LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD (2)
“La viuda Mauricius, una dama de la más alta sociedad en Surinam, hizo atar a un árbol a una vieja esclava y azotarla hasta ocasionarle la muerte. Ella mismo explicó que lo había hecho movida por un simple capricho, ya que experimentaba un gran deseo de ver sufrir a la anciana nodriza. Varios de sus esclavos había corrido esa misma suerte: incluso tres niños pequeños de su plantación eran frecuentemente castigados en el “potro español”.
Ante la intervención de la justicia por los malos tratos la viuda admitió los hechos y respondió: “como se trata de bienes de mi propiedad, por los cuales pagué con mi dinero, puedo destruirlos”.
Las mujeres que placían al patrón, debían servirle en la cama y los niños que de esa unión nacieran iban engrosar la riqueza del propietario.
El dueño de la plantación “Arendrust” “tuvo conocimiento que uno de sus esclavos estaba enamorado de la esclava Betje, la querida del amo. Mandó a azotar al esclavo, quemarlo por todo el cuerpo y luego clavarlo a un cepo de madera. Cuando el desgraciado sucumbió a tales tormentos, lo echaron a un pozo, cubriéndolo de cal viva. Betje, que no era indiferente a los reclamos del esclavo, fue asimismo azotada hasta hacerla sangrar y sometida a quemaduras”.
Las esclavas más bellas eran alquiladas por una cantidad de dinero que debía ser entregada íntegramente al patrón.
El caso más escabroso que relata A. de Kom es el siguiente: “Claas Badouw, director de la plantación “La Rencontre” acuso injustamente a su esclavo Pierro de haber intentado envenenarlo. Pierro fue conducido a la cocina donde le seccionaron los diez dedos de las manos y los diez dedos de los pies con un afilado cincel. Seguidamente fue obligado a comérselos. Badouw tomó con su propia mano un cuchillo y le cortó una oreja al esclavo la que también tuvo que comer.
Entonces el caballero blanco empuñando una navaja le cortó la lengua y le ordenó que la tragara. Agonizando de dolor Pierro emitía algunos sonidos lo que puso furioso a Badouw que con una tenaza le arrancó el trozo de lengua que le quedaba. A continuación fue llevado al embarcadero del río y atado dentro de un viejo bote. Intentándose quemarlo vivo mediante hierba seca de la orilla, a la cual se prendió fuego. Como la hierba no producía la suficiente llama, Baudouw dio la orden de desatar al esclavo, azotarlo y enterrarlo, vivo aún, en un foso…”
Las historias pertenecen al libro de A. de Kom, “Nosotros, esclavos de Surinam” publicado por Ediciones Casa de las Américas.
Fuente: Diario Perú 21, año 2004.
Recomendado:
La esclavitud de blancos y negros. La complicidad de los reyezuelos africanos de la costa occidental.
Por: Guillermo Giacosa (Periodista)
“Una vez que el barco negrero había arribado a Surinam y, durante unos cuantos días, la alimentación había vuelto a ser aceptablemente buena, los infelices esclavos eran bañados y a continuación embadurnados con manteca y aceite; además, se les cortaba el pelo rasurándoles la cabeza de manera que quedaran formadas con el cabello que se dejaba sin cortar, toda clase de figuras como estrellas, medialunas y otras varias, con el fin de ponerlos en ridículo, expuestos a la burla y a la risa de los blancos, tan exquisitamente educados en aquellos tiempos”.
Quien escribe es Antón de Kom, surinamés nacido en 1898, descendiente directo de esclavos y estudioso de este tema. Sus relatos son tan patéticos y muestran tal brutalidad en el trato de los esclavos que cualquier relato fantasioso sobre la maldad humana, queda empequeñecido.
“Una vez que el barco negrero había arribado a Surinam y, durante unos cuantos días, la alimentación había vuelto a ser aceptablemente buena, los infelices esclavos eran bañados y a continuación embadurnados con manteca y aceite; además, se les cortaba el pelo rasurándoles la cabeza de manera que quedaran formadas con el cabello que se dejaba sin cortar, toda clase de figuras como estrellas, medialunas y otras varias, con el fin de ponerlos en ridículo, expuestos a la burla y a la risa de los blancos, tan exquisitamente educados en aquellos tiempos”.
Quien escribe es Antón de Kom, surinamés nacido en 1898, descendiente directo de esclavos y estudioso de este tema. Sus relatos son tan patéticos y muestran tal brutalidad en el trato de los esclavos que cualquier relato fantasioso sobre la maldad humana, queda empequeñecido.
“La viuda Mauricius, una dama de la más alta sociedad en Surinam, hizo atar a un árbol a una vieja esclava y azotarla hasta ocasionarle la muerte. Ella mismo explicó que lo había hecho movida por un simple capricho, ya que experimentaba un gran deseo de ver sufrir a la anciana nodriza. Varios de sus esclavos había corrido esa misma suerte: incluso tres niños pequeños de su plantación eran frecuentemente castigados en el “potro español”.
Ante la intervención de la justicia por los malos tratos la viuda admitió los hechos y respondió: “como se trata de bienes de mi propiedad, por los cuales pagué con mi dinero, puedo destruirlos”.
Las mujeres que placían al patrón, debían servirle en la cama y los niños que de esa unión nacieran iban engrosar la riqueza del propietario.
El dueño de la plantación “Arendrust” “tuvo conocimiento que uno de sus esclavos estaba enamorado de la esclava Betje, la querida del amo. Mandó a azotar al esclavo, quemarlo por todo el cuerpo y luego clavarlo a un cepo de madera. Cuando el desgraciado sucumbió a tales tormentos, lo echaron a un pozo, cubriéndolo de cal viva. Betje, que no era indiferente a los reclamos del esclavo, fue asimismo azotada hasta hacerla sangrar y sometida a quemaduras”.
Las esclavas más bellas eran alquiladas por una cantidad de dinero que debía ser entregada íntegramente al patrón.
El caso más escabroso que relata A. de Kom es el siguiente: “Claas Badouw, director de la plantación “La Rencontre” acuso injustamente a su esclavo Pierro de haber intentado envenenarlo. Pierro fue conducido a la cocina donde le seccionaron los diez dedos de las manos y los diez dedos de los pies con un afilado cincel. Seguidamente fue obligado a comérselos. Badouw tomó con su propia mano un cuchillo y le cortó una oreja al esclavo la que también tuvo que comer.
Entonces el caballero blanco empuñando una navaja le cortó la lengua y le ordenó que la tragara. Agonizando de dolor Pierro emitía algunos sonidos lo que puso furioso a Badouw que con una tenaza le arrancó el trozo de lengua que le quedaba. A continuación fue llevado al embarcadero del río y atado dentro de un viejo bote. Intentándose quemarlo vivo mediante hierba seca de la orilla, a la cual se prendió fuego. Como la hierba no producía la suficiente llama, Baudouw dio la orden de desatar al esclavo, azotarlo y enterrarlo, vivo aún, en un foso…”
Las historias pertenecen al libro de A. de Kom, “Nosotros, esclavos de Surinam” publicado por Ediciones Casa de las Américas.
Fuente: Diario Perú 21, año 2004.
Recomendado:
La esclavitud de blancos y negros. La complicidad de los reyezuelos africanos de la costa occidental.
3 comentarios:
Pete
Me la como
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