Crueldades de abril
Por: César Lévano
Hay quienes creen que no se debería conmemorar la fecha
de la muerte de los personajes, sino la de su nacimiento. Si esto se acatara,
se deberían desactivar los homenajes que se preparan en todo el mundo a William
Shakespeare, Miguel de Cervantes, y el Inca Garcilaso de la Vega, famosamente
fallecidos el mismo día del mismo año: el 23 de abril de 1616.
Abril es el mes más cruel, escribió el poeta Eliot. Para nosotros los peruanos, la frase tiene el rigor de una sentencia. El 16 de abril de 1930 murió José Carlos Mariátegui; el 15 de abril de 1938, César Vallejo; el 19 de abril de 1942, José María Eguren; el 13 de abril de 1936, Felipe Pinglo.
En esta edición consagramos amplias páginas a Mariátegui (una entrevista y una
introducción a ésta que publiqué hace 40 años).
Como ocurre con mi entrevista a María Dolores Rodríguez, gran amiga de César
Vallejo, altamente ignorada por los vallejianos de profesión, la conversación
grabada con Julio César Mariátegui que ahora reproducimos ha sido
enciclopédicamente omitida por los especialistas. Por eso mismo, creo, cobra
nuevo valor para los estudiosos en serio.
Me referiré aquí a dos publicaciones recientes. Una es la pulcra edición
facsímile de 7 ensayos de interpretación de la realidad nacional llevada a cabo
a fines del año pasado por el Ministerio de Cultura. La publicación se avalora
con un prólogo del mariateguista italiano Antonio Melis y un extenso colofón de
Jorge Basadre (es el texto que el maestro escribió para la edición en inglés
que en 1971 publicó la Universidad de Texas. Basadre no tenía copia en español,
y me confió la tarea de traducirlo para el libro 7 ensayos. 50 años en la
historia, editado en 1979.)
La otra publicación es una grosera diatriba contra Mariátegui publicada por
Nelson Vásquez Juárez bajo el título de Las sombras de Mariátegui. El primer
‘caviar’ de la historia. La treta de Vásquez consiste en cambiar el encargo con
que Leguía disfrazó un destierro a Mariátegui: “agente periodístico en Italia”,
por “agente de propaganda del gobierno”.
Vásquez reconoce que el Amauta no escribió ni una sola línea a favor de Leguía
o de su gobierno.
La aclaración plena está en el abarcador colofón de Basadre:
“El 4 de julio de 1919, Augusto B. Leguía se convirtió en presidente por medio
de un golpe de estado y La Razón comenzó a oponérsele vigorosamente. El 8 de
agosto de 1919, Mariátegui y Falcón anunciaron que su periódico no seguiría
apareciendo. A causa de un editorial muy enérgico, la imprenta se negó a seguir
publicándolo. Un poco después, según se dijo, un alto funcionario del gobierno
que era amigo de los periodistas les presentó la alternativa de ir a la cárcel
o viajar a Europa a costas del gobierno. Mariátegui y Falcón escogieron la
segunda opción.”
Fuente: Diario La
Primera. 15 abril del 2012.
RESPUESTA A
CESAR LEVANO
Por: Nelson
Vásquez Juárez
El
día 15 de abril del presente año el Sr. César Lévano en su columna Crueldades
de abril, se refiere a mi libro Las sombras de
Mariátegui. El primer caviar de la historia como una grosera
diatriba contra Mariátegui. De esta manera el Sr. Lévano intenta
descalificar una seria investigación que ha tomado en consideración la correspondencia de
José Carlos Mariátegui, documentos oficiales del Ministerio de Relaciones
Exteriores y biografías de Mariátegui escritas por sus distintos admiradores.
En
mi libro se publica como Anexo la Resolución firmada por el Presidente Leguía,
del 27 de noviembre de 1919, que autoriza al Cónsul General de la República en
Génova, para que de los ingresos consulares de la Oficina a su cargo abone a
don José Carlos Mariátegui, Agente de propaganda periodística en Italia, la
cantidad de cuarenticinco libras (Lp. 45.0.00) oro, a partir del 7 de diciembre
del presente año, y
en la página 52 de mi texto desarrollo el tema ¿Beca o agente de propaganda
periodística? Entonces, ¿a qué treta se refiere el Sr. Lévano?
Asimismo,
el Sr. Lévano intenta aclarar el tema, de la estancia de Mariátegui a Italia,
citando a Basadre. Sin embargo, el historiador peruano en su libro Perú:
Problema y posibilidad asevera lo siguiente:
Sólo
en un sentido muy amplio puede decirse que Mariátegui combatiese a Leguía.
Enviado a Europa, después de la campaña oposicionista de La Razón, no porque Leguía le tuviese especial
deferencia sino porque era costumbre suya conceder favores a quien se sometiese,
Mariátegui acaso le conservó siempre un fondo de gratitud o por táctica tuvo
precisamente lo que Belaúnde ha llamado inexplicables silencios.
Finalmente,
le preguntaría al Sr. Lévano ¿cómo califica la decisión de
Mariátegui de viajar a Europa a costas del gobierno luego que ese gobierno le cerrará el
diario? ¿El Sr. Lévano aceptaría un cargo rentado en el extranjero de un
gobierno que le cerrará el periódico que dirige?
Aprista calumniador
Nelson Vásquez Juárez afirma en una carta que César Lévano, nuestro
director, hizo el domingo 15, en su columna, “aseveraciones agraviantes sin
ningún fundamento” contra su libro “Las sombras de Mariátegui. El primer caviar
de la historia”.
Lo único que hizo Lévano es señalar que Vásquez calumnia al Amauta al
afirmar que éste viajó a Italia como “agente de propaganda del gobierno de
Leguía”. La Resolución de la Cancillería que el propio Vásquez reproduce en su
diatriba (página 52) nombra a Mariátegui “agente de propaganda periodística en
Italia”. No se habla de propaganda a favor de Leguía.
El difamador finge ignorar que Mariátegui era
director del diario La Razón. Leguía se había hecho del poder, mediante un
golpe de Estado, el 4 de julio de 1919. El periódico de Mariátegui y de su
íntimo amigo César Falcón empezó a atacar al régimen. El 8 de agosto de ese
mismo año La Razón anunció que dejaba de aparecer. La imprenta, que era del
Arzobispado, se negaba a continuar con la impresión.
El difamador cita un texto de Jorge Basadre de
1931; pero omite la cita del texto que Basadre escribió en 1971 para la edición
en inglés de 7 ensayos que la Universidad de Texas publicó. Ahí, el gran
historiador precisa la verdad: a Mariátegui y Falcón el régimen les planteó ir
a la cárcel o a Europa. Los jóvenes periodistas aceptaron la deportación
disimulada. El párrafo pertinente fue reproducido íntegramente por Lévano.
En la solapa de otro libro de Vásquez, Haya
desde la izquierda, se indica que Vásquez fue, entre 2004 y 2006, miembro de la
Comisión de Planificación Estratégica del APRA. Con razón. He ahí la razón de la
sinrazón.
Fuente: Diario La
Primera. 19 de abril del 2013.
Sr. César Lévano:
Mariátegui no fue desterrado por Leguía
Por: Nelson
Vásquez
El jueves 19 de abril del 2012 se
publica una nota anónima titulada “Aprista calumniador” en el diario “La
Primera” que dirige el Sr. César Lévano. El anónimo pretende dar respuesta a mi
carta y artículo “Respuesta a César Lévano” del 17 de abril del 2012, las
cuales respondían el artículo del Sr. Lévano del 15 de abril del 2012 donde
hace aseveraciones agraviantes contra mi libro “Las Sombras de Mariátegui. El
‘primer caviar’ de la historia.”
El Sr. Lévano no se ha dignado en
contestarme, más bien le ha encargado la deshonrosa labor de insultarme a otra
persona y esta tarea ha sido tan degradante que la nota no tiene autor, es un
anónimo. ¿Esta es la clase de periodismo que enseña el Sr. Lévano, el de lanzar
la piedra y esconder la mano?
El periodismo es investigar, buscar la
verdad, informar con objetividad. Nada de eso existe en el artículo del Sr.
Lévano del 15 de abril y en el anónimo publicado el 19 de abril del 2012. Las
palabras que se usan en ambas notas son: “grosera diatriba”, “el difamador”,
“calumniador”. Además de la desinformación y tergiversaciones que se hacen
contra mi texto.
Afirmo en mi libro que JOSE CARLOS
MARIATEGUI NO FUE DESTERRADO POR LEGUIA, que MARIATEGUI ACEPTO EL CARGO PAGADO
DE AGENTE DE PROPAGANDA PERIODISTICA del Perú en Italia, además que en la
práctica no cumplió con el trabajo para el cual lo nombró Leguía y que regresó
al Perú porque hubo una reducción generalizada de los puestos diplomáticos del
Perú en Europa y no porque así lo decidiera una célula socialista del Perú en
Italia.
En el anónimo del 19 de abril del 2012,
se dice que yo calumnio a Mariátegui al afirmar que éste viajo a Italia como
agente de propaganda del gobierno del Leguía porque en realidad viajó como
“agente de propaganda periodística en Italia”. Lo insólito de este gratuito
ataque es que el Sr. Lévano y el anónimo fundan su afirmación en la Resolución
que, por primera vez se reproduce en mi libro en la página 52. Así, en mi
texto aparece la Resolución del 27 de noviembre de 1919, firmada por el
Presidente Leguía y donde se autoriza al Cónsul del Perú en Génova para que
“abone a don José Carlos Mariátegui, Agente de propaganda periodística en Italia,
la cantidad de cuarenta y cinco libras.” ¿Qué mayor transparencia de una
investigación histórica que reproducir una fuente? Ahora bien, ¿cuál podría
haber sido la función Mariátegui como “agente de propaganda periodística en
Italia”? ¿Habría sido una de sus funciones atacar el gobierno de Leguía?
¿Acaso el cargo de agente de propaganda periodística no sería ocupado por gente
de confianza del gobierno de Leguía?
El anónimo asevera que “el difamador
finge ignorar que Mariátegui era director del diario La Razón. Leguía se había
hecho del poder, mediante un golpe de Estado, del 4 de julio de 1919. El
periódico de Mariátegui y de su íntimo amigo de César Falcón empezó a atacar al
régimen. El 8 de agosto de ese mismo año La Razón anunció que dejaba de
aparecer. La imprenta, que era del Arzobispado, se negaba a continuar con la
impresión.” Realmente quien difama es el anónimo porque en la página 9 de
mi libro señaló que “el 14 de mayo de 1919 salió el primer número del periódico
“La Razón” que lo dirigía José Carlos Mariátegui y César Falcón.” En la misma
página se narra la versión, citando a Guillermo Rouillon, que el Arzobispado se
negaba a imprimir el periódico de JCM. Como se aprecia no ignoró lo que
dice el anónimo, sino que, por el contrario, la versión del cierre del
periódico de JCM está en el libro “Las sombras de Mariátegui. El primer
‘caviar’ de la historia.”
El Sr. Lévano y el anónimo con la cita
de Basadre pretenden concluir que el cargo rentado que tuvo
Mariátegui como “agente de propaganda periodística” era en realidad un
destierro disfrazado o una “deportación disimulada”. ¡Vaya destierro! ¡Con
gastos incluidos!
Hay que precisar que la versión de
Basadre, respecto a la alternativa que dio Leguía a Mariátegui y Falcón, de ir
a la cárcel o viajar a Europa, se cita en mi libro pero tomada del biógrafo de
Mariátegui, Guillermo Rouillon (p. 11 de mi texto)
Además, Basadre en la cita que
reproduce el Sr. Lévano, no asevera que Leguía haya desterrado a José Carlos
Mariátegui. Basadre narra una versión, que bien analizada (cosa que no
hacen el Sr. Lévano y el anónimo) no hacen quedar bien parados a JCM y a su
amigo Falcón, todo lo contrario. Así, Basadre afirma que “según se dijo, un
alto funcionario del gobierno que era amigo de los periodistas les presentó la
alternativa de ir a la cárcel o viajar a Europa a costas del gobierno.
Mariátegui y Falcón escogieron la segunda opción.” En primer lugar,
el gran historiador peruano no ha corroborado la versión que expone, el dice
claramente “según se dijo” ¿Quién dijo? ¿cuándo lo dijo? Es decir, Basadre NO
CITA LA FUENTE del hecho que narra. Además, se les presentó la
alternativa a JCM y Falcón “de ir a la cárcel o viajar a Europa a costas del
gobierno”. ¿Y qué decidieron JCM y Falcón? Según Basadre “escogieron la segunda
opción”, es decir, Falcón y Mariátegui escogieron “viajar a Europa a costas del
gobierno”. En mi artículo del 17 de abril le pregunte al Sr. Lévano,
¿cómo califica la decisión de Mariátegui de “viajar a Europa a costas del
gobierno” de Leguía, régimen que supuestamente, en forma indirecta (versión de
G. Rouillon) le cerró su periódico; diario que era opositor a Leguía?
Hasta ahora no obtengo respuesta. También le pregunte al Sr. Lévano ¿si
aceptaría un cargo rentado en el extranjero de un gobierno que le cerrará el
periódico que dirige? Tampoco ha respondido, aunque podemos suponer que siendo
fiel seguidor de Mariátegui de seguro aceptaría.
El Sr. Lévano y el anónimo intentan
descalificarme por mis convicciones políticas. De esta manera ambos muestran
una intolerancia propia de los fanáticos.
El Sr. Lévano intenta pasar por
destierro disfrazado el hecho que Mariátegui aceptara ser nombrado “agente de
propaganda periodística”, con un sueldo de 45 libras oro, mediante
Resolución del 27 de noviembre de 1919, la misma que es suscrita por el
Presidente Leguía y el Canciller Porras. Sr. Lévano, los insultos y
agravios no detendrán que se sepa la verdad: Mariátegui no fue deportado por
Leguía.
El retorno de
Mariátegui
Por: Antonio Zapata
En el verano de 1923, exactamente
noventa años atrás, regresó de Italia José Carlos Mariátegui, JCM. Venía con
familia y según él mismo relata, traía desposadas las ideas del marxismo. Su
partida y estadía en Europa han sido objeto de una polémica
histórico-periodística.
El abogado y militante aprista
Nelson Vásquez ha demostrado con documentos que mientras estuvo en Italia JCM
trabajó para el Ministerio de RR.EE. En el archivo de la Cancillería se
conservan boletas de honorarios, a los que el mismo JCM se refiere en algunas
cartas a familiares y amigos.
Esta información fue presentada
de manera forzada, sugiriendo que JCM había sido un vendido ante el régimen de
Leguía. Por ello, el diario La Primera y específicamente César Lévano
respondieron a Vásquez, argumentando que JCM habría sido deportado por Leguía
de forma encubierta.
En realidad, más allá de
interpretaciones, el único hecho evidente es que JCM cobró de la planilla de
RR.EE. durante unos años. ¿Eso lo convierte en vendido? Realmente no. Antes y
después, miles de personas han trabajado algún tiempo para el Estado
conservando su independencia de criterio.
Para ser un vendido tendría que
haber apoyado a Leguía, haber escrito a su favor y defendido a rajatabla su
obra gubernamental. Sin embargo, no hay un ápice de ello, no existe un solo
texto adulón con Leguía. Entonces, ¿qué hizo JCM en Italia? A menos que el
archivo de RR.EE. guarde aún secretos, realmente no se sabe. No hay informes ni
balances de actividades relacionados con su puesto en la legación peruana.
Lo único que tenemos son los
escritos de JCM elaborados durante el período. Por un lado, durante tres años,
entre 1920 y 1922, escribió artículos en el diario El Tiempo de Lima. Tratan
sobre Europa y han sido publicados con el título Cartas de Italia, tomo 15 de
las Obras Completas. Quien lee estos artículos, percibe que son redactados por
una persona que analiza la realidad desde la izquierda, que simpatiza con la
Unión Soviética y el bolchevismo, así como rechaza firmemente al fascismo.
Ninguna duda de la postura de JCM, que la hacía conocer públicamente en tiempo
real en el Perú.
Al retornar, JCM colaboró con la
Universidades Populares González Prada que habían sido organizadas por Haya de
la Torre. Aún no habían roto ambos fundadores. Luego, Leguía deporta a Haya y
no vuelven a verse.
En ese momento, JCM publicó su
primer libro. Junto a 7 ensayos son los únicos volúmenes que Mariátegui dio a
conocer en vida. El resto de sus OC son recopilaciones de una obra dispersa en
medios periodísticos. Por ello, el primer libro, titulado La escena
contemporánea, tiene un importante papel en su biografía política.
Ese texto constituye una mirada
al estado del mundo, buscando resaltar las realidades políticas y los desafíos
materiales de la humanidad. Le interesa Europa, aunque no solamente, porque
dedica largas páginas al Oriente; Gandhi es su personaje principal y su
recorrido es por India, Turquía y la cuestión judía.
Queda claro que JCM trabajó en
Italia para RR.EE., estudiando la política y cultura europea y mundial. No
ocultó su simpatía por el marxismo, por el contrario, la expresó públicamente
en la prensa de esos días. Asimismo, en esa intensa actividad no hay ningún
artículo de defensa de Leguía y mal se le puede llamar “agente de propaganda
gubernamental”.
A su regreso, mostró que había
aprovechado la estadía, puesto que cumplió un doble papel fundador. Además del
primer partido marxista, también fundó la CGTP, la primera institución obrera
de alcance nacional en nuestra historia. La experiencia europea sustentó esa
labor de organización de un partido y una central sindical.
JCM amó la coherencia y al haber
muerto joven, su puesto en la historia dispone de la magia que acompaña a las
vidas breves y consistentes. Como Alejandro, murió a mitad de los treinta,
dejando una estela que lo convirtió en imprescindible, sobre todo en un país
como el nuestro, plagado de tantos desencantos.
Fuente: Diario La
República. 13 de febrero del 2013.
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