Cuando tenía 27 años, el narcotraficante colombiano ingresó a nuestro país para asegurarse de que la producción de pasta de coca fuera solo para su tenebrosa organización, el cartel de Medellín, a la que dio vida durante esos mismos meses.
Texto: Miguel Gutiérrez R.
De Pablo Escobar se ha hablado mucho últimamente. Pero muy poco se ha dicho de la visita que hizo al Perú para organizar personalmente lo que sería su primer paso para llegar a controlar la producción, el transporte y la comercialización de la cocaína en el mundo.
A sus 27 años, Pablo Escobar se había hecho de un nombre en el agitado mundo de la delincuencia en Colombia.
Hasta entonces, había ejercido como un destacado empleado de los principales capos del contrabando de cigarrillos, licores y ropa, provenientes de la Zona Franca de Colón, Panamá, y que ingresaban por los puertos del golfo de Urabá.
Por su habilidad para resolver problemas, Pablo coordinaba la entrada de cajas repletas de contrabando y se encargaba de dar la seguridad a la caravana de camiones rumbo a Medellín. Dinero en mano, Escobar iba repartiendo a los policías que aparecían en la ruta para que le permitieran seguir con su carga. Pero este trabajo que le era próspero y que le permitía poseer hasta cerca de 40 camiones no era suficiente para Escobar. Pronto se daría cuenta de que el negocio ilegal más rentable iba por otro lado.
Del licor a la coca
Sus jefes, que eran paisas al igual que él, le contaban que durante sus encuentros en Panamá con contrabandistas norteamericanos estos les interrogaban con las mismas preguntas: ¿Tienen cocaína?, ¿por qué no traen cocaína? Los norteamericanos les decían: ¿Acaso no son ustedes los mayores productores de coca? Si bien estos confundían Colombia con Bolivia –principal productor de coca en el mundo– era cierto que los contrabandistas antioqueños no se daban cuenta de que el negocio iba más bien por exportar mercancía.
Pablo confirmó eso cuando en 1975, estando en la cárcel, se percató de que el contrabando de la droga era la verdadera mina de oro del negocio ilegal. Escobar salió de prisión y se puso a indagar más sobre la potencialidad económica de este comercio.
Roberto de Jesús Escobar, hermano de Pablo llamado el 'Osito', cuenta que fue un personaje conocido como 'Cucaracho' quien al final lo convenció de que el tráfico de cocaína era –además de rentable– de menor riesgo pues el volumen a transportar era menor.
'Cucaracho' le presentó amigos peruanos, quienes le explicaron cómo funcionaba el nuevo negocio. Estos le plantearon comprar la pasta en el Perú, pasarla por Ecuador y transportarla hasta la ciudad de Medellín, donde la procesaría y luego enviaría a Miami.
Me voy Al Perú
Pablo Escobar sacó su primer pasaporte a los 26 años y atravesó el Ecuador para luego cruzar el puesto de control peruano de Aguas Verdes y así recorrer personalmente la ruta de la droga.
Inventó un sistema sencillo pero efectivo. Durante su primer viaje compró en Lima un carro pequeño que tuviera doble transmisión y le hizo un espacio amplio en los guardabarros delanteros para colocar los estupefacientes.
Hizo lo mismo con un carro en Ecuador y repitió la misma tarea con un automóvil Renault 4 con placa LK-7272 de Medellín que era propiedad de su hermano.
Con el Renault 4 y otros dos carros comenzó a hacer los viajes. En el primero trajo un kilo. Luego comenzó a aumentar la cantidad. En cuestión de meses, ya transportaba hasta 20 kilos. Ante el rápido auge del negocio esos vehículos no eran suficientes, así que se compró un camión carpado de mayor capacidad.
"Nos iniciamos en el tráfico de drogas, muy modestamente, vendiendo pequeñas dosis de cocaína. Yo mismo, en un Renault 4, atravesé todo el país y me fui hasta Ecuador a comprar cinco kilos de pasta de coca que venían del Perú para procesarla en Medellín".
"Viendo el montón de plata que el negocio nos dejaba, empezamos a traer grandes cantidades de cocaína del Perú para mandársela a los gringos", habría contado Escobar, según recuerda Jhon Jairo Velásquez Vásquez, más conocido como 'Popeye', principal sicario y mano derecha del narcotraficante hasta sus últimos días.
Sus primos Gustavo de Jesús Gaviria y Luis Hernando y los hermanos de su esposa, Mario y Arturo Henao, formaban parte de su corte. Un par de abogados y funcionarios de tránsito colaboraban para hacer cambios de placas de carros robados y falsificar papeles.
Siguió enviando a un empleado para que hiciera el trabajo. Este empacaba la droga en la llanta de repuesto del camión, el cual cruzaba la frontera peruano-ecuatoriana y seguía hasta Ipiales, una ciudad del estado colombiano de Nariño, límite con Ecuador. Allí el camión era cargado con papas para disimular la droga.
Tenían una casa alquilada en el barrio de Belén y hasta allí llevaban la mercancía traída. En viejas neveras convertidas en hornos rudimentarios cristalizaban la pasta. Luego la empacaban en maletas de doble fondo y las enviaban con pasajeros a los Estados Unidos.
Para inicios de 1976, el negocio iba bien. Sin embargo, en una oportunidad, en la frontera colombo-ecuatoriana, los empleados de Pablo fueron apresados por la policía al momento de recibir la mercancía. Cuando el incidente se repitió un par de veces más, Escobar tomó medidas. Tras investigar, descubrió que sus socios ecuatorianos eran los culpables de la fuga de información.
Fiel al estilo que había forjado en años anteriores por los caminos de Urabá, ejecutó a los soplones y dejó un cartel con un mensaje al lado de sus cuerpos: "Para que sepan con quién están tratando".
Ante la desconfianza surgida, Escobar y su primo Gustavo Gaviria Rivero optaron por trabajar sin intermediarios e ir a controlar la ruta del sur de la droga. Para ese entonces, el kilo de pasta cristalizada podía alcanzar los 50 mil dólares una vez colocada en tierras estadounidenses. Así, los envíos se multiplicaron y el dinero de las ganancias llegaba por esa misma vía.
Se sabe que viajó con su pasaporte que consigna su verdadera identidad al menos en dos ocasiones, en mayo y en junio de 1976.
Pero Pablo dejó de venir al Perú en agosto de 1976 por problemas con la justicia y porque encontró una forma más eficaz de transportar la droga.
En junio de 1976, Pablo fue detenido junto con su primo Gustavo Gaviria por agentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) de Colombia, al incautársele 29 libras de cocaína que venían del Perú.
Avionetas al huallaga
Tras ser liberado el 10 de setiembre de ese mismo año, gracias al significativo monto de dinero que le desembolsó al juez del caso, Escobar se convence de que Medellín debía ser el eje central de un corredor de la cocaína que empezaba en Perú y acababa en las calles de Florida.
Para evitar riesgos, cambió la forma de transportar la cocaína.
"Empecé a ver el asunto en grande. Ya no más los pequeños cargamentos terrestres; usando avionetas comenzamos a traer la base de coca del Ecuador y del Perú para procesarla en los laboratorios que instalamos con Gustavo y Mario. Allí la convertíamos en cocaína pura y quedaba lista para enviarla a los EEUU", recuerda 'Popeye' lo que su patrón le contaba orgullosamente.
Ese mismo año Escobar se asocia con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y los hermanos Ochoa para crear el cartel de Medellín. Por años la organización se adueña de pistas, rutas, laboratorios y monopoliza el comercio ilegal desde la producción de coca en el Perú hasta el consumo en Norteamérica. Lo demás es historia conocida.
Fuente: Diario La República, suplemento "Domingo" (Perú). 17 de febrero del 2013.
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