Del cacique al carnero de la tierra
Voces. El lingüista Carlos Garatea ha publicado un libro (*) que rastrea el encuentro del español con el quechua y las otras lenguas autóctonas. Un recorrido por voces nuestras y ajenas.
Por: Jorge Paredes Laos (Escritor)
Los indios llamaban “zara” al maíz y a los principales señores de grandes tierras “curacas” y no “caciques”. Contra lo que comúnmente se cree, ni maíz ni cacique son voces quechuas, sino americanismos centroamericanos, cuyo uso se fue imponiendo a lo largo del Perú colonial hasta reemplazar a los vocablos originarios. ¿Cómo fue este cruce de voces? ¿Cuánto le tomó al hombre de estas tierras entender y hablar esa lengua extraña venida del otro lado del mundo? ¿Cuánto cambió el español luego de su contacto con las lenguas americanas?
Estas preguntas bien pueden plantearse a partir de la lectura del ensayo “Tras una lengua de papel. El español en el Perú”, del lingüista Carlos Garatea, quien a partir del análisis de textos jurídicos y de crónicas coloniales explica la evolución de la lengua de Castilla en América. Si algo sintetiza esta historia es que el idioma nos fue impuesto bajo tres elementos: la ley, la cruz y la espada.
Castellanización
Voces. El lingüista Carlos Garatea ha publicado un libro (*) que rastrea el encuentro del español con el quechua y las otras lenguas autóctonas. Un recorrido por voces nuestras y ajenas.
Por: Jorge Paredes Laos (Escritor)
Los indios llamaban “zara” al maíz y a los principales señores de grandes tierras “curacas” y no “caciques”. Contra lo que comúnmente se cree, ni maíz ni cacique son voces quechuas, sino americanismos centroamericanos, cuyo uso se fue imponiendo a lo largo del Perú colonial hasta reemplazar a los vocablos originarios. ¿Cómo fue este cruce de voces? ¿Cuánto le tomó al hombre de estas tierras entender y hablar esa lengua extraña venida del otro lado del mundo? ¿Cuánto cambió el español luego de su contacto con las lenguas americanas?
Estas preguntas bien pueden plantearse a partir de la lectura del ensayo “Tras una lengua de papel. El español en el Perú”, del lingüista Carlos Garatea, quien a partir del análisis de textos jurídicos y de crónicas coloniales explica la evolución de la lengua de Castilla en América. Si algo sintetiza esta historia es que el idioma nos fue impuesto bajo tres elementos: la ley, la cruz y la espada.
Castellanización
Garatea se pregunta por qué los españoles querían educar a los indígenas en el castellano. ¿Era solo por instruirlos y enseñarles la fe o más bien existía un propósito utilitario, para establecer nexos que aseguraran el control de la población? “No sé —agrega— si en todos los casos la castellanización fue brutal (la letra con sangre entra), lo que creo es que, además, hubo acercamientos amistosos a cambio de servidumbre. Se educaba a los hijos de los indios, a cambio de que estos trabajasen en las casas de los españoles”.
Palabras cruzadas
El reemplazo de voces como maíz y cacique por zara y curaca, y la difusión de la palabra panameña “chicha” ocurrió desde muy temprano. “Menciono estas palabras para demostrar cómo la difusión del español en esta parte de América supuso también la inserción de otras voces americanas no andinas en el espacio andino”, explica el autor. “Lo interesante es que estas voces fueron escuchadas como parte del español. Y nuestros indígenas comenzaron a jugar con las palabras. Cuando estaban entre sus pares utilizaban curaca, pero cuando hablaban con los españoles decían cacique”.
Con el pasar del tiempo se olvidaron las voces quechuas y se adoptaron como autóctonos los nuevos términos. Cosa que no sucedió, por ejemplo, con la expresión “carnero de la tierra o de las Indias” que los españoles usaban para designar a las llamas. “Lo curioso es que los propios cronistas andinos como Guaman Poma o Santa Cruz Pachacuti adoptan esta expresión para hablar de llama, pero después cayó en desuso”, agrega Garatea. En este caso sí primó la voz original. Un cronista como el jesuita José de Acosta lo explica así en su “Historia natural y moral de las Indias (1590): “Ninguna cosa tiene el Pirú de mayor riqueza y ventaja que es el ganado de la tierra, que los nuestros llaman carneros de las Indias, y los indios en lengua general, los llaman llama; porque bien mirado es el animal de mayores provechos y de menos gasto de cuantos se conocen”.
Los españoles del Perú
En este tránsito de siglos, ¿qué identifica al español hablado en el Perú más allá del uso de diminutivos y del reiterativo “pues” o “pe”? “Lo primero que tenemos que entender —dice el lingüista— es que estamos hablando de una diversidad de modos de utilizar un sistema gramatical. Por eso no hay un español correcto o uno incorrecto, sino distintos modos de hablar la misma lengua histórica. Sin embargo, todavía se cree que ciertos patrones son mejores que otros, en desmedro de los hablantes de lenguas maternas indígenas. Esto es algo bien complejo, que caracteriza al país, y que debemos de encarar para solucionar parte de los problemas que tenemos como nación”.
Entender, finalmente, que una lengua es la portadora de la memoria de sus hablantes y que su respeto no es solo un tema lingüístico, sino una forma de conocernos y de reconocernos como sociedad.
[*] “Tras una lengua de papel. El español del Perú” (Fondo Editorial de la PUCP. Lima, 2010)
+info
El libro “Tras una lengua de papel” será presentado el próximo viernes 16 de julio en el Centro Cultural El Olivar de San Isidro (calle La República 455). Hora: 7:30 p.m. Comentarios: Luis Jaime Cisneros, Rodolfo Cerrón-Palomino y Alonso Cueto.
Fuente: Diario El Comercio, Suplemento "El Dominical". 11 de Julio del 2010.
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