El crepúsculo del último zar
Por: Germán Gorraiz López
La Perestroika fue un término acuñado durante el mandato de Gorbachov para definir “un proceso de reforma basado en la reestructuración de la economía con el objetivo de reformar y preservar el caduco sistema socialista y dar a la sociedad soviética un cierto espíritu de empresa e innovación”. Este proceso, acompañado también de una vacilante democratización de la vida política, originó profundos cambios socioeconómicos que provocaron el fin de la era Gorbachov, el posterior colapso y desintegración de la URRS y la entronización de la globalización económica con Yeltsin.
El FSB, aparato de inteligencia rusa que empleaba a 75,000 personas, había sido constituido el 12 de abril de 1995 mediante un decreto-ley de Yeltsin para sustituir al Servicio Federal de Inteligencia (FSK) -agencia que interinamente había reemplazado al KGB en diciembre de 1993- y sumaba a las competencias del FSK las tareas de seguridad interior asumidas por el KGB, ( la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo, así como la vigilancia de todo lo referente a la seguridad nuclear y a la producción de minerales estratégicos) y nombró en el 2000 como director a un desconocido Vladimir Putin en lugar de Nikolai Kovalyov.
Putin, nuevo hombre fuerte
Por: Germán Gorraiz López
La Perestroika fue un término acuñado durante el mandato de Gorbachov para definir “un proceso de reforma basado en la reestructuración de la economía con el objetivo de reformar y preservar el caduco sistema socialista y dar a la sociedad soviética un cierto espíritu de empresa e innovación”. Este proceso, acompañado también de una vacilante democratización de la vida política, originó profundos cambios socioeconómicos que provocaron el fin de la era Gorbachov, el posterior colapso y desintegración de la URRS y la entronización de la globalización económica con Yeltsin.
El FSB, aparato de inteligencia rusa que empleaba a 75,000 personas, había sido constituido el 12 de abril de 1995 mediante un decreto-ley de Yeltsin para sustituir al Servicio Federal de Inteligencia (FSK) -agencia que interinamente había reemplazado al KGB en diciembre de 1993- y sumaba a las competencias del FSK las tareas de seguridad interior asumidas por el KGB, ( la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo, así como la vigilancia de todo lo referente a la seguridad nuclear y a la producción de minerales estratégicos) y nombró en el 2000 como director a un desconocido Vladimir Putin en lugar de Nikolai Kovalyov.
Putin, nuevo hombre fuerte
Hasta la impactante masacre de Beslán (conocido como 3-S) , los servicios secretos rusos languidecían entre jirones de la extinta Guerra Fría, pero en los sótanos de la FSB, Putin con su entorno conocido como la “camarilla de la KGB” , estaba fraguando un verdadero Golpe de Estado virtual que tendría su detonante en el asalto y posterior matanza de la escuela de Beslán (Osetia del Norte), acción atribuida a una mezcolanza de chechenos e ingushes , instaurando “la lucha contra el terrorismo checheno” como leit motiv del mandato del nuevo hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin y quedando Shamil Basayev y a Magomedali Vagabov como paradigmas de la nueva política de “neutralizaciones” de la era Putin, al haber sido ambos aniquilados por las fuerzas especiales del Comité Nacional Antiterrorista (NAK).
En el 2004, Putin aprobó la reforma de los servicios secretos , antes de la creación de un todopoderoso Ministerio de seguridad Estatal en Rusia que fusionaría al FSB con el SVR (encargado de las operaciones en el exterior), y logró la defenestración de la primitiva clase dominante proveniente de la época de Yeltsin (oligarcas), corrupta camarilla mafiosa equivalente a un miniestado dentro del Estado Ruso ya que el 36% de las grandes fortunas concentrarían en sus manos el equivalente al 25% del PIB , ( de la que serían paradigmas Berezovksy , exiliado en Londres y Mijaíl Jodorkovski, en prisión acusado de evasión y fraude contra el Estado) y su sustitución por sujetos de probada lealtad a su persona, sin veleidades políticas y con el único afán del lucro rápido.
Posteriormente, silenciando las voces y medios de comunicación disidentes mediante el miedo escénico, la asfixia económica, la incoación de arbitrarios expedientes por delitos fiscales y las vías expeditivas, Putin habría conseguido la desaparición de la oposición propia de los países democráticas y la instauración del oficialismo: doctrina política que conjuga las ideas expansionistas del nacionalismo ruso, las bendiciones de la todopoderosa Iglesia Ortodoxa, los impagables servicios del FSB (sucesor del KGB) , la exuberante liquidez monetaria conseguida por las empresas energéticas (GAZPROM) y parte del ideario jruschoviano (del antiguo primer ministro soviético Nikita Jruschov) simbolizado en un poder personalista autocrático al intentar reunir en su persona la Jefatura del Estado y la Presidencia del Partido.
Inicio del ocaso
Sin embargo, las reformas para aligerar la burocracia, aunadas a la reducción del poder de los gobernadores regionales (el partido en el poder , Rusia Unida, habría decidido no nominar para la reelección al actual gobernador de Kaliningrado), el agravamiento de la crisis económica debido al hundimiento del precio del crudo y a la excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo (70 % de los ingresos provienen de estas vías), la devaluación del rublo (un 30% desde que comenzara la crisis) y los pavorosos incendios que habrían consumido un millón de hectáreas de bosque, habrían mermado la popularidad de Putin.
La sociedad rusa considera principal responsable de los incendios por aprobar la Duma Estatal en 2006 el Código Forestal, ley que disolvía la gestión centralizada de la protección de los bosques, reduciendo las competencias de la Agencia Forestal y cediendo la responsabilidad de la protección de los bosques a las compañías arrendatarias y los gobiernos locales, que habrían aducido carencia de fondos para controlar territorio equivalente al doble de la UE (809 millones de hectáreas).
Putin, en su particular “annus horribilis”, deberá hacer frente a la sequía sin precedentes que ha afectado a la parte occidental de Rusia desde principios de julio y que habría provocado que el 20% de sus 10 millones de hectáreas de sus tierras cultivables hayan quedado arruinadas por la sequía (las estimaciones de la cosecha de trigo serían de 60-65 millones de Toneladas, en vez de la media anual de 90 millones, según la agencia de noticias RIA Novosti), y el posterior embargo de las exportaciones de trigo previstas para el 2010 (Rusia es uno de los graneros mundiales con el 8% de la producción mundial de trigo y en 2009 exportó 21,4 millones de toneladas).
Dichas medidas podrían resultar insuficientes y precisar de masivas importaciones de cereales para evitar la hambruna en el invierno, con el consiguiente incremento de los precios de productos básicos (según la agencia rusa Interfax, el país podría sufrir una escasez de ciertos productos alimentarios y un alza vertiginosa de sus precios, que podrían subir hasta un 60%), lo que producirá una desbocada inflación cercana a los dos dígitos al final de 2010.
Ello conllevará la Agudización de la fractura social al quedar amplias capas de la población obligadas a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales (30% de la población), debiendo destinar amplias partidas de las reservas para subsanar el rampante Déficit del Plan de Pensiones y acelerar la anunciada Reducción de la Burocracia, quedando así diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la Vivienda y Sanidad Públicas, Reducción de Impuestos y el Cambio de tendencia Demográfica que adolece de un crecimiento negativo desde 1991 (-12 millones de habitantes), sufriendo la “sui generis” democracia rusa un severo recorte de libertades y pudiendo reeditarse los disturbios y protestas sucedidas con Jruschov debido a la carestía de la vida.
Hay peligro de un golpe de estado
Los fracasos en materia económica y las consiguientes protestas sociales en Rusia podrían hacer a Putin más impopular en el partido y en la Administración y debilitar el otrora poder omnímodo del gobernante, permitiendo que se fraguara una conspiración alentada por oligarcas defenestrados por Putin y obligados a exiliarse en el extranjero y que tendría como brazo ejecutor al FSB.
Para el golpe, Putin sería acusado de los mismos cargos con los que decapitó a la camarilla oligarca: (abuso de poder, corrupción y delitos fiscales ) y siendo sustituido probablemente por Mendeiev. (reviviendo el golpe de mano contra Jruschov en 1964 y su sustitución por Leoniv Brézhnev tras ser acusado de culto a la personalidad y errores políticos).
Así, Putin y Jruschov quedarían hermanados y pasarían a la historia como dos iconoclastas que habrían acabado con las herencias del purgador Stalin (histórico discurso de Jruschov en 1956 en el XX Congreso del PCUS denunciando los crímenes y errores de la época de Stalin, el culto a la personalidad y el dogmatismo ideológico) y del cirrótico Yeltsin (demoledora defección de Yeltsin por parte de Putin, acusándole de desmembrar la extinta URSS) y como creadores de nuevos idearios que incluirían la posibilidad de revoluciones por vías pacíficas (desestalinización) y del pragmatismo y el acercamiento a Occidente (oficialismo), aunadas con el objetivo inequívoco de equiparar a Rusia con EEUU como superpotencia mundial, hija de los ideales expansionistas de Pedro el Grande.
En caso de ser Putin finalmente finiquitado políticamente, podríamos asistir a la reaparición de la Troika para evitar la acumulación de un poder autocrático y al regreso de la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), doctrina que instauró que Rusia tiene derecho a intervenir (incluso militarmente) en asuntos internos de los países de su área de influencia y que conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas, el chantaje energético, la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica, la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos” y el ahogamiento de la oposición política interna, intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2020.
Fuente: Diario La Primera (Perú). 07 de setiembre del 2010.
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