lunes, 10 de agosto de 2009

Nuevas bases militares estadounidenses en América del Sur.

Imagen: Altercom
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¡Apunten a América del Sur!

Guillermo Giacosa (Periodista)

Todo indica que siete serán las bases que los estadounidenses ocuparán en Colombia. Uribe, en lugar de ir a la conferencia de Unasur –que se celebra en estos días en Ecuador–, prefirió realizar una frenética gira por siete países del área (El Perú primero, Bolivia, Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay después), que finalizó con parcas declaraciones en cada oportunidad y que un vocero del Gobierno de Colombia calificó como “constructiva”. Dicho vocero agregó: “La posición de Colombia se mantiene y, por el contrario, creo que la gira ha sido positiva. Esto de venir y tener encuentros directos con los presidentes, de tener ese cara a cara, es muy importante”. Y si opina que los encuentros cara a cara son muy importantes, me pregunto: ¿por qué no asistir a la reunión de Unasur donde encontrará todas las caras juntas y donde, además, podría haberse entrevistado por separado si eso es lo que más le complace? Suelen decir que hay gestos destinados a ser juzgados por la historia. Me atrevo a señalar, con absoluta convicción, de que esta no será muy benévola con el actual presidente de Colombia. Razones: lo que sabemos de las bases, para las que los estadounidenses ya han destinado 48 millones de dólares, y otros hechos que solo la complicidad con los grandes poderes económicos le ha permitido silenciar o disimular.

Volviendo al tema de las bases, Estados Unidos contará con las ya mencionadas en Colombia –una de ellas en Malambo, sobre el Atlántico, en la costa norte, y otra en Cartagena, sobre el Caribe colombiano– que sumadas a las ya existentes en Aruba, Curazao y Guantánamo, y la de Palmerola, en Honduras, más la Cuarta Flota que anda como de paseo por nuestras aguas, pone en evidencia que el litoral venezolano estará debidamente controlado y que las presiones sobre ese país se acrecentarán. También cuenta EE.UU. con el control de la estratégica base de Mariscal Estigarribia –situada a menos de cien kilómetros de la frontera con Bolivia–, y que posee una de las pistas de aviación más extensas y resistentes de Sudamérica, apta para recibir los gigantescos aviones de transporte de tanques, aviones y armamento pesado que utiliza el Pentágono. ¿Es exagerado imaginar una intervención militar?

¿Para qué otra cosa sirven las bases sino para defender intereses económicos y/o geoestratégicos? Vale la pena preguntarse –y esta es la gran preocupación del Brasil que el Perú debiera compartir–, si todo este despliegue no apunta también a la Amazonía. Circula por allí un texto teóricamente originado en Estados Unidos, en el que se señala que ese inmenso territorio es un espacio despoblado al que nuestras autoridades no están en condiciones de administrar. Repetí varias veces que se trataba de una mala broma o de una provocación que no expresaba el pensamiento oficial de la superpotencia. Pero hoy no estoy tan seguro. Es tan extravagante la soberbia de los muchachos del norte, que con Bush –y parece que con Obama también–, cualquier cosa es posible.

Fuente: Diario Perú 21. Lunes 10 de agosto del 2009.

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