Imagen: filosofitis.com.ar
El siglo XX
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Antonio Zapata (Historiador)
Comenzando los años noventa, el destacado historiador Eric Hobsbawm escribió un balance integral de la última centuria, considerado el libro más completo y panorámico sobre la tormentosa historia que nos antecede. Hobsbawm es inglés, de sólida formación académica y activo militante izquierdista. Es el principal heredero y gran renovador de una tradición marxista creativa, libre y original, muy alejada de los cánones estalinistas.
En este libro, el profesor Hobsbawm interpreta que el siglo XX ha sido corto. El acontecimiento fundamental sería la Revolución Rusa de 1917 que abrió el ciclo del comunismo en el poder. El gobierno bolchevique generó un polo efectivamente alternativo al capitalismo, pero sucumbió al caer el Muro de Berlín, después de una prolongada decadencia e involución. En su interpretación, el comunismo ha sido el principal agente de la historia del siglo XX y sus líderes serían responsables de su propia derrota.
Pero, el profesor Hobsbawm no cierra su libro en una nota pesimista para las izquierdas. Por el contrario, el destacado historiador inglés argumenta que los ideales por los que surgió el comunismo no han desaparecido. Antes que ello, el neoliberalismo amplía las brechas entre pobres y ricos, así como entre países centrales y Tercer Mundo. De este modo, la injusticia campea más que nunca y los ideales comunistas tendrán que reaparecer, bajo una nueva forma, porque nacen de la indignación ante la renovada injusticia social. Así, el neoliberalismo triunfante de los noventa habría de generar una nueva rebeldía.
El pronóstico del profesor Hobsbawm empieza a surgir ante nuestros ojos. En efecto, la crisis mundial marca un nuevo término. No solamente se derrumbó el comunismo en 1989, al hundirse la Unión Soviética, sino que estamos llegando al final del largo ciclo liberal. En realidad, éste comenzó al iniciarse los años 1890. En ese momento se incorporó la electricidad a la industria y arribó la segunda revolución industrial. La primera había sido el vapor en el siglo XVIII, mientras que la electricidad como fuente de los motores vino, junto con los hidrocarburos, a marcar una nueva fase del desarrollo.
De este modo, la década de 1890 fue clave para el capitalismo del siglo XX. Así como 1917 sería fundamental para el comunismo contemporáneo. En los ochonoventa, se abandonó el antiguo patrón plata y el capitalismo pasó al oro, como respaldo del sistema monetario. Luego, después de la II Guerra, se pasó al dólar para figurar al oro, pero la crisis de los setenta hizo saltar la convertibilidad y desde entonces el dólar es el verdadero respaldo del sistema monetario internacional.
Tanto ha abusado de su déficit el gobierno de los EEUU que hoy en día la reconstitución del sistema será hallando una nueva moneda, que no dependa del tesoro norteamericano. Mientras tanto, seguiremos navegando en medio de la crisis. Este ciclo es terminal para el capitalismo de la segunda revolución industrial. Asimismo, la fuente energética petrolera se está agotando y llevando al planeta a una crisis que obliga a nuevas alternativas. Este doble proceso está acabando con el predominio del liberalismo clásico, aquel que postuló la vigencia pura y dura del mercado sobre el Estado.
El liberalismo creyó que el mercado era libre y que el Estado era el enemigo de esa libertad. Por el contrario, la crisis actual muestra que el mercado libre llevó al predominio de una serie de estafadores y a la bancarrota a muchos trabajadores que pierden sus empleos en los países centrales. Ahora mismo se están paralizando muchas exportaciones peruanas y pronto llegará el mismo desempleo a nuestras costas.
Por el contrario, aparece nuevamente el papel salvador del Estado. Alguien tiene que bancar el desastre que han generado los yupies neoliberales. El nuevo Estado que surgirá de la crisis tendrá que regular al mercado para que la economía funcione al servicio de los ciudadanos. Pero, el Estado no asumirá sus responsabilidades por sí mismo. Alguien tiene que obligarlo. Por ello, es la hora de la nueva rebeldía planteada por Hobsbawm. El nuevo profeta tendrá convicción socialista y justiciera. Ojalá su rostro sea liberal y ambientalista, así podríamos soñar con un futuro digno para el Perú.
Comenzando los años noventa, el destacado historiador Eric Hobsbawm escribió un balance integral de la última centuria, considerado el libro más completo y panorámico sobre la tormentosa historia que nos antecede. Hobsbawm es inglés, de sólida formación académica y activo militante izquierdista. Es el principal heredero y gran renovador de una tradición marxista creativa, libre y original, muy alejada de los cánones estalinistas.
En este libro, el profesor Hobsbawm interpreta que el siglo XX ha sido corto. El acontecimiento fundamental sería la Revolución Rusa de 1917 que abrió el ciclo del comunismo en el poder. El gobierno bolchevique generó un polo efectivamente alternativo al capitalismo, pero sucumbió al caer el Muro de Berlín, después de una prolongada decadencia e involución. En su interpretación, el comunismo ha sido el principal agente de la historia del siglo XX y sus líderes serían responsables de su propia derrota.
Pero, el profesor Hobsbawm no cierra su libro en una nota pesimista para las izquierdas. Por el contrario, el destacado historiador inglés argumenta que los ideales por los que surgió el comunismo no han desaparecido. Antes que ello, el neoliberalismo amplía las brechas entre pobres y ricos, así como entre países centrales y Tercer Mundo. De este modo, la injusticia campea más que nunca y los ideales comunistas tendrán que reaparecer, bajo una nueva forma, porque nacen de la indignación ante la renovada injusticia social. Así, el neoliberalismo triunfante de los noventa habría de generar una nueva rebeldía.
El pronóstico del profesor Hobsbawm empieza a surgir ante nuestros ojos. En efecto, la crisis mundial marca un nuevo término. No solamente se derrumbó el comunismo en 1989, al hundirse la Unión Soviética, sino que estamos llegando al final del largo ciclo liberal. En realidad, éste comenzó al iniciarse los años 1890. En ese momento se incorporó la electricidad a la industria y arribó la segunda revolución industrial. La primera había sido el vapor en el siglo XVIII, mientras que la electricidad como fuente de los motores vino, junto con los hidrocarburos, a marcar una nueva fase del desarrollo.
De este modo, la década de 1890 fue clave para el capitalismo del siglo XX. Así como 1917 sería fundamental para el comunismo contemporáneo. En los ochonoventa, se abandonó el antiguo patrón plata y el capitalismo pasó al oro, como respaldo del sistema monetario. Luego, después de la II Guerra, se pasó al dólar para figurar al oro, pero la crisis de los setenta hizo saltar la convertibilidad y desde entonces el dólar es el verdadero respaldo del sistema monetario internacional.
Tanto ha abusado de su déficit el gobierno de los EEUU que hoy en día la reconstitución del sistema será hallando una nueva moneda, que no dependa del tesoro norteamericano. Mientras tanto, seguiremos navegando en medio de la crisis. Este ciclo es terminal para el capitalismo de la segunda revolución industrial. Asimismo, la fuente energética petrolera se está agotando y llevando al planeta a una crisis que obliga a nuevas alternativas. Este doble proceso está acabando con el predominio del liberalismo clásico, aquel que postuló la vigencia pura y dura del mercado sobre el Estado.
El liberalismo creyó que el mercado era libre y que el Estado era el enemigo de esa libertad. Por el contrario, la crisis actual muestra que el mercado libre llevó al predominio de una serie de estafadores y a la bancarrota a muchos trabajadores que pierden sus empleos en los países centrales. Ahora mismo se están paralizando muchas exportaciones peruanas y pronto llegará el mismo desempleo a nuestras costas.
Por el contrario, aparece nuevamente el papel salvador del Estado. Alguien tiene que bancar el desastre que han generado los yupies neoliberales. El nuevo Estado que surgirá de la crisis tendrá que regular al mercado para que la economía funcione al servicio de los ciudadanos. Pero, el Estado no asumirá sus responsabilidades por sí mismo. Alguien tiene que obligarlo. Por ello, es la hora de la nueva rebeldía planteada por Hobsbawm. El nuevo profeta tendrá convicción socialista y justiciera. Ojalá su rostro sea liberal y ambientalista, así podríamos soñar con un futuro digno para el Perú.
Fuente: Diario La Repùblica. Mièrcoles 22 de abril del 2009.
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