1962
El próximo 18 de julio se cumplen 50 años del golpe de estado de 1962. Es curioso que esta ruptura del orden constitucional haya recibido tan poca atención al grado que podríamos decir que se han olvidado de él. La razón de ello se puede explicar contestando la pregunta ¿contra quién se dio ese golpe? La primera respuesta sería decir que fue contra Manuel Prado. Pero, en realidad, no fue contra él, puesto que a ese mandatario solo le quedaban diez días de gobierno. El golpe fue dado contra el que iba a ser elegido Presidente por el Congreso, es decir, contra Manuel Odría.
A inicios de julio de 1962 era sabido que Haya de la Torre y Odría, viejos enemigos, se habían reconciliado y habían acordado un pacto de gobernabilidad que llevaría al mando nuevamente al Presidente Odría. Es posible que, si ese pacto se hubiese materializado, el Perú hubiera experimentado un modelo de alternancia parecido al Frente Nacional colombiano de 1957 o al pacto de Punto Fijo, el venezolano de 1959. Pero ello no fue así gracias a la aparición del radicalismo de una nueva generación tanto civil como militar.
Para 1962 el aprismo había abandonado el extremismo revolucionario de sus primeras décadas y estaba seriamente empeñado en defender la constitución y el crecimiento económico no interrumpido desde 1949. Para entonces, el mayor peligro para Haya era la inclinación hacia la izquierda radical que había aparecido con el Apra rebelde y sus simpatías con el castrismo.
Por su parte, el odriísmo de 1962 postulaba un “socialismo de derecha”, según proclamaba Napoleón Tello. El mismo cambio del nombre de Partido Restaurador al de Unión Nacional evidenciaba el paso del viejo nacional-militarismo a un nacionalismo-popular. No debemos olvidar lo que dijo en 1969 el sociólogo Henry Favre (n. 1908): “…Si bien, Odría nunca fue tan lejos como Perón o Rojas Pinilla, es innegable que hubo en el odriísmo gérmenes de peronismo, cuyo desarrollo la oligarquía solo podía temer”
Sin duda alguna Odría quería evitar el desplazamiento de sectores nacionalistas y populares hacia un nacionalismo-revolucionario cuyo germen era visible en el Frente de Liberación Nacional del general César Pando y el padre Salomón Bolo (los abuelos ideológicos del primer Ollanta Humala y del ex cura Marco Arana)
La reconciliación Haya-Odría es una página valiosa de nuestra historia política. Dos viejos ya sabios, antiguos enemigos encarnizados, quienes llegaron a representar dos bandos irreconciliables se abrazaban olvidando rencores. Uno relegaba el recuerdo de la desgraciada Revolución aprista del 3 de octubre de 1948 que amenazó con sovietizar a la milicia e iniciar una guerra civil. El otro perdonaba las persecuciones, prisiones y la dureza de un asilo forzoso en la embajada de Colombia.
El golpe de 1962 fue hecho contra la reconciliación democrática. Por eso, hoy en día que tanto se habla de verdad y reconciliación es imposible seguir negándose a ver en los hechos de hace cincuenta años el ejemplo de dos grandes e incomprendidos hombres que supieron abandonar el rencor para privilegiar el valor de la concordia.
Fuente: Diario La República. 15 de julio del 2012.
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