Sir Roger Casement
El visitante de las tinieblas
Hace 100 años Benjamín Saldaña Roca, un valiente periodista de Iquitos, publicó en los diarios La Felpa y La Sanción varias denuncias contra el esclavismo y el genocidio sufridos por los indígenas del Putumayo a manos de los caucheros y especialmente de Julio César Arana, uno de los principales "barones" del caucho. Incluso un año antes, en su edición de febrero de 1906, El Comercio ya recogía versiones sobre las atrocidades que se cometían no solo en la zona del Putumayo, sino también en la selva central y en Madre de Dios. El presente artículo es una semblanza de Roger Casement, un irlandés comisionado por el Gobierno Británico para investigar las denuncias contra Arana. Y en las siguientes páginas de este especial -preprado con la valiosa colaboración del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP)-, usted encontrará otros aspectos de uno de los periodos más oscuros de nuestra historia republicana.
Por: Manuel Cornejo Chaparro
Investigador del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP)
A fines del siglo XIX se encontraron en África dos hombres que verían relacionadas sus vidas a través de los años: el funcionario británico Roger Casement y el capitán polaco Joseph Korzeniowsky, ambos compartieron una habitación durante un par de semanas. En esas noches Casement narró incontables historias sobre la selva tenebrosa y el atroz sistema esclavista de Leopoldo II que luego aquel capitán, conocido posteriormente como Joseph Conrad -junto con otras historias que escuchó de funcionarios y lugareños- volcó en su obra maestra El Corazón de las Tinieblas.
El genocidio cometido por Leopoldo II en el Congo para obtener caucho y marfil fue de tal magnitud que se inició una campaña internacional para denunciarlo. Entre los que apoyaron esta iniciativa se encontraban el rey británico Eduardo VII, el escritor Mark Twain, Theodore Roosevelt, Joseph Conrad y el propio Casement, cuyo informe de 1903 estremeció a toda la sociedad internacional. Con esas denuncias Roger Casement, vicecónsul británico del Congo, se convirtió para el mundo de entonces en un héroe. Su informe propició la caída de Leopoldo II y el fin de esa nefasta época.
UNA VIDA
El visitante de las tinieblas
Hace 100 años Benjamín Saldaña Roca, un valiente periodista de Iquitos, publicó en los diarios La Felpa y La Sanción varias denuncias contra el esclavismo y el genocidio sufridos por los indígenas del Putumayo a manos de los caucheros y especialmente de Julio César Arana, uno de los principales "barones" del caucho. Incluso un año antes, en su edición de febrero de 1906, El Comercio ya recogía versiones sobre las atrocidades que se cometían no solo en la zona del Putumayo, sino también en la selva central y en Madre de Dios. El presente artículo es una semblanza de Roger Casement, un irlandés comisionado por el Gobierno Británico para investigar las denuncias contra Arana. Y en las siguientes páginas de este especial -preprado con la valiosa colaboración del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP)-, usted encontrará otros aspectos de uno de los periodos más oscuros de nuestra historia republicana.
Por: Manuel Cornejo Chaparro
Investigador del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP)
A fines del siglo XIX se encontraron en África dos hombres que verían relacionadas sus vidas a través de los años: el funcionario británico Roger Casement y el capitán polaco Joseph Korzeniowsky, ambos compartieron una habitación durante un par de semanas. En esas noches Casement narró incontables historias sobre la selva tenebrosa y el atroz sistema esclavista de Leopoldo II que luego aquel capitán, conocido posteriormente como Joseph Conrad -junto con otras historias que escuchó de funcionarios y lugareños- volcó en su obra maestra El Corazón de las Tinieblas.
El genocidio cometido por Leopoldo II en el Congo para obtener caucho y marfil fue de tal magnitud que se inició una campaña internacional para denunciarlo. Entre los que apoyaron esta iniciativa se encontraban el rey británico Eduardo VII, el escritor Mark Twain, Theodore Roosevelt, Joseph Conrad y el propio Casement, cuyo informe de 1903 estremeció a toda la sociedad internacional. Con esas denuncias Roger Casement, vicecónsul británico del Congo, se convirtió para el mundo de entonces en un héroe. Su informe propició la caída de Leopoldo II y el fin de esa nefasta época.
UNA VIDA
Roger Casement nació en Dublín en 1864, perdió a sus padres cuando era joven y fue criado por un tío. Aunque fue funcionario británico, tenía desde siempre un compromiso con la independencia de su tierra natal, Irlanda. Para Michael Taussig el apego de Casement a la causa libertaria irlandesa y su rechazo al imperialismo británico propició que su labor casi vitalicia como cónsul y su experiencia diplomática profundizaran su comprensión sobre los efectos del colonialismo en Irlanda.
Casement tenía una imagen imponente y elegante. Era alto y delgado, tenía una prominente barba y mirada profunda, enigmática. En una misiva de 1903, Joseph Conrad lo describe como una persona pulcra, con un toque de conquistador, que se internaba en zonas salvajes esgrimiendo un bastón torcido como única arma y acompañado solamente de dos perros bulldog.
Aunque ya había noticias de la situación suscitada en la selva peruana, recién en 1909 y a raíz de una serie de artículos semanales escritos por Walter Handerburg en Truth, una revista sensacionalista londinense que denunciaba los abusos cometidos por la empresa del cauchero peruano Julio César Arana contra los indígenas que habitaban el Putumayo. Estos artículos, que tomaban en cuenta las denuncias de Saldaña Roca publicadas en Iquitos dos años antes, se convirtieron en escándalo y centraron la atención pública internacional durante varios años.
A pesar que Julio César Arana señaló que Handerburg era un simple aventurero y extorsionador, estas denuncias propiciaron que el gobierno británico ordenara a Roger Casement, en ese entonces cónsul en Río de Janeiro, que viajara hasta el Putumayo y verificara esas graves acusaciones debido a que la empresa de Arana, la Peruvian Amazon Company, tenía capitales ingleses y entre sus empleados había negros de Barbados, súbditos de la corona e involucrados en las denuncias.
UNA TRAVESÍA
El clima inhóspito, la lluvia incesante y los persistentes zancudos de la Amazonía no dificultaron la labor de Casement, que anotaba en su diario los diversos testimonios recibidos: Los asesinatos de los Boras y Uitoto, las mujeres violadas y el comercio de esclavos. El diplomático afirmaba que las condiciones ilegales e inhumanas excedían las del Congo en sus peores momentos, la única diferencia radicaba en que la tiranía de Leopoldo II afectó a millones de personas; en cambio, esta afectaba sólo a miles. En ese recorrido por el Putumayo lo acompañó Juan Tizón, empleado de la compañía de Arana, quien le dijo una frase que se le quedó grabada: "Perú tiene muchos habitantes pero pocos ciudadanos".
A lo largo de esas siete semanas de travesía en 1910, recogió el testimonio de varios negros de Barbados que repetían las mismas historias de vejaciones y abusos contra los indígenas. La lista de horrores parecía ser interminable. Para Ovidio Lagos, Casement no era solo un eficaz investigador sino un hombre dotado de un agudo poder de conceptualización. Los horrores del Putumayo y la cultura indígena, tenían para él un profundo significado que trató de descifrar.
UN INFORME
Casement narró detalladamente el clima de terror y las inclementes torturas. Su tesis era que la escasez de mano de obra indígena en el Putumayo era el motivo esencial del uso del terror. Debido a eso, la compañía de Arana recurrió al esclavismo, bajo un sistema de deuda y enganche, y se empleó la tortura para mantener la disciplina laboral. Menciona asimismo que el miedo extremo de los blancos a una rebelión de los Bora y Uitoto exacerbó los límites de crueldad. Taussig precisa que esta versión de Casement establece que el temor del hombre blanco a una rebelión indígena no era injustificado, pero que además dicha rebelión se percibía en una visión mítica paranoica en la cual las imágenes de canibalismo y descuartizamiento brillaban vívidamente.
Como afirma Ovidio Lagos, el escándalo se iba apagando solo. La opinión pública fue perdiendo interés en el Putumayo, los abusos contra los indígenas y J. C Arana. El gobierno peruano, aunque condenó las atrocidades, no castigó a los culpables. Poco tiempo después el estallido de la Primera Guerra Mundial hizo olvidar el caucho.
FINAL DE UN PERSONAJE
Cuando Casement fue detenido en Irlanda acusado de alta traición a favor de Alemania, Conan Doyle quedó sorprendido de las versiones que se vertían contra el amigo que había sido nombrado Sir por la Corona Británica y que él consideraba honorable: a las denuncias de espionaje se sumó otra, sobre su presunta homosexualidad. El creador de Sherlock Holmes encabezó una petición de indulto, la cual fue firmada por G.K. Chesterton, John Galsworthy y otras personalidades de la época. El entonces reconocido Joseph Conrad se negó a firmar esa petición que lo colocaba en una situación incómoda.
El 2 de agosto 1916, en la prisión de Pentonville, un día antes de morir en la horca, Casement recibió un telegrama de Julio César Arana que le solicitaba retractarse de los cargos en su contra y así limpiar su dañada imagen de las atrocidades del Putumayo, pero no le contestó. Aunque el cónsul británico aparece en los diálogos del Ulyses de Joyce, es uno de los personajes de Los Anillos de Saturno de W.G Sebald y aparece retratado por Conrad en la novela Los Herederos, coincidimos plenamente con Mario Vargas Llosa en que Sir Roger Casement sigue esperando los honores de una gran novela.
Fuente: Diario El Comercio. Viernes, 14 de Setiembre del 2010.
Recomendados:
“Roger Casement: Imperialist, rebel, revolutionary” (Imperialista, rebelde, revolucionario).
Fragmento de "El sueño del celta", la nueva novela de Vargas Llosa. Diario El País.
4 comentarios:
La recientemene publicada novela de nuestro Premio Nobel MVLL corrobora lo dicho en este artículo sobre la conceptualización de Casement respecto al problema del Putumayo, debido a su experiencia en el Congo Belga.
Sir Roger Casement (1864-1916), es un personaje que sin duda merecía una historia novelada o una novela histórica. Mario Vargas Llosa, optó por esta última y según crítica de José Miguel Oviedo se trataría de una novela muy bien lograda.
Saludos!
He llegado a este blog justamente a partir de la novela de Vargas Llosa y de la saga de Roger Casement en este planeta y, específicamente, en el Putumayo...
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