Los discursos sobre la peruanidad
Martín Tanaka (Politòlogo)
Todos los Estados desarrollan discursos nacionales; más precisamente, quienes controlan el Estado necesitan propiciar la creación de alguna forma de identidad común. Así se fueron construyendo las imágenes sobre lo peruano, sobre cómo llegamos a ser lo que somos. Existe una suerte de discurso “oficial” según el cual la esencia de lo peruano sería una nación criollo-mestiza, cuyas élites habrían, a pesar de las dificultades y de los errores, conducido al país evitando su desbarrancamiento.
Esta visión, como todo lo “oficial”, está muy desprestigiada. Existe un sentido común alternativo, acaso mayoritario, que considera que la verdadera raíz de la peruanidad es andino-mestiza, y que hemos padecido de élites irresponsables y corruptas, que son las culpables de nuestro atraso. Me parece que se requiere repensar la validez de ambos discursos; creo que estos temas están en la base de algunas de las discusiones registradas en los medios de comunicación en los últimos días.
En la controversia sobre la pertinencia de reconocimientos oficiales a la boxeadora Kina Malpartida, estamos ante una concepción burocrática de la peruanidad, definida por las fronteras territoriales. No toma en cuenta la realidad de la globalización, el que la falta de oportunidades ha hecho que haya más de dos millones y medio de peruanos viviendo en el extranjero, cuyas remesas y otros vínculos con familiares, paisanos y amigos son fundamentales para ellos y para el país.
De otro lado, en los debates a propósito del Oso de Oro para la película “La teta asustada” se utilizan no solo criterios territorialistas (el mérito no sería tan “peruano” porque fue gestado “afuera”), sino también visiones reduccionistas de lo andino y peruano; así, la directora sería una suerte de “impostora”, no expresaría “verdaderamente” nuestra cultura. Se comete una falacia de división: si bien es cierto que lo andino es la matriz central de la cultura peruana, es falso de un individuo de origen no andino no sea tan peruano como cualquier otro, o que no pueda presentar su visión de lo andino. Además, qué es lo andino es materia de una definición colectiva, no está preestablecido en ninguna parte.
Finalmente, en los debates sobre la construcción de un “Museo de la memoria”, estamos en el fondo ante una controversia sobre el papel que jugaron las élites políticas durante esos años: las élites temen que el museo consagre un discurso crítico sobre su actuación, cuando quieren un discurso exculpatorio. Muy poca autocrítica. Ojalá que el gobierno vea su error y acepte la donación que permita la existencia del Museo. La Defensoría del Pueblo, entidad que administrará la donación, tendrá la gran responsabilidad de, partiendo del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación –pero yendo más allá–, avanzar en la construcción de una narrativa veraz sobre lo ocurrido y, al mismo tiempo, más incluyente, con mayor convocatoria, que la lograda por la CVR. Existen bases para ello, porque la población aspira a la verdad y a la justicia.
Fuente: Diario La Repùblica. 03 de marzo de 2009
Martín Tanaka (Politòlogo)
Todos los Estados desarrollan discursos nacionales; más precisamente, quienes controlan el Estado necesitan propiciar la creación de alguna forma de identidad común. Así se fueron construyendo las imágenes sobre lo peruano, sobre cómo llegamos a ser lo que somos. Existe una suerte de discurso “oficial” según el cual la esencia de lo peruano sería una nación criollo-mestiza, cuyas élites habrían, a pesar de las dificultades y de los errores, conducido al país evitando su desbarrancamiento.
Esta visión, como todo lo “oficial”, está muy desprestigiada. Existe un sentido común alternativo, acaso mayoritario, que considera que la verdadera raíz de la peruanidad es andino-mestiza, y que hemos padecido de élites irresponsables y corruptas, que son las culpables de nuestro atraso. Me parece que se requiere repensar la validez de ambos discursos; creo que estos temas están en la base de algunas de las discusiones registradas en los medios de comunicación en los últimos días.
En la controversia sobre la pertinencia de reconocimientos oficiales a la boxeadora Kina Malpartida, estamos ante una concepción burocrática de la peruanidad, definida por las fronteras territoriales. No toma en cuenta la realidad de la globalización, el que la falta de oportunidades ha hecho que haya más de dos millones y medio de peruanos viviendo en el extranjero, cuyas remesas y otros vínculos con familiares, paisanos y amigos son fundamentales para ellos y para el país.
De otro lado, en los debates a propósito del Oso de Oro para la película “La teta asustada” se utilizan no solo criterios territorialistas (el mérito no sería tan “peruano” porque fue gestado “afuera”), sino también visiones reduccionistas de lo andino y peruano; así, la directora sería una suerte de “impostora”, no expresaría “verdaderamente” nuestra cultura. Se comete una falacia de división: si bien es cierto que lo andino es la matriz central de la cultura peruana, es falso de un individuo de origen no andino no sea tan peruano como cualquier otro, o que no pueda presentar su visión de lo andino. Además, qué es lo andino es materia de una definición colectiva, no está preestablecido en ninguna parte.
Finalmente, en los debates sobre la construcción de un “Museo de la memoria”, estamos en el fondo ante una controversia sobre el papel que jugaron las élites políticas durante esos años: las élites temen que el museo consagre un discurso crítico sobre su actuación, cuando quieren un discurso exculpatorio. Muy poca autocrítica. Ojalá que el gobierno vea su error y acepte la donación que permita la existencia del Museo. La Defensoría del Pueblo, entidad que administrará la donación, tendrá la gran responsabilidad de, partiendo del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación –pero yendo más allá–, avanzar en la construcción de una narrativa veraz sobre lo ocurrido y, al mismo tiempo, más incluyente, con mayor convocatoria, que la lograda por la CVR. Existen bases para ello, porque la población aspira a la verdad y a la justicia.
Fuente: Diario La Repùblica. 03 de marzo de 2009
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