China mirada desde adentro y afuera
Por Humberto Campodónico (Economista)
En los países industrializados, se puede encontrar cualquier cantidad de literatura sobre casi todas las regiones del mundo. Pero lo que casi no se encuentra en los países del Sur –incluyo a América Latina- son estudios de los “nuevos países emergentes” que se perfilan como potencias económicas mundiales en el mediano plazo –si bien el impacto de las relaciones comerciales y de las inversiones ya son una realidad–.
De allí la importancia del reciente libro de Cynthia Sanborn y Víctor Torres La economía china y las industrias extractivas [1]. En una primera parte se analizan las recientes transformaciones económicas que la han convertido en una gran potencia económica industrial (ojo) lo que a su vez motiva la urgente necesidad de contar con materias primas.
Ahora bien, China tiene materias primas pues es el productor mundial # 1 de aluminio, antimonio, hierro, plomo, estaño y zinc ocupando, además, los puestos segundo al cuarto en cobre, oro y plata. Pero consume más de lo que produce y por eso importa cobre, cromo, cobalto, hierro, níquel, potasa y petróleo (el 46% de su consumo).
Por ello, China necesita fuentes estables de aprovisionamiento, lo que persigue con una política de Estado. Por ejemplo, a los países africanos llega no solo la empresa, sino una delegación encabezada por una alta autoridad política y ministros, lo que marca una gran diferencia con la inversión de las multinacionales europeas o “gringas”.
El libro analiza las relaciones entre las empresas públicas, las empresas privadas y el Partido Comunista, algo que aquí no se conoce. Por ejemplo, un típico ejecutivo puede rotar en los cargos en las tres esferas, a la cual se añade el creciente peso de los gobiernos regionales (p. 238).
También nos enteramos que cerca del 60% de las empresas son privadas. Pero las empresas estatales “todavía son más de 135,000, existiendo un pequeño grupo de 12 grandes que generan el 78% del total de ingresos” (p. 236). Dos están en Perú: CNPC en Talara y Chinalco en Toromocho (Minmetals explora Galeno en Cajamarca).
El libro también nos informa sobre el TLC Perú-China y la importancia que China le da a que se le califique como “economía de mercado” (entraron a la OMC en 1991). Nuestra principal preocupación debiera ser evitar la entrada de productos subvaluados que compiten deslealmente (p. 167), lo que ha motivado derechos antidumping en varias oportunidades, pero no en la actual época de crisis, a pesar de las denuncias.
Otro tema es la política ambiental china, que no ha sido su “fuerte”, menos aún con una sociedad civil poco desarrollada, a diferencia de los países industrializados. Aunque, nos dice el libro, esto parece haber cambiado en los últimos años.
En el capítulo final se detalla el comportamiento –en China– de la empresa privada Zijin (que está en Majaz, donde ha habido muertos hace una semana) y de la estatal Chinalco (“prácticamente un brazo del gobierno chino y del Partido Comunista”, p. 357).
Conocer por dentro la estructura de propiedad, las formas de financiamiento y sus relaciones sociales y ambientales es un punto de partida para elaborar políticas propias.
Esa es una de las reflexiones finales: la inversión china, y buena parte de las relaciones comerciales, depende en gran medida de políticas de Estado. Es por eso imprescindible que en el Perú existan metas y orientaciones claras para que, no solamente se busque a como dé lugar entrar a ese mercado sino que, de un lado, que no se perjudique a los productores nacionales y, de otro, que las inversiones chinas cumplan con los estándares económicos y ambientales.
Todo lo cual tiene como condición sine qua non que el Gobierno peruano tenga la voluntad política de hacerlo. Lo que, hoy, no es el caso.
[1] Universidad del Pacífico y Cooperacción, Lima, 2009.
Fuente: Diario La República. Miércoles 09 de diciembre del 2009.
Por Humberto Campodónico (Economista)
En los países industrializados, se puede encontrar cualquier cantidad de literatura sobre casi todas las regiones del mundo. Pero lo que casi no se encuentra en los países del Sur –incluyo a América Latina- son estudios de los “nuevos países emergentes” que se perfilan como potencias económicas mundiales en el mediano plazo –si bien el impacto de las relaciones comerciales y de las inversiones ya son una realidad–.
De allí la importancia del reciente libro de Cynthia Sanborn y Víctor Torres La economía china y las industrias extractivas [1]. En una primera parte se analizan las recientes transformaciones económicas que la han convertido en una gran potencia económica industrial (ojo) lo que a su vez motiva la urgente necesidad de contar con materias primas.
Ahora bien, China tiene materias primas pues es el productor mundial # 1 de aluminio, antimonio, hierro, plomo, estaño y zinc ocupando, además, los puestos segundo al cuarto en cobre, oro y plata. Pero consume más de lo que produce y por eso importa cobre, cromo, cobalto, hierro, níquel, potasa y petróleo (el 46% de su consumo).
Por ello, China necesita fuentes estables de aprovisionamiento, lo que persigue con una política de Estado. Por ejemplo, a los países africanos llega no solo la empresa, sino una delegación encabezada por una alta autoridad política y ministros, lo que marca una gran diferencia con la inversión de las multinacionales europeas o “gringas”.
El libro analiza las relaciones entre las empresas públicas, las empresas privadas y el Partido Comunista, algo que aquí no se conoce. Por ejemplo, un típico ejecutivo puede rotar en los cargos en las tres esferas, a la cual se añade el creciente peso de los gobiernos regionales (p. 238).
También nos enteramos que cerca del 60% de las empresas son privadas. Pero las empresas estatales “todavía son más de 135,000, existiendo un pequeño grupo de 12 grandes que generan el 78% del total de ingresos” (p. 236). Dos están en Perú: CNPC en Talara y Chinalco en Toromocho (Minmetals explora Galeno en Cajamarca).
El libro también nos informa sobre el TLC Perú-China y la importancia que China le da a que se le califique como “economía de mercado” (entraron a la OMC en 1991). Nuestra principal preocupación debiera ser evitar la entrada de productos subvaluados que compiten deslealmente (p. 167), lo que ha motivado derechos antidumping en varias oportunidades, pero no en la actual época de crisis, a pesar de las denuncias.
Otro tema es la política ambiental china, que no ha sido su “fuerte”, menos aún con una sociedad civil poco desarrollada, a diferencia de los países industrializados. Aunque, nos dice el libro, esto parece haber cambiado en los últimos años.
En el capítulo final se detalla el comportamiento –en China– de la empresa privada Zijin (que está en Majaz, donde ha habido muertos hace una semana) y de la estatal Chinalco (“prácticamente un brazo del gobierno chino y del Partido Comunista”, p. 357).
Conocer por dentro la estructura de propiedad, las formas de financiamiento y sus relaciones sociales y ambientales es un punto de partida para elaborar políticas propias.
Esa es una de las reflexiones finales: la inversión china, y buena parte de las relaciones comerciales, depende en gran medida de políticas de Estado. Es por eso imprescindible que en el Perú existan metas y orientaciones claras para que, no solamente se busque a como dé lugar entrar a ese mercado sino que, de un lado, que no se perjudique a los productores nacionales y, de otro, que las inversiones chinas cumplan con los estándares económicos y ambientales.
Todo lo cual tiene como condición sine qua non que el Gobierno peruano tenga la voluntad política de hacerlo. Lo que, hoy, no es el caso.
[1] Universidad del Pacífico y Cooperacción, Lima, 2009.
Fuente: Diario La República. Miércoles 09 de diciembre del 2009.
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