La ciudadanía corporativa
Por: Martín Tanaka (Politólogo)
Acaba de aparecer La ciudadanía corporativa. Política, constituciones y sufragio en el Perú (1821-1896) de Alicia del Águila (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2013). Sin ser especialista, como interesado en la historia, mi opinión es que se trata de libro fundamental para la comprensión política del siglo XIX.
El libro recorre la evolución de la condición de ciudadanía en el siglo XIX a través de sus constituciones, centrándose en el derecho al sufragio de la población indígena. La tesis central llama la atención sobre una paradoja: hubo una persistencia de tradiciones corporativas provenientes de la colonia durante la república, que dio mayores oportunidades para la participación electoral de los indígenas; por el contrario, la introducción de criterios liberales en los que la ciudadanía se asoció con la condición de alfabeto o con la posesión de rentas limitó su participación.
El libro plantea muchos temas ricos de discusión. Primero, Del Águila se suma a varios autores que, en términos generales, llaman la atención sobre la riqueza y complejidad del siglo XIX, que no puede verse como un “siglo a la deriva”, para retomar el título de un libro de Heraclio Bonilla. Segundo, el libro cuestiona una visión esquemática según la cual todo aquello vinculado a lo colonial aparece como algo negativo, y todo aquello relacionado a lo republicano como algo positivo.
Tercero, se sugiere que la postergación de la población indígena no es tanto una herencia colonial y del siglo XIX, periodo en el que, mal que bien, los indígenas tenían a su disposición diversos mecanismos para hacer sentir sus intereses. Más bien sería a finales del siglo XIX y durante el XX, que lo indígena perdería espacio, hipótesis trabajada también por Cecilia Méndez y otros. Es recién entonces cuando se consolida un Estado centralista, con un mayor peso de Lima, con un progresivo declive demográfico de la sierra sur, cuando se consolida un predominio económico de la costa. Así, a finales del siglo XIX coincidieron liberalismo, ideas positivistas y racistas, la centralidad del poder limeño frente a los poderes regionales, y todo ello marcó una suerte de retroceso para la población indígena, de modo tal que Perú fue el último país con Brasil en aceptar el voto de los analfabetos. Así, en el siglo XX, con la “república aristocrática” se acentuaría el carácter elitista del régimen político, cuestión que sería contestada por el leguiísmo primero, y por el APRA después, pero eso ya es otra historia.
Cuarto, el texto muestra también cómo el orden constitucional y legal no es irrelevante: aunque tengamos una tradición según la cual las leyes “se acatan pero no se cumplen”, sí abren puertas y posibilidades para complejos procesos de negociación y movilización. Hoy por ejemplo, que se discute la implementación de la ley de consulta previa para las poblaciones indígenas, vemos cómo la legislación abre oportunidades para la politización y reivindicación de derechos.
Fuente: Diario La República. 05 de mayo del 2013.
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