. Eso sin duda causa un enorme resentimiento social que es crónico en nuestro país. En ese contexto, el discurso que valora el mestizaje solo funciona como coartada frente a la choledad que nadie quiere reconocer como propia por su carga de estigma y denigración.
El libro finaliza con una crítica a los psicoanalistas peruanos que postulan una neutralidad que conduce al silencio analítico aún frente a conmociones sociales gravísimas, lo que en realidad constituye otro síntoma de este racismo.
Bruce piensa que el racismo difícilmente podrá ser erradicado pero que aún así, el esfuerzo por comprenderlo en todos sus extremos puede permitirnos desarrollar antídotos para atenuar el daño que produce.
Sin duda, un valioso aporte para entender qué nos pasa a los peruanos.
Artículo recomendado: El Racismo peruano
Fuente: Diario Correo. 29 de marzo del 2008.
León Trahtemberg (Especialista en Educación)
AREQUIPA Al final del interesantísimo libro del psicoanalista Jorge Bruce "Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y racismo" una cita de Max Hernández suena como un campanazo mental. Dice "el Perú funciona como una Sudáfrica solapa" (apartheid), lo que ilustra la tesis del libro que ve al racismo como un poderoso y omnipresente organizador de la vida de los peruanos, que contamina sus interacciones cotidianas.
"Dos peruanos nos encontramos y, sin necesidad de hablar, inmediatamente nos escaneamos y nos ubicamos en este imaginario (racista)" dice Twanama. Sostiene que las coordenadas que usamos para evaluarnos en nuestras relaciones incluyen los rasgos físicos, el nivel socioeconómico, el nivel educativo-lingüístico y la calidad de migrante. Esto nos ha sido inculcado desde niños, junto con la convicción de la superioridad del blanco sobre el serrano, indígena o cholo.
Para Bruce una de las herramientas sociales que más contribuye a consolidar, legitimar y dar continuidad al racismo es la publicidad, que avanza impune en un terreno social lleno de silencios cómplices de quienes en esencia están de acuerdo con el racismo, lo que explicaría la prolongada indiferencia frente a lo que les pasaba a los indígenas peruanos en la guerra interna. Era una forma pasiva agresiva de hacer de cuenta que ellos no existen y de expresar el deseo de que no existan.
La otra gran herramienta que perpetúa el racismo es la precaria educación que reciben los sectores discriminados, que atrofia su ascenso socioeconómico, permitiendo mantener incólume el mito de su inferioridad biológica. Así, el racismo constituye una justificación ideológica para la perpetuación del status quo en el que la distribución de bienes coincide con las categorías raciales, étnicas o culturales que lo legitiman. Eso sin duda causa un enorme resentimiento social que es crónico en nuestro país. En ese contexto, el discurso que valora el mestizaje solo funciona como coartada frente a la choledad que nadie quiere reconocer como propia por su carga de estigma y denigración.
El libro finaliza con una crítica a los psicoanalistas peruanos que postulan una neutralidad que conduce al silencio analítico aún frente a conmociones sociales gravísimas, lo que en realidad constituye otro síntoma de este racismo.
Bruce piensa que el racismo difícilmente podrá ser erradicado pero que aún así, el esfuerzo por comprenderlo en todos sus extremos puede permitirnos desarrollar antídotos para atenuar el daño que produce.
Sin duda, un valioso aporte para entender qué nos pasa a los peruanos.
Artículo recomendado: El Racismo peruano
Fuente: Diario Correo. 29 de marzo del 2008.
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