Campo de Marte. Vuelven Keynes y Cía.
Hugo Neira (Sociólogo)
1985: pánico en los bancos de ahorros y préstamos en los EEUU. Costo del rescate: US$ 150 000 millones. 1994, el efecto Tequila: por falta de reservas internacionales y devaluación del peso. Bill Clinton, entonces presidente, obtiene del Congreso una línea de crédito de $20 mil millones al gobierno mexicano. 1997, crisis financiera en el Asia oriental, el fin del " milagro asiático". ¿A cuál se parece la presente? A todas y ninguna. Parece más global.
Escribo aquí cada 15 días, entretanto anoto los cambios en la prensa mundial. Hace apenas una semana, se alababa "el pragmatismo de las autoridades americanas". Los reflectores apuntaban a las quebradas Freddie Mac y Fannie Mae, al plan del secretario del tesoro Henry Paulson, a lo que la Reserva Federal podía hacer ante los activos tóxicos y las hipotecas basura. Luego, la atención se desplaza a la Casa Blanca. A Obama y a McCain. Y a la correlación de fuerzas en la Cámara de Representantes. Pero pese a la adopción del rescate (inmensamente impopular) se asientan dos sensaciones. Esta crisis es más global y se resolverá desde regulaciones globales. No solo en USA.
Es notorio, pues, el menguado efecto del rescate Paulson en las bolsas. Por la otra, la reacción de cuatro jefes de Estado europeos, los 4G, para afirmar públicamente la intención de permanecer coordinados. No ha faltado quien ha dicho que Europa no es federal y, en consecuencia, no es posible planes de rescate mancomunados. Pero también es cierto que endeudarse como se hace en América no está en sus costumbres, en Europa se compra con tarjeta de crédito y con dinero líquido, cosa a la que han vuelto en América, según CNN. Pero la opinión pública europea desconfía. El diario Le Monde, "Francia no escapará a la recesión". Cierto, no se ha producido un pánico bancario (en las bancas de las escuelas públicas les enseñan qué les pasó cuando hubo corrida de ahorristas en 1929). Pero el tono ha seguido subiendo. Y el FMI preconiza "medidas enérgicas".
Entretanto los movimientos de capitales son espectaculares. La Reserva Federal moviliza dólares hacia Europa, mientras las inyecciones de capitales procedentes del Asia arriban a América. Y todos miran a dos casos extremos. El país que cayó en crisis desde 1992 y que no sale de ella: el potente Japón. Y el modelo nórdico, la "flexiseguridad", o sea, excedente presupuestal, reducción de impuestos y (quién fuera nórdico) inversiones masivas en educación. Con todo ¿qué le ocurre a este capitalismo que no deja de saltar de burbuja en burbuja financiera?
Leía en estos días (leo varios asuntos a la vez) el magnífico estudio del filósofo Gilles Deleuze sobre Nietzsche. En la filosofía seguiría vigente Platon, si no fuera que la forma de preguntarse ya no es, desde Nietzsche, qué es algo, sino ¿quiénes? Así, están en cuestión los "gurus" de lo que se viene llamando desde 1980 el "Crony capitalism", el capitalismo salvaje. Ese capitalismo extremo –la idea es de canadiense– destruyó las clases medias americanas, más que empobrecidas: lejos abisalmente de los archimillonarios. Pero hoy, gracias a las tonterías de Wall Street, se deja el "pensamiento único" por el abierto debate.
Vuelve, y por razones teóricas como inmediatistas, el tema de los ciclos. Los ciclos cortos que estudió el americano Kitchin. El ciclo largo, el Kondratiev, un sabio ruso de los años 20, caracterizado por ondas largas de 50 años, 25 de alza y otros tantos de bajada. Vuelve, qué duda cabe, John M. Keynes. Ya se propone "una organización mundial de las finanzas", algo como la conferencia en Bretton Woods, 1944, que reconstituyó las exhaustas economías de guerra. Vuelven los post-keynesianos, Joan Robinson, profesora en Cambridge, partidaria de "socializar la inversión". Vuelve J.R.Hick, un compromiso entre Keynes y la escuela monetarista. Sí, señor, vuelve la querella entre escuelas y capillas, los de la decisión pública, las anticipaciones racionales, los costos de transacción. Vuelve Marx, y no se asusten (en realidad, nunca se fue). Vuelve Schumpeter o la idea del capitalismo como "destrucción creadora".
Acostúmbrense a estos nombres, son teoría de una crisis que está ahora en todos los bolsillos. Y vuelve el gran K. Polanyi (1886-1964), economista húngaro, profesor en USA, autor de "La Gran transformación". De la cual, quien firma esta nota conversaba en algún café de París con Haya de la Torre. El dilema Polanyi subsiste. Es decir, el mercado es necesario pero pensar que se autorregula es peligrosa utopía. Ahora bien, los ajustes que siguen a una recesión entraban el mercado y surgen nuevas tensiones. Las "hipótesis extraordinarias", dice Polanyi, rompen ese ciclo fatal (Roosevelt, New Dail, Socialdemocracia, etc.). ¿Sabrá el homo sapiens hoy encontrarlas? El capitalismo regulado dio 40 años de prosperidad al mundo, antes que lo sustituyera el furor especulativo de los banqueros.
Hugo Neira (Sociólogo)
1985: pánico en los bancos de ahorros y préstamos en los EEUU. Costo del rescate: US$ 150 000 millones. 1994, el efecto Tequila: por falta de reservas internacionales y devaluación del peso. Bill Clinton, entonces presidente, obtiene del Congreso una línea de crédito de $20 mil millones al gobierno mexicano. 1997, crisis financiera en el Asia oriental, el fin del " milagro asiático". ¿A cuál se parece la presente? A todas y ninguna. Parece más global.
Escribo aquí cada 15 días, entretanto anoto los cambios en la prensa mundial. Hace apenas una semana, se alababa "el pragmatismo de las autoridades americanas". Los reflectores apuntaban a las quebradas Freddie Mac y Fannie Mae, al plan del secretario del tesoro Henry Paulson, a lo que la Reserva Federal podía hacer ante los activos tóxicos y las hipotecas basura. Luego, la atención se desplaza a la Casa Blanca. A Obama y a McCain. Y a la correlación de fuerzas en la Cámara de Representantes. Pero pese a la adopción del rescate (inmensamente impopular) se asientan dos sensaciones. Esta crisis es más global y se resolverá desde regulaciones globales. No solo en USA.
Es notorio, pues, el menguado efecto del rescate Paulson en las bolsas. Por la otra, la reacción de cuatro jefes de Estado europeos, los 4G, para afirmar públicamente la intención de permanecer coordinados. No ha faltado quien ha dicho que Europa no es federal y, en consecuencia, no es posible planes de rescate mancomunados. Pero también es cierto que endeudarse como se hace en América no está en sus costumbres, en Europa se compra con tarjeta de crédito y con dinero líquido, cosa a la que han vuelto en América, según CNN. Pero la opinión pública europea desconfía. El diario Le Monde, "Francia no escapará a la recesión". Cierto, no se ha producido un pánico bancario (en las bancas de las escuelas públicas les enseñan qué les pasó cuando hubo corrida de ahorristas en 1929). Pero el tono ha seguido subiendo. Y el FMI preconiza "medidas enérgicas".
Entretanto los movimientos de capitales son espectaculares. La Reserva Federal moviliza dólares hacia Europa, mientras las inyecciones de capitales procedentes del Asia arriban a América. Y todos miran a dos casos extremos. El país que cayó en crisis desde 1992 y que no sale de ella: el potente Japón. Y el modelo nórdico, la "flexiseguridad", o sea, excedente presupuestal, reducción de impuestos y (quién fuera nórdico) inversiones masivas en educación. Con todo ¿qué le ocurre a este capitalismo que no deja de saltar de burbuja en burbuja financiera?
Leía en estos días (leo varios asuntos a la vez) el magnífico estudio del filósofo Gilles Deleuze sobre Nietzsche. En la filosofía seguiría vigente Platon, si no fuera que la forma de preguntarse ya no es, desde Nietzsche, qué es algo, sino ¿quiénes? Así, están en cuestión los "gurus" de lo que se viene llamando desde 1980 el "Crony capitalism", el capitalismo salvaje. Ese capitalismo extremo –la idea es de canadiense– destruyó las clases medias americanas, más que empobrecidas: lejos abisalmente de los archimillonarios. Pero hoy, gracias a las tonterías de Wall Street, se deja el "pensamiento único" por el abierto debate.
Vuelve, y por razones teóricas como inmediatistas, el tema de los ciclos. Los ciclos cortos que estudió el americano Kitchin. El ciclo largo, el Kondratiev, un sabio ruso de los años 20, caracterizado por ondas largas de 50 años, 25 de alza y otros tantos de bajada. Vuelve, qué duda cabe, John M. Keynes. Ya se propone "una organización mundial de las finanzas", algo como la conferencia en Bretton Woods, 1944, que reconstituyó las exhaustas economías de guerra. Vuelven los post-keynesianos, Joan Robinson, profesora en Cambridge, partidaria de "socializar la inversión". Vuelve J.R.Hick, un compromiso entre Keynes y la escuela monetarista. Sí, señor, vuelve la querella entre escuelas y capillas, los de la decisión pública, las anticipaciones racionales, los costos de transacción. Vuelve Marx, y no se asusten (en realidad, nunca se fue). Vuelve Schumpeter o la idea del capitalismo como "destrucción creadora".
Acostúmbrense a estos nombres, son teoría de una crisis que está ahora en todos los bolsillos. Y vuelve el gran K. Polanyi (1886-1964), economista húngaro, profesor en USA, autor de "La Gran transformación". De la cual, quien firma esta nota conversaba en algún café de París con Haya de la Torre. El dilema Polanyi subsiste. Es decir, el mercado es necesario pero pensar que se autorregula es peligrosa utopía. Ahora bien, los ajustes que siguen a una recesión entraban el mercado y surgen nuevas tensiones. Las "hipótesis extraordinarias", dice Polanyi, rompen ese ciclo fatal (Roosevelt, New Dail, Socialdemocracia, etc.). ¿Sabrá el homo sapiens hoy encontrarlas? El capitalismo regulado dio 40 años de prosperidad al mundo, antes que lo sustituyera el furor especulativo de los banqueros.
Fuente: Diario La República
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