Caída en El Cairo
Por: Isaac Bigio (Internacionalista)
Por primera vez en su historia la población de El Cairo ha hecho caer a un presidente.
Desde la revolución de julio de 1952 que depuso al rey Faruk, Egipto había tenido tres hombres fuertes: Abdel Nasser (1952-70), Anwar Sadat (1970-81) y Hosni Mubarak (1981-2011).
Los dos primeros duraron mucho en el cargo, el cual sólo dejaron muertos. Nasser, quien fue el líder de la revolución, inicialmente colocó a Naguib como presidente, pero luego de su primer año en palacio lo removió para hacerse del poder total. Entre Sadat y Mubarak hubo un presidente interino que duró una semana (Taleb).
Esta vez, sin embargo, el presidente más longevo que ha tenido el país árabe más poblado ha sido echado por una descomunal protesta social.
Los EE.UU., las FF.AA. y el pueblo egipcio esperaban su renuncia. Él, no obstante, ratificó que se quedaría en el cargo hasta las elecciones de setiembre.
Debido a que ello no hizo más que enfurecer a la población, que marchaba a palacio, las FF.AA. debían escoger entre tres salidas: 1) permitir que la revolución las desborde y que la protesta imponga un nuevo gobierno (sacando así a las FF.AA. del poder, que ocupan desde 1952); 2) reprimir a las marchas (lo que hubiese dado paso a que el Ejército pierda imagen, respaldo social y unidad); 3) dar un golpe.
Como Mubarak y Suleiman no quisieron renunciar, las FF.AA. egipcias (milicia que con casi 500,000 efectivos es la décima mayor del globo) los sacaron del poder y han establecido una junta militar bajo la cabeza del ministro de Defensa y comandante en jefe de las FF.AA., Hussein Tantawi.
EE.UU., sus aliados y la oposición han saludado dicho golpe. Tantawi va a tratar de mantener lo más que pueda del antiguo régimen y sus compromisos internacionales (incluyendo las buenas relaciones con Washington y Tel-Aviv), aunque está a merced de muchas demandas sociales.
Egipto no ha tomado una salida radical, pues las mismas FF.AA. siguen siendo las dueñas del poder.
Sin embargo, este golpe es diferente al que hace 59 años llevó a que el Ejército depusiese al rey. Esta vez es la movilización popular la que ha producido la caída de Mubarak y la que puede tener prisionero al nuevo gobierno, el cual puede que sólo dure poco tiempo, pues estará bajo la presión interna e internacional de entregar el poder en elecciones que deben darse este año.
A pesar de que Mubarak cayó el mismo día en que Irán recuerda el 32 aniversario de su revolución, el levantamiento egipcio no está liderado por el clero.
A diferencia de Irán en 1979, el mundo no vive en la bipolaridad, Egipto tiene a la mayor minoría cristiana del Medio Oriente y cuenta con una sociedad más moderna y con más corrientes liberales y sindicales, y no hay un clero sunita bajo una estructura vertical como la de los ayatolas chiitas.
La revolución egipcia no ha terminado. Apenas acaba de comenzar y ha pasado su primer episodio. Ahora la nueva cuestión a darse es qué fuerzas configurarán el nuevo gobierno y cómo éste dará paso a uno nuevo.
Fuente: Diario Correo (Perú). 12 de Febrero del 2011.
Por: Isaac Bigio (Internacionalista)
Por primera vez en su historia la población de El Cairo ha hecho caer a un presidente.
Desde la revolución de julio de 1952 que depuso al rey Faruk, Egipto había tenido tres hombres fuertes: Abdel Nasser (1952-70), Anwar Sadat (1970-81) y Hosni Mubarak (1981-2011).
Los dos primeros duraron mucho en el cargo, el cual sólo dejaron muertos. Nasser, quien fue el líder de la revolución, inicialmente colocó a Naguib como presidente, pero luego de su primer año en palacio lo removió para hacerse del poder total. Entre Sadat y Mubarak hubo un presidente interino que duró una semana (Taleb).
Esta vez, sin embargo, el presidente más longevo que ha tenido el país árabe más poblado ha sido echado por una descomunal protesta social.
Los EE.UU., las FF.AA. y el pueblo egipcio esperaban su renuncia. Él, no obstante, ratificó que se quedaría en el cargo hasta las elecciones de setiembre.
Debido a que ello no hizo más que enfurecer a la población, que marchaba a palacio, las FF.AA. debían escoger entre tres salidas: 1) permitir que la revolución las desborde y que la protesta imponga un nuevo gobierno (sacando así a las FF.AA. del poder, que ocupan desde 1952); 2) reprimir a las marchas (lo que hubiese dado paso a que el Ejército pierda imagen, respaldo social y unidad); 3) dar un golpe.
Como Mubarak y Suleiman no quisieron renunciar, las FF.AA. egipcias (milicia que con casi 500,000 efectivos es la décima mayor del globo) los sacaron del poder y han establecido una junta militar bajo la cabeza del ministro de Defensa y comandante en jefe de las FF.AA., Hussein Tantawi.
EE.UU., sus aliados y la oposición han saludado dicho golpe. Tantawi va a tratar de mantener lo más que pueda del antiguo régimen y sus compromisos internacionales (incluyendo las buenas relaciones con Washington y Tel-Aviv), aunque está a merced de muchas demandas sociales.
Egipto no ha tomado una salida radical, pues las mismas FF.AA. siguen siendo las dueñas del poder.
Sin embargo, este golpe es diferente al que hace 59 años llevó a que el Ejército depusiese al rey. Esta vez es la movilización popular la que ha producido la caída de Mubarak y la que puede tener prisionero al nuevo gobierno, el cual puede que sólo dure poco tiempo, pues estará bajo la presión interna e internacional de entregar el poder en elecciones que deben darse este año.
A pesar de que Mubarak cayó el mismo día en que Irán recuerda el 32 aniversario de su revolución, el levantamiento egipcio no está liderado por el clero.
A diferencia de Irán en 1979, el mundo no vive en la bipolaridad, Egipto tiene a la mayor minoría cristiana del Medio Oriente y cuenta con una sociedad más moderna y con más corrientes liberales y sindicales, y no hay un clero sunita bajo una estructura vertical como la de los ayatolas chiitas.
La revolución egipcia no ha terminado. Apenas acaba de comenzar y ha pasado su primer episodio. Ahora la nueva cuestión a darse es qué fuerzas configurarán el nuevo gobierno y cómo éste dará paso a uno nuevo.
Fuente: Diario Correo (Perú). 12 de Febrero del 2011.
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