Pumacahua en Sicuani
Antonio Zapata (Historiador)
La plaza de Sicuani es un espacio bien logrado; expresa una combinación armónica entre lo tradicional y lo contemporáneo. Dos edificios modernos forman sendos lados de la cuadrícula. Son la municipalidad y la catedral, representando a los poderes locales.
Una catedral sobria, levantada pocos años atrás, busca dialogar con lo andino, simbolizando los 50 años de la progresista prelatura a cargo de los Carmelitas. Por otro lado, una municipalidad supermoderna aunque de tamaño estándar, al menos guarda las proporciones. Sus enormes lunas funcionan como espejo reflejando diversas imágenes que forman una visión surrealista. Aunque, los excesos de vidrio vienen compensados por una arcada, confiriéndole un toque de tradición a la mole que representa el poder civil.
Al frente del ayuntamiento se halla una calle excepcional. Todas las casas son antiguas o reconstrucciones bien hechas; tienen dos pisos y en el segundo, elegantes balcones forman la fachada. Estas edificaciones guardan una notable homogeneidad arquitectónica. Le otorgan coherencia a Sicuani y embellecen una linda ciudad serrana que aún hace un guiño al tiempo cuando la modernidad no había destruido su elegancia. Andando, se halla otra casona con balcones de hondo significado histórico. Se trata de la casa Manzanares, donde se firmó la Confederación Perú Boliviana y que simboliza la unidad del gran espacio andino.
Por su parte, el centro de la plaza también es singular; el marco lo componen unos dátiles altos y esbeltos, que muestran el extraño vínculo entre los Andes y el mediterráneo. Pero, al centro se halla la estatua de Pumacahua, un controvertido personaje que despierta odios y pasiones; aún hoy, casi doscientos años después de morir ahorcado. La estatua está inclinada y la mirada caída, dicen los lugareños que se debe a un atentado que sufrió por un profesor de la Universidad del Cusco, quien junto a sus alumnos la derribó, arrastrándola con una camioneta.
Resulta que Pumacahua fue clave en la derrota de Túpac Amaru. Cuando la gran rebelión, los curacas se dividieron y mientras algunos apoyaron a Condorcanqui, los otros sostuvieron al Rey. Los enfrentamientos se desarrollaron a campo abierto y la suerte se inclinó de un lado a otro durante varios meses. Los choques fueron entre indios, sólo que unos eran apoyados por una división de rifleros negros venidos de la costa. Finalmente ganaron los realistas y Pumacahua fue recompensado con el grado de Brigadier General, el más alto del ejército colonial en el Nuevo Mundo.
Pero, al envejecer, 33 años después de haber derrotado a Túpac Amaru, Pumacahua se sumó a la rebelión de los hermanos Angulo. Era 1814 y los patriotas argentinos avanzaron sobre la actual Bolivia; cuando el ejército español fue sorprendido por una nueva revolución del Cusco que se extendió a Ayacucho y Arequipa. Se rompieron las comunicaciones de los realistas con Lima y el virrey corrió gran peligro.
En esta oportunidad, Pumacahua era general insurrecto. Perdió en Umachiri y fue ahorcado en Sicuani. Mariano Melgar también fue muerto luego de esa acción. Esa rebelión fue crucial, porque su dirección reunió a criollos, mestizos y a la elite indígena. Además, teniendo como escenario al sur andino y haciendo del Cusco un vértice de la nacionalidad emergente. Si el Perú hubiera nacido en esa ocasión, otra sería la historia.
Pumacahua tiene mala fama. La escuela lo ha retratado como el traidor que vendió al héroe Túpac Amaru. Pero, es el único caso de un líder peruano que empieza en la extrema derecha y termina en la izquierda. Lo habitual es al revés. Decía Luis Alberto Sánchez, “quien no es izquierdista a los 20 años carece de corazón, pero quien sigue siéndolo a los 50 carece de cerebro”. Esa frase un tanto cínica, pero ajustada a lo que se ve, sin embargo es desmentida rotundamente por el cacique Pumacahua. Solamente él comenzó como líder del orden establecido para terminar conduciendo una gran rebelión.
Al acercarse 200 años de la independencia, su trayectoria merece ser recordada como un caso único. Expresa la progresiva pérdida de poder de la elite nativa, que se desvaneció luego de su gesta. Después de Pumacahua, lamentablemente, el Perú naciente no tuvo dirigentes indígenas.
Antonio Zapata (Historiador)
La plaza de Sicuani es un espacio bien logrado; expresa una combinación armónica entre lo tradicional y lo contemporáneo. Dos edificios modernos forman sendos lados de la cuadrícula. Son la municipalidad y la catedral, representando a los poderes locales.
Una catedral sobria, levantada pocos años atrás, busca dialogar con lo andino, simbolizando los 50 años de la progresista prelatura a cargo de los Carmelitas. Por otro lado, una municipalidad supermoderna aunque de tamaño estándar, al menos guarda las proporciones. Sus enormes lunas funcionan como espejo reflejando diversas imágenes que forman una visión surrealista. Aunque, los excesos de vidrio vienen compensados por una arcada, confiriéndole un toque de tradición a la mole que representa el poder civil.
Al frente del ayuntamiento se halla una calle excepcional. Todas las casas son antiguas o reconstrucciones bien hechas; tienen dos pisos y en el segundo, elegantes balcones forman la fachada. Estas edificaciones guardan una notable homogeneidad arquitectónica. Le otorgan coherencia a Sicuani y embellecen una linda ciudad serrana que aún hace un guiño al tiempo cuando la modernidad no había destruido su elegancia. Andando, se halla otra casona con balcones de hondo significado histórico. Se trata de la casa Manzanares, donde se firmó la Confederación Perú Boliviana y que simboliza la unidad del gran espacio andino.
Por su parte, el centro de la plaza también es singular; el marco lo componen unos dátiles altos y esbeltos, que muestran el extraño vínculo entre los Andes y el mediterráneo. Pero, al centro se halla la estatua de Pumacahua, un controvertido personaje que despierta odios y pasiones; aún hoy, casi doscientos años después de morir ahorcado. La estatua está inclinada y la mirada caída, dicen los lugareños que se debe a un atentado que sufrió por un profesor de la Universidad del Cusco, quien junto a sus alumnos la derribó, arrastrándola con una camioneta.
Resulta que Pumacahua fue clave en la derrota de Túpac Amaru. Cuando la gran rebelión, los curacas se dividieron y mientras algunos apoyaron a Condorcanqui, los otros sostuvieron al Rey. Los enfrentamientos se desarrollaron a campo abierto y la suerte se inclinó de un lado a otro durante varios meses. Los choques fueron entre indios, sólo que unos eran apoyados por una división de rifleros negros venidos de la costa. Finalmente ganaron los realistas y Pumacahua fue recompensado con el grado de Brigadier General, el más alto del ejército colonial en el Nuevo Mundo.
Pero, al envejecer, 33 años después de haber derrotado a Túpac Amaru, Pumacahua se sumó a la rebelión de los hermanos Angulo. Era 1814 y los patriotas argentinos avanzaron sobre la actual Bolivia; cuando el ejército español fue sorprendido por una nueva revolución del Cusco que se extendió a Ayacucho y Arequipa. Se rompieron las comunicaciones de los realistas con Lima y el virrey corrió gran peligro.
En esta oportunidad, Pumacahua era general insurrecto. Perdió en Umachiri y fue ahorcado en Sicuani. Mariano Melgar también fue muerto luego de esa acción. Esa rebelión fue crucial, porque su dirección reunió a criollos, mestizos y a la elite indígena. Además, teniendo como escenario al sur andino y haciendo del Cusco un vértice de la nacionalidad emergente. Si el Perú hubiera nacido en esa ocasión, otra sería la historia.
Pumacahua tiene mala fama. La escuela lo ha retratado como el traidor que vendió al héroe Túpac Amaru. Pero, es el único caso de un líder peruano que empieza en la extrema derecha y termina en la izquierda. Lo habitual es al revés. Decía Luis Alberto Sánchez, “quien no es izquierdista a los 20 años carece de corazón, pero quien sigue siéndolo a los 50 carece de cerebro”. Esa frase un tanto cínica, pero ajustada a lo que se ve, sin embargo es desmentida rotundamente por el cacique Pumacahua. Solamente él comenzó como líder del orden establecido para terminar conduciendo una gran rebelión.
Al acercarse 200 años de la independencia, su trayectoria merece ser recordada como un caso único. Expresa la progresiva pérdida de poder de la elite nativa, que se desvaneció luego de su gesta. Después de Pumacahua, lamentablemente, el Perú naciente no tuvo dirigentes indígenas.
Fuente: Diario La Repùblica. 18 de marzo de 2009.
7 comentarios:
Interesante perspectiva ah. Es lamentable como los profesores de historia vilipendeamos alegremente a nuestros antepasados (y lo que es màs grave, descontextualizados; asì es que esta es una simpática oportunidad para enmendar tanta historieta.
A veces los textos de historia no logran transmitir toda la complejidad contextual y dimensión personal (psicológica) de los actores históricos. La memoria colectiva, por otro lado, está llena de prejuicios y distorsiones del pasado. Pumacahua es hijo de su época, y su mentalidad obedeció a una etapa histórica compleja. Como ser individual tomó decisiones, y una que no puede ser soslayada, es que finalmente dejo una vida tranquila para entregarse a la revolución.
Hola Eddy, yo leí que a Pumacahua estuvo interesado en ser el primer Rey del Perú independiente si triunfaba la rebelión de 1814. Incluso, hizo una ceremonia de coronación al entrar a Arequipa después de la batalla de Apacheta.
Saludos!
Arturo
Recuerdo un viejo texto de Pablo Macera, donde reflexionaba en torno a la figura del cacique Mateo Pumacahua. El historiador afirmaba que con Pumacahua el Perú había perdido una de las últimas oportunidades para que la revolución independentista fuera un proceso exclusivo de actores peruanos, y aun más importante se habría perdido la posibilidad de un gobierno indígena-mestizo con una probable capital en el Cusco. No pretendo ser un romántico indigenista, pero no deja de ser llamativa la unicronìa sobre qué camino habría tomado el destino del Perú, si la rebelión de Mateo Pumacahua y los hermanos Angulo hubiera triunfado.
Gracias por el dato brindado Arturo, Saludos.
Personaje interesante, desde luego, y que fue crucial por lo que veo en la historia del Perú. Nunca es tarde si la dicha e buena, aunque fue una ocasión perdida la de 1780. Ya en el siglo XIX posiblemente estaba ya sentenciada una independencia muy desastrosa y a un precio alto: caudillismo, dictaduras, obstáculos económicos insalvables, etc, etc.
Este traidor es vergonzoso que sea recodado,pero lo más cínico es que tenga un monumento en Sicuani y para colmo un colegio que lleva su nombre con dizque orgullo. Es que así de burros son nuestros compatriotas, por eso Chile nos tiene de hijos..
Es un traidor porque lucho contra Tupac Amaru y ascendio a Brigadier. Por lo tanto un interes de por medio luego se levanta contra los españoles por su propio egocentrismo de querer ser Rey. Desde un inicio sus acciones lo dibujan como traidor y oportunista. Lo demas que dicen que el ultimo etc. Es pura novela.
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