La Pepa: 200 años
Por: Antonio Zapata Velasco (Historiador)
El 19 de marzo de 1812 en Cádiz se proclamó la primera Constitución española; era el día de San José y recibió el nombre de la Pepa. Fue una Constitución liberal que llegó a regir en América colonial y recibió entusiasta apoyo criollo. Los partidarios de Cádiz constituyeron un tercer partido, entre la independencia y el absolutismo; su carta finalmente se perdió y han sido olvidados, pero en su momento fueron una opción que avanzó bastante y solo se rindieron ante poderosas fuerzas externas que los rebalsaron. Veamos la historia.
Los acontecimientos se precipitaron tras la invasión napoleónica de la Península Ibérica, la prisión de sus reyes y la proclamación de José Bonaparte como nuevo rey de España. Los franceses fueron rechazados en diversos lugares y se inició la guerra que los historiadores peninsulares llaman “independencia”, contra la invasión francesa. Los pueblos españoles formaron Juntas, para gobernar en nombre del rey Fernando VII, que se hallaba preso de Napoleón. Ese movimiento juntista llegó a América y con su extensión comenzaron las guerras latinoamericanas por la emancipación.
Hubo Juntas en todas las ciudades importantes de Hispanoamérica, salvo en México y Lima. Las capitales de los viejos virreinatos fueron inmunes al proceso político que estremeció al resto de la región. Aunque, en el interior de ambos virreinatos también hubo rebeliones contra el poder central. En el caso del Perú, los insurgentes se levantaron en Tacna, Huánuco y Cusco.
¿Por qué los criollos de los virreinatos más antiguos fueron más conservadores? Los historiadores han encontrado que hubo razones negativas y también estímulos positivos. Entre las primeras destaca el miedo al indio. Los criollos habrían actuado movidos por el temor a una sublevación indígena que alterara el orden social, si se cuestionaba el vínculo político con España. Por su lado, el principal estímulo positivo fue la convocatoria a Cortes, para redactar la Constitución cuya aprobación cumple 200 años.
Es decir, cuando los franceses habían ocupado las dos terceras partes de la Península y la resistencia era desesperada, los españoles abrieron una oportunidad de participación política. La Constitución de Cádiz establecía una monarquía constitucional, cuyo congreso sería integrado por diputados provenientes de España y de Hispanoamérica, electos en pie de igualdad.
Los criollos de una buena parte del Perú, y sobre todo de Lima, optaron por esa propuesta política, buscando reformar las relaciones con España antes que separarse de ella. La temprana opinión pública letrada estuvo a favor de la igualdad con las provincias peninsulares y lograr un tratamiento no como colonia sino como reino. A su vez, buscaron influir en España y no limitarse a la esfera local.
Así, el criollo peruano Vicente Morales Duárez presidió algunas sesiones de las Cortes y otro limeño, José Baquíjano y Carrillo, fue electo miembro del Consejo de Regencia, que ejercía el Poder Ejecutivo en nombre del rey preso. Preferían ser “cola de león antes que cabeza de ratón”. Quisieron cogobernar España, en vez de independizar un país andino bañado por el lejano océano Pacífico.
La primera fase de la guerra de emancipación fue ganada por los reformistas. Su suerte se tornó adversa cuando cayó Napoleón y fue liberado el rey de España. Al llegar a Madrid, Fernando VII restableció el absolutismo, derogó la Constitución de Cádiz y apresó a los liberales, que habían resistido en su nombre la invasión francesa. Ahí se terminó la chance de los criollos reformistas, su liderazgo fue disuelto por la represión y carecieron de respuesta.
Después del regreso de Fernando VII, la guerra de emancipación pasó a ser librada por los polos extremos, independencia versus absolutismo; mientras que, la carta tercerista e intermedia de la reforma era dejada de lado. Por ello, los criollos de Lima llegaron apocados a 1821, la apuesta de su corazón había sido derrotada de antemano. Ellos habían sido los hombres de la Pepa.
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