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Relatos de una isla
Por: Rosa Garibaldi
Historiadora y diplomática peruana.
En 1861, la República Dominicana —que ocupaba las dos terceras partes de la isla Hispaniola o Española— volvió a dominio del reino de España. La pequeña nación se había independizado en 1821 pero estuvo 22 años bajo el dominio represivo de la República de Haití, seguido por 17 tormentosos años de autogobierno en precaria situación frente a un agresor permanente.
En pos de la seguridad
Por: Rosa Garibaldi
Historiadora y diplomática peruana.
En 1861, la República Dominicana —que ocupaba las dos terceras partes de la isla Hispaniola o Española— volvió a dominio del reino de España. La pequeña nación se había independizado en 1821 pero estuvo 22 años bajo el dominio represivo de la República de Haití, seguido por 17 tormentosos años de autogobierno en precaria situación frente a un agresor permanente.
En pos de la seguridad
Hacia 1861, el presidente dominicano Pedro Santana logró expulsar a los haitianos. Buscando un estatus de seguridad bajo la protección de alguna potencia extranjera, intentó acercamientos con Gran Bretaña, Francia, España y con Estados Unidos. España aprovechó para intrigar, provocando una “espontánea” declaración de Santana solicitando la anexión. Sobre esa base, España declaró la anexión y envió sus tropas. En abril de 1861, el presidente haitiano Fabre Geffrard protestó por la reocupación de la República Dominicana. Haití temía que el establecimiento de una gran potencia en la isla se convirtiera en amenaza directa a su independencia.
Complicado panorama
Las únicas naciones con fuerza militar para frenar a España —Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos— no pudieron o no quisieron hacerlo. Gran Bretaña no objetó la anexión, pues España no representaba amenaza para sus intereses. La anexión, además, evitaría cualquier pretensión estadounidense sobre la isla; España no reintroduciría la esclavitud, y la mira de Napoleón III estaba puesta en conquistar México.
Misión frustrada
William Seward, secretario de Estado del presidente Abraham Lincoln, se enteró del proyecto anexionista y creyó encontrar el pretexto para una guerra contra España. Su idea era unir nuevamente a su país frente a un enemigo común y evitar la Guerra de Secesión. Seward inició su campaña diplomática —sin esperar la respuesta de Lincoln—, pero fue ignorado por España. Lincoln, además, rechazó tajantemente el proyecto.
Protesta peruana
La reincorporación de la República Dominicana a España fue recibida con gran indignación. El Gobierno Peruano, con Ramón Castilla a la cabeza, fue el primero en protestar y el único en asumir el liderazgo. En nota circular, el 24 de agosto de 1861, a todos los gobiernos latinoamericanos, el canciller José Fabio Melgar propuso “la alianza defensiva para rechazar la reconquista [] cualquiera que sea el nombre con que se la disfrace”. Afirmó que “al desconocerse la existencia legal de una República Americana, que antes fue colonia, se desconoce virtualmente el derecho de soberanía de las demás”. Calificó la acción del presidente dominicano como “alta traición”. Y declaró que “El Perú no reconoce [] la legitimidad de este acto; protesta solemnemente contra él, y condena las intenciones [] en el Gabinete de Madrid hacia la América republicana”.
Sutil agresión
El canciller Melgar advirtió que no era una agresión aislada. España realizaba preparativos navales, habiendo declarado neutralidad en los conflictos europeos; se negaba a firmar los tratados reconociendo la independencia de algunos estados americanos —incluyendo al Perú—, y la corte incitaba indirectamente a recuperar los antiguos dominios.
El canciller Melgar concluyó su poderosa nota circular a los cancilleres de las repúblicas hispanoamericanas solicitando su cooperación “para conjurar oportunamente el peligro que correría la América, si España o cualquiera otra Potencia [] desarrollase las pretensiones que se han iniciado en Santo Domingo; y la invita a que, de común acuerdo [] se adopte la política para conjurar, en el caso previsto, calamidad de tanta trascendencia”.
Ansias de reconquista
La cancillería peruana lanzó una firme campaña diplomática para alertar sobre el peligro de la reconquista. El mismo día que envió la protesta a los gobiernos latinoamericanos, Melgar dirigió una nota a Ecuador. En ella pedía explicaciones al presidente Gabriel García Moreno por la promulgación de una ley adjudicándose territorios reclamados por el Perú. Dos meses después, Melgar instruyó a Pedro Gálvez, ministro ante las Tullerías, y a Luis Mesones, encargado de negocios ante la corte de Saint James, para que los correspondientes ministros de Relaciones Exteriores declararan que no apoyarían una monarquía española en México.
Ojo con el guano
Las respuestas al canciller José Fabio Melgar no comprometían apoyo; Argentina y Chile expresaban reticencia. Manuel Ancízar, canciller de Colombia, sí comunicó la adhesión de su gobierno y advirtió que había recibido varios avisos de “las pretensiones de España de apoderarse de los ricos depósitos de guano que forman una de las principales fuentes de rentas del Gobierno del Perú, pretensión que, si resultase cierta, puede estar entrelazada a planes de mayor trascendencia que la ocupación de Santo Domingo”.
A pesar del liderazgo del Perú para motivar la solidaridad continental en apoyo a la República Dominicana, los planes no se concretaron pues la ocupación española de la isla —por la lejanía de esta del continente— no se veía como una gran amenaza. Profunda conmoción suscitó en la América Latina, más bien, la invasión de México.
Población en contra
La reincorporación española de la República Dominicana resultó un fiasco. En 1862, surgieron las primeras protestas internas. El propio presidente Santana se enemistó con sus aliados españoles, que reemplazaron a los dominicanos en todos los puestos de mayores ingresos, tanto civiles como militares, imponiendo rigurosas leyes que oprimían al pueblo.
España instaló una fuerza permanente de 25.000 hombres en Santo Domingo, pero no pudo vencer la resistencia de la población ni los estragos de la fiebre amarilla. En 1865, las cortes aprobaron una ley derogando la anexión. La revuelta general venció y dio lugar a la instalación de un gobierno republicano provisional.
Datos:
Solidaridad en la isla
Frente al terremoto que ha asolado a Haití, el presidente dominicano, Leonel Fernández, facilitó , desde un inicio, el traslado, a través de su territorio, de todo tipo de recursos del exterior y expresó la urgencia de una estrategia de largo plazo de países solidarios para la reestructuración y desarrollo de la sufrida nación.
Compartir el aislamiento
“Haití y República Dominicana comparten una misma isla, La Hispaniola o Española. Cristóbal Colón la descubrió el 5 de diciembre de 1492 a fines de su primer viaje a “las indias”. Allí se estableció la primera colonia española del Nuevo Mundo que sirvió de base logística para la conquista de la región.
Los restos de la nave Santa María, que naufragó tras impactar con un arrecife coralino, sirvieron para las primeras construcciones del lugar. Colón llamó a toda la isla: Santo Domingo.
Fuente: Diario El Comercio. Domingo 31 de Enero del 2010.