El cebiche y otras herencias árabes
Por: Isaac Bigio (Internacionalista)
El cebiche es un potaje tradicional de muchos pueblos americanos en toda la costa que va de México a Chile y también en el Caribe. Este es similar a otras formas de preparar el pescado crudo como las que tienen otras partes del Pacífico como la Polinesia, Filipinas o Japón. No obstante, éste solo pudo haberse desarrollado como tal con la incorporación de la cebolla y, especialmente, de los cítricos que trajeron los conquistadores (los cuales todos tienen nombres provenientes del árabe: "lima", "limón, "naranja" o "toronja", al igual que el "zumo" que éstas producen). Si bien los antiguos americanos pudieron haber combinado frutos de mar al natural con ajíes, verduras o frutas, el vocablo "cebiche" (como también "escabeche") deriva del árabe y de una forma que tenían las moriscas andaluzas de preparar un plato de carnes avinagradas.
Y cuando tomamos "café" o "limonada" sepamos que estas palabras, al igual que el "azúcar" con que los endulzamos, provienen del árabe.
De este idioma nacen vocablos asociados con cosas que no son tan placenteras como "asesino", "ataque", "ataúd", "azote", "daga", "lacre", "macabro", "mate", "mezquino", "momia", "rehén", "robo" o "zarandear", o que sí producen satisfacciones como "algarabía", "hazaña", "mulatas" o "alhajas" hechas de "ámbar", "carmesí", "lapislázuli" o "nácar".
El mismo origen lo tienen los nombres de los colores "azul" o "turquí"; de autoridades como "alcalde", "alcaide", "aduana", "adalid", "alguacil" o "almirante", de reductos armados como "alcázar", "arsenal" o "mazmorra"; de vocablos que tienen que ver con mediciones, números o finanzas como "álgebra", "algoritmo", "alcancía", "arancel", "arroba", "bazar", "cero", "cifras", "cenit", "guarismo", "quilate" o "quintal"; del "algodón" con el que se pueden hacer prendas como el "mameluco" o el "mandil"; de la terminación "í" en varios gentilicios ("magrebí", "yemení, "marbellí", etc.) y de una variedad más de palabras tales como "abismal", "achacar", "acequia", "ademán", "afán", "ajuar", "alquimia", "alcalí", "alquilar", "azucena", "baja", "chuzo", "elixir", "embarazar", "jaqueca", "jeta", "jinete", "judía", "mía", "paraíso", "quiosco", "real", "rincón" o "talco".
Aunque el español sea la primera lengua del catolicismo, hay dos expresiones muy populares suyas en honor a Alá: "Ojalá" y "Olé".
Y si "usted" cree que lo que se ha escrito es un "alarde", un "mejunje" o un "chisme" hecho por un "fulano", un "mequetrefe" o un "mengano" que es un "fanfarrón" y "holgazán" que no sabe otra cosa más que hablar como "loco", tenga la seguridad que todas esas palabras que se han puesto entre comillas las hemos heredado del árabe. "¡Olé!"
Fuente: Diario Correo (Perú). 11 de Marzo del 2011.
Recomendado:
Por: Isaac Bigio (Internacionalista)
El cebiche es un potaje tradicional de muchos pueblos americanos en toda la costa que va de México a Chile y también en el Caribe. Este es similar a otras formas de preparar el pescado crudo como las que tienen otras partes del Pacífico como la Polinesia, Filipinas o Japón. No obstante, éste solo pudo haberse desarrollado como tal con la incorporación de la cebolla y, especialmente, de los cítricos que trajeron los conquistadores (los cuales todos tienen nombres provenientes del árabe: "lima", "limón, "naranja" o "toronja", al igual que el "zumo" que éstas producen). Si bien los antiguos americanos pudieron haber combinado frutos de mar al natural con ajíes, verduras o frutas, el vocablo "cebiche" (como también "escabeche") deriva del árabe y de una forma que tenían las moriscas andaluzas de preparar un plato de carnes avinagradas.
Y cuando tomamos "café" o "limonada" sepamos que estas palabras, al igual que el "azúcar" con que los endulzamos, provienen del árabe.
De este idioma nacen vocablos asociados con cosas que no son tan placenteras como "asesino", "ataque", "ataúd", "azote", "daga", "lacre", "macabro", "mate", "mezquino", "momia", "rehén", "robo" o "zarandear", o que sí producen satisfacciones como "algarabía", "hazaña", "mulatas" o "alhajas" hechas de "ámbar", "carmesí", "lapislázuli" o "nácar".
El mismo origen lo tienen los nombres de los colores "azul" o "turquí"; de autoridades como "alcalde", "alcaide", "aduana", "adalid", "alguacil" o "almirante", de reductos armados como "alcázar", "arsenal" o "mazmorra"; de vocablos que tienen que ver con mediciones, números o finanzas como "álgebra", "algoritmo", "alcancía", "arancel", "arroba", "bazar", "cero", "cifras", "cenit", "guarismo", "quilate" o "quintal"; del "algodón" con el que se pueden hacer prendas como el "mameluco" o el "mandil"; de la terminación "í" en varios gentilicios ("magrebí", "yemení, "marbellí", etc.) y de una variedad más de palabras tales como "abismal", "achacar", "acequia", "ademán", "afán", "ajuar", "alquimia", "alcalí", "alquilar", "azucena", "baja", "chuzo", "elixir", "embarazar", "jaqueca", "jeta", "jinete", "judía", "mía", "paraíso", "quiosco", "real", "rincón" o "talco".
Aunque el español sea la primera lengua del catolicismo, hay dos expresiones muy populares suyas en honor a Alá: "Ojalá" y "Olé".
Y si "usted" cree que lo que se ha escrito es un "alarde", un "mejunje" o un "chisme" hecho por un "fulano", un "mequetrefe" o un "mengano" que es un "fanfarrón" y "holgazán" que no sabe otra cosa más que hablar como "loco", tenga la seguridad que todas esas palabras que se han puesto entre comillas las hemos heredado del árabe. "¡Olé!"
Fuente: Diario Correo (Perú). 11 de Marzo del 2011.
Recomendado:
Historia de la influencia árabe en el idioma castellano o "español".
No hay comentarios:
Publicar un comentario