Diosas y mujeres del antiguo Perú
La Señora de Cao, la gran gobernanta moche, sería solo una de las tantas mujeres que ejercieron el poder en el Antiguo Perú. Aquí algunos apuntes para esa nueva historia.
Por: Jorge Paredes
Cuando Pizarro llegó a las costas del norte, uno de los primeros jefes nativos que salió a su encuentro no fue un hombre, sino una mujer: se trataba de una capullana, perteneciente a una casta de mujeres que gobernaban desde tiempos muy antiguos diversos cacicazgos en esta región. Esta mujer se atrevió a retar al conquistador con el ofrecimiento de manjares y con su séquito de balseros y siervos llegó hasta la nave del español. Según cuenta el cronista Martín de Murúa, estas mujeres no solamente ejercían el poder, sino que podían desechar un marido y casarse con otro. El caso de ella no fue el único. Más de mil años antes, ya una gobernanta, conocida hoy como la Señora de Cao, había ejercido un poder político, mágico y religioso en el norte peruano. Estas dos mujeres, cuyas historias nos llegan hoy a cuentagotas, comienzan a cambiar una creencia de siglos, pues se pensaba que la mujer había cumplido solo un papel subalterno en el Antiguo Perú, vista únicamente como la concubina, la sierva o la esclava de señores, incas y conquistadores.
Oráculo femenino
La Señora de Cao, la gran gobernanta moche, sería solo una de las tantas mujeres que ejercieron el poder en el Antiguo Perú. Aquí algunos apuntes para esa nueva historia.
Por: Jorge Paredes
Cuando Pizarro llegó a las costas del norte, uno de los primeros jefes nativos que salió a su encuentro no fue un hombre, sino una mujer: se trataba de una capullana, perteneciente a una casta de mujeres que gobernaban desde tiempos muy antiguos diversos cacicazgos en esta región. Esta mujer se atrevió a retar al conquistador con el ofrecimiento de manjares y con su séquito de balseros y siervos llegó hasta la nave del español. Según cuenta el cronista Martín de Murúa, estas mujeres no solamente ejercían el poder, sino que podían desechar un marido y casarse con otro. El caso de ella no fue el único. Más de mil años antes, ya una gobernanta, conocida hoy como la Señora de Cao, había ejercido un poder político, mágico y religioso en el norte peruano. Estas dos mujeres, cuyas historias nos llegan hoy a cuentagotas, comienzan a cambiar una creencia de siglos, pues se pensaba que la mujer había cumplido solo un papel subalterno en el Antiguo Perú, vista únicamente como la concubina, la sierva o la esclava de señores, incas y conquistadores.
Oráculo femenino
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El arqueólogo Federico Kauffmann Doig explica que la mujer era reverenciada en un plano mágico y religioso, pues desde tiempos muy antiguos se la asociaba con la pachamama, la tierra, que era fecundada por el dios masculino de la lluvia. Aunque afirma que la presencia de mujeres poderosas no era algo común, resalta que en algunas culturas, como las norteñas, se elevaba a la categoría de sacerdotisa a aquellas que tenían cualidades psíquicas especiales, quienes servían como oráculos para pronosticar el clima, algo que preocupaba mucho a pueblos agrarios, amenazados por fenómenos naturales como el del Niño.
Mitos y diosas
Mitos y diosas
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¿Pero es posible que la mujer haya compartido el poder con el hombre en el mundo prehispánico? La historiadora y museógrafa Maritza Villavicencio está convencida de que a la llegada de los españoles, hacia 1532, las mujeres ejercían un poder político, religioso y económico en diversos pueblos andinos como jefas, sacerdotisas, adivinas, sanadoras y cacicas. Villavicencio basa su argumento en que este poder político está traducido en la gran cantidad de diosas que existían en el panteón andino, las cuales cumplían un papel central como dadoras de vida y proveedoras de alimentos. “Solo en la costa central, en Pachacámac, reinaba la diosa Urpay Huáchac, que era la diosa de las aves marinas y de los peces. Después estaba Cauillaca, su hermana, que, según la tradición mítica, se petrificó en el mar, huyendo del acoso del dios Cuniraya. Los restos físicos de este hecho serían el islote que hoy conocemos como La Ballena. Después, está Mama Raiguana, que es otra diosa a la que se le atribuye la repartición de los alimentos, a los pobladores de la sierra les dio la papa, la quinua, los ollucos; y a los costeños los frejoles, pallares y maíz, y así podemos mencionar una gran cantidad de deidades femeninas”.
Mama Huaco
Mama Huaco
Esta idea de la mujer poderosa ha quedado plasmada también en el mito de los hermanos Ayar, que explica el origen del Tahuantinsuyo, a través de Mama Huaco, una mujer aguerrida, capaz de pelear como un hombre y, según la leyenda, matar a sus rivales para sacarles después los “bofes” y hacer con ellos un globo que soplaba y producía un ruido aterrador. En una de las versiones del mito (citada por María Rostworowski en “La mujer en la historia del Perú”), es ella la que arroja la vara de oro para penetrar la tierra y fundar el imperio incaico. Según el psicoanalista Alberto Péndola, era una mujer fálica y opuesta a Mama Ocllo, quien más bien estaba preñada de atributos occidentales, pues era la compañera subordinada, que realizaba las tareas domésticas. El cronista indio Felipe Guaman Poma de Ayala describe así a Mama Huaco: “Fue muy hermosa y morena de todo el cuerpo y de buen talle. Dicen que fue gran hechicera […] de esta señora comenzaron a salir reyes incas […] dijo que era hija del Sol y de la Luna y se casó con su hijo primero Manco Cápac Inca […] dicen que pidió a su padre el Sol dote […] y se casaron madre e hijo”.
La misteriosa Señora de Cao
El desentierro de la Señora de Cao, en el centro ceremonial El Brujo, en La Libertad, ha venido a corroborar la existencia de una soberana moche, de 1.700 años de antigüedad, una mujer joven y tatuada con serpientes y arañas (símbolo de la fertilidad femenina), hallada entre los cuerpos de criadas y siervos, báculos, diademas y collares. Pero, como sugiere Maritza Villavicencio, no es la única: “Es una de las muchas mujeres que ejercieron el poder en el Perú antiguo, como en Cahuachi, Nazca, donde también se ha encontrado un personaje femenino con características de alguien poderoso, al igual que en Túcume, en la huaca Las Balsas, y en San José de Moro, con entierros que tienen más de mil años de antigüedad”. Estos hallazgos nos obligan a pensar en jefaturas étnicas femeninas (como opina María Rostworowski), en mujeres que reclaman desde lejanas tumbas su lugar en la historia.
Fuente: Diario El Comercio (Perú). 13 de Marzo del 2011.
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Recomendado:
.Las mujeres en la historia del Perú.
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