La victoria
gloriosa de Tarapacá
La captura del
Monitor Huáscar y la muerte heroica del almirante Miguel Grau en el Combate de
Angamos, donde un solo buque se enfrentó a toda la escuadra enemiga, determinó
que Chile consiguiera la supremacía en el mar que Grau la había mantenido
inexpugnable frente a los invasores, hundiendo a cuanto buque chileno se
atreviera a entrar, por espacio de ocho meses, lapso en que facilitó el
abastecimiento de armamento, municiones, víveres y el traslado de tropas
patriotas hasta las bases operativas del Primer Ejército del Sur.
Julio del Carpio Gallegos Tnte. Crnl. EP (r)
La correlación de fuerzas se inclinó
a favor de los invasores con el desembarco de un ejército de 10 mil soldados
chilenos en Pisagua, registrado el 02 de noviembre de 1879, destinado a
penetrar el interior del departamento de Tarapacá para consolidar sus
posiciones y controlar las vías de comunicación y suministros.
En este contexto, se produjeron dos
acciones militares de distinta importancia: un encuentro de caballería, el seis
de noviembre de 1879, muy limitado en Germania, conocido en la historia como el
combate de Germania o Combate de Agua Santa, en el que una unidad de la
caballería chilena venció a otra de la caballería aliada comandada por el
Teniente Coronel José Sepúlveda, que se encontraba en la retaguardia del
ejército aliado.
A este revés, siguió una batalla en
el cerro San Francisco o Dolores, el día 19 del mismo mes, en el que los
aliados fueron rebasados debido a un apresuramiento del batallón boliviano
Illimani de iniciar el ataque, seguido de un ataque patriota desordenado que
facilitó que muchos combatientes peruanos murieran al ascender el cerro bajo
una lluvia de fuego enemigo.
Por si esta cadena de reveses fuera
poco, el ejército boliviano, al mando del general Hilarión Daza, optó por la
retirada de Camarones, para dirigirse a Arica sin enfrentar batalla alguna.
PLAN DE LOS
INVASORES
Producto de todo lo anterior, el
ejército peruano inició un repliegue hacia Tiliviche, para luego marchar hacia
el puerto de Arica, con el fin de reunirse con las fuerzas aliadas que se
encontraban en esta posición.
La retirada de las tropas peruanas a
través del inclemente desierto de Atacama, el más árido del mundo donde las
temperaturas promedio oscilan en rangos de 50 grados, constituyen una página
épica en la historia universal solo comparable a las campañas de Aníbal y su
ejército, que recorrieron a campo traviesa los Pirineos y los Alpes con el
objetivo de conquistar el norte de Italia.
El Primer Ejercito del Sur, después
de atravesar la pampa de Tamarugal, ahogado por la sed, exhausto por el
cansancio, arribó a la quebrada de Tarapacá, donde las tropas hicieron un alto
para darse un descanso en su marcha hacia Arica, meta distante a 500
kilómetros, a la que para llegar tendrían que atravesar terrenos desérticos
desprovistos de recurso alguno, sin abastecimientos, sin línea de
comunicaciones y acosado por un enemigo inmensamente superior en efectivos y
armamento de última generación.
El General en Jefe del Ejército
chileno, Manuel Bulnes, al tener conocimiento de la vulnerable situación en que
se encontraban las Fuerzas Peruanas decidió enviar un Ejército de 3,500 hombres
para aniquilarlos en el fondo de la quebrada de Tarapacá.
La fecha elegida fue el 27 de
noviembre de 1879 y consistía en lanzar una maniobra de doble envolvimiento a
cargo de tres divisiones para sorprender a los peruanos en el fondo de la
quebrada. La primera, al mando del coronel Ricardo Santa Cruz, desencadenó su
ataque desde la posición de Huarasiña, la 2da. División, al mando del coronel
Eleuterio Ramírez atacó por el flanco que domina el pueblo, completando el
cerco con la 3ra División, al mando del general Luis Arteaga, cuya misión era
cortar la retirada de las fuerzas que escaparan al aniquilamiento del grueso.
REACCIÓN PERUANA
Para que el plan de ataque resultara
como estaba previsto, era necesario: 1) que las tres divisiones chilenas
salieran a distintas horas para llegar a las posiciones prefijadas de manera
sincronizada, y, 2) el factor sorpresa, pero ésta contra todos sus planes se
desvaneció, debido a que la tropa de Santa Cruz quedó a la vista de los
peruanos que notaron su presencia de inmediato. Los patriotas se dieron cuenta
del peligro que los amenazaba y comprendieron en pocos minutos el plan de los
atacantes. Rápidamente se impartieron las órdenes respectivas para sacar a sus
tropas del fondo de la quebrada y llevarlas a la parte alta donde ofrecerían
batalla en mejores condiciones.
Las fuerzas peruanas reaccionaron con
celeridad y organizaron inicialmente una defensa móvil. La 2da División al
mando del coronel Andrés Avelino Cáceres contraatacó y escaló los casi inaccesibles
cerros, al llegar a la cumbre en una lucha cuerpo a cuerpo rechazó el ataque
del enemigo; los valerosos soldados del Batallón "Zepita" en una invencible carga a la bayoneta
lograron apoderarse de 4 cañones Krupp, continuaron su avance despojándose de
sus viejos rifles Chassepot y recogiendo los fusiles Komblain que arrojaban los
chilenos en su desesperada fuga, con los cuales les ocasionaron fuertes bajas.
La 3ra. División, al mando del
Coronel Francisco Bolognesi contraatacó a la división chilena que se encontraba
en las alturas de Huarasiña y después de un prolongado combate los desalojó de
la posición que ocupaban poniéndolas en fugas, destacando la acción del Guardia
Mariano de los Santos del Batallón "Guardias de
Arequipa", quien logró capturar el Estandarte de Guerra del Regimiento chileno
2do de Línea.
No se contaba con caballería ni
artillería. En total eran 4.486 hombres. Los oficiales peruanos eran de
reconocida capacidad, entre los que se destacaban Justo Pastor Dávila, Andrés
Avelino Cáceres, Miguel Ríos, Belisario Suárez, Alfonso Ugarte, Francisco
Bolognesi y Roque Sáenz Peña, todos bajo el mando de Juan Buendía, general en
jefe de los ejércitos del Sur.
VICTORIA PERUANA
El tenaz combate luchado
encarnizadamente se decidió cuando la División Peruana "Vanguardia", al mando del coronel Justo Pastor
Dávila, que llegaba de Pachica, realizó un vigoroso ataque que hizo huir en
desbandada al ejército chileno, el que no fue aniquilado debido a que las
fuerzas patriotas no tenían escuadrones de caballería y artillería de campaña
para efectuar la persecución y explotación del éxito.
Al atardecer el campo de batalla
quedo en poder de las tropas peruanas que infligieron al ejército chileno su
más grande derrota en la Guerra del Pacífico, ocasionándole 534 muertos, 179
heridos, 66 prisioneros, captura de 6 cañones Krupp y 2 cañones La Hitt, el
Estandarte de Guerra del 2do de Línea, numerosas banderas, armamento,
municiones, víveres, pertrechos, la ambulancia, etc. El ejército peruano solo
tuvo 236 muertos y 261 heridos.
Producto del cansancio y tensión de
la jornada, sin proponérselo ninguno de los dos bandos, se produjo una tregua.
Las ambulancias de ambos bandos recogían a los heridos y se contabilizaban las
bajas. A pesar de haber sido una victoria, el ejército peruano, al término de
la batalla, quedó sin pertrechos para permanecer en Tarapacá y ofrecer
resistencia a una segunda embestida de los invasores.
La intensidad del combate había
vaciado las cartucheras de los soldados. Las pérdidas de oficiales en la
batalla de la mañana fueron considerables y se necesitaba reorganizar el mando
casi completamente. Los invasores derrotados estaban totalmente desorientados
respecto a lo que estaba sucediendo en realidad y no tomaron medidas especiales
de defensa ni de repliegue. Las tropas de Arteaga se replegaron a Negreiros al
día siguiente. Ese mismo día las tropas peruanas marchaban a Arica a escribir,
con la entrega de sus propias vidas, la defensa de la Patria y a llenarse de
infinita gloria en las batallas del Campo de la Alianza y en la defensa de
Arica.
Un sector del Perú oficial ha
olvidado, adrede, fechas tan importante como la batalla de Tarapacá, orgullo de
la infantería peruana y de los pueblos que luchan por un destino libertario.
Ecos de la derrota de los invasores
La noticia de la derrota sufrida por
el ejército chileno en Tarapacá produjo en Chile estupor e indignación. El
historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna cita: "Eran las doce del día y la Batalla de Tarapacá estaba perdida,
Zapadores, Chacabuco y la Artillería de Marina habían sido rechazados en toda
la línea y 8 cañones quedaron en poder del enemigo (?) con estos y con nuestros
propios proyectiles se hizo fuego a nuestras tropas (?) La derrota de las dos
primeras Divisiones era por tanto completa. Los pocos sobrevivientes
retrocedían (?) cuando fueron alcanzados por las Divisiones Peruanas que
llegaban de Pachica y entonces el pánico se apoderó de todos y las laderas del
Huarasiña cubrieronse de fugitivos".
Fuente: Diario La Primera. 27 de noviembre del 2013.
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