La cambiante moda geopolítica
Por: Oswaldo de Rivero (Analista político)
En los años setenta, la moda geopolítica era que Europa disputaría el poder mundial a los Estados Unidos y a la Unión Soviética. En los ochenta, era que las empresas japonesas terminarían por comprar todos los Estados Unidos y el Japón se convertiría con su poder económico en la primera potencia mundial.
Ahora, la moda es que la China será pronto la nueva superpotencia, pero no se sabe de qué China se habla. Si es la del milagro económico, que ha logrado una nueva clase media de unos 200 millones, o de la otra China, la de los 800 millones de pobres, hundida en un desastre ecológico colosal, gobernada por un partido comunista que mantienen a sus proletarios con los más bajos salarios del mundo y además censura Google para que no se conozca el descontento.
Cualquiera que sea la China de la que se hable, ésta tiene una economía que es la mitad de la de los Estados Unidos y una renta per cápita que es un catorceavo de la que tienen los americanos. En cuanto a su poderío militar, éste no es sólo tecnológicamente inferior al de los Estados Unidos, sino también, al de Rusia, Francia y la Gran Bretaña.
Con la moda de China “superpotencia” viene la moda del declive de los Estados Unidos. Sin duda, éste ha perdido poder debido a la crisis y a las guerras asimétricas de Afganistán e Irak, pero esto no quiere decir, que ha dejado de ser la única superpotencia porque sigue teniendo supremacía militar. Además, su economía, a pesar de la crisis, sigue siendo la más grande del mundo. Pero sobre todo, es el país con el mayor desarrollo científico-tecnológico, que es lo más importante hoy para mantener hegemonía mundial.
Como se puede apreciar los analistas que producen la cambiante moda geopolítica compiten como modistos siempre con novedades para exhibirlas en una pasarela intelectual donde no desfila la realidad sino la exageración.
Los que dictan la moda geopolítica deberían exagerar menos y viajar más. Si lo hacen verían un mundo globalizado que se fragmenta con el incremento de la desigualdad social, de los conflictos étnicos y religiosos, del terrorismo, de la delincuencia global y de la degradación ecológica.
Comprobarían que ninguna gran potencia está ahora interesada en comprarse el pleito de poner orden a todo esto. Y además que los arsenales nucleares y convencionales de los Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China han perdido su sentido estratégico debido a que estas fragmentaciones sociopolíticas y ecológicas globales no se resuelven con disuasión nuclear ni intervención armada convencional.
Y, es por eso, que es irrelevante que surjan o no nuevas potencia que no pueden poner orden en un mundo. Y también, es por eso, que el mundo no marcha hoy hacia ningún orden, ya sea unipolar, bipolar o multipolar, sino hacia un total desorden apolar, donde las grandes potencias brillan por su impotencia ante los feroces conflictos civiles, los genocidios, el terrorismo, la crisis económica y el cambio climático.
Fuente: Diario La Primera. Martes 23 de Marzo del 2010.
Por: Oswaldo de Rivero (Analista político)
En los años setenta, la moda geopolítica era que Europa disputaría el poder mundial a los Estados Unidos y a la Unión Soviética. En los ochenta, era que las empresas japonesas terminarían por comprar todos los Estados Unidos y el Japón se convertiría con su poder económico en la primera potencia mundial.
Ahora, la moda es que la China será pronto la nueva superpotencia, pero no se sabe de qué China se habla. Si es la del milagro económico, que ha logrado una nueva clase media de unos 200 millones, o de la otra China, la de los 800 millones de pobres, hundida en un desastre ecológico colosal, gobernada por un partido comunista que mantienen a sus proletarios con los más bajos salarios del mundo y además censura Google para que no se conozca el descontento.
Cualquiera que sea la China de la que se hable, ésta tiene una economía que es la mitad de la de los Estados Unidos y una renta per cápita que es un catorceavo de la que tienen los americanos. En cuanto a su poderío militar, éste no es sólo tecnológicamente inferior al de los Estados Unidos, sino también, al de Rusia, Francia y la Gran Bretaña.
Con la moda de China “superpotencia” viene la moda del declive de los Estados Unidos. Sin duda, éste ha perdido poder debido a la crisis y a las guerras asimétricas de Afganistán e Irak, pero esto no quiere decir, que ha dejado de ser la única superpotencia porque sigue teniendo supremacía militar. Además, su economía, a pesar de la crisis, sigue siendo la más grande del mundo. Pero sobre todo, es el país con el mayor desarrollo científico-tecnológico, que es lo más importante hoy para mantener hegemonía mundial.
Como se puede apreciar los analistas que producen la cambiante moda geopolítica compiten como modistos siempre con novedades para exhibirlas en una pasarela intelectual donde no desfila la realidad sino la exageración.
Los que dictan la moda geopolítica deberían exagerar menos y viajar más. Si lo hacen verían un mundo globalizado que se fragmenta con el incremento de la desigualdad social, de los conflictos étnicos y religiosos, del terrorismo, de la delincuencia global y de la degradación ecológica.
Comprobarían que ninguna gran potencia está ahora interesada en comprarse el pleito de poner orden a todo esto. Y además que los arsenales nucleares y convencionales de los Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China han perdido su sentido estratégico debido a que estas fragmentaciones sociopolíticas y ecológicas globales no se resuelven con disuasión nuclear ni intervención armada convencional.
Y, es por eso, que es irrelevante que surjan o no nuevas potencia que no pueden poner orden en un mundo. Y también, es por eso, que el mundo no marcha hoy hacia ningún orden, ya sea unipolar, bipolar o multipolar, sino hacia un total desorden apolar, donde las grandes potencias brillan por su impotencia ante los feroces conflictos civiles, los genocidios, el terrorismo, la crisis económica y el cambio climático.
Fuente: Diario La Primera. Martes 23 de Marzo del 2010.
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