El APRA: 90 años
Antonio Zapata (historiador)
Noventa años atrás, Víctor Raúl Haya de la Torre entregó la bandera de Indoamérica a los estudiantes de México, como parte de una ceremonia realizada en tierras aztecas, donde el fundador del APRA estaba deportado. El mismo Haya consideró ese acto como el nacimiento de su movimiento político. Bajo su conducción, el APRA atravesó tres etapas que veremos someramente.
El primer período corresponde al libro El antimperialismo y el APRA, en el que Haya plantea su propuesta de construcción de partido revolucionario y se ubica en la izquierda del espectro político. No analiza exhaustivamente al país, sino que se sitúa en la escena internacional y debate con las teorías históricas entonces vigentes. Estaba buscando un camino diferente al comunista, distanciándose de la Internacional por considerarla dogmática.
Esta etapa fue acompañada por la vía insurreccional. En realidad, el APRA practicó una combinación de caminos para acceder al poder, tanto el electoral como la conspiración en los cuarteles, formando grupos propios de acción armada.
Luego estalló la II Guerra Mundial y el APRA se ubicó con los aliados contra el eje nazi-fascista. En esa crítica coyuntura, Haya escribió un texto titulado La defensa continental, en el que ataca a Hitler sustentando su apoyo a los EEUU, basado en la política de “buena vecindad” practicada por el presidente Franklin D. Roosevelt. Según su parecer, no se trataba de un cambio del APRA, sino de una transformación positiva de la política exterior de EEUU.
Los acontecimientos de los años cuarenta impidieron un acercamiento entre el APRA y la oligarquía. La intolerancia fue muy elevada en el periodo de Bustamante y derivó en un baño de sangre y una nueva dictadura que duró hasta 1956. Hasta ese entonces, el APRA había vivido excluido del sistema; sus líderes habían envejecido fuera de la ley.
A continuación, Haya estuvo encerrado cinco años en la embajada de Colombia. El presidente Manuel Odría no quiso conceder el asilo que solicitó el país cafetero. En esa cuasi prisión, Haya escribió otro libro fundamental, titulado Treinta años de aprismo. Ahí, el jefe del APRA fundamenta el gran viraje que se produjo en 1956, cuando el PAP apoyó a Manuel Prado formando la llamada “convivencia”. Para ello, pactó con una fracción de la oligarquía, representada por los Prado, que se diferenciaba de los barones del azúcar porque era medianamente industrialista y defensora del mercado interno.
Esa orientación se prolongó durante los años 1960, cuando el APRA formó una coalición política con Odría, quien los había perseguido duramente unos años atrás. Ese pacto fue llamado “superconvivencia” y constituye el punto más a la derecha alcanzado por el partido en vida de su fundador.
Aparentemente, Haya había evaluado en forma exagerada la fortaleza de la oligarquía, creyendo que su poderío obligaba a ir paso a paso, aliándose con un grupo contra otro. Pero llegó Velasco y de un plumazo realizó la reforma agraria y las promesas contenidas en la etapa auroral del APRA.
El PAP entendió el cambio y no cuestionó las reformas. Su crítica a los militares fue por su condición de dictadura. Para aquel entonces, llevaba décadas practicando con persistencia el camino electoral. En efecto, el viraje de 1956 vino acompañado por un posicionamiento en el terreno de la democracia y el APRA no volvió a intentar un levantamiento.
Haya se diferenció de Velasco por el autoritarismo, pero no pidió revertir las reformas, las aceptó como inevitables y progresivas. No escribió un nuevo texto, pero su última etapa fue consagrada en la Constitución de 1979, que incorpora las reformas del gobierno militar y promete realizar derechos sociales desde el Estado.
Así, Haya empezó en la izquierda, viró a la derecha y terminó su larga vida política girando nuevamente, esta última vez en dirección a la centro-izquierda. Ello explica la victoria de Villanueva sobre Townsend y el perfil combativo del APRA comenzando los ochenta. Otros tiempos.
Fuente: Diario La República. 14 de mayo del 2014.
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