Veinte Años sin la URSS
Por: Eduardo Dargent (Politólogo)
Hace veinte años, por estas fechas, presenciábamos el colapso acelerado de la URSS. El final fue en enero de 1992, pero el sistema ya era un cadáver después del fallido golpe de Estado de agosto de 1991, promovido por el ala dura del partido comunista contra Mikhail Gorbachov. Sin capacidad de controlar a las diversas repúblicas que demandaban su independencia ni a la oposición Rusa, Gorbachov observaba resignado la caída del imperio soviético.
Los expertos en el tema todavía discuten qué pasó. Todos concuerdan en que el sistema estaba en crisis. Una economía ineficiente no le permitía mantener el paso frente a sus rivales del Oeste y su legitimidad era ya muy baja. Pero no todos coinciden en las causas de la caída.
Para algunos, como Martin Malia, las razones del colapso son estructurales y se pueden rastrear hasta Lenin y Stalin. Al haber concentrado todo el poder en el Estado, el Partido Comunista produjo ineficiencia, represión y un sistema incapaz de auto-reformarse. Del otro lado hay quienes, como Jerry Hough, atribuyen toda la responsabilidad a Gorbachov y sus reformas económicas y políticas. Gorbachov quiso reformar todo el sistema al mismo tiempo, sin medir las consecuencias. La prueba de que otro pudo ser el resultado, nos dice, está en China: reformas económicas exitosas con mínimas reformas políticas.
Hay también otros debates de fondo. ¿La experiencia de la URSS invalida al Marxismo y su teoría de la historia como receta práctica? ¿Es que todo intento de construir un régimen socialista llevará inevitablemente a la concentración del poder en el Estado, ineficiencia económica y represión? ¿O es que la URSS es solo el fracaso de una vanguardia revolucionaria que tomó el poder violentamente, en un país agrario sin las condiciones necesarias para un socialismo democrático?
En este vigésimo aniversario seguro volveremos a escuchar estos y otras debates. Los legados negativos del experimento parecen claros: un Estado todopoderoso asfixia la libertad, el bienestar y la competitividad. Pero el contexto de crisis económica internacional actual seguro hará que también se debata sobre la traicionada promesa inicial de la URSS: una sociedad en la que la economía esté al servicio de la igualdad y la libertad. Muchos cuestionan hoy, con buenas razones, la receta “millonarios + débil regulación estatal” como ruta al bienestar general, uno de los sentidos comunes que intentaron derivar del colapso de la URSS algunos triunfadores de 1991. Aunque estoy en las antípodas de quienes ven en cada crisis económica signos del fin del capitalismo, creo que observaremos en los próximos años un movimiento de péndulo interesante hacia nuevos sentidos comunes.
Fuente: Diario 16 (Perú). 09-10-2011.
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