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Manuel Rodríguez Cuadros (Ex- ministro de RR.EE del Perù)
Existe un amplio consenso en la percepción de que el mundo de la “post modernidad” es más inestable e imprevisible que el orden de la guerra fría. Coinciden en ello desde Kissinger hasta Joseph Nye o Francis Fukuyama. En el mundo de la guerra fría había un orden. Ahora no lo hay. Bush fracasó en su intento unilateral de gobernar el mundo con un solo país y un solo enfoque: el militar. Pero hay que diferenciar el unilateralismo como política de la realidad unilateral del poder mundial
La manera como Estados Unidos ha arrastrado al mundo en la crisis financiera-económica mundial, causada por un exceso de neoliberalismo que los propios Estados Unidos expandieron “Urbi et orbi”, indica el peso predominante de la economía estadounidense en la economía mundial. Y la rapidez con que las decisiones del Departamento del Tesoro expanden en el mundo las “curas” neokeynesianas para las enfermedades financieras universales, parece confirmar la prevalencia de Washington en este mundo de crisis, transición y cambio.
El mundo actual es básicamente unipolar -más aún si se incluyen las variables culturales, político- diplomáticas y estratégico-militares-, pero como lo demostró Bush es un unilateralismo sin capacidad de imponer por sí mismo una “pax americana”. La única superpotencia de la post guerra fría no puede ni está en capacidad de establecer el gobierno de un solo poder. Por ello, la administración demócrata, con realismo y sensatez, propicia el fin del unilateralismo como método y práctica internacional basado en el uso de la fuerza y el desprecio de la diplomacia.
La gobernanza mundial no puede gestionarse ni con el miedo ni con la intervención militar, sino con la búsqueda de consensos y compromisos a través de la diplomacia. A ese camino apuesta la nueva administración en Washington. No será fácil, pues negociar implica conceder y lograr equilibrios de difícil construcción. Joseph Biden ha anunciado el cambio en la Conferencia de Seguridad que tiene lugar en Munich. Discretamente lo ha calificado como un cambio de tono: “Vengo a Europa representando una nueva administración determinada a marcar un nuevo tono en las relaciones de Washington con el mundo. Queremos escuchar, pedir consejo. Mantendremos un decente respeto por la opinión ajena. América necesita al mundo, así como el mundo necesita a América”.
Biden anunció los primeros efectos prácticos de un nuevo diapasón diplomático: Además de cerrar Guantánamo, diálogo sin condiciones con Irán, nueva relación de la OTAN con Rusia y consulta con Moscú sobre el escudo antimisiles, solución de “dos estados independientes” en el Oriente Medio. Afganistán será el único escenario de intervención militar. Y muy incierto. “Newsweek” lo ve como el posible “Vietnam de Obama”.
Existe un amplio consenso en la percepción de que el mundo de la “post modernidad” es más inestable e imprevisible que el orden de la guerra fría. Coinciden en ello desde Kissinger hasta Joseph Nye o Francis Fukuyama. En el mundo de la guerra fría había un orden. Ahora no lo hay. Bush fracasó en su intento unilateral de gobernar el mundo con un solo país y un solo enfoque: el militar. Pero hay que diferenciar el unilateralismo como política de la realidad unilateral del poder mundial
La manera como Estados Unidos ha arrastrado al mundo en la crisis financiera-económica mundial, causada por un exceso de neoliberalismo que los propios Estados Unidos expandieron “Urbi et orbi”, indica el peso predominante de la economía estadounidense en la economía mundial. Y la rapidez con que las decisiones del Departamento del Tesoro expanden en el mundo las “curas” neokeynesianas para las enfermedades financieras universales, parece confirmar la prevalencia de Washington en este mundo de crisis, transición y cambio.
El mundo actual es básicamente unipolar -más aún si se incluyen las variables culturales, político- diplomáticas y estratégico-militares-, pero como lo demostró Bush es un unilateralismo sin capacidad de imponer por sí mismo una “pax americana”. La única superpotencia de la post guerra fría no puede ni está en capacidad de establecer el gobierno de un solo poder. Por ello, la administración demócrata, con realismo y sensatez, propicia el fin del unilateralismo como método y práctica internacional basado en el uso de la fuerza y el desprecio de la diplomacia.
La gobernanza mundial no puede gestionarse ni con el miedo ni con la intervención militar, sino con la búsqueda de consensos y compromisos a través de la diplomacia. A ese camino apuesta la nueva administración en Washington. No será fácil, pues negociar implica conceder y lograr equilibrios de difícil construcción. Joseph Biden ha anunciado el cambio en la Conferencia de Seguridad que tiene lugar en Munich. Discretamente lo ha calificado como un cambio de tono: “Vengo a Europa representando una nueva administración determinada a marcar un nuevo tono en las relaciones de Washington con el mundo. Queremos escuchar, pedir consejo. Mantendremos un decente respeto por la opinión ajena. América necesita al mundo, así como el mundo necesita a América”.
Biden anunció los primeros efectos prácticos de un nuevo diapasón diplomático: Además de cerrar Guantánamo, diálogo sin condiciones con Irán, nueva relación de la OTAN con Rusia y consulta con Moscú sobre el escudo antimisiles, solución de “dos estados independientes” en el Oriente Medio. Afganistán será el único escenario de intervención militar. Y muy incierto. “Newsweek” lo ve como el posible “Vietnam de Obama”.
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Fuente: Diario La Primera. 09/02/09
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