Potosì (Bolivia), la mayor reserva de Litio del mundo
Las malditas bendiciones de la riqueza
Autor: Guillermo Giacosa (Periodista)
Me disculpo por no intervenir en la discusión sobre el Ekeko y La Diablada, pero realmente siento no tener nivel para ello. Juzgar un producto cultural es algo que está más allá de fronteras, banderas, emociones y vanidades. Con respecto a Bolivia, país con el cual Perú comparte tanto, quisiera informar sobre un tema que la prensa ha obviado. Nuestro vecino tiene, en Potosí, yacimientos de litio valorados en cuatro billones de dólares. El viejo Potosí de la plata y de la explotación de la población indígena volvería a los primeros planos económicos debido, ahora, al litio. El litio, por si no lo saben –yo me acabo de enterar–, sirve para fabricar las baterías recargables utilizadas en 'notebooks’, en los automóviles híbridos y los teléfonos celulares. Un empresario francés, “en alianza con la italiana Pininfarina, ha desarrollado una batería de litio gracias a la cual un automóvil puede desplazarse a hasta 125 kilómetros por hora con una sola recarga. De lo que se trata ahora –dice un periódico de Tarija, Bolivia– es de apropiarse de las 5,500 millones de toneladas de litio metálico boliviano para enfrentar tranquilos la producción en gran escala de vehículos eléctricos”.
“Si Bolivia, en lugar de vender litio metálico, vendiese baterías de litio, con el valor agregado, obviamente, la ganancia se multiplicaría”. Otro experto consultado ha estimado el valor actual de esas reservas en más de 500 mil millones de dólares. La discusión sería: ¿quién explota esas reservas de litio, y qué posibilidades hay de que dichas reservas sean industrializadas por la propia Bolivia? Los capitalistas buitres aconsejarían entregar todo a una multinacional para que invierta y se ocupe de todo, sin imponer condiciones tanto a la explotación como al empleo de la mano de obra. Lo más sensato sería llamar a una licitación, establecer reglas de juego muy claras que beneficien a la nación que ofrece el recurso natural y que, al mismo tiempo, sea un buen negocio para los capitales que allí se radiquen. O establecer una operación conjunta entre capitales externos y el Estado boliviano. O bien crear una empresa corporativa estatal. Y, en segundo lugar, hacer lo imposible para industrializar el litio en la misma nación andina. ¿Por qué esto, que suena tan simple, se vuelve, por lo general, tan complicado en nuestros países? ¿Por qué las grandes cifras convocan al espíritu mafioso y no al deseo de hacer un buen negocio decentemente? Lo que está ocurriendo con el coltan –mineral para tecnologías avanzadas– en la República Democrática del Congo es una prueba de ello. Lo que debiera haber hecho más ricos a los habitantes de la zona ha transformado a esta en un infierno con más de dos millones de muertos.
Regresando a Bolivia, los expertos afirman que la producción masiva de vehículos eléctricos necesariamente está ligada a la explotación de las reservas bolivianas. Estas son, en consecuencia, estratégicas para el mundo entero y no solo para los bolivianos. Ese único dato podría transformar una bendición en una maldición.
Fuente: Diario Perú 21. Viernes 04 de septiembre del 2009.
Autor: Guillermo Giacosa (Periodista)
Me disculpo por no intervenir en la discusión sobre el Ekeko y La Diablada, pero realmente siento no tener nivel para ello. Juzgar un producto cultural es algo que está más allá de fronteras, banderas, emociones y vanidades. Con respecto a Bolivia, país con el cual Perú comparte tanto, quisiera informar sobre un tema que la prensa ha obviado. Nuestro vecino tiene, en Potosí, yacimientos de litio valorados en cuatro billones de dólares. El viejo Potosí de la plata y de la explotación de la población indígena volvería a los primeros planos económicos debido, ahora, al litio. El litio, por si no lo saben –yo me acabo de enterar–, sirve para fabricar las baterías recargables utilizadas en 'notebooks’, en los automóviles híbridos y los teléfonos celulares. Un empresario francés, “en alianza con la italiana Pininfarina, ha desarrollado una batería de litio gracias a la cual un automóvil puede desplazarse a hasta 125 kilómetros por hora con una sola recarga. De lo que se trata ahora –dice un periódico de Tarija, Bolivia– es de apropiarse de las 5,500 millones de toneladas de litio metálico boliviano para enfrentar tranquilos la producción en gran escala de vehículos eléctricos”.
“Si Bolivia, en lugar de vender litio metálico, vendiese baterías de litio, con el valor agregado, obviamente, la ganancia se multiplicaría”. Otro experto consultado ha estimado el valor actual de esas reservas en más de 500 mil millones de dólares. La discusión sería: ¿quién explota esas reservas de litio, y qué posibilidades hay de que dichas reservas sean industrializadas por la propia Bolivia? Los capitalistas buitres aconsejarían entregar todo a una multinacional para que invierta y se ocupe de todo, sin imponer condiciones tanto a la explotación como al empleo de la mano de obra. Lo más sensato sería llamar a una licitación, establecer reglas de juego muy claras que beneficien a la nación que ofrece el recurso natural y que, al mismo tiempo, sea un buen negocio para los capitales que allí se radiquen. O establecer una operación conjunta entre capitales externos y el Estado boliviano. O bien crear una empresa corporativa estatal. Y, en segundo lugar, hacer lo imposible para industrializar el litio en la misma nación andina. ¿Por qué esto, que suena tan simple, se vuelve, por lo general, tan complicado en nuestros países? ¿Por qué las grandes cifras convocan al espíritu mafioso y no al deseo de hacer un buen negocio decentemente? Lo que está ocurriendo con el coltan –mineral para tecnologías avanzadas– en la República Democrática del Congo es una prueba de ello. Lo que debiera haber hecho más ricos a los habitantes de la zona ha transformado a esta en un infierno con más de dos millones de muertos.
Regresando a Bolivia, los expertos afirman que la producción masiva de vehículos eléctricos necesariamente está ligada a la explotación de las reservas bolivianas. Estas son, en consecuencia, estratégicas para el mundo entero y no solo para los bolivianos. Ese único dato podría transformar una bendición en una maldición.
Fuente: Diario Perú 21. Viernes 04 de septiembre del 2009.
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SPAM pfffff LOL