Imagen: Fundación Romero
El nuevo rostro del Grupo Romero
Tras liderar la parte industrial del grupo desde el 2001, en abril último Dionisio Romero Paoletti asumió también la presidencia de Credicorp, y con ello el manejo total del segundo grupo económico más grande del país. Aquí una mirada a la historia familiar y empresarial desde sus orígenes, y a los retos que le esperan al conocido “Dioni”.
Por: Luis Corvera
Su sueño era convertirse en un diseñador de autos deportivos, como el italiano Enzo Ferrari. “Esa era mi ilusión desde pequeño”, dice con algo de nostalgia Dionisio Romero Paoletti cada vez que se le pregunta qué habría hecho de su vida si hubiera podido elegir su destino. “Y no es una broma”, se apresura en añadir el actual líder del Grupo Romero cuando atisba en su interlocutor alguna sonrisa de incredulidad.
Pero la falta de un espacio donde desarrollarse profesionalmente en este campo y, sobre todo, el hecho de ser el único hijo varón de Dionisio Romero Seminario, anterior cabeza visible del grupo durante más de 40 años y el segundo mayor accionista individual del mismo, marcaron en él –desde niño– un destino diferente. Es por eso que los estudios de “Dioni”, como le dicen dentro del grupo para diferenciarlo de su padre, siempre estuvieron orientados a temas que le permitieran –en algún momento– tomar las riendas de los negocios familiares, y nunca al diseño. Tuvo que conformarse con compartir con Ferrari la sangre italiana (su madre es de esa nacionalidad). Luego de concluir su secundaria en el colegio Roosevelt, se fue a Estados Unidos, a estudiar Economía en la Brown University y luego una maestría en Administración de Empresas en Stanford, donde también estudió su padre.
Si bien desde abril pasado reemplaza a su progenitor como presidente de Credicorp y de las empresas locales que integran dicho grupo (Banco de Crédito del Perú, Pacífico Seguros y Prima AFP), la rama financiera era la única que le faltaba asumir a “Dioni” para completar la transferencia total del mando. Y es que el proceso no es nuevo, sino que se inició en el 2001, cuando en el grupo se decidió separar de las inversiones familiares la rama financiera, para administrarla separadamente, porque es de naturaleza diferente al resto de sus negocios y porque el grupo tiene en ella un control mucho menor al que posee en sus demás compañías.
Fue en ese momento que Dionisio le transfirió a “Dioni” el mando del “nuevo” Grupo Romero sin la parte financiera, y se quedó al mando del Grupo Credicorp, donde tienen casi 16% de las acciones y dos de los ocho asientos del Directorio –incluida la presidencia–. En realidad, en aquella época la idea original era transferir ambos grupos a “Dioni”, pero este le pidió a su padre que se quedara con la parte financiera, pues sentía que aún no era el momento de asumir ambas responsabilidades, sobre todo por la recesión que afrontaba el país y que lo obligaba a dedicarle todo su tiempo a la búsqueda de ideas creativas que permitieran a las empresas industriales del grupo mejorar sus resultados. Y como Dionisio adora los negocios financieros, no se hizo muchos problemas en aceptar la propuesta de su hijo y esperarlo pacientemente hasta que este le dijera que estaba listo para reemplazarlo, lo cual sucedió en febrero de este año. La transferencia se formalizó en abril.
La historia que hereda
Con 121 años de existencia, el Grupo Romero es el segundo en términos de patrimonio en el país detrás del Grupo Brescia, que es casi su contemporáneo pues está celebrando los 120 años de la llegada de Fortunato, el patriarca del grupo, al Callao. Se estima que los Romero poseen un patrimonio, a valor de mercado, de entre US$ 1.500 millones y US$ 2.000 millones, y que sus principales activos son su participación en Credicorp, Alicorp y Ransa (véase la infografía con el detalle de sus inversiones), mientras que los Brescia tendrían entre US$ 3.000 millones y US$ 3.500 millones, con participaciones en Minsur, el BBVA Banco Continental, Rímac Seguros y Tecnológica de Alimentos como sus principales activos.
El origen del Grupo Romero está ligado a la comercialización de sombreros de paja toquilla a fines del siglo XIX por parte de don Calixto Romero Hernández, hábil comerciante español que tras un viaje de negocios a Valparaíso descubrió esta actividad en Catacaos, Piura, durante una parada del barco. Fundada en 1888, la Casa Romero se dedicó durante toda la gestión de don Calixto al comercio internacional de sombreros, cueros y pacas de algodón, y otorgó representaciones a casas comerciales de Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y Panamá, sus principales mercados de destino. Además, desde el inicio contó con dos sucursales: una en Arequipa, a cargo de su cuñado Simón Izquierdo, casado con su hermana Manuela, y otra en Cochabamba (Bolivia), que encargó a su hermano menor, Félix. En general, la concepción de don Calixto sobre los negocios, que es la que han mantenido sus descendientes, era la de tener a gente de su entera confianza a cargo de sus empresas, y qué mejor que la familia para ello.
Otra característica del manejo de don Calixto que también se ha mantenido, era la de ceder la posta a una nueva generación de la familia tan pronto estuviese preparada para tomar las riendas de las empresas, y no interferir luego en sus decisiones. De allí que con apenas 59 años volviera a su España natal y le cediera el control de la Casa Romero a su sobrino Feliciano del Campo, hijo mayor de su hermana Antonia. Originalmente le quiso ceder el puesto a su hijo mayor, Ramón Romero Navarro, a quien preparó desde pequeño para ello, pero este, que vivía en Europa desde los ocho años, se negó a regresar a Catacaos, por lo que Feliciano, quien debía ser el brazo derecho de Ramón, quedó como líder del grupo con solo 25 años. El otro hijo de don Calixto, Dionisio Romero Iturrospe, tenía apenas 15 años en ese momento y era imposible pensar en darle tal responsabilidad. La negativa de Ramón, de quien casi no existen datos, se debió a la pésima relación que mantenía desde pequeño con su padre, a quien posiblemente le guardaba rencor porque este nunca se casó con su madre, una señora piurana de apellido Navarro, y luego contrajo matrimonio con la española doña Rufina Iturrospe, de cuyo vínculo descienden los miembros del Grupo Romero que se conoce hoy en día.
A diferencia de don Calixto, quien tuvo siete hijos en dos relaciones, fue la falta de descendencia propia lo que motivó que Feliciano del Campo, a los 71 años de edad, devolviese en 1965 las riendas del grupo a los descendientes directos del fundador. Su elegido fue su sobrino Dionisio Romero Seminario, el menor de los hijos de su primo Dionisio Romero Iturrospe, a quien llamaba cariñosamente “Zorro” por el parecido que de niño tenía con dicho animal. Mejor preparado que don Calixto, Feliciano acercó al grupo a la capital, integró los negocios e incursionó con más fuerza en la banca para asegurar el financiamiento de sus empresas. Así, además de poseer casi 8% de las acciones del Banco de Crédito (llamado Banco Italiano hasta antes de la Segunda Guerra Mundial), animó a otros agricultores piuranos y comerciantes limeños a crear un nuevo banco, con él como accionista principal. Fue así que en la década de 1950 nació el Banco Continental, que diez años después vendieron al banco Chase Manhattan y que, tras ser expropiado por el gobierno militar, fue comprado en 1995 por el BBVA y el Grupo Brescia.
La historia posterior del grupo, ya bajo el liderazgo del “Zorro”, apeló mucho a la astucia de este para aprovechar las oportunidades que los gobiernos de turno generaron con su incapacidad para manejar el país. Así, si bien con el gobierno militar perdieron las cuatro haciendas que don Calixto con tanto esfuerzo había adquirido, aprovecharon la situación para crear el complejo industrial Textil Piura con los bonos de la expropiación, y para comprar a muy bajo precio las subsidiarias de las empresas extranjeras que el gobierno estaba expulsando del país, con lo que se hicieron de los activos que luego les servirían para sentar las bases de lo que hoy son Ransa y Alicorp. Pero la mejor jugada del “Zorro” fue la toma del control del Banco de Crédito del Perú en 1979, que por aquel entonces era gestionado por el Banco Sudameris (en donde participaban la banca italiana y la francesa). Aprovechando que el gobierno militar obligó a los extranjeros dueños de bancos a reducir su participación a 20%, convenció a los demás socios peruanos de que lo apoyaran y en la junta de accionistas del 30 de marzo de aquel año, en lo que denominaron la “Operación Entebbe”, logró el cambio del directorio y su elección como presidente, a pesar de no ser el principal tenedor de acciones. Según Enrique Vásquez en su libro Estrategias del poder, el Grupo Romero tenía en aquel entonces 11,8% de las acciones, mientras que los Brescia poseían 14,2%.
Fuente: Revista Poder (Perú). 18 de mayo del 2009.
Recomendados:
Historia del Grupo Romero. El conglomerado agroindustrial, financiero y de infraestructura de exportación.
Tras liderar la parte industrial del grupo desde el 2001, en abril último Dionisio Romero Paoletti asumió también la presidencia de Credicorp, y con ello el manejo total del segundo grupo económico más grande del país. Aquí una mirada a la historia familiar y empresarial desde sus orígenes, y a los retos que le esperan al conocido “Dioni”.
Por: Luis Corvera
Su sueño era convertirse en un diseñador de autos deportivos, como el italiano Enzo Ferrari. “Esa era mi ilusión desde pequeño”, dice con algo de nostalgia Dionisio Romero Paoletti cada vez que se le pregunta qué habría hecho de su vida si hubiera podido elegir su destino. “Y no es una broma”, se apresura en añadir el actual líder del Grupo Romero cuando atisba en su interlocutor alguna sonrisa de incredulidad.
Pero la falta de un espacio donde desarrollarse profesionalmente en este campo y, sobre todo, el hecho de ser el único hijo varón de Dionisio Romero Seminario, anterior cabeza visible del grupo durante más de 40 años y el segundo mayor accionista individual del mismo, marcaron en él –desde niño– un destino diferente. Es por eso que los estudios de “Dioni”, como le dicen dentro del grupo para diferenciarlo de su padre, siempre estuvieron orientados a temas que le permitieran –en algún momento– tomar las riendas de los negocios familiares, y nunca al diseño. Tuvo que conformarse con compartir con Ferrari la sangre italiana (su madre es de esa nacionalidad). Luego de concluir su secundaria en el colegio Roosevelt, se fue a Estados Unidos, a estudiar Economía en la Brown University y luego una maestría en Administración de Empresas en Stanford, donde también estudió su padre.
Si bien desde abril pasado reemplaza a su progenitor como presidente de Credicorp y de las empresas locales que integran dicho grupo (Banco de Crédito del Perú, Pacífico Seguros y Prima AFP), la rama financiera era la única que le faltaba asumir a “Dioni” para completar la transferencia total del mando. Y es que el proceso no es nuevo, sino que se inició en el 2001, cuando en el grupo se decidió separar de las inversiones familiares la rama financiera, para administrarla separadamente, porque es de naturaleza diferente al resto de sus negocios y porque el grupo tiene en ella un control mucho menor al que posee en sus demás compañías.
Fue en ese momento que Dionisio le transfirió a “Dioni” el mando del “nuevo” Grupo Romero sin la parte financiera, y se quedó al mando del Grupo Credicorp, donde tienen casi 16% de las acciones y dos de los ocho asientos del Directorio –incluida la presidencia–. En realidad, en aquella época la idea original era transferir ambos grupos a “Dioni”, pero este le pidió a su padre que se quedara con la parte financiera, pues sentía que aún no era el momento de asumir ambas responsabilidades, sobre todo por la recesión que afrontaba el país y que lo obligaba a dedicarle todo su tiempo a la búsqueda de ideas creativas que permitieran a las empresas industriales del grupo mejorar sus resultados. Y como Dionisio adora los negocios financieros, no se hizo muchos problemas en aceptar la propuesta de su hijo y esperarlo pacientemente hasta que este le dijera que estaba listo para reemplazarlo, lo cual sucedió en febrero de este año. La transferencia se formalizó en abril.
La historia que hereda
Con 121 años de existencia, el Grupo Romero es el segundo en términos de patrimonio en el país detrás del Grupo Brescia, que es casi su contemporáneo pues está celebrando los 120 años de la llegada de Fortunato, el patriarca del grupo, al Callao. Se estima que los Romero poseen un patrimonio, a valor de mercado, de entre US$ 1.500 millones y US$ 2.000 millones, y que sus principales activos son su participación en Credicorp, Alicorp y Ransa (véase la infografía con el detalle de sus inversiones), mientras que los Brescia tendrían entre US$ 3.000 millones y US$ 3.500 millones, con participaciones en Minsur, el BBVA Banco Continental, Rímac Seguros y Tecnológica de Alimentos como sus principales activos.
El origen del Grupo Romero está ligado a la comercialización de sombreros de paja toquilla a fines del siglo XIX por parte de don Calixto Romero Hernández, hábil comerciante español que tras un viaje de negocios a Valparaíso descubrió esta actividad en Catacaos, Piura, durante una parada del barco. Fundada en 1888, la Casa Romero se dedicó durante toda la gestión de don Calixto al comercio internacional de sombreros, cueros y pacas de algodón, y otorgó representaciones a casas comerciales de Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y Panamá, sus principales mercados de destino. Además, desde el inicio contó con dos sucursales: una en Arequipa, a cargo de su cuñado Simón Izquierdo, casado con su hermana Manuela, y otra en Cochabamba (Bolivia), que encargó a su hermano menor, Félix. En general, la concepción de don Calixto sobre los negocios, que es la que han mantenido sus descendientes, era la de tener a gente de su entera confianza a cargo de sus empresas, y qué mejor que la familia para ello.
Otra característica del manejo de don Calixto que también se ha mantenido, era la de ceder la posta a una nueva generación de la familia tan pronto estuviese preparada para tomar las riendas de las empresas, y no interferir luego en sus decisiones. De allí que con apenas 59 años volviera a su España natal y le cediera el control de la Casa Romero a su sobrino Feliciano del Campo, hijo mayor de su hermana Antonia. Originalmente le quiso ceder el puesto a su hijo mayor, Ramón Romero Navarro, a quien preparó desde pequeño para ello, pero este, que vivía en Europa desde los ocho años, se negó a regresar a Catacaos, por lo que Feliciano, quien debía ser el brazo derecho de Ramón, quedó como líder del grupo con solo 25 años. El otro hijo de don Calixto, Dionisio Romero Iturrospe, tenía apenas 15 años en ese momento y era imposible pensar en darle tal responsabilidad. La negativa de Ramón, de quien casi no existen datos, se debió a la pésima relación que mantenía desde pequeño con su padre, a quien posiblemente le guardaba rencor porque este nunca se casó con su madre, una señora piurana de apellido Navarro, y luego contrajo matrimonio con la española doña Rufina Iturrospe, de cuyo vínculo descienden los miembros del Grupo Romero que se conoce hoy en día.
A diferencia de don Calixto, quien tuvo siete hijos en dos relaciones, fue la falta de descendencia propia lo que motivó que Feliciano del Campo, a los 71 años de edad, devolviese en 1965 las riendas del grupo a los descendientes directos del fundador. Su elegido fue su sobrino Dionisio Romero Seminario, el menor de los hijos de su primo Dionisio Romero Iturrospe, a quien llamaba cariñosamente “Zorro” por el parecido que de niño tenía con dicho animal. Mejor preparado que don Calixto, Feliciano acercó al grupo a la capital, integró los negocios e incursionó con más fuerza en la banca para asegurar el financiamiento de sus empresas. Así, además de poseer casi 8% de las acciones del Banco de Crédito (llamado Banco Italiano hasta antes de la Segunda Guerra Mundial), animó a otros agricultores piuranos y comerciantes limeños a crear un nuevo banco, con él como accionista principal. Fue así que en la década de 1950 nació el Banco Continental, que diez años después vendieron al banco Chase Manhattan y que, tras ser expropiado por el gobierno militar, fue comprado en 1995 por el BBVA y el Grupo Brescia.
La historia posterior del grupo, ya bajo el liderazgo del “Zorro”, apeló mucho a la astucia de este para aprovechar las oportunidades que los gobiernos de turno generaron con su incapacidad para manejar el país. Así, si bien con el gobierno militar perdieron las cuatro haciendas que don Calixto con tanto esfuerzo había adquirido, aprovecharon la situación para crear el complejo industrial Textil Piura con los bonos de la expropiación, y para comprar a muy bajo precio las subsidiarias de las empresas extranjeras que el gobierno estaba expulsando del país, con lo que se hicieron de los activos que luego les servirían para sentar las bases de lo que hoy son Ransa y Alicorp. Pero la mejor jugada del “Zorro” fue la toma del control del Banco de Crédito del Perú en 1979, que por aquel entonces era gestionado por el Banco Sudameris (en donde participaban la banca italiana y la francesa). Aprovechando que el gobierno militar obligó a los extranjeros dueños de bancos a reducir su participación a 20%, convenció a los demás socios peruanos de que lo apoyaran y en la junta de accionistas del 30 de marzo de aquel año, en lo que denominaron la “Operación Entebbe”, logró el cambio del directorio y su elección como presidente, a pesar de no ser el principal tenedor de acciones. Según Enrique Vásquez en su libro Estrategias del poder, el Grupo Romero tenía en aquel entonces 11,8% de las acciones, mientras que los Brescia poseían 14,2%.
Fuente: Revista Poder (Perú). 18 de mayo del 2009.
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