viernes, 3 de septiembre de 2010

La herencia árabe en el Perú: historia y personajes actuales.

Moros en esta Costa

Desde el ministro Mufarech hasta la bella actriz Vanessa Saba: Herencias de un siglo de migración.

Con gran intuición en los negocios, celosos, afectivos, a veces vehementes, jocosos, muy trabajadores y excelentes padres, así ellos mismos se describen. Los árabes llegaron en varias oleadas durante todo el siglo y hoy los "paisanos" ocupan un lugar importante dentro de la sociedad peruana.

Escribe
FRANCISCO CENTURION A.

La noche del jueves 4, sólo faltaron los camellos en el Club Unión Arabe Palestino, en Surco. Un centenar de importantes personajes de la colonia árabe en el Perú, libaneses y palestinos, hijos y nietos de los primeros inmigrantes que llegaron a principios de siglo buscando oportunidades de trabajo, se reunieron en una suerte de homenaje al "paisano" Jorge Mufarech, ministro de Trabajo.

Pero "Coco", como le dicen, no es el primer descendiente de árabe que tiene a cargo un ministerio. Quien lo precedió fue César Atala, ex presidente del BID, ex ministro de Industrias y ex embajador del Perú en Washington, y que en algún momento fuera denominado como el factótum económico del gobierno aprista.

Pero existen también otras figuras políticas provenientes de esta colonia asociada al mundo de los negocios, como el ex senador, Miguel Angel Mufarech, y el alcalde del Callao, Alex Kouri.

Si no en el cogollo de la política, en otros dominios de la vida pública hay también figuras de la colonia como Salvador Majluf y Eduardo Farah, ex presidentes de la Sociedad Nacional de Industrias; Javier Abugattas, Roberto Abusada y Alfredo Jalilie, altos asesores del ministerio de Economía. Y en otros campos, menos agitados, el filósofo Juan Abugattas, el olímpico Juan Giha, el ex seleccionado y entrenador Juan Carlos Oblitas Saba y la modelo y actriz Vanessa Saba .

Detrás de la mayoría de todos estos personajes hay un pasado común que se remonta a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, cuando el imperio Otomano dominaba todo el Oriente medio.

Entonces muchas familias de Líbano y de Palestina, principalmente de los pueblos cristianos de Beit Jala y Belén, se sentían presionadas por el poder turco musulmán. La discriminación que sufrían los cristianos y los altos impuestos que cobraban, así como la escasez de tierras, fueron algunos de los motivos que actuaron como acicate de nuevos horizontes.

Así llegaron a América, en varias oleadas, familias libanesas como Mufarech, Kouri, Yapur, Succar, Bugosen, y palestinas, como Abusada, Said, Abugattas, Farah, Jalilie, Majluf, Saba, Sedan, Atala, entre otros. Muchos vinieron con pasaportes de Turquía, de ahí el inexacto apelativo de "turcos" que se utilizaba por igual para referirse a libaneses, palestinos, sirios, armenios e incluso judíos.

Farah Chehade Masso (91), uno de aquellos migrantes, cuenta que en Beit Jala "no había trabajo, eran parcelas pequeñas en donde se podía sembrar mínimas cantidades de uva, aceituna o damasco, que luego había que intentar venderlas para poder vivir". Chehade partió desde Belén al puerto de Haifa, a unos 50 kilómetros. Ahí fue de donde se embarcó en un vapor italiano hasta el puerto francés de Marsella, un viaje en el mar Mediterráneo de una semana. Ya en Marsella viajó en tren hasta Rochel, puerto a orillas del Atlántico, en donde zarpaban barcos ingleses hasta América por 55 libras peruanas. "Fueron 22 largos días cruzando el Atlántico para llegar, bajando por el cabo de Hornos, al Callao", señala Chehade.

Pero no todos tenían un destino fijo. "Uno iba al puerto de Beirut y lo único que se pedía era llegar a América, es por eso que el destino era muchas veces fortuito", señala el cónsul honorario de Líbano en el Perú, Elías Chalouhi. A veces los barcos los dejaban en cualquier puerto. Así llegaron, también, a las Antillas, a Dakar en Africa, otros a Cuba. Una vez desembarcados, muchos no tenían la alternativa para trasladarse a otro lugar de América así que se quedaban a trabajar como comerciantes, que es un oficio que llevan en la sangre. Y es que, como dice Eduardo Farah, el lema del éxito de la colonia árabe se basó en tres elementos "trabajo, disciplina y ahorro".

Del análisis de las colonias árabes en América Latina se desprende que el Perú no fue un destino principal. Según Benjamín Jarufe, secretario de la junta directiva del Club Unión Arabe Palestino, actualmente la colonia árabe en Brasil sería de siete millones; en Argentina, de alrededor de dos millones; en Chile, 350 mil; en Bolivia, cerca de 35 mil; y en el Perú, de tan sólo siete mil. La explicación es que los países con puertos atlánticos fueron los que en realidad acogieron a la primera gran ola migratoria, a fines del siglo pasado y a principios de éste, cuando el canal de Panamá aún no existía. Algo que resalta la importancia de la migración en la región, es que en América Latina ya fueron elegidos cuatro presidentes de la república con ascendencia árabe. El primero fue el colombiano Julio César Turbay Ayala, luego el ecuatoriano Abdalá Bucaram y los actuales presidentes de Ecuador y Argentina, Jamil Mahuad y Carlos Menem, respectivamente.

Así, los árabes que llegaron al Perú por esas épocas tuvieron que desembarcar en el puerto de Buenos Aires y cruzar la pampa argentina y la cordillera de los Andes, donde se bifurcaron hacia Chile en gran cantidad y, en menor número, a Bolivia. De Bolivia y Chile es que algunas familias decidieron probar suerte en el Perú, gran productor de lana en la región.

Los primeros árabes que llegaron al Perú por el sur, se asentaron principalmente en Arequipa, una ciudad muy mercantil y con oportunidades para negociar, Cuzco, Sicuani y Abancay. Muchos de los árabes que comercializaban telas, incluso a lomo de burro, fueron clientes de la conocida casa Ricketts de Arequipa. Poco a poco fueron ganándose la confianza de las grandes firmas y haciéndose fama de buenos pagadores, es el caso, por ejemplo, de las familias Kabhar y Abugattas en Arequipa. De este modo muchos dejaron de ser comerciantes ambulantes, y alquilaron locales que los convertían en verdaderos bazares, en donde se encontraba desde botones hasta trajes para novios.

Años después, ya en la segunda y tercera década del siglo, empezaron a llegar libaneses por el norte del país, quienes se asentaron en Chiclayo. Es el caso del padre del ministro Mufarech, que llegó a los dieciséis años a esta ciudad y tuvo que ingeniárselas vendiendo mercadería en las antiguas haciendas norteñas, y de la familia Kouri. Así muchas familias llegaron a surgir, consolidándose en el sector industrial. Si la primera generación de hijos de inmigrantes siguió el camino de sus padres, es decir en el comercio, la segunda generación empezó ya a acceder a las universidades. De este modo, como otras colonias, los árabes han podido contribuir al desarrollo económico, cultural y profesional del país que los acogió.

Herencia Cultural
En la arquitectura, la filosofía y la cocina persiste la huella árabe.

Juan Abugattas, profesor de filosofía en la Universidad de San Marcos y en la de Lima, nos recuerda que las huellas de la cultura árabe están presentes por todas partes en el Perú: en los balcones, la filosofía, la mazamorra y el turrón, por ejemplo.

Conocido es el papel de Averroes, el filósofo, en el pensamiento occidental. En el siglo XIII, el averroísmo conquistó centros culturales de Europa occidental. Aristóteles llegó a Santo Tomás a través de las ideas del pensador árabe. Los clásicos griegos comenzaron entonces a ser traducidos del latín y del árabe.

Gran parte de la herencia árabe vino, por supuesto, a través de los españoles. En el Perú, por otra parte, la influencia directa ha sido pequeña debido al escaso número de inmigrantes de esa procedencia. "Distinto es el caso de Brasil. Si pienso en Jorge Amado, veo que muchos de sus personajes son árabes y recuerdo que incluso él ha escrito La conquista de América por los árabes, una novela de amor pero cuyo tema es la masiva migración árabe al noroeste brasileño".

Abugattas alude al prejuicio que considera que árabe es igual a musulmán. "Musulmán", explica, "es el que profesa la religión del Islam. Pero muchos árabes son cristianos. Existe, además, una visión confusa del Medio Oriente, una visión crecientemente prejuiciosa. Se asocia la cultura de Oriente con el fanatismo".

Señala que en Europa y en Estados Unidos ha surgido un movimiento de comprensión de la historia y las ideas de los árabes. En Francia, descuella el profesor Maxime Rodinson. En Estados Unidos Noham Chomski, con su libro The Faithful Triangle, El Triángulo del Destino. Por otra parte, Edwar Said, nacido en Palestina, profesor de la literatura inglesa en la Universidad de Columbia, ha escrito Orientalismo, que es una crítica exhaustiva a los prejuicios de la academia occidental en su lectura del Oriente. Hay peruanos que están tratando de hacer lo mismo respecto a la cultura andina".

Fuente: Revista Caretas n° 1555 (Perú).

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