miércoles, 14 de mayo de 2014

Tres momentos en la historia del APRA.

El APRA: 90 años

Antonio Zapata (historiador)

Noventa años atrás, Víctor Raúl Haya de la Torre entregó la bandera de Indoamérica a los estudiantes de México, como parte de una ceremonia realizada en tierras aztecas, donde el fundador del APRA estaba deportado. El mismo Haya consideró ese acto como el nacimiento de su movimiento político. Bajo su conducción, el APRA atravesó tres etapas que veremos someramente.

El primer período corresponde al libro El antimperialismo y el APRA, en el que Haya plantea su propuesta de construcción de partido revolucionario y se ubica en la izquierda del espectro político. No analiza exhaustivamente al país, sino que se sitúa en la escena internacional y debate con las teorías históricas entonces vigentes. Estaba buscando un camino diferente al comunista, distanciándose de la Internacional por considerarla dogmática.

Esta etapa fue acompañada por la vía insurreccional. En realidad, el APRA practicó una combinación de caminos para acceder al poder, tanto el electoral como la conspiración en los cuarteles, formando grupos propios de acción armada.

Luego estalló la II Guerra Mundial y el APRA se ubicó con los aliados contra el eje nazi-fascista. En esa crítica coyuntura, Haya escribió un texto titulado La defensa continental, en el que ataca a Hitler sustentando su apoyo a los EEUU, basado en la política de “buena vecindad” practicada por el presidente Franklin D. Roosevelt. Según su parecer, no se trataba de un cambio del APRA, sino de una transformación positiva de la política exterior de EEUU.

Los acontecimientos de los años cuarenta impidieron un acercamiento entre el APRA y la oligarquía. La intolerancia fue muy elevada en el periodo de Bustamante y derivó en un baño de sangre y una nueva dictadura que duró hasta 1956. Hasta ese entonces, el APRA había vivido excluido del sistema; sus líderes habían envejecido fuera de la ley.

A continuación, Haya estuvo encerrado cinco años en la embajada de Colombia. El presidente Manuel Odría no quiso conceder el asilo que solicitó el país cafetero. En esa cuasi prisión, Haya escribió otro libro fundamental, titulado Treinta años de aprismo. Ahí, el jefe del APRA fundamenta el gran viraje que se produjo en 1956, cuando el PAP apoyó a Manuel Prado formando la llamada “convivencia”. Para ello, pactó con una fracción de la oligarquía, representada por los Prado, que se diferenciaba de los barones del azúcar porque era medianamente industrialista y defensora del mercado interno.

Esa orientación se prolongó durante los años 1960, cuando el APRA formó una coalición política con Odría, quien los había perseguido duramente unos años atrás. Ese pacto fue llamado “superconvivencia” y constituye el punto más a la derecha alcanzado por el partido en vida de su fundador.

Aparentemente, Haya había evaluado en forma exagerada la fortaleza de la oligarquía, creyendo que su poderío obligaba a ir paso a paso, aliándose con un grupo contra otro. Pero llegó Velasco y de un plumazo realizó la reforma agraria y las promesas contenidas en la etapa auroral del APRA.

El PAP entendió el cambio y no cuestionó las reformas. Su crítica a los militares fue por su condición de dictadura. Para aquel entonces, llevaba décadas practicando con persistencia el camino electoral. En efecto, el viraje de 1956 vino acompañado por un posicionamiento en el terreno de la democracia y el APRA no volvió a intentar un levantamiento.

Haya se diferenció de Velasco por el autoritarismo, pero no pidió revertir las reformas, las aceptó como inevitables y progresivas. No escribió un nuevo texto, pero su última etapa fue consagrada en la Constitución de 1979, que incorpora las reformas del gobierno militar y promete realizar derechos sociales desde el Estado.

Así, Haya empezó en la izquierda, viró a la derecha y terminó su larga vida política girando nuevamente, esta última vez en dirección a la centro-izquierda. Ello explica la victoria de Villanueva sobre Townsend y el perfil combativo del APRA comenzando los ochenta. Otros tiempos.

Fuente: Diario La República. 14 de mayo del 2014.

martes, 13 de mayo de 2014

25 años de la Caída del Muro de Berlín, la matanza de Tiananmen, el surgimiento de la Web y la fetua contra Salman Rushdie.

De la fetua al WhatsApp

Salman Rushdie fue condenado a muerte por Jomeini hace un cuarto de siglo, el mismo año en que caía el muro de Berlín, había una matanza en la plaza de Tiananmen y surgía la web. ¿Qué ha cambiado hasta hoy?


Timothy Garton Ash (Historiador británico)

Hace 25 años, sucedieron cuatro grandes acontecimientos cuyos ecos todavía están presentes en nuestro mundo. Cayó el muro de Berlín y con él el imperio que a Vladímir Putin le encantaría restaurar. La matanza de la plaza de Tiananmen situó a China en una trayectoria totalmente distinta hasta llegar al país que es hoy. Un investigador británico poco conocido, llamado Tim Berners-Lee, inventó lo que se convertiría en la World Wide Web. Y el ayatolá Jomeini dictó su fetua contra Salman Rushdie.

El domingo pasado estuve hablando con Rushdie en Nueva York, dentro del Festival de Voces del Mundo organizado por el PEN Club estadounidense, sobre las consecuencias que tuvieron aquellos hechos para la libertad de expresión en todo el mundo. Le pregunté cómo había vivido las revoluciones de terciopelo de 1989 y dónde estaba cuando cayó el Muro. No se acordaba con exactitud —seguramente en algún escondite— y confesó que había sentido cierta envidia al ver a otros, incluido Nelson Mandela unos años después, emprender el camino de la libertad mientras él permanecía cautivo.
Hoy no queda rastro de aquello. Después de los actos en los que habíamos participado, salimos a pasear por las calles de Nueva York junto con varios escritores más, y Salman paró un taxi en una esquina. Quién sabe de dónde era el taxista, ¿tal vez iraní? Esa vida tan normal para un escritor al que durante tanto tiempo le pareció inalcanzable es una victoria. Sin embargo, hay que preguntarse si la lucha por la libertad de expresión, contra fanáticos y opresores de todo tipo, está avanzando de verdad o se encuentra en retroceso.
En Reino Unido, y en Europa en general, la mayoría de los musulmanes han aceptado de una u otra forma las normas básicas de convivencia pacífica en una sociedad liberal y pluralista. Ya no dicen —como hizo un musulmán britanico llamado Iqbal Sacranie en 1989, mientras algunos de sus correligionarios quemaban ejemplares de Los versos satánicos— que la muerte era un destino “demasiado fácil” para Rushdie. Un pequeño síntoma de esa mejoría en las relaciones fue la discreta reacción de casi todos los musulmanes británicos en 2007, cuando el controvertido novelista fue nombrado caballero. (Rushdie recuerda que, después de darle los golpes de rigor en el hombro con la espada, la reina le preguntó: “¿Sigue usted escribiendo libros?”). Claro que su majestad —en realidad, Tony Blair a través de ella— había nombrado caballero dos años antes al propio Sacranie. Una solución muy británica: darles a los dos un título.
Arabia Saudí ha dictado nueve leyes que tratan a los ateos como si fueran terroristas
Volviendo a lo que importa: en Gran Bretaña, como en otros muchos países europeos, la evolución general de la gran mayoría de los musulmanes les ha llevado a aceptar e incluso apoyar la libertad de expresión, que por fuerza incluye el derecho (aunque no el deber) de ofender.
No obstante, afirma Rushdie —y una investigación minuciosa lo corrobora— que una pequeña minoría en esas comunidades musulmanas de Europa está aún peligrosamente radicalizada. Y el miedo y la autocensura siguen carcomiendo los bordes de la vida cultural de Occidente, tanto en las universidades como en el mundo editorial y el teatro. Los públicos de Londres y Nueva York disfrutan con el musical satírico El Libro del Mormón. No parece que nadie tenga pensado hacer un espectáculo llamado El Libro de Mahoma.
En muchos Estados de mayoría musulmana, las limitaciones a la libertad de expresión siguen siendo espantosas. Este año, Arabia Saudí ha dictado nuevas leyes que tratan a los ateos como si fueran terroristas. El día de nuestro acto en Nueva York, The New York Times informaba sobre un hombre llamado Alexander Aan que estuvo más de 19 meses preso en Indonesia, acusado de incitar al odio religioso. ¿Qué delito había cometido? Declararse ateo en Internet. Y otro dato preocupante: el hecho de que Estados que tendían más a ser laicos, como Turquía, estén ahora dando un giro en la mala dirección.
Ese tipo de intimidación no es monopolio de los musulmanes, en absoluto. Hablé también con Rushdie de su país natal, India. Allí son los extremistas hindúes quienes encabezan hoy la clasificación del segundo deporte nacional: sentirse ofendidos. Por ejemplo, Penguin India retiró hace poco de las librerías una historia alternativa de los hindúes escrita por la respetada especialista estadounidense Wendy Doniger, ante las presiones ejercidas por un grupo hindú dirigido por un antiguo maestro de escuela. M. F. Husaín, seguramente el principal pintor moderno del país, murió en el exilio después de sufrir ataques feroces por sus representaciones irreverentes y modernas de las deidades hindúes. Y da la impresión de que las cosas empeorarán si gana las elecciones Nahendra Modi. Mientras tanto, al otro lado de la frontera, en Birmania, turbas compuestas por personas que se llaman a sí mismos budistas se dedican a linchar a los rohingya, musulmanes.
Si China despliega una maquinaria de censura tan inmensa es porque hoy se 'habla' más
En China, el sistema que ha ido desarrollándose desde 1989 ha generado al mismo tiempo una economía que pronto será la más grande del planeta y un aparato de censura que es ya el mayor del mundo. Ahora bien, mientras que, en otros países, unos poderes religiosos determinados persiguen a los ateos y creyentes de otras confesiones, en China el Partido-Estado comunista acosa a cualquiera que intente organizar un grupo religioso sin su autorización, ya sean cristianos o Falun Gong. (En cambio, practicar la espiritualidad en privado no supone ningún problema, y muchos miembros del aparato lo hacen).
Una de las razones por las que China despliega una maquinaria de censura tan inmensa es que hoy se habla mucho más y es necesario vigilar mucha más expresión que hace 25 años, gracias a Internet y la World Wide Web. WeChat, el equivalente chino a WhatsApp, cuenta con más de 300 millones de usuarios. El ganador del premio a la libertad digital concedido este año por el PEN Club de Estados Unidos, Dick Costolo, que es el presidente y director ejecutivo de Twitter, nos recordó en Nueva York que cada día circulan más de 500 millones de tuits. Es una tremenda victoria cuantitativa de la libertad de expresión, que, sin embargo, entraña sus propios peligros. Los regímenes autoritarios no son los únicos que aprovechan Internet como herramienta para vigilar a la población. Una encuesta hecha por el PEN Club entre los escritores estadounidenses ha descubierto que no solo están preocupados por el programa de vigilancia de la NSA que reveló Edward Snowden, sino que algunos de ellos, ahora, sienten la necesidad de autocensurarse. Es decir, que la revelación ha tenido unas consecuencias terribles.
“Sobre la batalla a propósito de Los versos satánicos”, escribió Rushdie en su libro de memorias Joseph Anton, publicado en 2012, “todavía era difícil saber si iba a acabar en victoria o en derrota”. Lo mismo puede decirse sobre las repercusiones de aquellos cuatro grandes acontecimientos de 1989. Pero eso es lo que sucede con la lucha por la libertad de expresión: nunca se pierde del todo, nunca se gana de forma rotunda.
Timothy Garton Ash está escribiendo un libro sobre la libertad de expresión y dirige la página web freespeechdebate.com, en 13 idiomas.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
Fuente: Diario El País. 09 de mayo del 2014.

Historia, nacionalismo y desafíos actuales.

El espejismo posnacional

Las raíces étnicas y religiosas renacen con fuerza en el mundo globalizado.


Shlomo Ben Ami
El filósofo alemán Jürgen Habermas denominó en cierta ocasión nuestro tiempo “la época de la identidad posnacional”. Inténtese convencer de ello al presidente de Rusia, Vladímir Putin.
De hecho, la gran paradoja de la época actual de mundialización es la de que la búsqueda de la homogeneidad ha ido acompañada de una añoranza de las raíces étnicas y religiosas. Lo que Albert Einstein consideró una “fantasía maligna” sigue siendo una potente fuerza incluso en la Europa unida, donde el nacionalismo regional y el nativismo xenófobo no están a punto de desaparecer precisamente.
En las guerras de los Balcanes de la década de los noventa, comunidades que habían compartido algunos paisajes durante siglos y personas que se habían criado juntas y habían ido a las mismas escuelas se combatieron ferozmente. Por utilizar una expresión freudiana, la identidad quedó reducida al narcisismo de diferencias menores.
El nacionalismo es esencialmente una creación política moderna envuelta en el manto de una historia y recuerdos comunes, pero una nación ha sido con frecuencia un grupo de personas que mienten colectivamente sobre su pasado lejano, un pasado con frecuencia —con demasiada frecuencia— reescrito para que cuadre con las necesidades del presente. Si Sansón fue un héroe hebreo, su némesis Dalila hubo de ser una palestina.
Tampoco las lealtades étnicas han coincidido siempre con las fronteras políticas. Incluso después del desmembramiento violento de la Yugoslavia multiétnica, ninguno de los Estados sucesores puede afirmar ser totalmente homogéneo. Las minorías étnicas de Eslovenia y Serbia (aun excluido el Kosovo albano) representan entre el 20 y el 30 por ciento de la población total.
El nacionalismo distorsiona el trato de un pueblo con los demás
A diferencia de las democracias, las dictaduras están más equipadas para dar cabida a la diversidad étnica y religiosa. Como vimos en Yugoslavia y estamos viendo ahora en las rebeliones de la primavera árabe, una sociedad multiétnica o multirreligiosa y un régimen autoritario pueden ser una receta para la implosión estatal. También la disolución de la Unión Soviética tuvo mucho que ver con el desplome de su estructura multinacional. En China, donde los uigures musulmanes, en particular, afrontan una represión oficial, viven docenas de minorías étnicas.
La India es un caso aparte. La vastedad de la nacionalidad india, con su plétora de culturas, etnicidades y religiones, no la ha inmunizado contra las tensiones étnicas, pero ha hecho que, más que un simple Estado-nación, sea la sede de una importante civilización mundial.
A la inversa, el nacionalismo etnocéntrico ha de distorsionar por fuerza las relaciones de un pueblo con el resto del mundo. El sionismo es un ejemplo apropiado. La ideología ilustrada de una nación que resurgió de las cenizas de la Historia ha pasado a ser una fuerza oscura en manos de una nueva minoría social y política que ha pervertido esa idea. El sionismo se ha descarriado como paradigma definitorio para una nación deseosa de encontrar un puente con el mundo árabe circundante.
La Unión Europea, comunidad política construida con un consenso democrático, no fue establecida para provocar el fin del Estado-nación; su propósito ha sido el de convertir el nacionalismo en una fuerza benigna de cooperación transnacional. De forma más general, las democracias han mostrado que pueden conciliar la diversidad multiétnica y multilingüe con la unidad política general. Mientras haya grupos particulares dispuestos a abandonar la política de secesión y abrazar lo que Habermas llamó “patriotismo constitucional”, se puede descentralizar la adopción de decisiones políticas.
La reciente derrota electoral de los secesionistas en el Quebec debe servir de lección a los separatistas de toda Europa. Decenios de incertidumbre constitucional hicieron que hubiera legiones de empresas que abandonaron Quebec, lo que arruinó a Montreal como centro empresarial. Al final, los quebequenses se rebelaron contra la falsa ilusión de que el Estado del que querían separarse se pondría, alegre, al servicio de sus intereses.
Asimismo, si los nacionalistas lograran convencer a la mayoría de los escoceses para que votaran por la secesión este otoño, la hemorragia, ya de antiguo, del talento y del capital de Escocia podría acelerarse. Vemos un riesgo similar en el intento de conseguir la independencia de Cataluña respecto de España.
La política de secesión se puede llevar hasta extremos absurdos
El Estado central siempre tiene sus responsabilidades en materia de construcción nacional. Putin puede manipular a Ucrania, pero no porque haya ni asomo de credibilidad en su afirmación de que la minoría rusa que vive en ese país sufre persecución, sino porque la corrupta democracia de Ucrania no construyó una nación autónoma.
Piénsese, en cambio, en la anexión por Italia del Tirol meridional, región de habla predominantemente alemana. Se adoptó esa decisión en la Conferencia de Paz de Versalles después de la Primera Guerra Mundial sin consultar a la población, el noventa por ciento de la cual era de habla alemana. Sin embargo, actualmente el Tirol meridional goza de una amplia autonomía constitucional, incluida una plena libertad cultural y un régimen fiscal que deja el 90 por ciento de los ingresos tributarios en la región. La pacífica coexistencia bilingüe de los habitantes de esa provincia puede ser una lección tanto para los gobiernos centrales rígidos como para los movimientos secesionistas carentes de realismo de otras partes.
Por ejemplo, una reciente encuesta de opinión no oficial mostró que el 89 por ciento de los residentes de la norteña Republica Véneta apoya la independencia, pero, aunque el deseo de los venecianos de separarse del sur más pobre podría parecer familiar a otras regiones de Europa que se sienten agraviadas de tener que subvencionar a otras regiones supuestamente incompetentes, se puede llevar la política de secesión hasta extremos absurdos.
Escocia podría alcanzar esos extremos. Los residentes en las islas Shetland, Órcadas y Occidentales están pidiendo ya el derecho a decidir si seguir formando parte de una Escocia independiente. Podemos imaginar fácilmente que el Gobierno de Edimburgo se opusiera a los nuevos secesionistas, del mismo modo que Westminster se opone a la independencia de Escocia actualmente.
Cuando el historiador Ernest Renan soñó con una Confederación Europea que superara el Estado-nación, no podía imaginar aún el problema planteado por microestados y paraestados. Creía que “el hombre no es un esclavo ni de su raza ni de su lengua ni de su religión ni del curso de los ríos ni de la dirección seguida por las cadenas montañosas”. Puede ser, pero aún no se ha demostrado.
Shlomo Ben Ami, exministro de Asuntos Exteriores de Israel, es actualmente vicepresidente del Centro Internacional para la Paz de Toledo y autor de Cicatrices de guerra y heridas de paz. La tragedia árabe-israelí.Traducido del inglés por Carlos Manzano.
© Project Syndicate, 2014.
Fuente: Diario El País. 12 de mayo del 2014.

jueves, 1 de mayo de 2014

En defensa de Augusto B. Leguía. Definición de fronteras, obras y calumnias sobre él.

Leguía rescató Tacna para el Perú

ARTÍFICE DEL TRATADO DE 1929, SELLÓ FRONTERAS, LO APRESARON Y MURIÓ EN PRISIÓN

Ramón Machado

El 3 de junio de 1929 el presidente Augusto B. Leguía logró la firma del Tratado de Lima de 1929 entre Perú y Chile, que puso fin a las disputas por las provincias peruanas de Tacna y Arica que habían quedado 49 años en poder de Chile tras la Guerra del Pacífico, por la negativa chilena de realizar un plebiscito.

Leguía resolvió una controversia que ningún gobierno peruano pudo solucionar durante casi medio siglo y logró la reincorporación de Tacna al Perú. En 1908, durante su primer gobierno, Leguía rechazó la Corona de Bronce que ofrecía el gobierno de Chile para la Cripta de los Héroes peruanos, considerando que era una hipocresía más de los invasores.

Pero la previsión de Leguía, fue más allá del tratado y exigió un Protocolo Complementario, por el cual Chile no podría ceder territorios que habían sido peruanos a Bolivia, sin consultar primero con Perú.

Con su gabinete saliendo de Palacio de Gobierno rumbo a la catedral sin ningún aparato de seguridad.

PREPOTENTE Y EXPANSIONISTA

Por el Tratado de Lima de 1929 que Chile y Perú firmaron hace 85 años y que los chilenos, fieles a su política expansionista, pretenden desconocer, al señalar que el triángulo terrestre que comprende el punto Concordia les pertenece, cuando la Corte de La Haya no ha sentenciado sobre límites terrestres sino marítimos.


Pero, ¿quién es Leguía? ¿por qué el Perú no le ha reconocido este logró?, frente a un país expansionista y prepotente, que no cumplió con el Tratado de Ancón de 1883 de convocar un plebiscito para que Tacna y Arica determinaran si se quedaban en Perú o Chile.


Augusto B. Leguía, fue el presidente civil que más tiempo gobernó el Perú por espacio de 15 años, entre 1908 y 1912 y de 1919 a 1930, en que un golpe de estado el 25 de agosto de 1930, del comandante Luis Miguel Sánchez Cerro en Arequipa puso fin a su dilatado gobierno. 


Dice el Dr. Jorge Basadre que: “Hay quienes ven la historia republicana del Perú como una cueva de bandoleros o un muladar que solo merece desprecio o condena…”.


Este criterio parece ser el mismo que insufló el ánimo de millares de peruanos para traerse abajo el régimen de Leguía, para unos, un simple tirano, para otros, el presidente que construyó, modernizó y potenció y el Perú. 


Lo único cierto es que Leguía fue el mandatario peruano que supo sellar las fronteras del Perú, que habían quedado en el limbo al final del virreinato, lo hizo aún a costa de numerosas invasiones y mutilaciones territoriales de Colombia, Brasil, Chile y amenazas hasta de Ecuador y Bolivia que en su tiempo, fueron azuzadas por Chile para debilitar más al Perú. 

Cadáver de Leguía, el odio irracional empujó a sus enemigos a lanzarle una bomba en el hospital.

LÍMITES FRONTERIZOS

Jorge Basadre señala que Leguía, estuvo a punto de enfrenarse bélicamente para defender las cinco fronteras especialmente con Ecuador, que en 1910 que rechazó un fallo del rey Alfonso XIII de España, y con Colombia se produjo un incidente armado en La Pedrera en 1911que fue favorable a Perú.


Añade que Bolivia y Brasil, habían formado una alianza para exigirle cesión de territorios a Perú. Sin embargo, Leguía logró un acuerdo con Brasil en 1909 y ese mismo año con Bolivia. De esta forma contuvo las incursiones expansionistas de los “bandeirantes” (invasores brasileños armados), que sin ese pacto, hubiesen acaso alcanzado al Ucayalí.


¡NO FIRMO!

El 29 de mayo de 1909 el palacio de gobierno es asaltado por pierolistas, se apoderan del presidente y luego de vejarlo en un recorrido por la plaza mayor y el jirón de La Unión, lo llevan hasta la Plaza Bolívar y le exigen que firme su renuncia. 


Leguía, pronuncia el famoso, “!No firmo!” y la revuelta termina cuando efectivos militares disparan sobre la turba dejando unos 15 muertos. Leguía resulta ileso y concluye su mandato en 1912.


Enriqueta Leguía Olivera una de las hijas del tercer compromiso de Leguía, dice en su libro, “Un simple acto de justicia: La verdad desnuda sobre los gobiernos y obras de Leguía”, que en la revuelta del 29 de mayo de 1909, contra su padre y durante el trayecto a pie, un sirviente de los pierolistas le apunta con una pistola a Leguía y de cuando en cuando pregunta:“¿Lo mato ya niño Isaías?” Una persona servil que esperaba solo un sí, para disparar. ¡Es para romperle los nervios a cualquiera…!”.

Leguía inauguró la Av. Arequipa con este hermoso Arco morisco. 

CARLOS ALZAMORA: SU PECADO FUE DESPLAZAR la gran OLIGARQUÍA CIVILISTA

“Llegó rico y salió sin un centavo”

El abogado y diplomático peruano Carlos Alzamora señala que su libro la “Vida Oculta de Leguía”, que éste “ gobernó en el Perú durante quince años, que le dio por primera vez sus fronteras, que le devolvió la confianza y la fe que había perdido desde la derrota frente a Chile, que recuperó Tacna y Tarata, que construyó y modernizó al país y que, pese a ser adversario político de Haya de la Torre, y de haber deportado al líder aprista, éste dijo en 1978 que Leguía fue, “El mejor presidente peruano del siglo XX”.


“Su pecado fue haber desplazado del poder a la oligarquía civilista heredera de los privilegios de la colonia y del auge republicano del guano, que dominaba desde entonces la vida política, económica y social del Perú…”


“En ese proceso se ganó el odio visceral y cavernario de poderosos enemigos, cuyas ambiciones políticas había truncado y cuyas vanidades había lastimado, y ...no cesaron de conspirar contra él hasta que, favorecidos por la bancarrota mundial de 1929, lograron derrocarlo en 1930”.


Añade que pese a todo eso, Leguía “es el único de nuestros presidentes que murió preso, pobre y el único que llegó rico al poder y salió sin un centavo, incomunicado, impedido de defenderse y martirizado física y espiritualmente hasta provocarle la muerte”. 


En agosto de 1930 Sánchez Cerro se subleva en Arequipa. Un jefe del ejército de Lima le comunica a Leguía sobre el alzamiento y le pide que dé las órdenes para sofocar la asonada pero, el mandatario le dice: “No derramamiento de sangre por mi causa”; presenta su renuncia y se embarca para el exilio. Sin embargo, Sánchez Cerro ordena que sea detenido y recluido en la isla San Lorenzo y luego en el húmedo presidio el Panóptico donde se levanta hoy el Hotel Sheraton.Estando moribundo en el hospital de Bellavista, Callao, sus opositores lanzaron una bomba que explosionó a pocos metros de su camastro. 


Basadre, dice el país debió tener un poco de piedad con Leguía. Unos lo elogiaron y adoraron, otros lo odiaron, difamaron.Leguía fue encarcelado sin juicio, acusado de enriquecimiento sin presentar ninguna prueba y encima, una turba saqueó e incendió su casa.

Presidente de Chile Carlos Ibánez.

HIJA RECHAZA LO DE “TIRANO Y LADRÓN”

Definió las fronteras del Perú

Enriqueta Leguía asegura que la caída de su padre fue causada por los aristócratas civilistas. Y que no solo selló las fronteras del Perú, sino que sentó las bases del desarrollo del país y lo modernizó.


En su libro recuerda que Leguía construyó el dique del Callao convirtiéndolo en un puerto apto para barcos de gran calado, construyó las avenidas Venezuela,Argentina , Brasil, Arequipa, el Paseo Colón.


Creó el Banco Central de Reserva del Perú (BCR), la Guardia Civil del Perú. Dotó de agua potable y desagüe a Lima, inauguró el primer servicio eléctrico en la capital y “al final de su primer gobierno (1908-1912) deja un superávit de 19 millones 500 mil soles”. Leguía adquirió los buques de guerra Grau y Bolognesi y ordenó la compra de dos cazatorpedos y dos sumergibles (contratos que Billinghurst anuló), reforzó el Ejército, la Marina, creó la Escuela de Aviación Naval y la Escuela de Aviación y compró los primeros aviones.


Expidió normas para las edificaciones y en 1924 fue promulgado un reglamento de urbanizaciones que surgieron con calles pavimentadas, dotadas de agua y desagüe como: Santa Beatriz, San Isidro, Breña, Surquillo, Jesús María y Chacra Colorada.Concibe e impulsa grandes proyectos de irrigaciones en la Joya en Arequipa y Olmos en Lambayeque e Ica.

MONEDA DE ORO

Enriqueta Leguía recuerda que entre 1924 y 1929 la moneda peruana circulante era de oro puro de 18 kilates y el Sol y el medio sol de plata de 925.En los centros bursátiles la Libra de Oro peruana tenía el mismo valor que la Libra Esterlina, “Yo he visto circular esas monedas de oro en el gobierno de mi padre”, afirma. Leguía, organizó las celebraciones del primer centenario de la batalla de Ayacucho y el 30 de diciembre de 1924 dice en un discurso: “Si yo pudiera sintetizar mi programa político, diría que he procurado definir las fronteras del Perú, desarrollar su riqueza y aumentar el optimismo de su raza”.


La crisis mundial de 1929 sus enemigos le se la atribuyen a Leguía para derribarlo y aseguran además, que vendió Arica por 6 millones de dólares, cuando el Tratado señalaba que el si Chile anexara esa provincia debía pagar esa suma. 


200 MIL DÓLARES 

Según el libro de Manuel Capuñay titulado “Leguía” (1957), el mandatario antes de asumir el poder, tenía una renta anual de doscientos mil dólares americanos ($200,000) y era dueño de grandes haciendas en Plateros, Tumbes; Vilcahuaura y la Candelaria, en Huacho; La Molina, en Ate; San Isidro de la Cueva, en Cañete; San José, en Chincha; y además una desmotadora de algodón en Santa Rita, Cañete. 


Al dejar el gobierno en 1930, dice que Leguía, “solo tenía deudas, la salud quebrantada, el desasosiego de haber descuidado en forma absoluta el futuro de sus hijos, y usado su fortuna en beneficio de la Patria, perdió hacienda, salud y hasta entregó su vida”.En 1883, trabajó en la casa Prevost en Lima, y liquidada ésta, entra como Agente de Seguros en New York Life Insurance Co. Es llamado por la Casa Matriz en New York, donde lo vinculan con otras firmas. Con su hermano Carlos, forma la sociedad “Carlos Leguía y Cía.” Y exportan arroz, azúcar y cueros a Estados Unidos.

El Tratado de Lima de 1929, señala que la última línea de frontera terrestre entre Chile y Perú se denomina Concordia. Además, Leguía exigió y logró, que Chile construyera un muelle y aduana para Perú en Arica, el terminal del ferrocarril, libre tránsito de personas y mercaderías y pagara al Perú 6 millones de dólares por anexarse Arica.

Mientras desfallecía con apenas 32 kilos de peso víctima de cáncer de próstata, grupos de tumultuarios corrieron hasta su vivienda y no solo la saquearon, también la incendiaron. Pero la intención real, se dice, era confirmar si tenía plata, pues le endosaron la imagen de que se había enriquecido gobernando quince años.

Celebró el Centenario de la Independencia en 1921 e invitó a numerosas delegaciones del mundo para hacer conocer el Perú y lograr su apoyo en la recuperación de Tacna y Arica. Desde el balcón del Club Nacional dijo: “Señores, la acción para la recuperación de las provincias, las tengo aquí”, señalándose el corazón con una mano.

Fuente: Diario La Primera. 16 de febrero del 2014.

Nicolás de Piérola y su trayectoria política.

Un siglo sin Piérola

Durante este año, en el Perú se han conmemorado 50 años de la aparición de “La Ciudad y los Perros”, una de las primeras novelas reconocidas de nuestro Nobel Mario Vargas Llosa; así como el medio siglo de la desaparición del gran poeta y revolucionario Javier Heraud. Pero pocos han recordado que hace cien años dejó de existir uno de los políticos peruanos más importantes y controvertidos de nuestra historia: Nicolás de Piérola. 

Víctor Liza

Las elecciones presidenciales de 1990 fueron, sin duda, las más sorprendentes de nuestra historia republicana, debido a la inesperada elección como primer mandatario del desconocido (en política) Alberto Fujimori. Era el principio del fin de los partidos “tradicionales”, y el comienzo de una de las épocas más oscuras de nuestro pasado reciente.

En esos mismos comicios hubo dos candidatos que, aunque lograron una minúscula votación, llamaron la atención por la herencia política que llevaban detrás. Una de ellas fue Dora Larrea del Castillo, quien además de destacarse por ser la primera mujer que postuló a la presidencia del país en 170 años, encabezaba un partido que firmó su acta de defunción en esa elección: la Unión Nacional Odriísta, fundada por el exdictador Manuel Odría, años después del “ochenio”.

El otro candidato llamaba la atención no solo por el nombre, sino por el apellido: Nicolás de Piérola Balta, que era candidato por la Unión Democrática, y era nada menos que el sobrino nieto del dos veces presidente del Perú, Nicolás de Piérola Villena, “el Califa”, personaje que marcó la vida política del país durante más de cuatro décadas, entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Piérola Balta, que además era bisnieto del extinto presidente José Balta (que curiosamente nombró ministro de Hacienda al tío abuelo del candidato presidencial), apenas sacó 9,541 votos de entre casi ocho millones de votantes que participaron en aquellas elecciones de 1990. Eso demuestra que el apellido no endosa ni hereda el carisma político, el que Nicolás de Piérola Villena tuvo de sobra.

LOS PRIMEROS PASOS

José Nicolás Baltasar Fernández de Piérola y Villena nació en Arequipa el 5 de enero de 1839. A los 14 años ingresó a estudiar al Seminario de Santo Toribio, en Lima, pero en 1860 abandonó sus estudios de Teología y Derecho, y se casó con su prima hermana, Jesusa de Iturbide, hija del Príncipe Imperial de México Agustín Jerónimo. Sus padres habían fallecido tres años antes, y se dedicó a los negocios y el periodismo, colaborando en periódicos católicos.

Su aparición en la escena política ocurre al día siguiente de su cumpleaños número 30, el 6 de enero de 1869, cuando el entonces presidente José Balta lo nombra ministro de Hacienda. De inmediato pidió autorización al Congreso para negociar directamente la venta del guano al exterior, que estaba en auge en aquel momento, y logró realizar un contrato con la Casa francesa Dreyfus, firmado seis meses después, pese a las protestas de los consignatarios.

Con los 73 millones de soles que recaudó el Estado, producto de la venta de dos millones de toneladas de guano a Dreyfus, el gobierno de Balta comenzó a emprender la realización de obra pública. Luego de dejar el fajín ministerial en julio de 1871, Piérola debió enfrentar una acusación del Congreso en 1872 por sus responsabilidades como ministro, luego de considerar que el Contrato Dreyfus afectó los intereses nacionales. El joven exministro salió bien librado.

Dos años después, y luego de un periplo por Francia, Piérola encabezó una revolución denominada “la Expedición del Talismán” contra el presidente Manuel Pardo, que había sucedido a Balta, pero fracasó. Luego emprendió otros intentos de insurrección contra Pardo en 1876 (Moquegua) y contra Mariano Ignacio Prado en 1877 (Callao), los dos sin éxito. Sin embargo, estas incursiones le dieron popularidad.

LA GUERRA DEL PACÍFICO

En 1879 el Perú ya estaba inmerso en el conflicto bélico con Chile. Piérola, de vuelta en el país, ofreció sus servicios al régimen de Prado, pero fue rechazado. En un hecho controversial hasta la fecha, este último viajó en noviembre a Europa con el supuesto propósito de comprar armas, y dejó la presidencia en manos de Luis La Puerta. Al mes siguiente, La Puerta debió enfrentar una nueva sublevación de Piérola, que esta vez fue victoriosa.

Una vez en el poder, Piérola declaró que Prado era un traidor a la patria por ausentarse del país en pleno conflicto con Chile. Sin embargo, su actuación al mando del país durante la guerra tampoco fue positiva para los intereses nacionales.

En su libro “La Campaña de la Breña – Memorias”, el futuro mariscal Andrés Avelino Cáceres relató que Piérola dejó abandonadas a su suerte a las fuerzas peruanas, que tenían que combatir en condiciones lamentables. Nunca equipó adecuadamente y tampoco envió refuerzos a los batallones comandados por Cáceres que, pese a su poca destreza y falta de armamento, dieron recia pelea, haciendo que el enemigo se sintiera desalentado por momentos pese a su superioridad numérica y técnica.

Además de esto, según historiadores y testimonios de combatientes de la Guerra del Pacífico, Piérola comenzó a nombrar en los batallones del Ejército a gente adicta a su entorno, hecho que perjudicó el desempeño de los soldados en el conflicto; además de tomar decisiones al mando de la guerra que perjudicaron a los luchadores. Y por si fuera poco, las medidas económicas que tomó llevaron al país a la bancarrota.

Piérola no pudo ver el final de la guerra como jefe de Estado peruano. El 17 de enero de 1881 las tropas chilenas ocuparon Lima y Piérola trasladó la sede de gobierno a Ayacucho, pero diversos pronunciamientos en diversas partes del país lo llevaron a dimitir el 28 de diciembre de ese mismo año.


REINVENCIÓN Y VUELTA AL PODER

Tras su fracaso como gobernante, Piérola fundó el Partido Demócrata en 1882, y poco después viajó nuevamente a Europa. Al año siguiente retornó al país, y mantuvo neutralidad en los regímenes de Miguel Iglesias (1883-1886); Cáceres, que sería su acérrimo enemigo (1886-1890); y Remigio Morales Bermúdez (1890-1894); bajo el argumento de que el país necesitaba tranquilidad, luego del desastre de la guerra.

Sin embargo, en 1890 fue apresado y sometido a proceso por su actuación en aquel conflicto. Logró escapar de la prisión en octubre de ese año, y embarcó del Callao rumbo a Panamá, y luego a Europa al año siguiente. En 1893 estuvo en Chile.

Al año siguiente, el presidente Morales Bermúdez falleció repentinamente, y su puesto quedó en manos de Justiniano Borgoña. Leal a Cáceres, disolvió el Congreso y convocó a nuevas elecciones, en las que naturalmente se impuso “el Brujo de los Andes”.

El Partido Civil, que había gobernado durante Pardo, y el Demócrata de Piérola, se aliaron para oponerse a Cáceres, formándose la Coalición Nacional. Inmediatamente surgieron grupos de montoneros para derrocar al héroe de la Guerra del Pacífico. 

Luego de esto, Piérola volvió al país el 4 de noviembre, lanzando un “Manifiesto a la Nación”, con el que se ponía al mando de los montoneros y daba inicio a una guerra civil. El 17 de marzo de 1895, Piérola ingresó a caballo junto a sus huestes en la Portada de Cocharcas, hecho retratado en un óleo por el pintor Juan Lepiani. Las fuerzas caceristas retrocedieron por dos días hasta Palacio de Gobierno. Aunque no habían sido derrotados, entendieron que había un cierto fervor popular a favor de Piérola.

Con la mediación del Cuerpo Diplomático, los caceristas accedieron a entregar el poder al civilista Manuel Candamo, quien convocó a elecciones en las que se presentó solamente Piérola. Tras vencer sin contendor, asumió en setiembre de 1895.

SEGUNDO GOBIERNO Y ÚLTIMOS AÑOS

El segundo gobierno de Piérola logró completar los cuatro años de mandato que estipulaba la Constitución de 1860. En esta ocasión consiguió la recuperación económica del país, aunque inició la era denominada por los historiadores como “República Aristocrática”. También realizó varias obras públicas, reforzó el ejército, y modernizó la urbe.

Aunque no contó con oposición del Partido Constitucional de Cáceres, y contó con el apoyo del Partido Civil, Piérola afrontó duras críticas del destacado intelectual Manuel González Prada, quien sería gran influencia en los futuros movimientos sociales de los primeros treinta años del siglo XX, como fueron la alianza obrero-estudiantil que forjaron Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui.

González Prada reprochó a Piérola, con su discurso anarquista, haber dejado de lado a los indígenas, además de haber olvidado a los campesinos y los obreros. También denunció que la corrupción campeaba en el régimen pierolista.

En 1899 Piérola dejó la presidencia. Al año siguiente postuló a la alcaldía de Lima, pero fue derrotado sorpresivamente por el independiente Federico Elguera. En 1904 anunció su postulación a la primera magistratura de la Nación, pero luego declinó, hecho que favoreció a José Pardo, hijo de su rival de antaño, Manuel Pardo.

En 1909 ocurrió un hecho singular. Un grupo de simpatizantes pierolistas, sin la venia de su líder, entraron sorpresivamente a Palacio de Gobierno, donde se encontraba el entonces mandatario Augusto B. Leguía, a quien capturaron y pasearon por varias calles del centro de Lima.

Los pierolistas pidieron la renuncia al presidente, además de exigirle firmar un documento con el pedido, ante lo que Leguía respondió, “¡no firmo!”. Esa respuesta generó la intervención de la fuerza pública, que dispersó y capturó a los opositores. Piérola, que ya tenía 70 años, tuvo que esconderse luego por la persecución gubernamental.

Una de sus últimas intervenciones fue la célebre frase que pronunció ante el entonces presidente Guillermo Billinghurst, al que dijo en 1912: “¿Cómo pretende gobernar bien el país si antes no gobierna bien sus nervios?”.

Piérola falleció el 23 de junio de 1913, a los 74 años. Su funeral al grito de “¡Viva Piérola!” fue multitudinario, según los historiadores y documentos de la época. 

Fuente: Diario La Primera. 24 de julio del 2013.

miércoles, 30 de abril de 2014

Libro «La leyenda negra de España», Julián Juderías.

"La leyenda negra hizo que lo español se valore peor en España que en otro sitio"

El historiador Luis Español edita el clásico de Julián Juderías, un libro que cumple cien años en 2014 y destapó la gran manipulación histórica de la leyenda negra.


El historiador y divulgador Luis Español acaba de publicar una edición crítica y comentada de un libro que acaba de cumplir cien años pero está de enorme actualidad: «La leyenda negra de España», de Julián Juderías (Esfera de los libros). El gran traductor e historiador que tanta influencia tuvo en figuras como Ramiro de Maeztu y José María de Areilza, publicó en 1914 en cinco entregas su obra más famosa: «La leyenda negra y la verdad histórica».
«La leyenda negra hizo que lo español se valore peor en España que en otro sitio»
ABC
Portada del libro
Apareció en la publicación «La Ilustración Española y Americana». En 1917 publicaría una segunda edición, considerada definitiva. En esta obra denuncia, como nunca antes se había hecho, el éxito que han tenido históricamente las manipulaciones y falsificaciones de los enemigos seculares que nuestra nación tuvo. Hechos como la represión en los Países Bajos, la Inquisición e incluso las denuncias de Fray Bartolomé de las Casas encontraron un eco propagandístico entusiástico que terminó achacando a los españoles una querencia congénita a la crueldad, el fanatismo, y la intolerancia.
«La leyenda negra hizo que lo español se valore peor en España que en otro sitio»
JOSÉ MARÍA DE PABLO
El historiador Luis Español
Hoy que tratamos de hablar de la Marca España como algo positivo, conviene recordar que La Leyenda Negra es, además de una falsedad, una corriente de opinión que tiene incluso éxito en la actualidad, como veremos. Luis Español ha preparado la edición de este libro que conmemora el centenario de tanta lucidez.
- Qué tiene, en su opinión, de actualidad el libro de Juderías?
-Es una reflexión sobre el ser y el devenir de España, y eso en el momento actual es particularmente valioso si consideramos que hace unos días 47 diputados consideraron asumible la idea de despedazar España y los argumentos de quienes les hicieron frente se limitaron a invocar el texto de la Constitución vigente en lugar de hablar de dos mil años de Historia, de los siglos de unificación, de los lazos en común que nos unen desde tiempos de Maricastaña... Así que además de actual, el libro de Juderías resulta especialmente oportuno,incluso necesario. Ese ensayo no perderá nunca actualidad. Sus planteamientos fueron revolucionarios, porque trataba de la imagen, en concreto de la imagen de una nación. Dígame si podría entenderse la historia del siglo XX o del tercer milenio sin apelar a la omnipresencia de la imagen, a la valoración de la imagen. Pues el primer estudio sobre la imagen, en concreto la imagen de una nación y de un pueblo, no lo escribió un sabio extranjero sino un español, madrileño para más señas, llamado Julián Juderías, el primero en llamar la atención sobre el mensaje y no tanto sobre el mensajero…
-Usted es el biógrafo del autor: ¿por qué se embarca Juderías en esa obra, en su momento?
La razón más obvia es que se presentó a un concurso que convocó La Ilustración Española y Americana, la gran revista de la restauración, en junio de 1913. Las condiciones del concurso imponían la óptica de los trabajos, había que presentar un «Estudio histórico, documentado, de asunto español o hispanoamericano, que descubra, analice o esclarezca alguna gloria o merecimiento de España o refute y destruya algún error extendido contra ella.» Juderías ganó el concurso y la revista publicó la obra por entregas a principios de 1914. Pero es que además Juderías llevaba toda la vida preparándose para ese libro. Sus primeras obras pretendían dar a conocer la realidad contemporánea de Rusia, más allá de los clichés. Su preocupación por las leyendas negras, por la propaganda negativa en general, es anterior a su monumental estudio. En artículos anteriores Juderías ya había apuntado absurdos prejuicios contra España y los españoles. Por eso pudo escribir su libro en menos de tres meses: le sobraba el material. Además era un experto de la Era Moderna periodo en que se difunde la Imprenta y surge la propaganda contra una España convertida en potencia global y en campeona del catolicismo.
-¿Cómo percibe Juderías la interiorización de la leyenda negra entre los españoles de su época?
-Como una catástrofe. De las cinco partes en que se divide su obra, dedica una por entero a la influencia que ha ejercido la Leyenda Negra sobre el espíritu de los españoles. Con ejemplos concretos. Sus términos literales son «deplorable» y «desmoralizadora». La consecuencia es el papanatismo que lleva «al desprecio de lo propio y a la admiración irreflexiva de lo ajeno» por usar, de nuevo, sus propias palabras. Juderías fue el primero en comprender la importancia de la autoestima y el derecho a la propia imagen. Al principio de su obra, nos dice que las naciones son como individuos, que viven de su reputación y al final concluye con una pregunta: si se respeta la honra de los individuos, ¿por qué no se ha de respetar la de los pueblos? Esta preocupación de Juderías es muy interesante, porque hay otros ejemplos más cercanos en el tiempo que reflejan esa misma inquietud, y no sólo españoles. Por ejemplo, Nelson Mandela creía, y así lo repite varias veces en sus memorias, que el mayor enemigo para el progreso de los negros era la rémora de una visión negativa de la negritud, interiorizada por los propios negros…
-¿Cree que hemos mejorado en eso en los últimos cien años?
-Sin duda. Y en gran parte gracias a la obra de Juderías, que divulgó la idea de que las estupideces que se contaban acerca de los españoles eran pura leyenda, propaganda negativa sistemática y contumaz a la que, por tanto, no había que conceder el menor crédito. Por otra parte dos Guerras Mundiales han ilustrado la sentencia de Romain Gary «el patriotismo es el amor de lo propio y el nacionalismo el odio de lo ajeno». Europa se ha vacunado contra el nacionalismo, contra el odio. En cambio el amor no es algo exclusivo, puedes ser, a la vez, un patriota español, un patriota europeo y un patriota de la humanidad, porque lo único que haces es ampliar el concepto de «lo propio». Gracias al proceso de unificación, al turismo y a las becas Erasmus, muchos estereotipos han perdido fuerza, en Europa. Curiosamente, el país en que peor se valora España y lo español, hoy por hoy, es la propia España y por dos motivos: el cataclismo educativo y el afán de los palurdos separatistas y localistas por reescribir la Historia en función de sus ridículas tesis, que ha supuesto una reactivación para consumo propio de la propaganda antiespañola.
-¿Por qué recomienda que leamos esta obra?
-Porque nos informa, nos reconforta y nos desafía. Nos proporciona muchísimos datos concretos, perfectamente hilvanados. Te la puedes leer de un tirón, pero además tiene una estructura diáfana y eso te permite buscar los epígrafes y capítulos que más te interesan. El texto es muy entretenido y con ese sentido de la ironía que caracterizaba a don Julián. Es un texto reconfortante porque te reconcilia con tu propia historia y te presenta un pasado interesante que te obliga a hacerte preguntas acerca del valor de las naciones, de en qué consiste, realmente, el progreso, ¡te hace pensar! Sobre todo, es un desafío, un envite que nos lanza Juderías desde la sepultura: tenemos que estar a la altura de nuestra Historia, de nuestros mayores y de nuestros niños. No se trata de desarrollar un absurdo orgullo nacional sino de inocularnos anticuerpos contra la propaganda antiespañola.
-¿Cómo debemos defendernos de falsedades históricas en un país tan acostumbrado a versiones manipuladas de nuestro pasado?
-Debemos defendernos porque las leyendas negras, en general y nuestra Leyenda Negra —la antiespañola, la que hay que escribir con mayúsculas— no son inocuas; persiguen un fin: desprestigiar. Y cuando desprestigias a alguien luego puedes hacerle de todo: robarle, esclavizarlo, matarlo… La Leyenda Negra permitió que los rivales de España le disputaran cualquier derecho y sigue debilitando a los españoles en la jungla de las relaciones internacionales igual que la leyenda negra antijudía facilitó el saqueo de los bienes de los judíos y el Holocausto. No nos podemos permitir el lujo de dejarnos calumniar. Hemos podido comprobar con motivo del caso Odyssey, de la guerra del fletán o de las crisis provocadas regularmente por los británicos en Gibraltar lo fácil que resulta resucitar la Leyenda Negra para quitarnos algo. Toda defensa tiene una parte práctica y otra argumental. La parte práctica consiste en fomentar el patriotismo inteligente que modifique de forma constante y positiva nuestra realidad, que es el mejor de los argumentos y el más eficaz de los desmentidos. Hacer patria consiste en trabajar, criar niños, quererlos y educarlos, pagar los impuestos que te tocan, servir tu comunidad, poner lo mejor de ti mismo al servicio del bien común. Por otra parte está la defensa argumental. Eso lo hizo Juderías, cincelando una joya tan documentada y sensata como La Leyenda Negra. Ahora el desafío lo ha recogido una nueva generación de productores españoles como los de la serie Isabel que ha hecho mucho para acercar al gran público los envites de aquella época y sus protagonistas.
-¿Qué cosas o hechos de la historia España le gustan más y han quedado ocultas por la leyenda negra?
-En términos de civilización, hay dos características españolas que me parecen fascinantes. La primera es una sorprendente capacidad para recuperarse: en el momento en que todo parece perdido, hundido y deprimido, cambian las tornas y volvemos a galopar. La Leyenda Negra, que nos presenta como condenados a la Decadencia no puede aceptar esa realidad, así que la oculta. La segunda característica notable de los españoles es su capacidad para hibridarse, que se traduce en el mestizaje. La Leyenda Negra ha ninguneado un momento clave de la Historia universal como el Descubrimiento, limitándose a satanizar la Conquista. La Conquista fue sin duda una hazaña extraordinaria, pero el Descubrimiento de América, del Pacífico y Filipinas es mucho más interesante, porque es algo personal y mutuo, algo tan íntimo como el encuentro, hace cinco siglos, de un español y una india que se aman, y entre besos y caricias engendran la Raza Cósmica que imaginó Vasconcelos. Ese proceso, descubrir al Otro y fundirse en él prosigue en la actualidad. Ahora en Madrid tenemos naturales de nuestra América que han abierto restaurantes que ofrecen arepas, sancochos o cebiches y tiendas en que puedes comprar panelas de azúcar, plátano macho, yuca o distintos tipos de maíz, que antes, aquí, no consumíamos. Piense en el más ilustre de nuestros conquistadores, nuestro último premio Nobel, que nació en Arequipa…

El caso Odyssey y la leyenda negra