Elecciones, democracia y derechos humanos
Manuel Rodríguez Cuadros
Ex canciller del Perú. Actual embajador en Bolivia
Es bueno recordar en los procesos electorales que se avecinan los valores esenciales de la democracia. Las elecciones libres y justas son un componente esencial de todo régimen democrático. Pero, no obstante que otorgan la legitimidad al origen del gobierno, no definen a la democracia como forma de organización de la sociedad, la estructura del Estado y el ejercicio del poder. Las elecciones libres y justas son un subproducto del derecho humano de los ciudadanos a elegir y ser elegidos. El fundamento real y último de la democracia son los derechos humanos. En esta concepción, la sociedad democrática, el Estado democrático y el régimen político democrático son una consecuencia del ejercicio y la realización de los derechos humanos. Los derechos humanos no se derivan del régimen democrático. Al revés. Los derechos humanos son el fundamento de la democracia. Ésta existe para que los derechos humanos se respeten y realicen.
No es que la democracia genere el derecho a la libertad. El derecho a la libertad requiere para su goce un régimen democrático. Por esa razón el Estado de derecho es inherente a la democracia. La salud, la vivienda, la Educación son derechos humanos que en la democracia deben ser realizados como una obligación del Estado y la sociedad, incluyendo en ésta a los mercados. Son bienes públicos.
Cuando la democracia se funda en los derechos humanos, ella misma es un derecho humano pues, como señaló Hannah Arendt, permite proteger y realizar los demás derechos. La democracia supone una manera de organizar el Estado y la sociedad y las interrelaciones entre sociedad política y sociedad civil, que asegure la realización de todos los derechos de la población: los derechos civiles y políticos, respecto de los cuales el Estado y la sociedad tienen la obligación de no interferir o coartar su ejercicio; pero también los derechos económicos, sociales y culturales, respecto de los cuales el Estado y la sociedad tienen una obligación de hacer. Es responsabilidad del Estado y la sociedad la realización del derecho al trabajo en condiciones satisfactorias y equitativas, a la salud, a la alimentación, a la Educación gratuita, por lo menos en los ciclos iniciales, a un salario digno y equitativo, a la seguridad social, a la vivienda digna, a la vida e identidad cultural, al derecho de los pueblos indígenas (quechuas, aymaras y amazónicos), a su identidad, a sus tierras, a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, y el derecho a que participen plenamente en la vida política, económica, social y cultural del estado peruano.
En fin, los peruanos y peruanas en su diversidad cultural y étnica tienen el derecho humano, reconocido por el derecho internacional, a un orden social y a un Estado que sin exclusión ni discriminación otorgue a todos la posibilidad de vivir en una sociedad que recupere el sentido solidario del bien común, las identidades étnicas y culturales del país plural, la práctica democrática basada en el empoderamiento ciudadano de todos, no sólo de algunos. En este contexto, la indispensable buena salud de las variables macroeconómicas no son un fin en sí mismo, sino un medio para la construcción de una sociedad con libertades, equidad social, pluralidad étnica-cultural e identidad nacional. Esta promesa de la vida peruana - siempre en el pensamiento de Basadre- no es posible de obtener con la actual Constitución.
Fuente: Diario La Primera. Lunes 15 de Febrero del 2010.
Manuel Rodríguez Cuadros
Ex canciller del Perú. Actual embajador en Bolivia
Es bueno recordar en los procesos electorales que se avecinan los valores esenciales de la democracia. Las elecciones libres y justas son un componente esencial de todo régimen democrático. Pero, no obstante que otorgan la legitimidad al origen del gobierno, no definen a la democracia como forma de organización de la sociedad, la estructura del Estado y el ejercicio del poder. Las elecciones libres y justas son un subproducto del derecho humano de los ciudadanos a elegir y ser elegidos. El fundamento real y último de la democracia son los derechos humanos. En esta concepción, la sociedad democrática, el Estado democrático y el régimen político democrático son una consecuencia del ejercicio y la realización de los derechos humanos. Los derechos humanos no se derivan del régimen democrático. Al revés. Los derechos humanos son el fundamento de la democracia. Ésta existe para que los derechos humanos se respeten y realicen.
No es que la democracia genere el derecho a la libertad. El derecho a la libertad requiere para su goce un régimen democrático. Por esa razón el Estado de derecho es inherente a la democracia. La salud, la vivienda, la Educación son derechos humanos que en la democracia deben ser realizados como una obligación del Estado y la sociedad, incluyendo en ésta a los mercados. Son bienes públicos.
Cuando la democracia se funda en los derechos humanos, ella misma es un derecho humano pues, como señaló Hannah Arendt, permite proteger y realizar los demás derechos. La democracia supone una manera de organizar el Estado y la sociedad y las interrelaciones entre sociedad política y sociedad civil, que asegure la realización de todos los derechos de la población: los derechos civiles y políticos, respecto de los cuales el Estado y la sociedad tienen la obligación de no interferir o coartar su ejercicio; pero también los derechos económicos, sociales y culturales, respecto de los cuales el Estado y la sociedad tienen una obligación de hacer. Es responsabilidad del Estado y la sociedad la realización del derecho al trabajo en condiciones satisfactorias y equitativas, a la salud, a la alimentación, a la Educación gratuita, por lo menos en los ciclos iniciales, a un salario digno y equitativo, a la seguridad social, a la vivienda digna, a la vida e identidad cultural, al derecho de los pueblos indígenas (quechuas, aymaras y amazónicos), a su identidad, a sus tierras, a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, y el derecho a que participen plenamente en la vida política, económica, social y cultural del estado peruano.
En fin, los peruanos y peruanas en su diversidad cultural y étnica tienen el derecho humano, reconocido por el derecho internacional, a un orden social y a un Estado que sin exclusión ni discriminación otorgue a todos la posibilidad de vivir en una sociedad que recupere el sentido solidario del bien común, las identidades étnicas y culturales del país plural, la práctica democrática basada en el empoderamiento ciudadano de todos, no sólo de algunos. En este contexto, la indispensable buena salud de las variables macroeconómicas no son un fin en sí mismo, sino un medio para la construcción de una sociedad con libertades, equidad social, pluralidad étnica-cultural e identidad nacional. Esta promesa de la vida peruana - siempre en el pensamiento de Basadre- no es posible de obtener con la actual Constitución.
Fuente: Diario La Primera. Lunes 15 de Febrero del 2010.
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