MOVADEF
Por: Eduardo Dargent (Politólogo)
De acuerdo con que se niegue el registro como partido político al MOVADEF, por cuestiones de forma y fondo. Pero, como han señalado otros comentaristas, sería iluso creer que un problema social se arregla con esa resolución. Lo visto en estos días debería llevar a una reflexión más profunda sobre qué más hacer para combatir estas ideas fanáticas.
Sin duda los partidos deberían combatir políticamente estas ideas en la sociedad. Lamentablemente, nuestros débiles partidos no ganan eleccioneregionales ni locales y, más importante, son casi inexistentes en instituciones educativas donde se reproduce esta ideología. Echarles toda la responsabilidad sería injusto e ingenuo. También es importante difundir todo aquello que recuerde los horrores a los que lleva una ideología genocida. Entre otros, los trabajos de Carlos Iván Degregori, el informe de la CVR, especialmente los casos horrendos que justificaron la calificación de Sendero como grupo con potencial genocida, o ese texto de Ponciano del Pino que describe la infernal vida cotidiana en comunidades controladas por S.L. Pero esta agenda, aunque fundamental, es de más largo plazo.
Creo que una batalla importante de mediano plazo que compete al Estado y a todos aquellos vinculados a la Educación pasa por ganar la Universidad Nacional y la Escuela Pública, lugares donde grupos, aunque minoritarios, todavía difunden esta forma de pensamiento. Carlos Iván Degregori planteaba una continuidad entre una educación memorista y autoritaria en la escuela y la atracción a ideologías dogmáticas difundidas en manuales marxistas de tercer nivel en la universidad. Con discursos patrioteros o pura indignación, ese discurso no dejará de ser atractivo. El reto es tomar medidas realistas para echarle más pluralismo, debate y calidad a la oferta educativa pública.
Un primer paso sería incorporar en la escuela el tema del conflicto causado por Sendero. La CVR, incluso, dejó un currículo y métodos educativos para implementarlo. Según entiendo, dejó de ser aplicado tras la salida de Nicolás Lynch del Ministerio de Educación. Discutámoslo más, si es necesario, pero no lo dejemos enterrado.
Las universidades nacionales, por su lado, deberían abrirse a profesores por horas y visitantes, reconocer que argollas y sistemas administrativos clientelistas impiden la diversidad y la calidad, con las excepciones que todos conocemos. No me atrevo a dar muchas lecciones sobre la universidad pública, pues la conozco poco. Pero hay personas como Manuel Burga, Nicolás Lynch, Raúl Ferrero, María Emma Manarelli, Sinesio López, César Landa, entre otros, que tienen o tuvieron cátedras en universidades nacionales, incluso algunos durante los peores años de la violencia. Sin duda, pueden ofrecernos una mirada más informada sobre cómo fortalecer la universidad nacional y enfrentar a los radicales. La mediocridad de la universidad peruana contribuye a la supervivencia de ideologías tan dogmáticas como intelectualmente pobres, ideologías que no van a desaparecer por negarles un registro electoral.
Fuente: Diario 16 (Perú). 22-01-2012.
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