1987
Por: Eduardo Dargent (Politòlogo)
Javier Barreda, sociólogo y militante aprista, acaba de publicar “1987: Los límites de la voluntad política” (Mitin Editores). El libro, basado en la tesis de bachiller del autor, analiza la decisión de Alan García de estatizar la banca en dicho año. Propone que la medida se tomó por la ideología del joven presidente, no por cálculos de corto plazo, como señalan algunos. Una ideología que, por lo demás, era dominante en esos años: contraria a élites empresariales a las que se responsabilizaba por nuestra dependencia económica y por no invertir sus ganancias en el desarrollo del país.
Javier Barreda, sociólogo y militante aprista, acaba de publicar “1987: Los límites de la voluntad política” (Mitin Editores). El libro, basado en la tesis de bachiller del autor, analiza la decisión de Alan García de estatizar la banca en dicho año. Propone que la medida se tomó por la ideología del joven presidente, no por cálculos de corto plazo, como señalan algunos. Una ideología que, por lo demás, era dominante en esos años: contraria a élites empresariales a las que se responsabilizaba por nuestra dependencia económica y por no invertir sus ganancias en el desarrollo del país.
Prueba de que la ideología motivó la decisión sería que no se planeó adecuadamente, se hizo sin medir costos, y que fue sorpresiva para enemigos y aliados. Además, coherente con las ideas de García en su libro “El futuro diferente”, publicado pocos años antes. Alan decide dar un salto hacia adelante para transformar la sociedad peruana; un acto de voluntad política que le explotó en la cara. Tres razones por las que recomiendo leer el libro:
Primero, Barreda presenta en su primer capítulo un mundo que le parecerá extraño e ilustrativo a quien solo conoce la política actual. Un mundo en el que los sentidos comunes de buena parte de la clase política y el electorado eran favorables a medidas estatistas y redistributivas como camino necesario al desarrollo. No hablamos de una tercera vía como la entendemos hoy, sino de una posición mucho más cercana al socialismo marxista que a la socialdemocracia. Qué tremendo fue el colapso del país en esos años para que muchos de esos sentidos comunes se debilitaran.
Segundo, si bien creo que la tesis del libro se sostiene y la ideología es una motivación importante en la decisión, no hay que perder de vista que el Apra y García actuaban también motivados por la necesidad de responder al atractivo electoral de la izquierda. Ideología hubo, sin duda, pero también es interesante leer el trabajo en clave de posicionamiento electoral. Un Apra que necesitaba alejarse de su perfil derechoso del sesenta para situarse en el centro político de un Perú de ciudadanía amplia.
Tercero, el libro indirectamente dialoga con la situación antipolítica actual. Pocos extrañarán ese voluntarismo que subordina la realidad a la ideología y los buenos deseos. Pero el libro también nos hace reflexionar sobre los límites de la política actual. Una clase política débil, temerosa de la prensa, de la empresa privada y de actores ilegales. Poco ilustrada e incapaz de llevar a cabo reformas serias y sostenibles. En todos lados se cuecen habas, por supuesto, y las clases políticas de América Latina distan de ser virtuosas, pero en cualquier sistema medianamente sano hay un núcleo de actores que piensa el mediano y largo plazo, capaz de empujar reformas y controlar el cortoplacismo de otros.
En el Perú, con Congresos que se renuevan en más de 70% de elección a elección, de listas electorales que se arman cada cinco años, no nos quedan políticos pensando en grande. ¿Quién evalúa escenarios pesimistas plausibles? ¿Quién opta por reforzar instituciones para hacer más sólida la democracia y la propia continuidad de los políticos? Con políticos ideologizados e irresponsables pasamos los peores años de nuestra historia, por supuesto. Pero son ya bastante evidentes los costos de tener políticos sin ideas. Que un político escriba algo inteligente y bien argumentado como este libro es hoy motivo de sorpresa y celebración.
Mi mayor crítica al trabajo es que las secciones en que se construye el contexto son bastante más amplias que la parte más atractiva para el lector: la decisión de estatizar y la guerra abierta tras su anuncio. Se entiende la opción de Barreda, pues el contexto es crucial para su argumento, pero nos quedamos con ganas de saber más sobre esos momentos clave en la política peruana. ¿Se animará Alan García a hacerle una reseña al libro y contarnos más sobre esas zonas grises?
Fuente: Diario 16 (Perù). 05/08/2012
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