Tzvetan
Todorov: “Una ley contra el negacionismo hace frágil la verdad”
Nuestro
columnista Javier Torres Seoane entrevistó en su programa ‘El Arriero’, de La
Mula TV, al intelectual búlgaro-francés, Tzvetan Todorov, quien recibió en 2008
el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y visitó Perú para dar dos
charlas relacionadas a la democracia y el mesianismo. Aquí publicamos un
resumen de dicha entrevista editada por Edwin Chávez de lamula.pe, en la que Todorov
habla sobre la relación entre los intelectuales y el totalitarismo, la memoria
colectiva, el Movadef y la pretendida ley del negacionismo.
-¿Por qué en la intelectualidad ha habido una fascinación por el
gobierno totalitario?
El primer
ejemplo que me viene a la mente es el del filósofo alemán Hegel quien desde su
ventana ve a Napoleón pasar por la calle, se entusiasma, corre y grita “El
espíritu del mundo está pasando”. Mi segundo ejemplo son los intelectuales
franceses, después de la II Guerra Mundial, que si el derecho de voto hubiese
sido limitado a esta gente sabia e intelectual, entonces seguramente habría
desaparecido el derecho de voto. Mi tercer ejemplo es el de esta mañana, en que
leí en un periódico peruano que el 80% de los defensores de Sendero Luminoso
son estudiantes. No es una demostración, pero para mí está claro que los
espíritus intelectuales, los espíritus abstractos, están fascinados por un
poder fuerte.
-Pero hay intelectuales que rompen la regla. George Orwell, por ejemplo,
que frente a esta ola que hubo en Europa desde un inicio señaló los riesgos del
totalitarismo. ¿Qué es lo que hace que ciertos intelectuales puedan mirar de
manera distinta este proceso?
Hay
ejemplos de intelectuales que son distintos. Por ejemplo, Raymond Aron, un
profesor francés que desde antes de la II Guerra Mundial tenía una posición muy
clara acerca de esas ideologías. La gran diferencia es saber si la de los
intelectuales tiene un lazo estrecho con la experiencia de la gente ordinaria.
Y Orwell había estado en las calles de París y Londres sin dinero, había sido
combatiente en España, y entonces tenía esta experiencia directa y no
abstracta.
-¿Su experiencia en Bulgaria es lo que lo marca para plantear que este
tipo de vías son inadmisibles?
He estado
24 años viviendo bajo un régimen totalitario, y entonces mi forma de reaccionar
ha sido determinada por la forma en la cual viví. Ver entonces a todos esos
individuos que estaban formados por un régimen fue una experiencia bien grave y
dura.
-¿Usted puede describirnos alguna situación particular?
No lo he
sufrido física ni psicológicamente. Pero lo he visto alrededor mío. Un ejemplo
es que había un control estricto en la forma de vestirse. Había formas que
estaban consideradas occidentales e incluso imperialistas: por las chicas tener
una minifalda y por los chicos tener pantalones estrechos. Y por llevar ropa
así uno podía ser llevado a la comisaría, recibir una bofetada e irse, incluso
después de dos o tres reiteraciones se podía terminar en un campo de
prisioneros. En Bulgaria hubo campos así por todo el país en los que se debía
romper piedras y trabajar. Uno podía acabar allí también por hacer un chiste:
decir que el pan blanco iba a Rusia y que el pan negro iba a Bulgaria. La cosa
más difícil fue que todo el mundo podía ser un delator, todo el mundo vigilaba
a todo el mundo y no se sabía quiénes eran los verdaderos espías: podía ser su
mujer o su mejor amigo. Sucedía en especial si la gente tenía un defecto
original, como ser de origen burgués, porque entonces convertirse en delator
era una forma de corregir este defecto. Una de las peores cosas es lo que el
miedo provoca en la gente: con el miedo 9 de 10 personas van a reacccionar de
una forma fea, solo 1 de 10 va a ser un héroe.
-¿Y por qué en la sociedad en general, donde ha habido dictaduras y
guerras, se vuelve tan complejo el tema de la memoria y por qué es tan actual?
En Rusia
no hay casi nadie que trabaje en temas de memoria. Prefieren olvidar. Quieren
ganar dinero, bailar y beber vodka. En Bulgaria y en Europa del Este es
distinto, porque hubo la destrucción del consenso de la conciencia. No fue tan
grande ni fuerte pero la dificultad en el trabajo de memoria es que cada uno es
culpable. En un régimen totalitario no son solo los que han dominado y sometido
y el pueblo el que sería inocente, sino que todo el pueblo participa en la
opresión y nadie es inocente. Y entonces es difícil estar de -acuerdo.
-Sin embargo, a veces el discurso se construye desde la víctima. Y
entonces las responsabilidades de la gente se diluyen. ¿Cómo superar esta
visión?
Incluso
en un país autoritario, como en el Perú, las víctimas y los victimarios no se
confunden. Se puede establecer una responsabilidad. El Perú reconoce que hay
responsabilidad de ambas partes: por un lado los rebeldes y por otro el aparato
represivo. Pero cada uno de esos actores no está de acuerdo. Cada uno pide la
liberación de su jefe pero no del jefe del otro campo. Para superar eso se
exige una sociedad civil que sea fuerte y que no se confunda con cualquiera de
los dos lados. Pero usted conoce mejor lo que ocurre en Perú y podrá decir si
existe esa fuerza.
-En Perú se está discutiendo una ley contra el negacionismo. Usted tiene
una posición crítica frente a este tipo de procesos.
Soy
hostil a las leyes memoriales. Una ley anti-negacionismo pone a la verdad en
condición de fragilidad. Los negacionistas temen la verdad y nos quieren
castigar por decirla. Entonces lo que se hace con una ley así es fragilizar la
verdad. La ley dice lo que tiene ser y la historia dice lo que es.
-Entonces sería una norma antidemocrática dar una ley de negacionismo.
Sí, es
interferir con la libre investigación de la verdad que exige la democracia. No
puede impedir la investigación y por eso apoyo a Wikileaks.
-Y en ese sentido, a pesar de que buscamos establecer algún tipo de
verdad, lo que encontramos son a la vez muchas memorias distintas. ¿Cómo se
logra llegar al consenso entre las memorias y la verdad?
La verdad
en historia tampoco es objetiva, pero por lo menos se puede buscar que sea
intersubjetiva. Que un máximo de personas pueda reconocer. Y por eso los que
hacen esta historia deben tener en cuenta su competencia e integridad moral.
Pueden ser los ilustrados que son informados y que actúan de buena fe. Y que
son juzgados por sus pares.
“Europa ha aprendido lo malo que es el totalitarismo”
-Usted es un ciudadano europeo, del este y del oeste. Europa vive una
crisis económica pero también política. Cómo ve el ciudadano Todorov la crisis.
Soy un
defensor de la idea europea quizá porque he nacido de allá y de aquí. Voy a
menudo a España, Italia, y me siento bien por todas partes. Para mí una de las
razones de la crisis es que la integración económica se hizo sin una
institución para establecer una política y asegurar la solidaridad. Espero (y
creo) que exista en Europa una posibilidad de volver a este modelo, un
equilibrio entre el aspecto material y espiritual, entre el aspecto de la
libertad individual y del bien común y de la solidaridad.
-No vamos a volver al siglo XIX, entonces.
El siglo
XIX no era tan bueno. Había dos grandes poderes que dominaban el mundo. Pero lo
bueno es que durante todo el siglo XX Europa ha aprendido. Ha aprendido lo malo
que es el totalitarismo, ha aprendido a renunciar a sus colonias y a renunciar
a dominar el mundo.
Fuente: Diario 16 (Perú). Noviembre 17, 2012.
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