Infausto aniversario
Por: Aldo Mariátegui (Periodista)
¡Cómo pasa el tiempo! Ayer se cumplieron 41 años de uno de los desastres económicos más grandes que haya sufrido el Perú: la Reforma Agraria de Velasco.
Era muy difícil que un gobierno a finales de los 70 pudiera evadir dos temas: los problemas con la IPC y la Reforma Agraria. Ambos se habían vuelto tópicos casi sagrados y sólo el odriismo se atrevía a minimizarlos. Eran problemas que ameritaban dos condiciones para ser superados: carácter e imaginación, de las que carecía Belaunde, y por eso acabó tan desgastado al proponer resolver estos dos temas e inflarlos más aún con su demagogia (esto unido además a una maxidevaluación en 1967).
La gran pregunta es si Haya hubiera podido encarar con éxito ambos retos, pues él era el seguro electo presidente en 1969 de no haber sido frustrados esos comicios por Velasco y su curiosa alianza con varios ingenuos potentados antiapristas, a los que después se almorzó. A Haya le sobraba el carácter, pero la pregunta sería hasta dónde contaba con cuadros técnicos y sofisticados para llevar a cabo estos cambios con imaginación a fin de no estropear la economía y al mismo tiempo sin romper sus compromisos con la derecha y el gobierno gringo (como Toledo ahora, Haya era el niño mimado de los yanquis. Y la alianza APRA-UNO saboteó todo intento belaundista de solucionar este proceso hasta agosto de 1968).
Lo de la IPC posiblemente estaba por resolverse solo, pues el polémico marco tributario acordado en el laudo de 1922 se extinguía en 1972 (por lo que había chance de subirles con fuerza los impuestos para que se larguen solos) y la refinería de La Pampilla había roto el monopolio de su rival de Talara. Además, es de imaginar que Luis Miró Quesada, el antiaprista director de El Comercio que había hecho de la IPC un trauma nacional, no hubiera dejado tranquilo a Haya.
En cuanto a la Reforma Agraria, lo más seguro es que Haya no hubiera cometido la estupidez de Velasco de acabar con los poderosos ingenios azucareros, tanto porque representaban nuestro agro de punta como porque muchos eran de propiedad de sus aliados odriistas. Pero como en el caso de la IPC, la presión militar por una Reforma Agraria hubiese sido muy intensa. Es tan sólo una buena pregunta contrafáctica especular qué hubiera hecho Haya frente a ambos desafíos.
Pero indudablemente Velasco optó por las dos peores salidas. Ocupó militarmente los yacimientos y la refinería de Talara en 1969, para después terminar indemnizando vergonzosamente a los gringos con el acuerdo Mercado Jarrín/De La Flor-Green de 1974. ¡Hizo todo un show nacionalista, como si fuera un Lázaro Cárdenas, para después besarle en secreto los pies a los yanquis! Mismo Chávez, persiguió y deportó a quienes revelaron este contubernio, que se hizo público primero en la prensa estadounidense.
En cuanto a la Reforma Agraria, eso sí no lo pudo hacer peor. El muy cretino comenzó por donde menos debería haberlo hecho: las azucareras, industrias exportadoras florecientes. Esto lo hizo por destruir a los "Barones del Azúcar", tan cercanos al odriismo. Además, era un tremendo resentido social, un acomplejado que odiaba los añejos apellidos del grupo social que descendía del Civilismo.
Luego destruyó al boyante agro costeño, que era una potencia en algodón. Su esquema cooperativista acarreó un desastre productivo y generó cuevas de mafiosos en las azucareras. Y mató al algodón para siempre.
En suma, el campo peruano se volvió -tras la parcelación que siguió al cooperativismo durante el segundo belaundismo- un inmenso conjunto de minifundios improductivos, donde aún el 80% tiene menos de cinco hectáreas, lo que los convierte en unos virtuales jardineros improductivos.
Para defenderse, los rojos y caviares admiten que la Reforma Agraria fue un fracaso económico pero sí un "éxito social" al afirmar que sin ella Sendero o cualquier guerrilla hubiese sido más poderosa. ¡Mentira! Precisamente la dislocación del agro serrano, al acabarse su orden antiguo (que era muy injusto), potenció al senderismo, que trató de llenar ese vacío de la mano de esos locos que salieron de la Universidad San Cristóbal de Huamanga.
Finalmente, sería interesante que Mirko Lauer nos cuente el papel que cumplió en la Reforma Agraria... ¡Cuenta Mirko, tus linduras!
Fuente: Diario Correo. 25 de Junio del 2010.
Recomendados:
Historia de la Reforma Agraria peruana (Gobierno de Juan Velasco Alvarado, 1968-1975).
Velasco, la Reforma Agraria y el movimiento senderista.
Historia de la Reforma Agraria Peruana (1969-2009)
Por: Aldo Mariátegui (Periodista)
¡Cómo pasa el tiempo! Ayer se cumplieron 41 años de uno de los desastres económicos más grandes que haya sufrido el Perú: la Reforma Agraria de Velasco.
Era muy difícil que un gobierno a finales de los 70 pudiera evadir dos temas: los problemas con la IPC y la Reforma Agraria. Ambos se habían vuelto tópicos casi sagrados y sólo el odriismo se atrevía a minimizarlos. Eran problemas que ameritaban dos condiciones para ser superados: carácter e imaginación, de las que carecía Belaunde, y por eso acabó tan desgastado al proponer resolver estos dos temas e inflarlos más aún con su demagogia (esto unido además a una maxidevaluación en 1967).
La gran pregunta es si Haya hubiera podido encarar con éxito ambos retos, pues él era el seguro electo presidente en 1969 de no haber sido frustrados esos comicios por Velasco y su curiosa alianza con varios ingenuos potentados antiapristas, a los que después se almorzó. A Haya le sobraba el carácter, pero la pregunta sería hasta dónde contaba con cuadros técnicos y sofisticados para llevar a cabo estos cambios con imaginación a fin de no estropear la economía y al mismo tiempo sin romper sus compromisos con la derecha y el gobierno gringo (como Toledo ahora, Haya era el niño mimado de los yanquis. Y la alianza APRA-UNO saboteó todo intento belaundista de solucionar este proceso hasta agosto de 1968).
Lo de la IPC posiblemente estaba por resolverse solo, pues el polémico marco tributario acordado en el laudo de 1922 se extinguía en 1972 (por lo que había chance de subirles con fuerza los impuestos para que se larguen solos) y la refinería de La Pampilla había roto el monopolio de su rival de Talara. Además, es de imaginar que Luis Miró Quesada, el antiaprista director de El Comercio que había hecho de la IPC un trauma nacional, no hubiera dejado tranquilo a Haya.
En cuanto a la Reforma Agraria, lo más seguro es que Haya no hubiera cometido la estupidez de Velasco de acabar con los poderosos ingenios azucareros, tanto porque representaban nuestro agro de punta como porque muchos eran de propiedad de sus aliados odriistas. Pero como en el caso de la IPC, la presión militar por una Reforma Agraria hubiese sido muy intensa. Es tan sólo una buena pregunta contrafáctica especular qué hubiera hecho Haya frente a ambos desafíos.
Pero indudablemente Velasco optó por las dos peores salidas. Ocupó militarmente los yacimientos y la refinería de Talara en 1969, para después terminar indemnizando vergonzosamente a los gringos con el acuerdo Mercado Jarrín/De La Flor-Green de 1974. ¡Hizo todo un show nacionalista, como si fuera un Lázaro Cárdenas, para después besarle en secreto los pies a los yanquis! Mismo Chávez, persiguió y deportó a quienes revelaron este contubernio, que se hizo público primero en la prensa estadounidense.
En cuanto a la Reforma Agraria, eso sí no lo pudo hacer peor. El muy cretino comenzó por donde menos debería haberlo hecho: las azucareras, industrias exportadoras florecientes. Esto lo hizo por destruir a los "Barones del Azúcar", tan cercanos al odriismo. Además, era un tremendo resentido social, un acomplejado que odiaba los añejos apellidos del grupo social que descendía del Civilismo.
Luego destruyó al boyante agro costeño, que era una potencia en algodón. Su esquema cooperativista acarreó un desastre productivo y generó cuevas de mafiosos en las azucareras. Y mató al algodón para siempre.
En suma, el campo peruano se volvió -tras la parcelación que siguió al cooperativismo durante el segundo belaundismo- un inmenso conjunto de minifundios improductivos, donde aún el 80% tiene menos de cinco hectáreas, lo que los convierte en unos virtuales jardineros improductivos.
Para defenderse, los rojos y caviares admiten que la Reforma Agraria fue un fracaso económico pero sí un "éxito social" al afirmar que sin ella Sendero o cualquier guerrilla hubiese sido más poderosa. ¡Mentira! Precisamente la dislocación del agro serrano, al acabarse su orden antiguo (que era muy injusto), potenció al senderismo, que trató de llenar ese vacío de la mano de esos locos que salieron de la Universidad San Cristóbal de Huamanga.
Finalmente, sería interesante que Mirko Lauer nos cuente el papel que cumplió en la Reforma Agraria... ¡Cuenta Mirko, tus linduras!
Fuente: Diario Correo. 25 de Junio del 2010.
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