La masacre de Srebrenica
En 1995 ocho mil musulmanes fueron fusilados en la localidad de Srebrenica, en Bosnia Herzegovina. El genocidio fue liderado por Ratko Mladic, detenido la semana pasada tras 16 años de estar prófugo. Aquí un recuento de la mayor masacre étnica registrada en Europa desde el Holocausto de los judíos.
Uno de los soldados que participaron en la masacre de Srebrenica, ciudad montañosa al este de Bosnia Herzegovina, en julio de 1995, describe así el dilema fatal al que lo sometió el oficial al que debía obediencia: “Uno de los jefes nos dijo que por lo menos teníamos que matar a un musulmán para que nos entrara el gusto por matar. Bueno, yo no quería matar, pero me dijeron que si no lo hacía me mataban a mí”.
En 1992 los serbios (cristianos ortodoxos), bosnios (musulmanes) y croatas (católicos) iniciaron un conflicto bélico interno por complejas disputas étnicas, religiosas, sociales y políticas. Un año después, Srebrenica cayó bajo el control de las fuerzas serbobosnias. Bajo el estado de sitio, la ciudad se quedó sin suministro de agua, la electricidad provenía de generadores improvisados, mientras que escaseaban las medicinas y los alimentos de primera necesidad. Los militares habían destruido los suministros de agua y electricidad. En abril de 1993 la crítica situación en la ciudad llevó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a desplazar 400 cascos azules holandeses para que la custodien. Luego, Srebrenica fue declarada “área segura, libre de ataques y otras acciones hostiles”. La Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (Unprofor) solo estaba autorizada a usar la fuerza en defensa propia, y no en defensa de los civiles a los que debían proteger. El territorio se convirtió en el refugio de miles de civiles que huían de los ataques serbios. La tarde del 11 de julio de 1995, burlando la supuesta protección de la ONU, la ciudad fue capturada por el Ejército de la República Srpska liderado por Ratko Mladic y un grupo paramilitar serbio conocido como “Los Escorpiones”. Mladic recorrió las calles de la ciudad y frente a una cámara de televisión que lo acompañaba sentenció: “Aquí estamos, el 11 de julio de 1995, en la Srebrenica serbia, justo antes de un gran día para Serbia. Entregamos esta ciudad a la nación serbia, recordando el levantamiento contra los turcos. Ha llegado el momento de vengarse de los musulmanes”.
Al día siguiente, el mismo Mladic repartió chocolatines entre los niños y les prometió a los civiles que serían evacuados a una zona segura. Luego ordenó la separación de los varones en edad de combatir. De manera muy violenta, los militares obligaron a las mujeres y niñas a separarse de los hombres; los cascos azules observaban impotentes el maltrato sin poder intervenir. Estas escenas fueron mostradas por la televisión serbia y se transmitieron por todo el mundo.
Al día siguiente, todas las mujeres y niños menores de 12 años fueron trasladados en buses a un territorio cercano y los hombres de Mladic les dijeron que se reencontrarían con sus familiares. A los hombres y niños que permanecieron en la cuidad les dijeron que serían interrogados por posibles crímenes de guerra. Los esposaron, les vendaron los ojos y los condujeron a una granja cercana. Al bajar del autobús los esperaba un pelotón de fusilamiento integrado por Aleksandar Cvetkovic, un ex miembro del 10° Destacamento de Sabotaje del Ejército Serbo-Bosnio (VRS), junto con otros siete soldados. La masacre duró diez horas. El saldo: cerca de 8 mil hombres, de entre 12 y 77 años, imposibilitados de escapar, murieron.
Mientras las matanzas se efectuaban en las afueras de la ciudad, la población vivía amenazada bajo una campaña de terror por parte del Ejército. Los refugiados podían ver a los soldados incendiando las casas y robando a quien les provocaba. Allí también se cometieron más ejecuciones; esta vez incluyeron a mujeres y niños menores de 12 años.
Una situación similar se vivía al mismo tiempo en Potocari, una ciudad a 6 kilómetros de Srebrenica. Un testigo señaló haber visto una pila de 30 cuerpos detrás del edificio del transporte. También presenció cómo los soldados serbios ejecutaron a decenas de refugiados musulmanes y después cargaron sus cuerpos sobre un vehículo. El número de los asesinatos en Potocari jamás fue contabilizado.
Más atrocidades
Srebrenica no fue el único escenario en el que Mladic ordenó asesinatos. Siguiendo el lema “Por una Serbia étnicamente pura” ideado por Slobodan Milosevic, ex presidente serbio, el jefe militar cometió un sinnúmero de asesinatos. Mladic también dirigió el asedio más prolongado en la historia de la guerra moderna. Durante 43 meses –entre el 5 de abril de 1992 y el 29 de febrero de 1996–, los soldados cortaron las líneas de agua, luz y el tránsito de alimentos de los habitantes de Sarajevo. El cerco pretendía hostigar y aterrorizar a una población de 350.000 musulmanes, serbios, judíos y croatas como estrategia para lograr su rendición.
Hubo 12 mil muertos y 50 mil heridos. El 90% de las muertes fue lejos del frente, en las calles.
“Fue Serbia. Fueron mis tropas, por su cuenta, las que mataron. Yo ordené evacuaciones”, declaró Ratko Mladic luego de ser arrestado el 26 de mayo en la casa de un primo al norte de Belgrado. Quien hasta antes de su captura era el fugitivo más buscado de Europa se declara ahora inocente.
En 1996 fue acusado de crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional de La Haya para la ex Yugoslavia. Mladic vivió en un barrio de clase alta en Belgrado hasta el 2002, protegido por Milosevich, ex presidente de Yugoslavia. Luego huyó y no se supo de él hasta hace una semana. “Después de 16 años de espera, para nosotros, familiares de las víctimas, es un alivio”, dijo Hajra Catic, presidenta de la asociación Mujeres de Srebrenica. La caída de Mladic conforta a millones pero inevitablemente remueve los recuerdos que dejó la masacre más grande registrada en Europa después de la II Guerra Mundial.
¿Héroe nacional?
Diez mil personas protestaron el 29 de mayo en Banja Luka, capital de Serbobosnia, por el arresto de Mladic. “Él no es un criminal, no ordenó los asesinatos. Defendió a su pueblo de manera honorable, justa y profesional”, dijo uno de los manifestantes.
La marcha fue convocada por los veteranos de guerra. Quienes lo defienden recuerdan episodios de la guerra de Bosnia en la que ellos también fueron víctimas. Entre los manifestantes se encontraban el actual vicepresidente Emil Vlajki y miembros del Parlamento serbobosnio, entre ellos el líder del Partido Democrático, Mladen Bosic.
El carnicero
Origen. Ratimir Mladic Lalatovi nació en la actual Bosnia Herzegovina el 12 de marzo de 1942.
Infancia. Cuando tenía dos años, su padre murió a manos de croatas aliados a los nazis.
Formación. Fue criado en la antigua Yugoslavia en un ambiente bélico con formación nacionalista.
Estudios. A los 15 años ingresó al Ejército. Tuvo una carrera militar exitosa, se graduó con el número uno de su promoción.
Militar. Fue el oficial más joven de su época. Comenzó como subteniente, luego fue ascendido a jefe del Departamento de Educación del Tercer Distrito Militar de Skopje.
Familia. Se casó con Bosa Mladic, con quien tuvo dos hijos, Darko y Ana. Su hija se suicidó a los 23 años en 1994 tras enterarse de las acusaciones de genocidio que recayeron sobre su padre.
3 comentarios:
Hola Eddy, ese verano de 1995 estaba yo visitando Polonia, muy impresionado viendo el campo de exterminio de Austwich-Berkenau, sus cámaras de gas, etc. También los guetos de Varsovia y de Cracovia. Ese verano, toda Europa celebraba el cincuenta aniversario del final de la II Guerra Mundial y el final de Hitler y el nazismo. Todo era felicidad y vacaciones y, sin embargo, a pocos kilómetros, relativamente de la turística y apacible Plaza de San Marcos, se daba la mayor matanza en suelo europeo desde hacía esos 50 años. Al menos se ha hecho justicia y se le ha detenido y se ha demostrado que casi nada ya es gratis...y menos el crimen genocida.
Saludos y suerte para el Perú de Ollanta.
Tu amigo Juan desde Madrid.
Querido amigo.
La lucha por la democracia y los derechos humanos es lo que nos dignifica y hace verdaderos ciudadanos.
Los genocidios no forman parte de la historia, sino del presente histórico. Palestina y algunas regiones de África, son evidencia de ello. El silencio e inacción de nuestros gobiernos y nosotros mismos siempre será cómplice frente a estos hechos.
Lo ocurrido en Serbia nos dan cuenta de que la memoria histórica no tiene sentido si no va acompañada de acciones concretas para frenar a personas como Slobodan Milošević y Ratko Mladic.
Un abrazo desde esta Lima llena de esperanza.
Eddy.
La pena de muerte por lo menos aliviaría la sed de justicia provocada por tan gran masacre.Pero somos tan hipocritas que si un comando ejecuta a este asesino lo vemos bien, pero no el que se le ejecute tras un proceso justo.
sustine hefalu
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