Guerreros y Civilizadores
Por: Eduardo Dargent (Politólogo)
Carmen McEvoy nos tiene acostumbrados a excelentes libros. Desde sus primeros escritos sobre Manuel Pardo y su tiempo, pasando por sus estudios sobre personajes tan admirables como trágicos (el coronel Juan Espinosa o Luis Arnaldo Márquez, por ejemplo) y sus ensayos sobre la república temprana, los trabajos de Carmen han iluminado momentos de la historia nacional poco estudiados. Además de interesantes, están escritos de una manera amena, que permite leerlos como una buena novela. Pero creo no exagerar al decir que su reciente Guerreros y Civilizadores: Política, Sociedad y Cultura en Chile Durante la Guerra del Pacífico (Lima. Centro de Estudios Bicentenario-Perú, 2011) es el mejor de todos sus trabajos.
El libro mira a la guerra desde el lado chileno. Con un prolijo análisis de fuentes, entre ellas el archivo personal del historiador Vicuña Mackenna, McEvoy propone que la guerra del Pacífico sirvió a Chile para desarrollar su Estado, su economía, pero además para construir un discurso civilizatorio, una narrativa de nación avanzada que promoviese su ingreso entre las potencias del mundo.
Esta narrativa civilizatoria justificó la guerra por las afrentas de unos vecinos traicioneros y ambiciosos, y explicó el triunfo de Chile por su superioridad política y moral. Esta historia que opone guerreros civilizadores a salvajes corruptos se construyó de a pocos, gracias a una efectiva acción de élites políticas y religiosas, donde la prensa y el sermón fueron fundamentales (“armas de persuasión masiva”). El discurso civilizatorio fue tan poderoso que se mantuvo vivo, incluso entre historiadores respetables contemporáneos, minimizando las causas económicas del conflicto y, más interesante, obviando la importancia de la guerra en el desarrollo económico, social y político de Chile.
Apoyándose en sus investigaciones y en los estudios de historiadores chilenos, McEvoy propone que Chile nunca más fue el mismo tras su victoria. Más que evidencia de un país consolidado y poderoso antes de la guerra, el libro muestra cómo la guerra y la ocupación permitieron resolver una serie de tensiones sociales y políticas internas. Chile no fue a la guerra consolidado, y por eso la ganó. Chile usó la guerra para consolidarse, mejorar su administración y fortalecer su economía. El estudio trasciende el caso de la guerra del Pacífico para dialogar con lo que ha sido la guerra y sus objetivos en la historia de la humanidad; entre esos objetivos están brindar narrativas de cohesión interna y pasados gloriosos para las futuras generaciones.
El libro está escrito sin ánimo de denuncia, sin ese tono patriotero simplón que de lado y lado han llevado a odios centenarios. Para McEvoy “un acercamiento a la guerra como epopeya o tragedia solo simplifica los “usos de la guerra”. No se denuncia a Chile, se le entiende, sin que por ello la autora deje de mostrar en diversos pasajes lo difícil y doloroso del esfuerzo. Lo que hay es un intento honesto, comprometido, de entender cómo se construyó una narrativa triunfal del pasado en nuestro vecino del sur que indirectamente también ha permeado a los vencidos. Creo que esfuerzos serios y honestos como este permitirán un futuro menos crispado entre nuestros países.
Fuente: Diario 16 (Perú). 01/01/12
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