lunes, 7 de enero de 2013

Historia de la gran hambruna china (1958-1962). Libro de Yang Jisheng.

Secretos de la hambruna que provocó Mao Zedong 

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Entre 1958 y 1962, el líder comunista ordenó la colectivización del campo y la industrialización forzada, lo que causó la muerte de 36 millones de personas. Un periodista chino publica una investigación que por primera vez revela la verdad acerca de un espantoso acontecimiento sobre el que no hablan los jerarcas de China.

Texto: Ángel Páez.

Una de las mentiras favoritas del régimen comunista de China es negar la hambruna  y la represión que se cobraron la vida de 36 millones de personas, como resultado de las políticas de colectivización forzada del campo y la industrialización compulsiva que diseñó Mao Zedong. Hasta el día de hoy los jerarcas del Partido Comunista de China (PCCh) atribuyen los fallecimientos a sucesivos desastres naturales, que, según ellos, coincidieron con los planes de Mao. Yang Jisheng, un ex reportero chino de la agencia oficial de noticias Xinhua, durante más de una década se dedicó subrepticiamente a la recolección de documentos y testimonios que acreditan que la espantosa hambruna existió. Lo que motivó a Yang a investigar el caso fue la muerte de su padre. Una víctima de Mao.
Si el italiano Primo Levi relató en el libro Si esto es un hombre (1947) la brutal experiencia como recluso en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, así como el ruso Aleksandr Solzhenitsyn describió los horrores de los campos de trabajos forzados del estalinismo en Archipiélago Gulag (1973), y Denise Affonço testimonió sobre la demencia de Pol Pot –mataron a su esposo e hija en una prisión– en El infierno de los jemeres rojos (2009), el reportero Yang Jisheng en Lápida: la gran hambruna china 1958-1962 (2012) derrumba el muro de mentiras oficiales sobre la escasez de alimentos más letal de la historia provocada por la mano del hombre.
El libro también es un tributo a Yang Xiushen, el padre del periodista chino Yang Jisheng, porque –lo sabría durante la búsqueda de información– su progenitor   fue una de las 36 millones de víctimas. De hecho, la historia que narra Yang empieza con la devastadora pérdida de su padre debido a la inanición.
Era 1959 y Yang había dejado su hogar en Wanli para estudiar en una escuela de la juventud comunista, a la que había ingresado cinco años antes. Un compañero le confió que había escuchado que Wanli era un pueblo fantasma y que su padre estaba muy enfermo. Yang marchó de regreso con varias raciones de comida. Lo que encontró lo marcó para siempre. Escribió:
Mi padre estaba medio recostado en su cama, con los ojos hundidos y sin vida, con el rostro demacrado, la piel arrugada y flácida. Trató de extender su mano para saludarme, pero no la pudo levantar. Esa mano me recordó el esqueleto humano en mi clase de anatomía. A pesar de que estaba cubierto con una capa de piel seca, nada ocultaba los huecos de la estructura ósea. Yo no sabía que se trataba de la desnutrición. (...) Le preparé el arroz que le había llevado pero fue inútil porque ya no tenía fuerzas para comer. Tres días más tarde partió de este mundo.
El gran timonel
Sobre la hambruna provocada por Mao y la cúpula del PCCh han escrito historiadores de la importancia del holandés Frank Dikötter, autor de La gran hambruna de Mao: la historia de la más devastadora catástrofe 1958-1962 (2010),  una celebrada y premiada investigación que concluye que los muertos fueron 45 millones. O, más recientemente, Zhou Xun, historiador de la Universidad de Hong Kong, ha publicado La gran hambruna en China 1958-1962: una historia documental. Se trata de la publicación de excepcionales archivos oficiales chinos sobre la muerte por hambre de millones debido al totalitarismo chino. La diferencia con el libro de Yang Jisheng, ahora de 72 años, es que se trata de un ex empleado del régimen comunista que aprovechó su condición de periodista de la agencia oficial Xinhua para hablar con funcionarios de la época y sobrevivientes de la hambruna y obtener documentos oficiales sobre lo ocurrido en la época. Es una historia contada desde adentro.
En 1958, el líder Mao Zedong ordenó a 550 millones de campesinos a organizarse en comunas para autosostenerse e incrementar la producción agrícola. Paralelamente, el gran jefe del PCCh aplicó la colectivización en las ciudades para alentar la industrialización masiva y compulsiva, bajo el supuesto de que si se ponía a trabajar a la mayoría de la inmensa población podía superar los niveles de producción de acero de Inglaterra.
Esta serie de medidas, conocidas como el "Gran salto hacia adelante", cuyo arquitecto fue Mao Zedong, se ejecutaron simultáneamente mediante el uso intensivo de la violencia. Los que se oponían eran detenidos, torturados y asesinados. Los que escapaban de las comunas también eran pasados por las armas. Como reporta Yang Jisheng, los muertos no eran solo producto de la hambruna sino también de la sangrienta maquinaria represora del partido comunista. ¿Qué otro resultado podría haber conseguido Mao si se había inspirado en el programa de colectivización de José Stalin, que entre 1932 y 1933 produjo la muerte de 10 millones por hambre en Ucrania?
En 1999, cuando viajó a Henán, Yang, entonces periodista de la agencia oficial Xinhua, tropezó con Yu Wenhai, un poblador que le confió que era un sobreviviente de la hambruna y le indicó dónde habían sido enterrados los millares de cuerpos. Yang supo entonces que la desaparición  de su padre no fue producto del infortunio sino de las políticas inhumanas de Mao. Cansado de elogiar al régimen comunista, decidió investigar  en secreto lo que los jerarcas chinos no querían hablar nunca. Yang le dijo al periódico británico The Guardian:
Al comenzar el libro me deprimí terriblemente al leer los documentos (sobre la hambruna). Pero después de un tiempo quedé como hipnotizado, de otro modo no podría haber avanzado. Al morir mi padre tenía 18 años y sólo sabía lo que el Partido Comunista me decía. Todos fuimos engañados. Yo era muy rojo. Formaba parte de un equipo de propaganda y creí que la muerte de mi padre fue una desgracia personal. Nunca pensé que había sido una víctima del gobierno. Desde entonces, cuando recuerdo lo que escribí (en la agencia de noticias), me dan ganas de quemarlo todo.
Cuando escuchó los informes sobre poblaciones enteras arrasadas por la hambruna, Mao lo atribuyó a los supuestos malos hábitos de los campesinos: "Ellos esconden la comida y son de lo peor. ¡No tienen espíritu comunista! Los campesinos son campesinos al fin y al cabo. No pueden comportarse de otra manera". Luego, recomendaría no comer demasiado. "Pienso que es bueno comer menos. ¿De qué vale comer mucho y tener una enorme barriga, como los capitalistas que aparecen en los dibujos animados occidentales?". En ese mismo momento, los hambrientos campesinos, debido a la falta de alimentos, practicaron el canibalismo para sobrevivir, como lo pudo comprobar Yang Jisheng. Según el periodista, todo tiene una explicación:
La razón básica de por qué decenas de millones de chinos murieron de hambre fue el totalitarismo. (...) Mao fue el creador de ese modelo y él era una criatura salida del mismo. El totalitarismo es el más atrasado y bárbaro e inhumano de todos los sistemas existentes en el mundo moderno.
El libro de Yang Jisheng es una lápida en honor a su padre y a los 36 millones de muertos por la hambruna maoísta. Pero también es un baldón para el gobernante Partido Comunista de China.
Fuente: Diario La República,  suplemento "Domingo" (Perú). 06 de enero del 2013.

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