MARIO VARGAS LLOSA Y EL IMAGINARIO HISTÓRICO PERUANO
Eddy Romero Meza
¿Cuándo se jodió el Perú?, pregunta histórica, sociológica y hasta política proveniente de un personaje de ficción dedicado al periodismo (quizás la profesión más jodida de todas). El escritor Mario Vargas Llosa, coloca esta interrogante en boca de Zavalita protagonista de Conversación en la Catedral (1), una de las novelas más logradas de este notable autor. La época a la que corresponde esta pregunta casi hamletiana (porque “ser o no ser” en el Perú equivale a estar o no jodido), son los años 50s, en pleno contexto de la dictadura del general Manuel Arturo Odría (1948-1956), lo cual explica en parte (solo en parte) este malestar.
El régimen de los “hechos y no palabras”, “pan sin libertad” y “la democracia no se come”, es el perfecto escenario que encuentra Vargas Llosa para retratar un país capturado una vez más por el militarismo, el cual como se sabe, ahonda más la corrupción y el desengaño republicano. La “generación zavalita”, se sumara así a otras miradas o frases venideras: “país de desconcertadas gentes” (Piérola), “país adolescente” (Luis Alberto Sánchez), “el Perú es un burdel” (Pablo Macera), etc.
Pesimismo justificado si se observa que el Perú apenas tuvo 30 años aproximadamente de democracia en el siglo XX y un enorme abismo social durante casi toda la república. ¿Cuándo se jodió el Perú?, se convirtió en la frase clave de la segunda parte del siglo XX. Intelectuales que festejaban este pesimismo (porque un intelectual optimista es un contrasentido en el Perú), periodistas que recurrían a este viejo tópico y profesores que evocaban de cuando en cuando la celebrada frase de un autor desencantado con sus viejos ideales políticos (como Zavalita su alter ego).
El sociólogo Gonzalo Portocarrero, alguna vez intento descifrar el Perú desde frases “salpicadas” a lo a lo largo de nuestra historia, tales como: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”; “El que no tiene de inga tiene de mandinga”; “Donde se pone el dedo salta la pus”; “¿Cuándo se jodió el Perú?, “Todas las sangres”; “¡Y no podrán matarlo!”. Vale la pena entonces, transcribir su percepción sobre la frase que obsesiona aún a algunos:
… La pregunta de Zavalita supone que el Perú está jodido y que se jodió en algún momento. Es decir, que hubo una felicidad que se perdió no se sabe muy bien ni por qué ni cuándo ni cómo. En todo caso, el sentimiento de tristeza, el malestar, invita a la pregunta por el origen y el por qué del infortunio.
Conviene tener claro que la posición de enunciación desde donde se formula la pregunta es la de un joven criollo que no logra hacer realidad sus deseos. Zavalita responsabiliza al país de su frustración que, además, no es solamente suya sino que hace extensiva a todos los peruanos. La frase expresa un sentimiento de pérdida, un duelo que no termina. Casi una melancolía puesto que, en definitiva, no queda claro qué se ha perdido ni cuándo se perdió.
Para algunos autores la pregunta de Zavalita equivale a ¿en qué momento se choleó el Perú? Entonces, la respuesta sería los años 50, con las migraciones andinas masivas y la formación de las barriadas; con el fin de Lima, la “ciudad jardín”, limpia y ordenada, donde cada uno tenía su propio sitio. Creo que muchos de los que hacen suya la pregunta de Zavalita están lamentando la andinización de Lima, el relajamiento de las jerarquías sociales y la aparición de figuras “anómalas” en el nuevo paisaje urbano: el blanco pobre, el cholo rico, la gente de abajo con poder.
Leer el artículo completo en: Mario Vargas Llosa y el imaginario histórico peruano. Hispanic American Historical Review (Duke University).
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