jueves, 30 de abril de 2009

Paraguay, pasado y presente histórico.

Imagen: Er-Saguier.org
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Paraguay: Una historia poco conocida

Guillermo Giacosa (periodista)

Un ingenioso titular en Página 12 de Argentina decía: “En Paraguay se puso de moda el Padrenuestro”. Hacía referencia, naturalmente, a la paternidad o paternidades de su actual presidente y antiguo obispo, Fernando Lugo. La derecha de su país, a la que las políticas sanguinarias de Stroessner no le quitaban el sueño, está desvelada ahora por los pecados del ex obispo. No porque le interese el pecado, sino porque el ex obispo en cuestión se ha transformado en un político exitoso que ha accedido a la Presidencia de la República y que, además, simpatiza con la causa a los pobres. Esa simpatía es casi inédita en la política oficial paraguaya y, como es lógico, afecta la fina sensibilidad de quienes han depredado ese país durante tantas décadas.

Paraguay fue, en parte del siglo XIX, un país avanzado, quizá el más avanzado y próspero del área. El primer ferrocarril de Sudamérica fue paraguayo, así como la primera fundición de metales (una tonelada diaria) y el primer barco a vapor, cuyo casco fue construido, además, con acero autóctono. Tenía Paraguay un servicio de telégrafos y menos analfabetos que sus vecinos gracias al fomento oficial de la educación pública. No había latifundios ni esclavos. El Estado arrendaba la tierra a los campesinos en las llamadas 'Estancias de la Patria’, y de esta forma no había desocupación ni faltaban alimentos. Una guerra, cuyos orígenes son muy discutidos, pero que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay contra el solitario Paraguay, terminó con esta experiencia que, sin duda, inquietaba a las naciones desarrolladas que solo nos veían y nos querían como mercado para sus productos y como productores de materias primas (problema que subsiste).

La guerra que oponía supuestamente la civilización –representada por los tres socios– a la barbarie –representada por los paraguayos– fue uno de los tantos fraudes históricos destinados a mantenernos en un estado de sumisión y subdesarrollo. Lo curioso es que los representantes de la civilización eran: Uruguay, gobernado por un militar golpista; Argentina, que apenas podía mantener la paz dentro de sus fronteras, y Brasil, una monarquía con dos millones de esclavos.

Fue una guerra tan injusta como feroz. La dignidad de los guaraníes transformó una batalla de unas semanas (según el presidente argentino Mitre, quien encabezaba las tropas de la llamada Triple Alianza) en un enfrentamiento que duró cinco años. Paraguay quedó prácticamente sin hombres adultos y debió formar un ejército de mujeres (del que mi tatarabuela fue sargento) y de niños. Solo quedaron 200 mil habitantes (de 1’300,000) y solo el 10% de ellos eran hombres, en su mayoría niños y ancianos. Según opinión de algunos sociólogos, esta situación creó una suerte de sociedad poligámica destinada a reponer las pérdidas demográficas.

No incluiré al presidente Fernando Lugo en esta tendencia, pero la intención de capitalizar políticamente sus errores humanos no obedece a principios morales, sino a la obsesión de los sectores pudientes de recuperar el espacio perdido.

Fuente: Diario Perú 21. Viernes 24 de abril del 2009.

Origen de la gripe porcina.

Imagen: El nuevo Herald

El virus de la codicia

César Lévano (Periodista)
cesar.levano@laprimeraperu.com

La gripe porcina ataca al mundo. Estados Unidos, con 65 casos, es el país con el mayor número de pacientes. México le sigue, con 26 casos (y 25 muertos, es decir, casi el total de contagiados, aunque hay otras cifras, y también 152 muertes sospechosas).

En Nueva Zelanda, Reino Unido, España se han dado casos aislados.

Así, lo que parecía sólo una epidemia: una enfermedad que se propaga por algún tiempo en un solo país, está a punto de convertirse en pandemia, o sea enfermedad epidémica que se extiende a varios países.

El mal es grave; pero casi tan grave como aquél es su origen. Como lo revela un informe que publicamos en esta edición, la sobreexplotación en granjas porcinas ha fomentado el virus.

La enorme concentración de cerdos (hasta seis mil por granja) crea, indican los especialistas, condiciones para una intensa mezcla de patógenos. El dato agrega que esa densidad junta también 75 mil pollos en una granja, con los riesgos consiguientes.

En la prensa mexicana se sitúa el origen en una filial de la transnacional Smithfield, en el estado mexicano de Veracruz. Es aquella una empresa que desoyó advertencias de científicos.

En el centro de las averiguaciones se sitúa el Pew Research Center (el Centro Pew de Investigaciones), cuyo nombre completo es Pew Research Center for the People and the Press (= para el público y la prensa). Es una entidad de prestigio mundial, cuyos estudios son acogidos por investigadores de diversos campos, sobre todo el periodístico.

Una comisión seleccionada por el Pew Research Center había alertado el año pasado sobre lo peligroso que era el hacinamiento de cerdos, que hacía posible la aparición de “nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos”.

Esto es, precisamente, lo que ha ocurrido, según los organismos de salud internacionales.

Señala el informe que las transnacionales Smithfield (cerdos y vacunos) y Tyson (pollos) sabotearon la investigación.

Una vez más, la codicia se enfrentó a la vida humana. “Primero los dólares que la gente”, es lema tácito de eso que el Papa Juan XXIII llamó capitalismo salvaje.

Ironía cruel es que el país más castigado por el mal sea el de las transnacionales irresponsables: Estados Unidos. Tan seria es allí la situación, que el presidente Barack Obama ha pedido al Congreso un aumento presupuestario de 1,500 millones de dólares, a fin de combatir el peligro.

La afección exige más; exige una acción mundial concertada, en particular en América, sede de la tragedia.

La pandemia puede ser refrenada. Es necesario, por eso, no dejarse ganar por el pánico, mas es igualmente urgente una campaña de educación y difusión sanitaria. Los medios de comunicación tenemos allí una cita con el deber.

Fuente: Diario La Primera. Mièrcoles 29 de abril del 2009.

martes, 28 de abril de 2009

Historiadores, estudios interdisciplinarios y grados académicos en el Perú.

Clío, musa de la historia.

¿Colegio de Historiadores?

Antonio Zapata (Historiador)

El pasado 7 de abril, la Comisión de Educación del Congreso ha aprobado un proyecto de ley para crear el Colegio de Historiadores. Parecería un proceso normal e intrascendente, porque casi todas las profesiones disponen de un colegio que vela por sus intereses. Pero, no es tan simple. Para empezar, no hemos sido consultados. Una rápida encuesta entre algunos colegas da como resultado que nadie ve con buenos ojos la organización de un colegio profesional. ¿Qué significa esta contradicción?

La iniciativa parlamentaria se fundamenta en dos proposiciones, ambas equivocadas. Sostiene la Comisión de Educación que la calidad de la producción histórica se halla en peligro a causa de la intromisión de otros profesionales en nuestros predios. Esa idea no se sostiene. Por el contrario, vivimos la era de los estudios interdisciplinarios. Para entender cualquier proceso social se requiere del concurso de diversos enfoques: el sociológico, antropológico e histórico forman la base de la comprensión en ciencias sociales. Nadie trabaja en solitario y aislado, todo estudio de cierta envergadura requiere del concurso simultáneo de varias disciplinas científicas. Así, al revés de lo planteado por la Comisión de Educación del Congreso, la intromisión de las otras disciplinas enriquece y no empobrece la producción de conocimientos históricos.

Por otro lado, la historia se entromete más que otras disciplinas de ciencias sociales. Como toda materia tiene antecedentes, se halla colegas trabajando en muy variados campos. Encontramos historiadores de la medicina, de la arquitectura, de la vida política, económica, cultural, etc. Entonces, antes que estar soportando una invasión, es obvio que nosotros penetramos en las demás ciencias para escribir su respectiva historia. Por ello, estamos interesados en la libertad del ejercicio histórico. Si nosotros nos cerramos, mañana se cerrarán los demás. Por ejemplo, algún colegio podría obligar a que la historia de la medicina la escriban solamente médicos y se prohíba a historiadores. Es una situación absurda; no deseamos exponernos a ello.

El segundo punto de la moción de la Comisión de Educación es más complicado. Sostiene que el futuro Colegio de Historiadores debe estar integrado por licenciados. Así se hace de este título profesional el eje de la carrera. Ello no es así. Una buena parte de los colegas ha obtenido su bachillerato y luego ha seguido con maestría y doctorado. Para entrar a los posgrados se requiere bachillerato y no licencia. Más adelante, para graduarse de doctor no es necesario haber hecho la licencia. Entre historiadores es un título menor y que poseen solamente algunos colegas. Bien por ellos, pero no les otorga derecho a cerrar las puertas de la profesión.

La licencia en historia carece del peso que posiblemente tiene en otras carreras. Un historiador no es un médico o un abogado, que para ejercer se entiende que sean colegiados. Nosotros no podemos operar a nadie ni meterlo preso. Nuestras interpretaciones del pasado son mucho más inofensivas. Los historiadores empezamos la carrera desde que enseñamos en una universidad o publicamos un libro. Es un oficio libre e invitamos a los demás profesionales a incorporarse, porque hay mucho campo en la historia.

El tema de la licencia debería motivar una seria discusión en la próxima ley universitaria. En el resto del mundo no existe ese título; carece de equivalente. Lo universal es la escala de tres grados académicos: bachiller, máster y doctor. La licencia es un peruanismo que dificulta la acreditación de nuestros académicos con el resto del planeta. Cuando un profesor extranjero quiere enseñar en una universidad nacional, le piden licencia y como no existe en su país, le cierran las puertas. Estamos en desacuerdo. El Pleno del Congreso debe saber que la inmensa mayoría de historiadores preferimos regirnos por la calidad y no por la pertenencia a un colegio de licenciados.

Tenemos el ejemplo de nuestra principal historiadora del Perú antiguo, la doctora María Rostworowski, que es autodidacta, nunca fue alumna universitaria y, sin embargo, es la número uno de nuestra profesión. Valoramos especialmente este tipo de carreras y hemos elegido una especialidad que no requiere el tutelaje de un colegio profesional.
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Fuente: Diario La Repùblica. Martes 28 de abril del 2009.

lunes, 27 de abril de 2009

Lengua, cultura y sociedad.

Imagen: IEP
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Celebración de las lenguas

César Lévano (Periodista)

El incidente de la congresista quechuahablante Hilaria Supa, a quien se ofende por escribir mal en español, me mueve a reflexiones sobre lo sagrado de la palabra humana.

Mi patria es el idioma, escribió Paúl Celan, el gran poeta de lengua alemana que no era alemán. En el Perú, nación todavía en formación, se hablan varios idiomas, entre ellos el quechua y el aymara. Todos son respetables y, para mí, sagrados.

Sé que en un Congreso reciente de lingüistas, realizado en París, se anunció que el quechua, aunque lo hablen millones, puede desaparecer, porque los jóvenes de las regiones en que se habla tienden a olvidarlo. Por eso mismo, hay que defender el quechua, así como las demás lenguas nativas.

No es cuestión sentimental, mejor dicho, no es sólo sentimental.

Wilhelm von Humboldt, hermano de Alexander, comprendió que cada lengua expresa de un modo original y distinto realidades naturales, sociales y culturales específicas.

El gran lingüista francés Georges Mounín escribió en “Los problemas teóricos de la traducción” que cada lengua es una red que cubre una misma esfera de la realidad, pero cada una con trama diferente.

Señala Mounín: “el griego tiene la misma palabra para un verde amarillo y para un rojo, la misma palabra para un verde amarillento y para un marrón grisáceo, otra distinta para azul, negro y a veces sombrío, y pocas huellas de valores simbólicos, excepto la oposición del rojo y del blanco (fasto) con el negro (nefasto)”.

“El perro”, dice, “tendría una descripción semántica completamente distinta entre los esquimales, donde es sobre todo un animal de tiro, entre los parsis, donde es animal sagrado, en tal sociedad hindú, donde es reprobado como paria, y en nuestras sociedades occidentales, en que es sobre todo animal doméstico, adiestrado para la caza o la vigilancia”.

“Todo sistema lingüístico” escribe Ullman, tras la huella de Humboldt, “encierra un análisis del mundo interior que le es propio y que se diferencia del de otras lenguas o de otras etapas de la misma lengua. Depositaria de la experiencia acumulada por otras generaciones pasadas, da a la generación futura una manera de ver, una interpretación del universo; le lega un prisma a través del cual deberá ver el mundo no-lingüístico”.

Ese es el asunto de fondo. Cada lengua que se pierde es un mundo que perdemos, una experiencia, un juego de sonidos, un ritmo, una música del alma humana.

Por eso debemos respetar a la congresista quechuahablante: porque habla bien el quechua y porque lo habla en el Congreso de todos los peruanos.

No es ninguna desgracia que redacte mal en español. Hay en el Congreso y en el periodismo personas que no sólo maltratan el español, sino que lo rebajan a insulto.

Fuente: Diario La Primera. Domingo 26 de abril del 2009.

domingo, 26 de abril de 2009

Sobre la creación del Colegio de Historiadores del Perú.

Imagen: FCE
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Carta abierta sobre la creación del Colegio de Historiadores del Perú

Historiador José Ragas Rojas (Pontificia Universidad Católica del Perú)

Ante la noticia de la discusión del Proyecto de Ley N. 904/2006 – CR en la Comisión de Educación, Ciencia, Tecnología, Cultura, Patrimonio Cultural, Juventud y Deporte, presidida por la parlamentaria Cenaida Uribe, por el cual se propone crear el Colegio de Historiadores del Perú, deseo dejar constancia de mi rechazo a dicha propuesta, por considerar que carece de fundamento y que antepone los intereses personales a los de las personas que nos desempeñamos como historiadores dentro y fuera del país. El proyecto de ley fue presentado y ha sido impulsado por la Asociación de Historiadores Región Sur (AHIRSA), con sede en Arequipa y presidida por el Sr. Enrique Ramírez Angulo.

En primer lugar, mi rechazo se basa en que se trata de un documento que no solo ha sido pésimamente redactado sino cuya fundamentación (académica, técnica y legal) no tiene base ni se apoya en estudios técnicos ni de ningún otro tipo. La intención manifiesta de la AHIRSA es la de manejar una institución que se encargue de regular y controlar el ámbito laboral de los historiadores, permitiendo que solo puedan ocupar puestos de trabajo quienes han obtenido la licenciatura de historia. Aquellos que, por diversas razones, no la hayan obtenido, aun cuando hayan seguido estudios de posgrado (maestría o doctorado), no estarían en posición de ejercer la profesión. Así, el Colegio de Historiadores dirigido por la AHIRSA se encargaría de velar por depurar y erradicar «el intrusismo profesional y la autonominación como historiadores que se hacen personas que no lo son», según reza el proyecto en cuestión.

En segundo lugar, la AHIRSA no puede atribuirse el derecho de expresarse en nombre de los historiadores que se desempeñan a nivel profesional, en aras de monopolizar el control de la institución que proponen crear. Esto se deduce claramente del número de puestos que se adjudica la AHIRSA en la Comisión que daría forma al Colegio de Historiadores. De los ocho puestos, se adjudican tres de ellos, lo que les daría la posibilidad de elegir a los miembros de la Junta Directiva o del Consejo Ejecutivo que regirían de forma permanente.

¿A mérito de qué viene esta propuesta? En los últimos meses en la web han aparecido propuestas similares para países como España y Guatemala, en las que se incluyen comentarios de historiadores de dichos países que afrontan una mala situación laboral y que consideran que un Colegio de Historiadores podría poner fin a esta situación al permitir únicamente que los historiadores con título puedan trabajar en determinados puestos. Según se desprende de los comentarios de historiadores en un foro sobre el tema (en el que participan también peruanos), existiría un malestar porque los programas de posgrado permiten que personas que no han seguido la carrera de Historia ni se han licenciado puedan obtener un grado de Magíster o Doctor y ejercer, quitándole así la posibilidad a los egresados de las facultades. Además, se asume que un Colegio de Historiadores lucharía por los intereses de los profesionales, a la manera de un sindicato, y que velaría por nosotros. Curiosamente, las quejas también provienen de México, país que cuenta con un Colegio, el Colegio de México.

No tenemos informes que demuestren que la creación de colegios o instituciones similares hayan traído una mejora significativa en las respectivas áreas profesionales de Humanidades y Ciencias Sociales. Tendríamos que asumir que una instancia de esta naturaleza ayudaría a resolver los problemas que enfrentan los historiadores. Ya se han creado colegios de arqueólogos y de bibliotecarios. ¿Eso ha llevado a solucionar sus problemas? Por lo que conversado con algunos amigos de estas profesiones, la respuesta es negativa. La situación es completamente distinta para áreas como la Medicina, la Arquitectura y la Ingeniería, donde la responsabilidad social es mucho mayor por lo que se requiere que efectivamente haya un filtro que regule la titulación de los que dicen ser egresados de dichas facultades. En las Humanidades y las Ciencias Sociales, el espectro es diferente, ya que el número de profesionales es considerablemente menor y los profesionales se hallan en estrecho contacto con las Universidades, las cuales regulan la actividad laboral y el desempeño ético de sus miembros.

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Historia de las Relaciones Diplomàticas Perù - EE.UU.

Imagen: flickr

Cuando rompimos relaciones diplomáticas con Estados Unidos
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Rosa Garibaldi *

El 22 de octubre de 1860 el presidente Ramón Castilla optó por romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos antes que ceder al reclamo que cuestionaba la jurisdicción territorial del gobierno central: la indemnización a los dueños de dos naves la “Lizzie Thompson” y la “Georgiana”, capturadas y embargadas el 24 de enero de 1858 por cargar guano ilegalmente en las islas de Lobos, en base a una licencia otorgada por las autoridades insurrectas de Manuel Ignacio Vivanco que habían ocupado Iquique.

Hasta la víspera, el canciller peruano José Fabio Melgar insistió en el arbitraje como única solución, y dejó a Estados Unidos la selección del árbitro. John Randolph Clay, ministro estadounidense en Lima, por instrucciones del gobierno demócrata de James Buchanan, rechazó el arbitraje y planteó un proyecto de convención encaminado a salvar las apariencias: el pago de una suma global como liquidación de todos los reclamos pendientes entre el Perú y los Estados Unidos. No debían mencionarse casos concretos ni debía haber retroceso en cuanto a principios. La suma incluiría un monto aceptable a los dueños de las naves. Castilla rechazó la fórmula propuesta por Clay.

Castilla y Lincoln

Ramón Castilla decidió jugarse con la recién elegida administración republicana de Abraham Lincoln. Envió a Federico Barreda como agente confidencial a Washington para reanudar contactos hasta restablecer oficialmente las relaciones diplomáticas. Pesó en el ánimo de Castilla el éxito en los Estados Unidos de Federico Barreda (socio de su hermano Felipe), quien fue consignatario del guano en ese país.

La misión de Federico Barreda era promover el restablecimiento de las relaciones diplomáticas sin dar marcha atrás en el asunto de las naves confiscadas.

Con solo 24 años de edad, Barreda se enfrentaría en Washington a un formidable contendor: el secretario de Estado William Seward, de 60 años, intelectual puro, expansionista innato, y reconocido después de John Quincy Adams como el más prominente de los secretarios de Estado norteamericanos. Su visión de imperio dominó la política exterior norteamericana durante el siglo XX.

Dos argumentos enfrentados

Dos argumentos legales se enfrentaban. La posición estadounidense propugnaba que las condiciones de guerra civil en el Perú le conferían a los gobernantes de facto el derecho a gobernar las porciones del país que pudieran doblegar y poseer.

El Perú sostenía que los capitanes de las naves estaban involucrados en el contrabando de guano, que violaba las leyes fiscales y los reglamentos de comercio, en base a una licencia ilícitamente otorgada por un grupo insurrecto.

Inteligente posición

El 30 de marzo de 1861 en su primera entrevista con el secretario de Estado William Seward, Barreda abordó el problema de las naves confiscadas. Subrayó que con el reclamo se estaba reconociendo a una autoridad espuria. Le entregó el memorándum: “Remarks on the Peruvian Question in relation to the internal affairs of the Union” . Allí recordaba la afirmación de Lincoln sobre la ilegalidad de las autoridades establecidas en los Estados Separatistas del Sur. ¿Cómo podía entonces el gobierno estadounidense juzgar en forma distinta al Perú que se hallaba en idéntica situación en 1858? Seward recomendó a Lincoln la reapertura de relaciones diplomáticas con el Perú. Fue determinante el argumento de Barreda: dada la rebelión sureña contra el gobierno de la Unión, no era conveniente adoptar una decisión que sirviera de justificación para que cualquier potencia extranjera saqueara las zonas de los Estados Unidos que desconocían al gobierno federal.

Una nueva política para Hispanoamérica

El presidente Abraham Lincoln cambió radicalmente la postura estadounidense con respecto al Perú y a Hispanoamérica. Su política exterior debía enfocarse en evitar que se reconociera a la Confederación de los Estados rebeldes. Gran Bretaña ya consideraba a los confederados como beligerantes, un primer paso para reconocer su independencia. Napoléon III dependía del derrocamiento de la Unión por los confederados para establecer un imperio francés en México. Lincoln procedió al nombramiento inmediato de ministros en Hispanoamérica. A fines de octubre de 1861, tres meses después de que los Estados Unidos nombraran a Christopher Robinson como ministro en el Perú, Ramón Castilla firmó el nombramiento de Federico Barreda como ministro residente en Washington.

El 20 de diciembre de 1862 los dos gobiernos firmaron la Convención para el Arbitraje de las Cuestiones del Lizzie Thompson y la Georgiana. El asunto fue sometido al arbitraje del rey Leopoldo I de Bélgica, quien rehusó pronunciarse. En conversación confidencial con el ministro estadounidense Henry Sanford, el monarca informó que estaba convencido de que el Perú tenía la razón y quería evitarle al gobierno estadounidense el bochorno de un dictamen contrario.

El arbitraje concluyó con resultados favorables para el Perú. El gobierno de Lincoln retiró su reclamo discretamente, concluyendo así el problema. El resultado le permitió salvar las apariencias. El 9 de julio de 1864 el secretario de Estado Seward le informó a Federico Barreda que el presidente Lincoln no tenía intenciones de continuar con el asunto. La comisión mixta establecida en cumplimiento de la Convención de Reclamos firmada por los dos países el 12 de enero de 1863, poco más de dos meses después de que Castilla dejara el poder, emitió un informe favorable al Perú. De los diecinueve reclamos presentados, la comisión rechazó once y parte de uno. En la mayoría de los casos redujo considerablemente el monto de los reclamos contra el Perú.

La estrategia comunicacional de Barreda

Barreda llegó en tiempos difíciles a Estados Unidos. Los Estados del Sur habían votado para separarse de la Unión con el nombre de “Confederados Estados de América”. El demócrata James Buchanan era ya un presidente debilitado a punto de terminar su mandato.

Federico Barreda inició su misión en Washington con la publicación de un folleto de 140 páginas: “La Cuestión entre los Estados Unidos y el Perú”, que exponía el punto de vista peruano sobre el reclamo estadounidense por la confiscación de las naves “Lizzie Thompson” y “Georgiana”. Mil copias se distribuyeron entre periódicos importantes y personas influyentes en Washington y otros lugares. Contrató a un publicista para que enviara artículos —tales como Cartas al Editor— a los periódicos. Apenas se publicó el folleto muchos diarios, incluyendo el amigable New York Times, se expresaron abiertamente en defensa del Perú.

El folleto defendía un principio: “¿Puede un grupo de especuladores apropiarse temporalmente de los depósitos de guano y privar al gobierno del Perú de su propiedad y más valiosa fuente de recursos y hacerlo bajo la protección de la bandera norteamericana? Sometemos esta pregunta a la prensa y al pueblo de los Estados Unidos”.

Abordó otro punto esencial: ¿por qué se negó el presidente James Buchanan a aceptar el arbitraje propuesto por el Perú? ¿Tenía temor de que la decisión hubiera sido favorable al Perú? El temor implicaba una duda.

Historiadora y diplomática peruana. Profesora de la Academia Diplomática del Perú.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 26 de abril del 2009.

jueves, 23 de abril de 2009

Hobsbawm y la historia del siglo XX.

Imagen: filosofitis.com.ar

El siglo XX
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Antonio Zapata (Historiador)

Comenzando los años noventa, el destacado historiador Eric Hobsbawm escribió un balance integral de la última centuria, considerado el libro más completo y panorámico sobre la tormentosa historia que nos antecede. Hobsbawm es inglés, de sólida formación académica y activo militante izquierdista. Es el principal heredero y gran renovador de una tradición marxista creativa, libre y original, muy alejada de los cánones estalinistas.

En este libro, el profesor Hobsbawm interpreta que el siglo XX ha sido corto. El acontecimiento fundamental sería la Revolución Rusa de 1917 que abrió el ciclo del comunismo en el poder. El gobierno bolchevique generó un polo efectivamente alternativo al capitalismo, pero sucumbió al caer el Muro de Berlín, después de una prolongada decadencia e involución. En su interpretación, el comunismo ha sido el principal agente de la historia del siglo XX y sus líderes serían responsables de su propia derrota.

Pero, el profesor Hobsbawm no cierra su libro en una nota pesimista para las izquierdas. Por el contrario, el destacado historiador inglés argumenta que los ideales por los que surgió el comunismo no han desaparecido. Antes que ello, el neoliberalismo amplía las brechas entre pobres y ricos, así como entre países centrales y Tercer Mundo. De este modo, la injusticia campea más que nunca y los ideales comunistas tendrán que reaparecer, bajo una nueva forma, porque nacen de la indignación ante la renovada injusticia social. Así, el neoliberalismo triunfante de los noventa habría de generar una nueva rebeldía.

El pronóstico del profesor Hobsbawm empieza a surgir ante nuestros ojos. En efecto, la crisis mundial marca un nuevo término. No solamente se derrumbó el comunismo en 1989, al hundirse la Unión Soviética, sino que estamos llegando al final del largo ciclo liberal. En realidad, éste comenzó al iniciarse los años 1890. En ese momento se incorporó la electricidad a la industria y arribó la segunda revolución industrial. La primera había sido el vapor en el siglo XVIII, mientras que la electricidad como fuente de los motores vino, junto con los hidrocarburos, a marcar una nueva fase del desarrollo.

De este modo, la década de 1890 fue clave para el capitalismo del siglo XX. Así como 1917 sería fundamental para el comunismo contemporáneo. En los ochonoventa, se abandonó el antiguo patrón plata y el capitalismo pasó al oro, como respaldo del sistema monetario. Luego, después de la II Guerra, se pasó al dólar para figurar al oro, pero la crisis de los setenta hizo saltar la convertibilidad y desde entonces el dólar es el verdadero respaldo del sistema monetario internacional.

Tanto ha abusado de su déficit el gobierno de los EEUU que hoy en día la reconstitución del sistema será hallando una nueva moneda, que no dependa del tesoro norteamericano. Mientras tanto, seguiremos navegando en medio de la crisis. Este ciclo es terminal para el capitalismo de la segunda revolución industrial. Asimismo, la fuente energética petrolera se está agotando y llevando al planeta a una crisis que obliga a nuevas alternativas. Este doble proceso está acabando con el predominio del liberalismo clásico, aquel que postuló la vigencia pura y dura del mercado sobre el Estado.

El liberalismo creyó que el mercado era libre y que el Estado era el enemigo de esa libertad. Por el contrario, la crisis actual muestra que el mercado libre llevó al predominio de una serie de estafadores y a la bancarrota a muchos trabajadores que pierden sus empleos en los países centrales. Ahora mismo se están paralizando muchas exportaciones peruanas y pronto llegará el mismo desempleo a nuestras costas.

Por el contrario, aparece nuevamente el papel salvador del Estado. Alguien tiene que bancar el desastre que han generado los yupies neoliberales. El nuevo Estado que surgirá de la crisis tendrá que regular al mercado para que la economía funcione al servicio de los ciudadanos. Pero, el Estado no asumirá sus responsabilidades por sí mismo. Alguien tiene que obligarlo. Por ello, es la hora de la nueva rebeldía planteada por Hobsbawm. El nuevo profeta tendrá convicción socialista y justiciera. Ojalá su rostro sea liberal y ambientalista, así podríamos soñar con un futuro digno para el Perú.

Fuente: Diario La Repùblica. Mièrcoles 22 de abril del 2009.

domingo, 19 de abril de 2009

Chechenia, historia del presente.

Imagen: Sabuco.com

Chechenia, una década después

Carlos Novoa (Periodista)

El nombre de Chechenia se hizo famoso en el mundo desde 1999, cuando Rusia lanzó una sangrienta ofensiva para acabar con el régimen separatista.

Esta semana el Gobierno Ruso anunció el fin de las operaciones en Chechenia y empezó el retiro de los 20.000 soldados que se encontraban en esta región del norte del Cáucaso. Punto final de un capítulo trágico en la historia rusa.

Desde el punto de vista cuantitativo, esta república es apenas una más de las 89 que forman la Federación Rusa. Con 1’200.000 habitantes —en su mayoría musulmanes— frente a los 170 millones de rusos, Chechenia representaba un lugar estratégico para Moscú, por la existencia de petróleo en la región.

Sin embargo, la principal preocupación de los rusos con respecto a Chechenia, era el peligro de multiplicar un efecto separatista en otras repúblicas rusas.

En 1991 los chechenos declararon unilateralmente su independencia en la capital, Grozny, sin la aceptación de Moscú.

Los rusos solo intervinieron en el Cáucaso tres años después, cuando la desintegración de la Unión Soviética ya era un hecho. La primera guerra fue entre 1994 y 1996 y la segunda empezó en 1999, cuando las tropas rusas impusieron un régimen durísimo en contra de los separatistas, a quienes derrotaron militarmente. Años después, con Rusia dominando territorio checheno, aparecen los rebeldes para cometer una serie de atentados terroristas en diversas partes de Rusia.

Los sucesivos presidentes chechenos, avalados por Rusia, impusieron mano dura para controlar los brotes rebeldes, lo que obliga a miles de personas a huir de la región.

Casi sin oposición y aprovechando las lucrativas ganancias del petróleo y el gas, el régimen checheno reconstruyó rápidamente la república. Hoy es difícil encontrar vestigios de destrucción, luego de un sangriento conflicto que dejó unos cien mil muertos desde 1994.

El actual mandatario, Rasman Kadyrov — de 32 años e hijo del presidente Akhmad Kadyrov, asesinado en 1994— es considerado un déspota que ha estabilizado a esta república rusa.

Chechenia estuvo considerada en la lista de lugares más afectados por guerras, como Palestina, Iraq o Afganistán.

Hoy el conflicto es parte del pasado, pero para que la expectativa de desarrollo sea completa, se deben dar cuenta de supuestas violaciones de derechos humanos.

La periodista Anna Politkovs- kaya, asesinada el 2006 tras denunciar los abusos rusos, había criticado a Kadyrov como el “hombre de la guerra y el terrorismo”. Hasta ahora, defensores de los derechos humanos acusan al presidente checheno de estar implicado en asesinatos, torturas y secuestros. Cuando se aclaren estos hechos, recién se podrá pensar en una Chechenia en paz.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 19 de abril del 2009.

jueves, 16 de abril de 2009

Memorias del presidente Augusto B. Leguìa.

Imagen: wordpress

Yo tirano, yo ladrón

Manuel Burga (Historiador)

Este es el título de un pequeño libro, en formato octavo, con el subtítulo, Memorias del Presidente Leguía, que me trae muchos recuerdos y que ahora he leído de nuevo. Jorge Basadre lo conoció muy bien, pero advertía en el segundo tomo de sus Bases Documentales de la República, “…con el nombre del presidente depuesto, cautivo e inhumanamente tratado, se publicó el libro Yo Tirano, Yo Ladrón, cuya autenticidad necesita ser investigada”. Un librito que debe de haber circulado profusamente en las regiones rurales luego de la muerte de Augusto B. Leguía. Evidentemente, ayer como hoy, en el caso de Leguía como en el de Fujimori, sus seguidores buscaban demostrar que no fue ni Tirano, ni Ladrón. La historia parecería repetirse.

Basadre parece expresar tres ideas en la cita anterior. La primera: “presidente depuesto”. Evidentemente Leguía fue depuesto por el levantamiento militar del comandante Sánchez Cerro en agosto de 1930. Intentó refugiarse en el crucero “Grau”, pero fue tomado prisionero, trasladado a San Lorenzo y finalmente confinado en el Panóptico. Una crisis, la Gran Depresión de 1929, preparó el camino del golpe militar de Sánchez Cerro. Habían ya transcurrido once años de importantes cambios, por los cuales Jorge Basadre nunca disimuló su simpatía. A fines del Oncenio, cuando se venía la noche, Leguía resumió en breves palabras su programa de gobierno: “…he procurado definir las fronteras del Perú, desarrollar su riqueza y aumentar el optimismo de su raza”.

Se refería indudablemente a la nueva Constitución de 1920, la Reforma Universitaria (que luego abandonó), las numerosas obras públicas, los tratados fronterizos con Colombia y Chile, su crítica al gamonalismo y el reconocimiento legal a la comunidad indígena.

No es posible explicar sus reelecciones sin las autorizaciones del Congreso a través de enmiendas constitucionales. Las leyes legalizaban sus reelecciones, pero nada impedía que su imagen de tirano se desarrollara a la misma velocidad que la represión, el clientelismo, la corrupción y la soledad del gobernante. Las condecoraciones venían de todas partes, del Congreso, de los estudiantes, los indígenas. Hasta el embajador de EE.UU., Alexander Moore, lo llamó “El gigante del Pacífico”. Los periódicos repetían, “Viracocha”, “Nuevo Mesías” o “Júpiter Presidente”.

Sin embargo, este aparentemente sólido gobierno se cayó como un castillo de naipes y aquí me detengo en la segunda idea de Basadre, “cautivo e inhumanamente tratado”. Se refiere a la dura carcelería en el Panóptico, junto a su hijo Juan, donde el cáncer de próstata lo redujo a un guiñapo humano. El 15 de enero, sacando fuerzas de flaqueza, dicta su testamento, para decir su verdad, y contrarrestar las acusaciones del Tribunal de Sanción Nacional formado para enjuiciarlo y sentenciarlo. El maltrato era propio de los tiempos que se vivían y contra el cual hasta Víctor Raúl Haya de la Torre protestó. Luego fue trasladado al Hospital Naval de Bellavista, donde falleció el 6 de febrero de 1932.

La tercera idea de Basadre, “… la autenticidad de las Memorias…”. Con este librito comencé mi biblioteca personal en 1959, me lo regaló mi abuelo Enrique, como un documento que según él decía la verdad y creo que así circuló profusa y clandestinamente en las regiones rurales. Este hecho me interesa más que su autenticidad, por el mensaje político que transmitía. No se consideraba ni Tirano, ni Ladrón. Culpaba más bien al civilismo de esta patraña y del golpe militar de Sánchez Cerro.

El mensaje: mostrar su inocencia y señalar a los verdaderos culpables de las desgracias del país. Para explicar mejor su caída señala como principal elemento la deslealtad de sus antiguos adulones. El partido de Leguía nunca levantó cabeza. Ni sus hermanos, ni sus seis hijos pudieron convertir el “Oncenio” en un dorado período a continuar. Nuevos tiempos se habían iniciado en el Perú, el de las clases medias, de los nuevos profesionales, de los nacientes sectores populares, del despertar indígena, que demandaban más democracia, más ciudadanía política y económica. Frente a ellos, como para contrarrestarlos, emergía el tercer militarismo.

Ahora, como entonces, se habla de un legado histórico, llámese el “Decenio” de Fujimori, que sus herederos supuestos, en particular su hija Keiko, reclaman como futuro. ¿Qué nos puede enseñar la historia? Quizá a preguntarnos adecuadamente, ¿estamos de nuevo –como en 1932– en el umbral de tiempos nuevos? Tengo la sensación que el país sale lentamente de un largo período de dificultades, un período en que los sectores populares fueron arrastrados a situaciones desesperadas, tanto por los movimientos extremistas, nacionalismos radicales, como por el pragmatismo neoliberal fujimorista. Todas las experiencias anteriores, cualesquiera sean los extremismos, por sus resultados negativos, deberían ser parte de una historia cancelada, superada, por eso es importante, quizá urgente saber si hemos comenzado realmente a vivir tiempos nuevos en nuestro país.

Fuente: Diario La Repùblica. Jueves 16 Abril del 2009

lunes, 13 de abril de 2009

El valor de la Justicia y la Democracia.

César San Martín, el juez, la justicia

Manuel Rodríguez Cuadros (Ex canciller del Perù)

Cicerón en el 103 a.c. refiriéndose a la acción de los jueces señaló que “la ley es la distinción de las cosas justas e injustas, expresada con arreglo a aquella antiquísima y primera naturaleza de las cosas”.

En el estado de derecho, propio de las sociedades democráticas, distinguir la justicia de la injusticia es administrar justicia aplicando el derecho conforme a la ley. La recta aplicación de la ley en sí misma realiza la justicia. Ello distingue al juez probo. En el estado de derecho “aquella antiquísima y primera naturaleza de las cosas”, es el pacto social a través del cual los ciudadanos confieren el poder del Estado a los gobernantes para que realicen la ley y garanticen los derechos esenciales del individuo frente al propio Estado.

El Estado y sus agentes, llámense presidentes de la república, policías, soldados o funcionarios, no tienen licencia para asesinar, para secuestrar, para torturar o desaparecer a las personas. Por ningún motivo. Ni en los casos de guerra externa, conflicto interno o lucha contra el terrorismo. Si lo hacen, delinquen. Con el agravante de hacerlo usando el poder del Estado que se les confirió para proteger los derechos humanos, no para violarlos, para proteger la vida y la libertad, no para acabarlas con perversidad.

La justicia debe ser consistente y férrea en su objetividad jurídica para castigar los crímenes del terrorismo y reivindicar la dignidad y los derechos de sus víctimas, civiles y militares. Pero esa misma justicia se tiene que aplicar, como lo ha hecho el juez San Martín, a quienes desde el Estado utilizaron el terror para asesinar, secuestrar y desaparecer.

La lucha contra el terrorismo fue una necesidad pública, valorativamente positiva, de origen legal, imperativa. La violencia no la escogió el Estado, la inició Sendero. El Estado debía defenderse y defender la vida y la libertad. Pero nunca debió transformarse en el propio mal que combatía.

Norberto Bobbio al reflexionar sobre los valores de la democracia y la perversión que puede implicar el uso ilegal y brutal del poder, acuñó la expresión “los ideales y la materia bruta” inspirándose en el último diálogo del Dr. Zhivago, de Boris Pasternak. En esas frases finales, Gordon, amigo de Zhivago, dice: “Ha sucedido muchas veces en la historia: lo que fue concebido de forma noble y elevada, se ha convertido en materia bruta…”. La lucha contra el terrorismo se sustentó en los valores nobles y elevados de la defensa de la democracia y la libertad, pero agentes del Estado, incluido el ex presidente Alberto Fujimori, al recurrir al crimen, transformaron los ideales del legítimo combate al terrorismo en la fuerza bruta del Estado.

La sentencia de históricos contornos que honra a César San Martín, Hugo Príncipe Trujillo y Víctor Prado Saldarriaga, además de hacer justicia a las víctimas, aleja a la democracia peruana de la perversión de la materia bruta de la que hablaba Bobbio y la inserta en los valores universales del respeto a la vida y la dignidad humana.

Fuente: Diario La Primera. Lima, 13 de Abril del 2009

viernes, 10 de abril de 2009

El juicio de Augusto B. Leguìa y Alberto Fujimori. Paralelos històricos.

Imagen: Adonde.com

Leguía y Fujimori

Antonio Zapata (Historiador)

En el siglo XX, el único antecedente de la sentencia al ex presidente Alberto Fujimori es el juicio al ex presidente Augusto B. Leguía. Pero, Leguía no fue sentenciado, terminó el juicio y pasaron diez meses sin que se lea sentencia alguna, ni condena ni absolución. Al cabo de ese lapso, Leguía murió y formalmente el juicio fue sobreseído. No obstante la trascendencia política del oncenio, el juicio a Leguía no influyó en la vida política peruana de las décadas siguientes. No fue ejemplar ni sirvió para mejorar los procedimientos políticos en el país. El juicio a Leguía padeció de tantos yerros que sus posibles lecciones se esfumaron.

En su alegato final, el abogado de Leguía, Alfonso Benavides Laredo, argumentó tres puntos esenciales. En primer lugar, sostuvo que el Tribunal de Sanción era ilegítimo. Su punto era que no respetaba el principio del juez natural. Es decir, no se había seguido el procedimiento indicado en la Constitución para juzgar a un ex presidente. Por el contrario, se había creado un tribunal ad hoc integrado por notorios enemigos del régimen caído. En este sentido, Benavides argumentó que el tribunal mismo era ilegal.

En segundo lugar, el letrado defensor de Leguía argumentó que el ex presidente era pobre. Sostuvo que Leguía carecía de recursos económicos. Presentó pruebas y expuso cómo su defendido se había empobrecido en el cargo. Entró solvente y salió sin un centavo. En este término, Benavides argumentó que no había pie para la acusación de enriquecimiento ilegítimo, pues el ex presidente, por el contrario, se había empobrecido notoriamente.

Finalmente, Benavides deslindó al ex presidente de sus hijos. Sostuvo que quizá ellos habían robado o abusado del poder. Pero, que él no era sus hijos. No se lo podía juzgar por actos cometidos por otras personas, así fueran sus parientes más íntimos.

Ninguno de estos tres alegatos ha sido suscrito por el doctor Nakazaki. Por el contrario, él ha tenido que aceptar la legalidad del proceso, sin cuestionar en ningún momento la legalidad del Tribunal. Así ha sido porque el Poder Judicial peruano ha cumplido estrictamente el debido proceso. Al aceptar al Tribunal durante el proceso, ahora Nakazaki no puede cuestionar el resultado. Puede apelar, pero no argumentar contra la legalidad del proceso.

En segundo lugar, Nakazaki no puede alegar la pobreza de su defendido. Por el contrario, sobran las evidencias de su fortuna personal. Por ejemplo, después que salió de su confortable refugio japonés, fletó un avión para viajar a Chile, vivió como un rey en ese país, habiendo fijado residencia en el barrio más retirado y aristocrático de Santiago. A ello se suma una larga cadena de evidencias de recursos económicos en poder del ex presidente Fujimori.

Por último, no ha zanjado con otras personas. Por el contrario, ni mencionó a Montesinos ni Hermoza. Con su silencio cargó con el pasivo de ambos personajes. Asimismo, consagró a dos de sus hijos como herederos políticos y se ha jugado por un movimiento político que deja en herencia.

Estas tres razones hacen que el juicio a Fujimori posiblemente quedé registrado en la historia como un suceso capital. No será olvidado como sucedió con Leguía. Por el contrario, la condena a Fujimori quedará en la historia como una sanción ejemplar que ha de modelar la historia peruana a futuro. Hay herederos que habrá de combatir, una plata robada por la cual responder y una condena ejemplar por DDHH en el juicio más pulcro de la historia patria.

El poder político ha perdido impunidad. A partir de ahora, los gobernantes saben que pueden terminar de esa misma manera. Por ello, tendrán que andar con cuidado y cumplir la ley. Es lo mejor que podría pasarle al Perú. Que el poder se resigne a regirse por las normas que lo igualan al resto de la ciudadanía.

Fuente: Diario La Repùblica. Mièrcoles 08 de abril del 2009.

jueves, 9 de abril de 2009

El primer presidente civil en la historia juzgado y sentenciado en su propio paìs.

La rabia de la derecha
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Cèsar Hildebrandt (Periodista)
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La condena a 25 años de Alberto Fujimori no sólo es una obra maestra del derecho y de la lógica, una construcción mental de impecable claridad y un encadenamiento irrefutable de hechos, documentos y testimonios.

La condena al hombre que confederó los vicios de la república y las peores flaquezas de la sociedad peruana, es un momento histórico pero también, y fundamentalmente, una manera de recuperar la decencia nacional.

Somos bastante mejores como país desde el día de ayer. El fujimorismo gutural quería que siguiéramos siendo, en muchos sentidos, una tribu sin ley que festejara la infamia y que sólo tuviera por norma la conveniencia de su cabecilla.

La sala penal que ha juzgado y condenado al usurpador de nombre Alberto Fujimori nos devuelve al mundo civilizado. Podemos decir ahora que, a diferencia de Chile, hemos aplicado la ley a quien jamás la acató. Porque si Pinochet sufrió ciertos aprestos judiciales -infligidos sobre todo gracias al juez español Garzón y al fuero londinense- murió, sin embargo, de larga vida y muchas muertes y jamás fue condenado.

Fujimori, en cambio, podrá ahora apelar a las instancias políticas de la siempre intervenida Corte Suprema, pero la condena de ayer lo marca para siempre y marca un antes y un después en la historia judicial peruana.

La historia del Poder Judicial en el Perú ha sido una historia de corrupción general y de muy pocas grandezas. La mayor de esas escasas grandezas, la grandeza mayúscula, ha ocurrido ayer. Y gracias a estos jueces con vocación de historia, tendremos que mirar de un modo distinto a la judicatura.

La corrupción no es inexorable. Los jueces paradigmáticos que ayer le han lavado el rostro al Perú demuestran que, al final, la elección entre el honor y la sordidez será siempre un asunto personal. Y que las personas dignas, más allá de las presiones y las turbas amenazantes, producirán siempre actos dignos.

Frente a tantos años de canalla abogadil y jueces no sólo sin rostro sino también sin honra, la sala penal presidida por César San Martín e integrada por los vocales Víctor Prado Saldarriaga y Hugo Príncipe Trujillo nos reconcilia con la esperanza: los jefes de Estado no son impunes, la democracia también es depuración y limpieza, no es una fatalidad aceptar el crimen ni resignarse ante la inmundicia.

Si hubo un San Martín importado y amable que juró la independencia en 1821, ayer ha habido un San Martín nacional que nos ha librado de una dominación tan indeseable como la que España impuso en estas tierras: la dominación del deshonor.

Fujimori es la interpretación más cabal y el resumen biográfico más perfecto del deshonor. No hubo deshonor que le fuera ajeno ni traición que lo asqueara ni felonía que le mereciese algún reparo.

Traicionó a la democracia que juró respetar, a la Constitución que debía cumplir, a la esposa que lo catapultó, a los evangelistas a quienes debía la victoria, a los apristas a quienes había amado tanto, a los tontos que lo creyeron “populista”.

Y cuando la ola de podre lo salpicó, traicionó a los traidores Montesinos y Hermoza Ríos, lo que es un refinamiento no sé si romano o delicadamente oriental.

Y cuando la cobardía lo ensilló por enésima vez -porque la cobardía es madre de la crueldad, según Michel de Montaigne, y Alberto Fujimori fue cruel hasta con los cadáveres-, cuando la cobardía lo azuzó, digo, perpetró la que sería la traición más transoceánica de su historia personal: renunció a la presidencia desde Tokio (“porque temía por mi vida”, diría después), se hizo japonés extrayendo la nacionalidad secreta que siempre había negado tener, se vinculó a círculos mafiosos y fascistas de la política del Japón, apareció de pronto en Chile creyendo que en el Perú lo esperaban las masas y, cuando la policía chilena lo detuvo, candidateó sin éxito al Parlamento nipón para blindarse.

Esa trayectoria ha terminado ayer con una condena que nos enaltece como país. Y esa condena se yergue ahora como un aporte de los jueces peruanos al derecho internacional y a la lucha que Latinoamérica ha librado en contra de la barbarie.

Sendero Luminoso y el MRTA le declararon la guerra al país. Pero, como lo demostró Antonio Ketín Vidal, enfrentarse al salvajismo marxista de Sendero y del MRTA no implicaba convertirnos en gentuza que celebrara en una playa militar una fiesta borracha tras el asesinato de nueve estudiantes y un profesor.

Fujimori vivió a sus anchas cuando Sendero y el MRTA le permitieron actuar como si todo le estuviese permitido. La captura relativamente precoz de Guzmán, debida al GEIN y no a los sicarios mandados desde Palacio, lo desconcertó.

Pronto, sin embargo, encontraría nuevos motivos para continuar su campaña destinada a “prolongar” la guerra todo lo que fuera posible. Un país normalizado no era conveniente porque podía permitir que la gente mirara el otro lado de la luna: el masivo latrocinio del presupuesto militar, las coimas grandiosas que irían a parar a Suiza y a la banca sucia del Caribe, la venta mafiosa de las empresas públicas, la compra de tractores chinos sobrevaluados y de aviones de guerra que costaban la mitad de lo que se decía que costaban, el uso de dineros públicos para comprar a los congresistas tránsfugas y sostener la prensa de estercolero dedicada a denigrar a “los enemigos”.

En estos días hemos visto y oído al fujimorismo, en todos sus matices, expresarse con plena libertad. Desde las objeciones de Valle Riestra, ese tribuno de “La Tribuna” y ese primer ministro goloso de la dictadura, hasta la señora Keiko Fujimori, que hasta ahora no nos dice cuándo devolverá el dinero sucio que recibió de su padre, pasando por Jaime Bayly, ese fujimorista que salió del clóset para anunciar que votará por quienes siempre lo asustaron y a los que siempre aduló.

Fujimori condenado. Las turbas que Raffo recolecta entre el lumpen harán lo suyo. “La Razón” gritará lo previsto. Martha Chávez, Martha Hildebrandt, Luz Salgado y Carmen Losada de Gamboa regurgitarán sus viejos argumentos. Valle Riestra usará, más que nunca, la corbata del luto por sí mismo. Los canales que le deben a la Sunat lo que la Sunat jamás permitiría a otros que se le debiera, seguirán reciclando chicharrones de prensa.

Pero todo eso será episódico. Desde ahora, el condenado Fujimori ya no es la víctima de una persecución que sus parásitos jamás pudieron demostrar. Desde ayer, Fujimori es un reo. Y el Perú ha amanecido distinto. El Perú ha jalado la cadena.

Es importante no olvidar algo que podría ser fundamental. No sólo los Saravá están de duelo. Están también de duelo, aunque quisieran aparentar lo contrario, los empresarios que apostaron todo por Fujimori.

No sólo en “La Razón” -el diario que justifica la masacre de Gaza tanto como la matanza de Barrios Altos- están de duelo. También lloran como viudas y viudos repentinos en “Eisha”, en la Confiep servil, en las oficinas de Dionisio Romero, en las gerencias de Saga y Ripley.

Porque Fujimori no fue sólo Barrios Altos y La Cantuta. Fujimori fue también la ejecución del consenso de Washington y del liberalismo en dosis de caballo.

El liberalismo no llegó a América Latina demandado por los pobres, como dicen los pobres diablos. El liberalismo llegó a Chile de la mano ensangrentada de Pinochet y a Argentina de la zarpa de Rafael Videla.

El Perú no podía ser distinto. Una política de persecución de los derechos adquiridos por los trabajadores, de supresión de los sindicatos, de ajuste para los de abajo y ganancias excepcionales para los de arriba y para las corporaciones que los de arriba muchas veces representan, sólo podía ejecutarse en medio del estado de excepción, la Constitución suspendida y la democracia quebrada.

La condena a Fujimori tiene connotaciones políticas. Pero no son las que el fujimorismo pretenderá esgrimir estos días. El sustrato político en todo esto es que la condena de ayer no sólo alcanza al autor mediato de crímenes abominables y al cómplice encumbrado de asesinos sombríos, sino al operador de una política que hoy, con la crisis mundial desatada, se muestra no sólo como injusta sino también como insostenible en el largo plazo.

La derecha llora por Fujimori. ¿Quién dijo que los cocodrilos no lloraban de verdad?
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Fuente: Diario La Primera. Lima, 08 de Abril del 2009

martes, 7 de abril de 2009

Historia de los juicios a gobernantes por violaciòn a los DD.HH.

ESPECIAL. JUICIOS POR VIOLAR LOS DD.HH.

La palabra final de los criminales

Militares de la dictadura argentina, Saddam Hussein y Slóbodan Milósevic enfrentaron a los tribunales por delitos de lesa humanidad. Algunos fueron condenados, otros no.
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Roger Zuzunaga (Periodista)

“No he venido a defenderme, nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa. Y la guerra contra el terrorismo fue una guerra justa. Sin embargo, yo estoy aquí procesado porque ganamos una guerra justa. Si la hubiéramos perdido no estaríamos acá —ni ustedes ni nosotros—, porque hace tiempo que los altos jueces de esta cámara habrían sido sustituidos por turbulentos tribunales del pueblo… Pero aquí estamos. Porque ganamos la guerra de las armas y perdimos la guerra psicológica. Quizá por deformación profesional estábamos absortos en la lucha armada; y estábamos convencidos de que defendíamos a la nación y estábamos convencidos y sentíamos que nuestros compatriotas no solo nos apoyaban. Más aún, nos incitaban a vencer porque iba a ser un triunfo de todos”.

Este no es un fragmento del alegato final del ex presidente peruano Alberto Fujimori en el juicio que se le sigue por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta. Es del ex represor argentino Emilio Massera antes de ser condenado, en 1985, a cadena perpetua en el denominado Juicio de las Juntas, uno de los procesos más sonados en América Latina.

Emilio Massera, Jorge Rafael Videla, Orlando Agosti, Roberto Viola, Armando Lambruschini, Leopoldo Galtieri, entre otros militares, fueron acusados por desapariciones, torturas y asesinatos perpetrados cuando todos ellos formaban parte de las juntas militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983.

Como se deduce del citado párrafo, el Juicio de las Juntas estuvo caracterizado por la soberbia y el cinismo con que los militares respondían los interrogatorios y por su rotunda negativa a reconocer alguna responsabilidad en los crímenes.

Pero el 9 de diciembre de 1985, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal condenó a Videla y a Massera a prisión perpetua, Viola recibió 17 años de prisión, Agosti 4 años y medio de cárcel y Lambruschini 8 años de reclusión.

HUSSEIN A LA HORCA

“Larga vida al pueblo, larga vida a la nación. Abajo los invasores. Dios es grande”, gritó el ex dictador iraquí Saddam Hussein mientras el juez le leía su sentencia a morir en la horca, aunque él hubiera preferido, como se lo hizo saber antes al tribunal, ser ejecutado por un pelotón de fusilamiento.

Era noviembre del 2006 y la justicia llegaba para las 148 personas ejecutadas por el régimen de Hussein en el pueblo chiita de Dujail, en 1982.

El desenlace fue antecedido por un largo juicio caracterizado por los constantes discursos pronunciados por el ex dictador y por sus continuos desplantes a los magistrados, a quienes no reconocía competencia para que lo juzgaran.

Pero la soberbia y las evasivas dieron paso a una inesperada confesión en abril del 2006. Su interrogador, el fiscal Jaafar Moussawi, le preguntó si había aprobado las condenas a muerte contra los chiitas.

“Ese es uno de los deberes del presidente”, respondió secamente. “Yo tenía derecho a cuestionar la decisión. Pero estaba convencido de que la evidencia presentada era suficiente para demostrar la culpabilidad de los presuntos participantes en el intento de asesinato”, remarcó.

El fiscal le preguntó si sabía que 28 de los condenados a muerte tenían menos de 18 años y le mostró documentos de identidad de algunos de los menores ejecutados.

“Usted puede comprar documentos de identidad como esos en el mercado”, le refutó Hussein. “¿Es acaso la responsabilidad del jefe de Estado revisar los documentos de identidad de cada uno de los acusados y determinar su edad?”, remarcó.

Hussein fue ejecutado en la horca en diciembre del 2006.

MUERTE SIN SENTENCIA

Antes de Hussein, el ex presidente yugoslavo Slóbodan Milósevic fue sometido a juicio por delitos de lesa humanidad. En el 2001, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, con sede en La Haya, solicitó su detención. Lo acusaba de crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos durante la guerra de Croacia (1991-1995), y genocidio durante el conflicto de Bosnia (1992-1995). Fue el primer jefe de Estado obligado a comparecer ante un tribunal internacional.

En febrero del 2002, durante uno de sus alegatos iniciales de defensa, que duró diez horas, Milósevic se declaró vencedor moral y acusó a Occidente de incitar el odio étnico para provocar la división de la otrora Yugoslavia. Además, negó tener conocimiento de la masacre de miles de musulmanes bosnios en Srebrenica, Bosnia, una zona bajo protección de la ONU donde más de 7.000 hombres y niños musulmanes fueron acorralados y fusilados por orden del caudillo serbobosnio Radovan Karadzic y el general Ratko Mladic.

A medida que los jueces escuchaban los escalofriantes testimonios —civiles quemados en vida, mujeres violadas, pueblos saqueados y ejecuciones sumarias a manos de las fuerzas serbias— Milósevic hacía todo lo posible por desacreditarlos.

A sus 64 años, la hipertensión crónica y los problemas cardíacos empezaron a prolongar un juicio que, inicialmente, iba a terminar en el 2004. Las audiencias se suspendieron más de 20 veces.

El 11 de marzo del 2006 fue encontrado muerto en su celda. La autopsia demostró que Milósevic había fallecido de un ataque cardíaco.

SIN CASTIGO
Falleció el 10 de diciembre del 2006 sin ser condenado, a pesar de los juicios abiertos en su contra por violación de los derechos humanos.
AUGUSTO PINOCHET. CHILE

Expulsado del poder en 1989, falleció el 16 de agosto del 2006, a los 93 años, en Brasilia, donde se refugió para escapar a la justicia de su país.
ALFREDO STROESSNER. PARAGUAY

El líder del régimen genocida del Jemer Rojo (1975-1979) murió el 16 de abril de 1998 en la jungla camboyana, exiliado en su propio país.
POL POT. CAMBOYA

Está inculpado por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra por el Tribunal Especial para Sierra Leona. Su juicio se desarrolla en La Haya.
CHARLES TAYLOR. LIBERIA

Murió de cáncer el 7 de setiembre de 1997 en un hospital de Rabat, unos meses después de su exilio y su sustitución por Laurent Kabila.
MOBUTU SESE SEKO. ZAIRE

Fuente: Diario El Comercio. 05 de abril de 2009.

sábado, 4 de abril de 2009

Entrevista a Mario Bunge

Mario Bunge: “El capitalismo desenfrenado ha fracasado”

Mario Bunge, reconocido filósofo de la ciencia y humanista estuvo en Lima para dar conferencias. Esta entrevista fue posible debido a su generosidad con nuestro diario, pues nos atendió a pesar de su limitado tiempo disponible.

-En su libro Crisis y reconstrucción de la filosofía, usted afirma que la filosofía está grave. La pregunta es: ¿Ha muerto o todavía no?
-No, no, no, todavía no; no creo que jamás muera porque la gente siempre se ha de formular problemas filosóficos, como por ejemplo: ¿qué es la vida?, ¿qué es la muerte?, ¿qué es la soledad? Siempre habrá filósofos, dentro o fuera de las universidades. Está grave porque se ocupa casi exclusivamente de problemas triviales o de problemas de historia, en vez de tratar problemas de la filosofía. Mejor dicho, estudian a los muertos y descuidan los problemas vivos.

-Usted señaló también 10 elementos de la crisis de la filosofía, pero no se había producido la crisis actual del sistema. ¿Hay acaso nuevos elementos?

-¿Cuando usted dice sistema se refiere al sistema social?.

-Sí.
-Bueno, el capitalismo desenfrenado ha fracasado obviamente, incluso lo han reconocido el ex presidente Bush como el presidente Sarkozy. Hay que buscar urgentemente nuevas vías; no se sabe si con un parche va a sobrevivir o habrá que cambiar de raíces el orden social. No se sabe hasta cuando durará ese capitalismo, ese palio-capitalismo, lo llamo yo, un capitalismo completamente anticuado. Pero obviamente, algunas sociedades van a capear la tormenta unas mejor que otras. Por ejemplo, Suecia mejor que Estados Unidos, porque tiene servicios sociales, porque tiene el llamado mercado social ¿no?

-¿Puede haber ciencia sin filosofía?
-De hecho no hay, porque todo científico al proponerse explorar el mundo da por sentado que existe por sí mismo, que no es una invención superior o de otra índole. De modo que se presentan siempre problemas filosóficos nuevos, por ejemplo se presentó la teoría de la evolución, se presentó la nueva psicología que considera a los procesos mentales como procesos cerebrales, refutando así el viejo dualismo mente-cuerpo.

-¿Por qué no es posible hablar de una filosofía practicada en América?
-¿Por qué no? Sí es posible, perfectamente. Lo que ocurre es que hemos tenido una mala tradición, la tradición escolástica importada de España y después los filósofos latinoamericanos que han sido deslumbrados por las filosofías europeas y últimamente también por la norteamericana. En muchos aspectos es todavía los restos de una cultura colonial, eso es. Se está liberando de eso en las ciencias, en las matemáticas, eventualmente en la filosofía también. En el futuro, de eso estoy seguro, habrá una filosofía original, así como hay ya ciencia original.

-¿Está usted de acuerdo con el concepto cosmovisión o es que no se debe inventar otra palabra?
-No, no, no, basta con la palabra, con el concepto, es muy bueno. Cosmovisión o visión del mundo es indispensable. Hay cosmovisión idealista y hay materialista, hay cosmovisiones individualistas y las hay holistas y las hay sistémicas. La filosofía debería, en lugar de especializarse, volver a ser cosmovisión como lo era en la Grecia antigua.

-¿Por qué considera usted que el psicoanálisis es una seudo ciencia?
-Porque hace afirmaciones gratuitas y nunca pone a prueba lo que dice. En más de un siglo de psicoanálisis no ha habido un solo laboratorio psicoanalítico, ni un solo experimento psicoanalítico; son afirmaciones de tipo literario, completamente arbitrarias, totalmente fantásticas.

-¿Por qué su cuestionamiento al concepto de posmodernidad?
-¡Ah!, porque la posmodernidad significa oposición a la razón, oposición a la objetividad, a todo el proceso del pensamiento moderno, al pensamiento que nos ha dado la ciencia moderna. Es puro charlatanismo irresponsable.

-Usted dijo que era un liberal de izquierda ¿Cree que el socialismo tenga futuro?
-Sí, sí, sí, absolutamente seguro. Pero un socialismo muy diferente al que hemos visto y se ha proclamado hasta ahora. Yo creo en un socialismo democrático y sobre todo cooperativista, no estatista. Yo creo que las empresas del futuro serán las cooperativas.

-¿Cuál es la función de la filosofía en la sociedad actual?
-¡Ah!, hay funciones buenas y funciones malas. Funciones malas, por ejemplo, justificar el orden establecido. Muchos filósofos equivocados han justificado el neo liberalismo; otros, en cambio, lo han criticado y han dado esperanzas, pero no han propuesto soluciones concretas. Sin embargo, la filosofía siempre va a intervenir en política. No hay política sin filosofía. Hay una filosofía política, una filosofía económica, esa errada filosofía económica que nos ha llevado a la crisis actual, es justamente la llamada neo liberal que es completamente reaccionaria, antipopular, es una filosofía contraria al pueblo.

-Pero usted dijo que la filosofía es exacta. ¿Cómo encaja este concepto en medio de la crisis de la filosofía?
- Yo he dicho efectivamente que la filosofía es exacta, sí, sí, eso es verdad. Más aún, yo fundadé en 1971 la Sociedad de Filosofía Exacta. Hay filosofías exactas y hay filosofías inexactas. Aristóteles trató de ser lo más exacto que pudo en su época y otros pensadores como Descartes, también. En cambio, los parangones de la filosofía inexacta son el existencialismo y la analogía, ni siquiera se entiende qué es lo que dicen o lo que quieren decir.

-¿A qué se debe que ahora haya un divorcio entre política y la filosofía?
-Siempre lo hay porque la mayor parte de los políticos quieren resultados inmediatos y no saben que antes de actuar hay que pensar, hay que investigar y no desviar ni improvisar, porque la improvisación lleva al desastre y el desastre en gran escala social, afecta a mucha gente. Hay que revisar filosóficamente las teorías que uno usa para diseñar políticas.

-Pascal dudaba de la existencia de Dios, y ¿usted?
-No, no, yo no dudo de la existencia de Dios, yo soy ateo, yo sé que no existe.

-¿Qué clase de sociedad humana le parece la más justa y la ideal?
-Una sociedad igualitaria y una sociedad con libertad, igualdad, fraternidad, cooperación y además una sociedad racional en que los planes que afectan a todos sean elaborados de manera racional a la luz de las ciencias y no de las improvisaciones impuestas digamos por las campañas electorales.

-Entonces, ¿cómo se podría definir la filosofía que practica?
-¡Ah!, es una filosofía materialista, sistémica, dinamisista y, desde el punto de vista moral, humanista.

Sobre el psicoanálisis

Mario Bunge epone una visión sumamente crítica del psicoanálisis, en su “Tratado de la Investigación Científica”, del que extraemos este fragmento:

“El psicoanálisis no debe confundirse con la psicología ni con la psiquiatría. El psicoanálisis pretende ser una teoría y una técnica terapéutica. Como teoría seria aceptable si se mostrara que es suficientemente verdadero; como técnica, si se mostrara

que es suficientemente eficaz. Pero para poder sostener la pretensión de verdad o la pretensión de eficiencia, un cuerpo de ideas y prácticas tiene que someterse el mismo a los cánones de desarrollo de la ciencia pura y aplicada, por lo menos si desea ser tomado por una ciencia. Ahora bien, el psicoanálisis no consigue pasar las pruebas de cientificidad. (…) el psicoanálisis es ajeno a la teoría del aprendizaje, el capítulo más adelantado de la psicología. La Hipótesis de una memoria racial inconsciente no tiene apoyo alguno en genética; la afirmación de que la agresividad es instintiva y universal se contradice con la etnología y la antropologia; la hipótesis de que todo hombre acarrea un complejo de Edipo está en contradicción con los datos de la antropología.”


Entrevista: José Luis Ayala
Editor de Cultura


Fuente: Diario La Primera. 04 de abril de 2009.