La entrevista de Guayaquil
Por: Antonio Zapata Velasco (Historiador)
El 26 de julio de 1822 se reunieron San Martín y Bolívar en Guayaquil; fue la única reunión que tuvieron y ha estado rodeada de misterio. Nunca se supo exactamente qué hablaron ni tampoco la postura que cada uno habría adoptado. Por ello, ha sido motivo de especulación e incluso de un gran debate entre las academias de Historia de Venezuela y Argentina, hace ya varias décadas. Esa polémica repercutió en el Perú, donde la mayoría es partidaria de San Martín. Entre nosotros se sostuvo que el general platense habría cedido con nobleza al hacerse evidente la ambición indetenible de Bolívar.
Pero, un reciente descubrimiento histórico en Quito viene a resolver buena parte de las interpretaciones. En efecto, en el Archivo General de Ecuador ha aparecido el libro copiador del secretario de Bolívar. Éste es fruto de una costumbre de la época, según la cual, toda la correspondencia oficial despachada se copiaba en un libro que guardaba el registro de lo enviado.
El documento estuvo perdido, al haber sido mal clasificado, y ha sido presentado a la prensa la semana pasada en Ecuador. El descubridor es el historiador colombiano Armando Martínez, quien estaba trabajando para el programa posdoctoral de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito. El rector de esta entidad educativa, el también historiador Enrique Ayala, calificó el documento como un “wikileak reservado”.
Se trata de un Informe dirigido al general Antonio José de Sucre, haciéndole conocer los pormenores de la entrevista con San Martín. Así, por primera vez se accede a una prueba contundente de la apreciación de Bolívar sobre la famosa cita secreta de los libertadores. El secretario añade una carta personal a Sucre, diciéndole que el documento sobre el encuentro de Guayaquil es para su exclusivo conocimiento.
De acuerdo al Informe, San Martín estaba decepcionado de los generales platenses del Ejército Libertador que lo habían acompañado a Lima, se quejaba diciendo que lo habían dejado solo. Luego, San Martín habría añadido que estaba dispuesto a dejar el mando político del Perú y retirarse a Mendoza. Buscaba una victoria militar que le permitiera hacerlo con honor y estaba en Guayaquil para pedir refuerzos que le permitieran obtener ese triunfo. Su actitud fue generosa y sostuvo que, si las tropas venían con Bolívar, él se pondría a sus órdenes.
Los libertadores no habrían discutido sobre Guayaquil. Mucho se ha especulado sobre el destino de ese puerto. Se ha dicho que Bolívar se lo quitó en este momento al Perú. Pero, según el Informe, San Martín habría comenzado diciendo que no se había involucrado en el tema de Guayaquil. Por tanto, habría cedido inmediatamente sin objetar su incorporación a la república de Colombia.
La discrepancia crucial habría sido sobre el destino del Perú, una vez obtenida la independencia. San Martín habría sustentado su propuesta de monarquía constitucional. Según los términos del Informe, planteó traer un príncipe europeo. Bolívar se opuso. Su razonamiento habría enfatizado en los intereses de la república de Colombia. En nombre de esos intereses republicanos, Bolívar subrayó la inconveniencia de un príncipe europeo para el Perú, porque amenazaría la libertad de los demás.
Luego, Bolívar añadió que si los peruanos querían esa forma de gobierno, él no se iba a oponer. Era su forma de negar los refuerzos militares solicitados. De una manera elusiva, a la usanza de la época, Bolívar aclaró que no aportaría soldados para un proyecto de monarquía constitucional. En ese momento, San Martín habría entendido que no le quedaba juego y que debía dar paso al proyecto de Bolívar.
Se dice que San Martín se despidió diciéndole: “Don Simón, le dejo la gloria”. Ella habría consumido al caraqueño llevándolo a la muerte veinte años antes que San Martín. Por el contrario, el retiro le habría permitido al libertador platense gozar de una última paz, sazonada por la más intensa de las melancolías.
Fuente: Diario La República (Perú). 31 de julio del 2013.
lamento venir con un balde de agua fría, pero la carta en cuestión fue publicada por Vicente Lecuna en 1945, en su libro "Cartas apócrifas sobre la Conferencia de Guayaquil" (Litografía y Tipografía del Comercio, Caracas, 1945, págs. 93 a 96). Lecuna certifica que la carta es auténtica e indica la misma fuente que ahora menciona el profesor Martínez. No veo cómo se puede "descubrir" en 2013 una carta publicada íntegramente en 1945. La tengo ahora ante mis ojos, poseo el libro citado de Lecuna.
ResponderEliminarGracias Carlos, ciertamente sería interesante que publique un artículo sobre el asunto en cuestión. Me encantaría leerlo y difundirlo entre los interesados.
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