La fuerza peruana en las Malvinas
Hoy se cumplen 30 años desde que empezaron las acciones bélicas entre la Argentina y el Reino Unido por la recuperación de las islas Malvinas invadidas por el imperio británico desde el siglo XIX. El Perú, fiel a su tradición de amistad con su vecino del sur desde la época en que Don José de San Martín encabezó la corriente libertadora del sur para acabar con la colonia española en nuestras tierras, apoyó no solo con la diplomacia, sino con aviones y misiles a la causa Argentina. Uno de los protagonistas, el comandante FAP (r) Juan Carlos Rosales, nos da detalles de la operación militar desplegada por la Fuerza Aérea Peruana en tiempos de Fernando Belaunde a finales del verano de 1982.
Entrevista: Carlos Alonso Bedoya
– ¿Cómo fue la participación del Perú en la guerra de las Malvinas?
–El expresidente Belaunde Terry estuvo muy activo en la búsqueda de la paz entre la Argentina y el Reino Unido. Buscó alternativas de solución e hizo algunas propuestas de tipo político, pero no fueron aceptadas. Finalmente se decidió el apoyo directo de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) a la causa que venía defendiendo la Argentina.
–Una vez tomada la decisión, se recibe la orden de alistar los aviones Mirage y también misiles para trasladarlos hasta la República Argentina en un vuelo estrictamente secreto. Nadie tuvo conocimiento días previos, ni horas previas, al desarrollo del plan de operaciones. Solamente fueron comunicados los que participaron en el acto, porque quienes planificaron, lo hicieron de manera muy acuciosa, a fin de no levantar ninguna sospecha.
–Si revisamos la historia y la literatura de aquella época, no vamos a encontrar ningún indicio en revista, periódico o análisis que haya alertado que la FAP se preparaba para apoyar a la Argentina con sus unidades aéreas.
–En esa época yo estaba estudiando uno de los cursos que obligatoriamente se hacen en la FAP de acuerdo a los diferentes grados. Estando en pleno curso, se acercó un oficial y me entregó un sobre que venía dirigido hacia mí; lo abrí, había una orden para que en cuestión de horas me constituya en el Grupo Aéreo Nº 8.
–Yo estaba estudiando. No tenía cargo. Estaba en la Escuela Superior de Guerra Aérea que quedaba en ese entonces en Castillo Rospigliosi en Lince. Hoy día funciona en La Molina.
–Puedo decir que por dos cosas: La primera porque tuve una participación previa en una operación de contrainteligencia contra el buque Chileno Beagle. Yo tuve éxito en esa operación. Y la otra posibilidad es que yo soy hijo de argentino. Se juntaron esas dos cosas.
–En el sobre no decía de qué se trataba solo sabía que era una orden superior para ir de inmediato al Grupo Aéreo. Fui a mi casa, recogí unas prendas y me fui al Grupo Nº 8. Iba a volar en un avión Hércules.
–Ese vuelo estuvo al mando del coronel FAP Dositeo Aliaga Zegarra, y del mayor, el otro piloto, Felipe Escobar. Después venía la tripulación normal: técnicos de mantenimiento que no eran parte de la operación.
–Al medio día, los pilotos estaban sentados en su puesto, y es allí donde vino el comando del Grupo 8 y les entregó un sobre, pues los pilotos tampoco sabían adónde se iban a dirigir. La orden del sobre decía volar de Lima a Chiclayo. No había más detalles. Así que salimos con dirección a Chiclayo, habremos llegado como a las dos de la tarde. Y una vez en el Grupo Aéreo Nº 6 en Chiclayo, notamos que había movimiento.
–En el Hércules metieron un avión Mirage semidesarmado. Si bien es cierto que el Hércules tiene esa capacidad, no es fácil meter un avión dentro de otro avión. Demoró varias horas, y también cargaron misiles. El Hércules estaba con su peso máximo de operación. Todo ese movimiento terminó como a las 7 de la noche. A esa hora, la tripulación recibió otra orden, esta vez de dirigirnos de Chiclayo a la base de La Joya.
–Sí, al Grupo Aéreo Nº 4. Poco antes de las 9 de la noche entramos a la base de La Joya, ya estaba totalmente obscuro. La tripulación no bajó del avión. Subió el comando del grupo al Hércules; recuerdo al general César Gonzalo Luza, Comando de Operaciones. Ellos eran los que habían planificado todo este movimiento.
–saludaron a la tripulación, y luego sucedió algo extraño. Como a las 11 de la noche subieron también al avión tres argentinos que yo no conocía pero cuya nacionalidad reconocí por el acento. Ya en ese momento comencé un poquito a darme cuenta: un avión de guerra dentro del Hércules, misiles... Hasta que se fue cerrando el círculo de la incertidumbre cuando entraron los argentinos, porque cuando les pregunté si eran becarios, me contestaron que eran pintores. Caí en la cuenta de que habían venido a pintar los Mirages M5P versión peruana con la bandera Argentina.
–Uno en el Hércules, y catorce más volando por sí mismos. Pero eso lo supe posteriormente.
–Vino la orden de irnos a Jujuy en territorio argentino. Salimos de La Joya en la madrugada con la dirección indicada. Pero la ruta que utilizamos hizo que nos introdujéramos en territorio Boliviano, donde cerramos las comunicaciones según la orden recibida. Solo sonaban las hélices del Hércules mientras duró ese tránsito.
–Si Bolivia hubiera tenido un buen sistema radárico, nos detectaba; pero es de suponer que no lo tenía. Quienes planificaron la ruta deben haber hecho vuelos de reconocimiento electrónico previos para determinar que el Hércules iba a atravesar por allí. Los Sukhoi que teníamos en esa época, ya tenían la capacidad de detectar cuando los radares estaban prendidos, y determinar en qué posición se ubicaban. Por eso es que me imagino que previamente se hizo un barrido para saber por dónde tenía que pasar el Hércules y a qué hora. Esta operación fue planificada al centímetro, no se escapó nada.
–El coronel Dositeo Aliaga que ya murió. Un tipo hábil, de poco hablar y muy inteligente, un excelente piloto y además te daba mucha confianza. No era un militar mandón. Siempre hacía participar al de menor grado. Nosotros lo estimábamos porque además de sus dotes profesionales era una gran persona. El otro señor era el mayor Felipe Silva Escobar, era muy inteligente y muy rápido de mente, no era el típico de corte marcial, sino muy flexible. Pero la planificación era del general Gonzalo Luza que le confió la misión al mejor piloto, pues Dositeo no se asustaba con nada.
–¿Qué pasó en Jujuy?
–Llegamos a Jujuy a las 6 de la mañana y cuando aterriza el Hércules y estaba carreteando por la pista, sentimos unos chicotazos a los lados: eran trece aviones Mirage de la FAP que venían atrás de nosotros sin que lo sepamos. El Hércules era la avanzada que salió de La Joya a las 4 am. más o menos. Los Mirages salieron de La Joya como a las 5 de la mañana.
–En Jujuy hubo reabastecimiento de combustible. Solo bajo del Hércules un personal y trajo el desayuno. Estuvimos listos para partir a las dos horas de haber llegado. Cuando los Mirages peruanos se empezaron a estacionar nos dimos cuenta que ya estaban pintados con la bandera Argentina desde La Joya, pero los pilotos eran de la FAP. De todo ese grupo ya no queda nadie en actividad. En fin, reabastecimos el combustibles todos, y nuevamente salió el Hércules primero y luego los Mirages.
–A la base aérea Argentina Comodoro Rivadavia, al extremos sur del país, después de Bahía Blanca, a 600 kilómetros de Buenos Aires. Llegamos un poco antes del medio día. Fuimos recibidos, comenzaron a bajar las cosas, y allí nos encontramos con dos oficiales peruanos FAP que ya estaban hace algún tiempo en Comodoro Rivadavia, el comandante Aurelio Crovetto, y el mayor Carlos Portillo. Uno era piloto de Mirage y el otro de Sukhoi. Ellos estaban en apoyo planeamiento, es decir en los planes operacionales. Es que los argentinos tenían una versión de Mirages diferentes, no era la versión peruana M5P, parecida pero por no ser igual Crovetto estaba de piloto instructor para los argentinos. El había volado muchas horas este avión.
–No. Nosotros regresamos al día siguiente. El Hércules regresó con todos los pilotos peruanos de los Mirages. Fuimos directo a Lima. Solo se quedaron Crovetto, Portillo y algunos mecánicos peruanos especializados en aviones M5P.
–Sí, un misil peruano fue lanzado desde un avión argentino Súper Etendard. Pero ese avión es como el Tucano de mediana velocidad, ni se acerca a los supersónicos, pero sin embargo tuvo la posibilidad de cargar el misil peruano Exocet, y por primera vez en la historia lo lanzó impactando en un avión británico Sheffield, y lo reventó en medio del mar.
–¿Y qué pasó con los aviones?, ¿volvieron a territorio peruano tras la guerra?
–Esos aviones ya no regresaron, porque eso fue parte del convenio: el Perú le vende los aviones a la Argentina.
–Sí, es que los enlaces históricos entre el Perú y la Argentina vienen desde Don José de San Martín. Los demás países de la región tuvieron declaraciones pero ninguno participó concretamente. El Perú sí.
–La fragata inglesa solicitó su participación en aguas peruanas en un momento inoportuno. Se vienen los 30 años, y la fragata se viene de las Malvinas, de la zona que controlan, e inicia un recorrido de seguridad. Se ha podido dirigir directamente a su base. Se hizo muy bien en dar la contramarcha, dejando en suspenso el ingreso de la nave inglesa. Nosotros tenemos que dar preponderancia a nuestras relaciones sudamericanas. Argentina tiene una reivindicación de justicia. El Perú de ninguna manera puede ser adverso a esa causa. Olvidémonos de Carlos Menem, de la barbaridad y estupidez que cometió en contra del Perú. Es parte de la historia sí, es una anécdota, pero hay intereses latinoamericanos que están por encima de los intereses partidarios o políticos muy concretos.
Fuente: Diario La Primera (Perú). 03 de abril del 2012.
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