Por: Eddy W. Romero Meza (Investigador)
Desde hace miles de años, entre las diversas sociedades del mundo, las sucesiones han originado que incontables reinos o estados ingresen a complejas pugnas y defensas de intereses. Algunas veces los acuerdos y sistemas de alianzas entre bandos originaban sucesiones pacíficas, pero no pocas veces el desenlace iba unido a cruentos enfrentamientos o sanguinarias guerras civiles. Las culturas del antiguo Perú, no serán una excepción en la problemática del designamiento de nuevos mandos en los innumerables reinos y curacazgos.
Importantes estudiosos del tema, como la etnohistoriadora María Rostworowski, han descrito numerosos sistemas sucesorios aplicados entre los pueblos andinos. Lo que nos hace recordar también la imperiosa necesidad de olvidar los tradicionales sistemas de sucesión empleados por las monarquías europeas (primogenituras y mayorazgos), dado que corresponden a un esquema totalmente ajeno a la mentalidad andina. Lamentablemente este hecho fue soslayado por los cronistas de la época, y por ello es prudente tomar en cuenta lo afirmado por María Rostworowski “debemos analizar las referencias suministradas por las crónicas, en lo posible con una visión andina, no europea. Esto no se debe a una postura antiespañola, sino simplemente a una comprensión de que lo andino y lo hispano poseen tradiciones muy particulares y distintas”, en este sentido igualmente absurdo seria pretender estudiar la historia europea desde una óptica andina.
En tiempos tempranos, muchas veces el mando recaía sobre algún guerrero de valor y habilidad sobradamente demostrada. (recordemos a los Sinchis o jefes militares de los ayllus). Sin embargo esto que es generalizable a diversas etnías del mundo, toma visos diferentes en el Perú, dado el pronto surgimiento de complejos sistemas sucesorios. Así por ejemplo el criterio occidental de la primogenitura, no se toma en cuenta en la medida que muchos pueblos (el señorío chincha por ejemplo), prefieren escogen como señor o jefe, al más “virtuoso y competente”, sin importar que fuera hijo, tio, hermano o sobrino del gobernante fallecido.
Esta ausencia de primogenitura, se hace patente entre los señoríos de Piura, donde todos los hijos e hijas del curaca podían pretender el poder. Sobre esto último es interesante recordar las crónicas que mencionan la existencia en la costa norte, de reinas o mujeres curaca, (hecho que originó gran admiración entre los conquistadores), quienes gobernaban bajo el titulo de “Capullanas”. Esto sumado a la enorme influencia que tuvo la Coya en las sucesiones incaicas, demuestra lo cuestionable y erróneo que es hablar de patriarcados en el mundo andino.
Otro ejemplo de sucesión, corresponde al señorío de Lambayeque, donde destacan las “sucesiones generacionales”, es decir la transmisión del mando de hermano a hermano antes de pasar a los hijos. El poder así podía ser asumido sucesivamente por los hermanos del gobernante fallecido, hasta pasar a alguno de sus vástagos.
La ausencia de leyes especificas sobre la herencia del poder, fue causa principal para el estallido de conflictos entre algunos pueblos de los andes. Fue el caso de los incas, dado que a la muerte del “hijo del sol” o sapa inca, las panacas reales se enfrascaban en duras luchas por hacerse del poder, siendo frecuente el aniquilamiento de algunos miembros del bando enemigo.
Los cronistas del siglo XVI, dieron por sentado que en el incario, heredaba la mascaipaicha el primogenito. Sin embargo debemos recordar que esta creencia, divulgada en europa sobre todo por Garcilaso en los Comentarios Reales, obedece a la imperiosa necesidad del cronista de ajustar los hábitos sucesorios incaicos (matrilineales), a una realidad donde la sucesión patrilineal era predominante
Texto publicado en la Revista educativa y cultural "Educrítica" N° 1 (2008).
Desde hace miles de años, entre las diversas sociedades del mundo, las sucesiones han originado que incontables reinos o estados ingresen a complejas pugnas y defensas de intereses. Algunas veces los acuerdos y sistemas de alianzas entre bandos originaban sucesiones pacíficas, pero no pocas veces el desenlace iba unido a cruentos enfrentamientos o sanguinarias guerras civiles. Las culturas del antiguo Perú, no serán una excepción en la problemática del designamiento de nuevos mandos en los innumerables reinos y curacazgos.
Importantes estudiosos del tema, como la etnohistoriadora María Rostworowski, han descrito numerosos sistemas sucesorios aplicados entre los pueblos andinos. Lo que nos hace recordar también la imperiosa necesidad de olvidar los tradicionales sistemas de sucesión empleados por las monarquías europeas (primogenituras y mayorazgos), dado que corresponden a un esquema totalmente ajeno a la mentalidad andina. Lamentablemente este hecho fue soslayado por los cronistas de la época, y por ello es prudente tomar en cuenta lo afirmado por María Rostworowski “debemos analizar las referencias suministradas por las crónicas, en lo posible con una visión andina, no europea. Esto no se debe a una postura antiespañola, sino simplemente a una comprensión de que lo andino y lo hispano poseen tradiciones muy particulares y distintas”, en este sentido igualmente absurdo seria pretender estudiar la historia europea desde una óptica andina.
En tiempos tempranos, muchas veces el mando recaía sobre algún guerrero de valor y habilidad sobradamente demostrada. (recordemos a los Sinchis o jefes militares de los ayllus). Sin embargo esto que es generalizable a diversas etnías del mundo, toma visos diferentes en el Perú, dado el pronto surgimiento de complejos sistemas sucesorios. Así por ejemplo el criterio occidental de la primogenitura, no se toma en cuenta en la medida que muchos pueblos (el señorío chincha por ejemplo), prefieren escogen como señor o jefe, al más “virtuoso y competente”, sin importar que fuera hijo, tio, hermano o sobrino del gobernante fallecido.
Esta ausencia de primogenitura, se hace patente entre los señoríos de Piura, donde todos los hijos e hijas del curaca podían pretender el poder. Sobre esto último es interesante recordar las crónicas que mencionan la existencia en la costa norte, de reinas o mujeres curaca, (hecho que originó gran admiración entre los conquistadores), quienes gobernaban bajo el titulo de “Capullanas”. Esto sumado a la enorme influencia que tuvo la Coya en las sucesiones incaicas, demuestra lo cuestionable y erróneo que es hablar de patriarcados en el mundo andino.
Otro ejemplo de sucesión, corresponde al señorío de Lambayeque, donde destacan las “sucesiones generacionales”, es decir la transmisión del mando de hermano a hermano antes de pasar a los hijos. El poder así podía ser asumido sucesivamente por los hermanos del gobernante fallecido, hasta pasar a alguno de sus vástagos.
La ausencia de leyes especificas sobre la herencia del poder, fue causa principal para el estallido de conflictos entre algunos pueblos de los andes. Fue el caso de los incas, dado que a la muerte del “hijo del sol” o sapa inca, las panacas reales se enfrascaban en duras luchas por hacerse del poder, siendo frecuente el aniquilamiento de algunos miembros del bando enemigo.
Los cronistas del siglo XVI, dieron por sentado que en el incario, heredaba la mascaipaicha el primogenito. Sin embargo debemos recordar que esta creencia, divulgada en europa sobre todo por Garcilaso en los Comentarios Reales, obedece a la imperiosa necesidad del cronista de ajustar los hábitos sucesorios incaicos (matrilineales), a una realidad donde la sucesión patrilineal era predominante
Texto publicado en la Revista educativa y cultural "Educrítica" N° 1 (2008).
1 comentario:
Amigo, acabo de leer tu interesante artículo y lo voy a publicar en www.lahistoriaperuana.blogspot.com, ya que es el complemento perfecto de una revisión, a través de las crónicas, de los Incas que antecedieron a Pachacutec, que acabo de publicar... un abrazo
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