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Perú-Chile: prohibir el uso de la fuerza
Manuel Rodríguez Cuadros ( Ex ministro de RR.EE )
La defensa nacional tiene componentes militares y jurídicos. En lo militar, es indispensable potenciar las fuerzas armadas . A partir de esta premisa he hecho la propuesta – en el componente jurídico de la defensa- para que el Perú y Chile suscriban un tratado de renuncia al uso y a la amenaza del uso de la fuerza. La propuesta ha generado algunas reacciones. Y es bueno explicarla. En nuestros días el uso de la fuerza está prohibido (Art. 2.4 de la Carta de la ONU). Sólo hay dos excepciones: el uso de la fuerza por las propias Naciones Unidas y la legítima defensa, individual o colectiva, frente a un ataque armado.
Sin embargo, la interpretación de esta norma no es unívoca. La existencia y el responsable de la agresión siempre se discuten. Hay, también, una tendencia a justificar el uso de la fuerza por razones humanitarias (Somalía 1992 y Ruanda 1994) o cuando un estado usa de la fuerza para proteger a sus nacionales, sus bienes e inversiones radicados en otro estado, Gran Bretaña en Suez (1956), Bélgica en el Congo (1964) o Israel en Entebbe (1977).
Llevar la prohibición multilateral del uso de la fuerza a tratados bilaterales es, por eso, una práctica indispensable que permite eliminar las “flexibilidades” en la interpretación de la prohibición multilateral. Es una opción no sólo de paz, sino de confianza política y de estabilidad, indispensables para una relación bilateral sana. Especialmente en el caso de países limítrofes con una historia convulsa.
Muchos países lo han hecho aún no siendo limítrofes. España, por ejemplo, en sus tratados con Argelia (2002) y Filipinas (2000). Pero el caso que más nos toca es el Tratado de Paz y Amistad firmado el 8 de enero de 1984, precisamente, por Chile y la Argentina con la garantía del Vaticano, cuyo Art. 2 establece la obligación de “abstenerse de recurrir directa o indirectamente a toda forma de amenaza o uso de la fuerza “. Teniendo Chile sólo dos vecinos, no son necesarias más palabras para sostener e impulsar la iniciativa.
La defensa nacional tiene componentes militares y jurídicos. En lo militar, es indispensable potenciar las fuerzas armadas . A partir de esta premisa he hecho la propuesta – en el componente jurídico de la defensa- para que el Perú y Chile suscriban un tratado de renuncia al uso y a la amenaza del uso de la fuerza. La propuesta ha generado algunas reacciones. Y es bueno explicarla. En nuestros días el uso de la fuerza está prohibido (Art. 2.4 de la Carta de la ONU). Sólo hay dos excepciones: el uso de la fuerza por las propias Naciones Unidas y la legítima defensa, individual o colectiva, frente a un ataque armado.
Sin embargo, la interpretación de esta norma no es unívoca. La existencia y el responsable de la agresión siempre se discuten. Hay, también, una tendencia a justificar el uso de la fuerza por razones humanitarias (Somalía 1992 y Ruanda 1994) o cuando un estado usa de la fuerza para proteger a sus nacionales, sus bienes e inversiones radicados en otro estado, Gran Bretaña en Suez (1956), Bélgica en el Congo (1964) o Israel en Entebbe (1977).
Llevar la prohibición multilateral del uso de la fuerza a tratados bilaterales es, por eso, una práctica indispensable que permite eliminar las “flexibilidades” en la interpretación de la prohibición multilateral. Es una opción no sólo de paz, sino de confianza política y de estabilidad, indispensables para una relación bilateral sana. Especialmente en el caso de países limítrofes con una historia convulsa.
Muchos países lo han hecho aún no siendo limítrofes. España, por ejemplo, en sus tratados con Argelia (2002) y Filipinas (2000). Pero el caso que más nos toca es el Tratado de Paz y Amistad firmado el 8 de enero de 1984, precisamente, por Chile y la Argentina con la garantía del Vaticano, cuyo Art. 2 establece la obligación de “abstenerse de recurrir directa o indirectamente a toda forma de amenaza o uso de la fuerza “. Teniendo Chile sólo dos vecinos, no son necesarias más palabras para sostener e impulsar la iniciativa.
Fuente: La Primera
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