jueves, 29 de noviembre de 2012

Interdependencia entre el capitalismo y comunismo. Mirada a la evolución del capitalismo.

Capitalismo y comunismo
Por: Antonio Zapata Velasco (Historiador)
Un concepto clave para comprender las relaciones entre ambos sistemas se ha ventilado en los diversos homenajes a Eric Hobsbawn realizados en Lima. Personalmente he escuchado razonar sobre el punto tanto a Nelson Manrique como a Gustavo Gorriti. La idea postula que las relaciones entre capitalismo y comunismo fueron complejas, que ambos regímenes influyeron uno sobre otro y que su destino igualmente está conectado.
Antes de la revolución bolchevique, las mujeres estaban excluidas del voto y tampoco existía sufragio universal masculino. En algunos estados regía el voto censitario, por el cual, solo votaban quienes pagaban impuestos directos. En otros países, como el nuestro, para ser ciudadano se requería ser alfabeto y las mayorías indígenas estaban excluidas. Así, antes del comunismo, la democracia era un régimen político abierto pero exclusivo.
Lo mismo a nivel de derechos sociales y económicos. Antes de la Primera Guerra, el capitalismo carecía de reglas y en ningún país, incluyendo los desarrollados, existía seguro médico ni ayuda social a cargo del Estado. Tampoco había normas para el capital y el liberalismo clásico implicaba frecuentes crisis de sobreproducción y severas recesiones.
Luego, surge el desafío comunista y el capitalismo se transforma. Los frenéticos años veinte conducen a la gran crisis de 1929 y la depresión de los treinta. En ese momento, surge el fascismo y la democracia liberal se bate en retirada, doblemente acosada por comunismo y nazismo. Pero, el capitalismo se recupera de la mano de Keynes y produce grandes transformaciones internas.
El voto comenzó a universalizarse y la democracia extendió sus beneficios. Los gobiernos adoptaron el modelo del Estado del bienestar y los trabajadores del mundo desarrollado fueron masivamente incorporados a la esfera del consumo. Igualmente, aparecieron organismos reguladores que ordenaron el mercado limitando las grandes crisis. En ese período, el comunismo estaba vivo y era competitivo.
Era la posguerra, desde la década del cincuenta hasta los ochenta, cuando ambos sistemas coexistieron en un escenario que conoció de crisis, pero que supo evitar la guerra entre superpotencias. La llamada “guerra fría” estuvo dominada por el conflicto controlado.  Ahí se construyó el triunfo del capitalismo y la ruina del comunismo. 
Este último se derrumbó porque se osificó, dejó de crecer económicamente, mientras su propia gente había dejado de creer en el Estado. La ausencia de democracia y de mercado anuló la creatividad y el estancamiento fue la regla del mundo soviético.
Por su lado, al interior del Occidente desarrollado, esta época forjó el rostro más amable del capitalismo. En Europa y los EE.UU. se vivía bien, abundaban los empleos bien pagados, las becas y las vacaciones. Incluso los trabajadores disfrutaban de su puesto en sociedades de abundancia. Además, democracias bien establecidas y sistemas de partidos completaban un mundo ideal, que lamentablemente era para pocos, mientras el Tercer Mundo ardía. 
A continuación, presa de sus propios entrampes, el comunismo se derrumbó y el capitalismo rompió sus ataduras con la moderación. La disolución de la Unión Soviética fue paralela al llamado consenso de Washington, que fue el acta de nacimiento del neoliberalismo. En este período, que sigue vigente hasta hoy, el capitalismo ha vuelto al salvajismo. 
La desaparición de los controles llevó a la crisis del 2008, que no ha terminado. Los beneficios del Estado del bienestar están siendo recortados y son objeto de luchas sociales que recorren Europa. La democracia pierde su cualidad de escenario de colaboración y reaparecen los extremos racistas y xenofóbicos. 
Si el capitalismo volvió atrás, ese mismo movimiento ha de provocar un nuevo comunismo, distinto al anterior y sin mayores conexiones doctrinarias, salvo su común oposición al egoísmo desbordado. Por ahora, son fuerzas dispersas, pero que vuelven a hacer de la justicia social el centro de sus afanes.
Fuente: Diario La República (Perú). 28 de noviembre del 2012.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Confrontación del pasado violento. Historia y Memoria en el Perú.

Historia y memoria
Por: Salomón Lerner Febres (Filósofo)
En la confrontación del pasado violento cohabitan la historia y la memoria. Ambas son formas de visitar el pretérito, mas no poseen la misma orientación.  Por ello  conviene aclarar y precisar sus parecidos y diferencias para mejor comprender lo ya ocurrido.  
Se suele establecer una diferencia entre memoria e historia que, pienso, resulta  polémica. Según ella, la memoria pertenecería al puro reino de la subjetividad y sería por eso una práctica estrictamente individual, mientras que la historia se reclamaría del  reino de lo general y  objetivo.  Tal tesis  implicaría tácitamente que la memoria  tendría un  frágil  compromiso  con la verdad, puesto que se afincaría en el punto de vista particular de cada cual.  De otro lado se propone  concebir  la historia como un  discurso “objetivo”,  es decir, comprometido sólo  con la “verdad”, dejando en un segundo plano cualquier eco de experiencias humanas concretas.  
En realidad, la memoria, si bien corresponde a las vivencias específicas de las personas y la elaboración mental de las experiencias del pasado, no es un fenómeno fatalmente limitado por la individualidad del que recuerda. Ella encuentra  un espacio de objetividad en el hecho de que ha de ser intersubjetiva. No se trata  por tanto de  un relato que cada quien se cuenta en su fuero interno y sin mayor interrelación con los demás;  para ser memoria, esos recuerdos del pasado han de entrar en un tejido  que supone nuestra natural sociabilidad y el  someterse,  de algún modo,  al control de aquello que no soy yo. Distintas personas cotejan sus representaciones del pasado y de ahí surge una memoria que no pertenece a nadie y que pertenece a todos.  Esa intersubjetividad postula   pues  una cierta  objetividad: la memoria es comunitaria, colectiva y, en esa medida, es una experiencia que trasciende al individuo que recuerda. 
Por su parte, la historia no está afincada en el reino de la neutralidad moral. Es cierto que sus materiales y sus aspiraciones  apuntan a insertarse en el territorio de la objetividad. La historia de un pasado violento establece hechos, acciones, corrientes, tendencias y pautas que, en principio,  no dependen de cómo hayan sido recordadas.  La historia rehúye al relativismo o a la singularidad de un solo punto de vista. Pero, al mismo tiempo, su buscada objetividad  se construye a partir de vivencias personales y es así que reconstruye pasados  dentro de un marco de valores. Además, y a partir de testimonios,  la escritura de la historia está, de algún modo,  condicionada por lo que quisiéramos que fuera el futuro. Y en esa medida ella se impregna de alguna orientación axiológica.
Lo señalado implica que una adecuada confrontación del pasado violento necesita forjar una combinación entre las dos posturas. La memoria tiene un elemento movilizador de conciencias que no es propio del discurso científico. Pero para que ese movimiento sea constructivo, debe anclarse  en la verdad. La historia brinda elementos de objetividad, pues no pertenece al mundo de los afectos y las convicciones íntimas  pero,  por  eso mismo,  necesita conversar con la memoria. Ambas son diferentes, pero pueden convivir, cuando se trata de aportar salidas a un pasado represivo o violento: verdad y valores, hechos y sentimientos,  han de  avanzar juntos  para ofrecer caminos creativos  y constructivos frente a  periodos de infortunio.
Fuente: Diario La República (Perú). 18 de noviembre del 2012.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Una nueva mirada para la historia binacional peruano-chilena. Daniel Parodi.

Otra mirada para 'el otro'


El historiador Daniel Parodi escribe un artículo que nos acerca a un punto decisivo en nuestra historia: el diferendo marítimo cuyos alegatos tanto de Perú como de Chile se escucharán este 3 de diciembre ante la Corte de La Haya. Parodi nos habla de una historia de confianza, de un resultado que no es un partido fútbol en el que reaccionamos o no con ferocidad, sino de una disputa entre naciones que involucran millones de personas y de lo positivo que se puede rescatar de cerrar este capítulo que parecía una eterna desazón. 

Por: Daniel Parodi (Profesor de la Pontifica Universidad Católica del Perú)

¿Qué hacer frente al Otro?

Para hablarnos acerca del Otro, de aquella persona distinta a nosotros pero que nos hace comprender nuestra propia existencia, Richard Kapuscinski, el periodista e historiador polaco, se remontaba al encuentro entre dos familias-tribu nómades, momento trascendental en el que cada una descubre que no está sola en el mundo y que sus miembros no son los únicos hombres,  mujeres y niños que habitan el planeta.

¿Cómo actuar ante tamaña revelación?, se preguntaba Kapuscinski, respondiéndose a sí mismo que cuando el hombre descubre que no está solo, y que existen otros seres semejantes a él, puede atacarlos con ferocidad, pasar al lado suyo y seguir indiferente su propio camino, o, tal vez, “intentar conocerlos y tratar de encontrar una manera de entenderse con ellos”. Para Kapuscinski la primera opción representa la derrota del hombre y la prueba palpable de que este “no ha sabido o no ha querido hallar una manera de entenderse con los Otros”.

Perú y Chile frente a frente

Y resulta que hoy el Perú y Chile están a punto de encontrarse como aquellas dos tribus de nuestro más remoto pasado humano. Claro que las condiciones son distintas, hoy vivimos en la revolución de las comunicaciones y es por ello que el 3 de diciembre no serán dos familias-tribu, de entre treinta a cincuenta miembros cada una, las que se topen frente a frente sino dos naciones completas las que se verán las caras en la pantalla chica y encontrarán en su respectivo representante -Allan Wagner y  Alberto Van Klaveren- la encarnación de aquella comunidad imaginada -ya hecha o a medio hacer- que tanto animó las investigaciones de Eric Hobsbawm y Benedict Anderson hace más de dos décadas.  

Pero existe otra diferencia fundamental entre el caso que nos ocupa y las tribus de la pre-historia: el Perú y Chile sí se conocen, o al menos creen conocerse. Y digo creen conocerse porque tres historiadores podrían brindarnos tres respuestas distintas a la pregunta ¿desde cuándo se conocen el Perú y Chile? Uno, acaso más conservador, diría que desde que la expansión Inca encontró en la rebelde Araucanía un límite obligado; otro podría señalar que nuestra multisecular rivalidad se remonta a los aciagos días en que Almagro comprendió que al sur del Perú no había más Perú por lo que volvió furioso al Cuzco a disputárselo a Pizarro. Otros, tal vez más contemporáneos, sostendrían que en realidad el Perú y Chile se conocen desde la Guerra del 79 porque las historias, como las dos anteriores, que refieren pasados más remotos, en realidad se escribieron y se ideologizaron a partir del conflicto del Pacífico, como parte de dos proyectos políticos básicamente nacionalistas.     
       
Es por todo ello que el periodo que está a punto de advenirse en las relaciones peruano-chilenas trasluce una inherente dimensión histórica que hay que reflexionar en profundidad si no queremos que, de aquí a muy poco tiempo, el litigio de la Haya se convierta en sólo un capítulo más de un vínculo caracterizado por una mutua desconfianza que se atenúa en breves y efímeros intervalos. Por esta razón, frente a la temática que hoy nos ocupa lo que yo quiero aportar es una nueva mirada a la historia, tanto como una nueva mirada desde la historia.

Una nueva mirada para la historia binacional peruano-chilena

Quiero aportar una nueva mirada a la historia porque en ella existen muchos más acontecimientos que solo la Guerra del Pacífico o del Salitre, por lo que soy el convencido de que su amplia difusión amerita el matiz de otros eventos más bien caracterizados por la colaboración bilateral. Y quiero aportar una nueva mirada desde la historia porque hace décadas ambas sociedades nos merecemos superar la obsolescencia de una narración histórica obsesionada por los héroes y epopeyas militares, con adrede descuido y menosprecio de otros enfoques y aspectos igual de relevantes.

Estoy pensando, pues, en una historia que, subsumida en la posmodernidad, supere el viejo maridaje entre nacionalismo y romanticismo para analizar los acontecimientos del pasado desde una visión caleidoscópica que admita la pluralidad de versiones. Estoy pensando en la reflexión de Valerie Rosoux, especialista francesa en procesos de reconciliación entre naciones separadas por recuerdos dolorosos, cuando nos dice que “una historia común en el nivel factual, se revela divergente en la forma en que cada uno la experimentó”. Estoy pensando en una historia que admita sin temor su dimensión narrativa y que renuncie a la aspiración imperialista de la verdad para atreverse a comprender la impronta ideológica que la rodea y que la tiñe de subjetividad. Y es por todo ello que estoy pensando en diferentes enfoques pero también en diferentes temáticas y en diferentes acontecimientos.

¿Cómo aspirar entonces a otra Historia? No se trata, lo he dicho antes, de promover el olvido de los eventos dolorosos, ni de pretender desaparecer de la memoria colectiva la conmemoración de sus héroes y efemérides. Más bien, se trata de lograr que aquellos acontecimientos, parafraseando a Tzvetan Todorov, se ubiquen en la periferia de nuestra memoria para que así dejen de dolernos en el presente y nos permitan construir un futuro compartido. Es por eso que he propuesto repetidamente que el Perú y Chile deben ser capaces de conversar sobre ese pasado doloroso y de darles juntos un mensaje de paz a sus respectivas colectividades en el que se prometa que aquel pasado, que no puede olvidarse, jamás volverá a ocurrir.

Los buenos acontecimientos de la historia peruano-chilena

Pero junto con ello, y tan importante como ello, es comprender que la historia que tenemos en común peruanos y chilenos –aquellas dos tribus que pronto se verán los rostros- no comienza ni termina con la Guerra del Pacífico o del Salitre. Y dicha constatación, tan verdadera como inaplazable, debe llevarnos a la firme decisión de difundir otros acontecimientos bilaterales en los que hicimos bien las cosas juntos y obtuvimos logros importantes.

Al respecto hay mucho más de lo que piensa. En relación con las epopeyas militares y  políticas de Estado, tenemos la gesta de la Independencia y la Guerra contra España en las que se obtuvo la victoria gracias a la cooperación binacional y contamos también –casi paradójicamente- con la tesis de las 200 millas, la que hoy nos confronta pero que fue  una propuesta peruano-chilena lanzada en 1947, luego imitada y asumida por las demás naciones del planeta.  

Acerca de la Guerra contra España; en una publicación anterior he señalado que al  día de hoy el Perú y Chile no celebran conjuntamente sus victorias porque esta conflagración vive a la sombra de la otra, la del 79, la que hemos convertido en el único acontecimiento relevante de nuestro pasado binacional. Por lo mismo, el combate de Abtao del 7 y 8 de febrero de 1866 y el del 2 de mayo del mismo año aún esperan la hora de ser transformados en potentes efemérides de la historia oficial para su conmemoración conjunta.   

Pero desde los buenos tiempos de la escuela francesa de Anales (década de 1920 en adelante), la historia nos aclaró a gritos que es mucho más que hazañas militares y políticas del Estado y es por ello que desde la historia social podemos relevar la solidaridad de clase entre los obreros peruanos, chilenos y bolivianos que soportaron duras condiciones de trabajo en las salitreras de Tarapacá en las primeras décadas del siglo XX. Asimismo, los vínculos entre los exilados apristas en Santiago –desde 1927 hasta 1956- y las relaciones familiares que establecieron con la intelectualidad chilena; así como la influencia ideológica que ejercieron en diversos movimientos políticos del vecino país, merecen mayores estudio y difusión.

En el plano cotidiano, el llamativo Combinado del Pacífico, selección de futbol peruano-chilena que se fue de gira a Europa entre los años 1933-34, en misión diplomática de paz y reconciliación, amerita destacarse en la actual coyuntura. El Combinado –en el que se destacaron Alejandro Villanueva y Lolo Fernández- realizó decenas de presentaciones en el Viejo Mundo y participó de otras tantas recepciones en palacios presidenciales, embajadas y legaciones por lo que los diarios del Perú y Chile rebotaron día a día estas noticas propiciando una atmósfera de confianza en la coyuntura posterior a la firma del Tratado de Lima de 1929. Aquel fue un intento genuino y original de iniciar un periodo de amistad y es ese espíritu el que hoy -en el contexto de La Haya- debemos ser capaces de reencontrar.    

A manera de conclusión  

Quisiera terminar esta reflexión parafraseando al historiador chileno Eduardo Cavieres quien señala que tanto peruanos como chilenos amamos nuestra historia al igual que a sus héroes y efemérides, con cuyas epopeyas soñamos, jugamos y fantaseamos en la infancia de nuestras vidas. Porque no se trata de dejar de amarlos sino de elevarlos a aquella dimensión en la que puedan ayudarnos –con su ejemplo- a construir un futuro más armónico entre dos naciones que lo necesitan. Por eso mismo debemos ser capaces de alternar dichas epopeyas con otras, así como con eventos que provienen de los campos social, religioso, deportivo y cotidiano para que al momento de encontrarnos en el camino -como ocurrirá desde el 3 de diciembre- no sea una infausta guerra lo único que recordemos del eventual contrincante.  

Hace unas semanas tuve el agrado de visitar al señor y mejor amigo Ramón Barúa, quien fuera dirigente de fútbol de menores. Barúa me contó entonces que sus hijos habían participado en los torneos de fútbol de la Copa de la Amistad que organiza el Club Cantolao del Callao. En dicha competición los jóvenes deportistas que vienen de fuera se alojan en las viviendas de sus partners peruanos y ocurre lo mismo cuando son éstos los que parten al exterior. Cuando se habla de Chile, me dijo Barúa, mis hijos no piensan en una guerra sino en sus amigos de la infancia. ¿Podremos seguir su ejemplo?

Fuente: Diario 16 (Perú). 20 de noviembre del 2012.

Entrevista a Tzvetan Todorov: "La verdad en historia tampoco es objetiva, pero por lo menos se puede buscar que sea intersubjetiva".

Tzvetan Todorov: “Una ley contra el negacionismo hace frágil la verdad”

Nuestro columnista Javier Torres Seoane entrevistó en su programa ‘El Arriero’, de La Mula TV, al intelectual búlgaro-francés, Tzvetan Todorov, quien recibió en 2008 el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y visitó Perú para dar dos charlas relacionadas a la democracia y el mesianismo. Aquí publicamos un resumen de dicha entrevista editada por Edwin Chávez de lamula.pe, en la que Todorov habla sobre la relación entre los intelectuales y el totalitarismo, la memoria colectiva, el Movadef y la pretendida ley del negacionismo.

-¿Por qué en la intelectualidad ha habido una fascinación por el gobierno totalitario?
El primer ejemplo que me viene a la mente es el del filósofo alemán Hegel quien desde su ventana ve a Napoleón pasar por la calle, se entusiasma, corre y grita “El espíritu del mundo está pasando”. Mi segundo ejemplo son los intelectuales franceses, después de la II Guerra Mundial, que si el derecho de voto hubiese sido limitado a esta gente sabia e intelectual, entonces seguramente habría desaparecido el derecho de voto. Mi tercer ejemplo es el de esta mañana, en que leí en un periódico peruano que el 80% de los defensores de Sendero Luminoso son estudiantes. No es una demostración, pero para mí está claro que los espíritus intelectuales, los espíritus abstractos, están fascinados por un poder fuerte.

-Pero hay intelectuales que rompen la regla. George Orwell, por ejemplo, que frente a esta ola que hubo en Europa desde un inicio señaló los riesgos del totalitarismo. ¿Qué es lo que hace que ciertos intelectuales puedan mirar de manera distinta este proceso?
Hay ejemplos de intelectuales que son distintos. Por ejemplo, Raymond Aron, un profesor francés que desde antes de la II Guerra Mundial tenía una posición muy clara acerca de esas ideologías. La gran diferencia es saber si la de los intelectuales tiene un lazo estrecho con la experiencia de la gente ordinaria. Y Orwell había estado en las calles de París y Londres sin dinero, había sido combatiente en España, y entonces tenía esta experiencia directa y no abstracta.

-¿Su experiencia en Bulgaria es lo que lo marca para plantear que este tipo de vías son inadmisibles?
He estado 24 años viviendo bajo un régimen totalitario, y entonces mi forma de reaccionar ha sido determinada por la forma en la cual viví. Ver entonces a todos esos individuos que estaban formados por un régimen fue una experiencia bien grave y dura.

-¿Usted puede describirnos alguna situación particular?
No lo he sufrido física ni psicológicamente. Pero lo he visto alrededor mío. Un ejemplo es que había un control estricto en la forma de vestirse. Había formas que estaban consideradas occidentales e incluso imperialistas: por las chicas tener una minifalda y por los chicos tener pantalones estrechos. Y por llevar ropa así uno podía ser llevado a la comisaría, recibir una bofetada e irse, incluso después de dos o tres reiteraciones se podía terminar en un campo de prisioneros. En Bulgaria hubo campos así por todo el país en los que se debía romper piedras y trabajar. Uno podía acabar allí también por hacer un chiste: decir que el pan blanco iba a Rusia y que el pan negro iba a Bulgaria. La cosa más difícil fue que todo el mundo podía ser un delator, todo el mundo vigilaba a todo el mundo y no se sabía quiénes eran los verdaderos espías: podía ser su mujer o su mejor amigo. Sucedía en especial si la gente tenía un defecto original, como ser de origen burgués, porque entonces convertirse en delator era una forma de corregir este defecto. Una de las peores cosas es lo que el miedo provoca en la gente: con el miedo 9 de 10 personas van a reacccionar de una forma fea, solo 1 de 10 va a ser un héroe.

-¿Y por qué en la sociedad en general, donde ha habido dictaduras y guerras, se vuelve tan complejo el tema de la memoria y por qué es tan actual?
En Rusia no hay casi nadie que trabaje en temas de memoria. Prefieren olvidar. Quieren ganar dinero, bailar y beber vodka. En Bulgaria y en Europa del Este es distinto, porque hubo la destrucción del consenso de la conciencia. No fue tan grande ni fuerte pero la dificultad en el trabajo de memoria es que cada uno es culpable. En un régimen totalitario no son solo los que han dominado y sometido y el pueblo el que sería inocente, sino que todo el pueblo participa en la opresión y nadie es inocente. Y entonces es difícil estar de -acuerdo.

-Sin embargo, a veces el discurso se construye desde la víctima. Y entonces las responsabilidades de la gente se diluyen. ¿Cómo superar esta visión?
Incluso en un país autoritario, como en el Perú, las víctimas y los victimarios no se confunden. Se puede establecer una responsabilidad. El Perú reconoce que hay responsabilidad de ambas partes: por un lado los rebeldes y por otro el aparato represivo. Pero cada uno de esos actores no está de acuerdo. Cada uno pide la liberación de su jefe pero no del jefe del otro campo. Para superar eso se exige una sociedad civil que sea fuerte y que no se confunda con cualquiera de los dos lados. Pero usted conoce mejor lo que ocurre en Perú y podrá decir si existe esa fuerza.

-En Perú se está discutiendo una ley contra el negacionismo. Usted tiene una posición crítica frente a este tipo de procesos.
Soy hostil a las leyes memoriales. Una ley anti-negacionismo pone a la verdad en condición de fragilidad. Los negacionistas temen la verdad y nos quieren castigar por decirla. Entonces lo que se hace con una ley así es fragilizar la verdad. La ley dice lo que tiene ser y la historia dice lo que es.

-Entonces sería una norma antidemocrática dar una ley de negacionismo.
Sí, es interferir con la libre investigación de la verdad que exige la democracia. No puede impedir la investigación y por eso apoyo a Wikileaks.

-Y en ese sentido, a pesar de que buscamos establecer algún tipo de verdad, lo que encontramos son a la vez muchas memorias distintas. ¿Cómo se logra llegar al consenso entre las memorias y la verdad?
La verdad en historia tampoco es objetiva, pero por lo menos se puede buscar que sea intersubjetiva. Que un máximo de personas pueda reconocer. Y por eso los que hacen esta historia deben tener en cuenta su competencia e integridad moral. Pueden ser los ilustrados que son informados y que actúan de buena fe. Y que son juzgados por sus pares.


“Europa ha aprendido lo malo que es el totalitarismo”

-Usted es un ciudadano europeo, del este y del oeste. Europa vive una crisis económica pero también política. Cómo ve el ciudadano Todorov la crisis.
Soy un defensor de la idea europea quizá porque he nacido de allá y de aquí. Voy a menudo a España, Italia, y me siento bien por todas partes. Para mí una de las razones de la crisis es que la integración económica se hizo sin una institución para establecer una política y asegurar la solidaridad. Espero (y creo) que exista en Europa una posibilidad de volver a este modelo, un equilibrio entre el aspecto material y espiritual, entre el aspecto de la libertad individual y del bien común y de la solidaridad.

-No vamos a volver al siglo XIX, entonces.
El siglo XIX no era tan bueno. Había dos grandes poderes que dominaban el mundo. Pero lo bueno es que durante todo el siglo XX Europa ha aprendido. Ha aprendido lo malo que es el totalitarismo, ha aprendido a renunciar a sus colonias y a renunciar a dominar el mundo.

Fuente: Diario 16 (Perú). Noviembre 17, 2012.

sábado, 17 de noviembre de 2012

IRA, ETA, FARC y Sendero Luminoso.


IRA y ETA

Por: Isaac Bigio (Historiador e internacionalista)


El Ejército Republicano Irlandés (IRA), Patria Vasca y Libertad (ETA), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso fueron hasta hace poco las principales insurgencias en Occidente, aunque hoy vienen operando un proceso de sumisión a las democracias parlamentarias contra las cuales inicialmente se sublevaron.
La estrategia de trocar las armas por las urnas ha sido plenamente alcanzada por el IRA, el cual se ha desarmado a cambio de que el partido político legal que tienen (el Sin Feinn) se ha convertido en el segundo de Irlanda del Norte y en el primero dentro de la minoría católica y nacionalista de dicha región. Hoy McGuinness, quien fuese acusado de ser un comandante "terrorista" del IRA, es el vice del primer ministro Robinson de la derecha unionista y antipapista, su antiguo enemigo.
Ciertamente que el IRA no ha logrado su objetivo de expulsar a los británicos de Irlanda del Norte y hacer que esta provincia se
reunifique con el resto de la república de Irlanda, y menos aún dar paso a una forma de socialismo, tal y cual eran sus objetivos
iniciales. Es más, cuando la reina Elizabeth II cumplía 60 años en el trono, McGuinness la recibió.
No obstante, el IRA puede jactarse de haber evitado ser derrotado bélicamente, haber liberado a presos, de estar hoy compartiendo el poder y de haber creado una asociación especial entre su provincia que aún es parte del Reino Unido y el resto de la isla irlandesa. El ETA vasco, históricamente ligado al IRA, hoy sigue esa misma línea. Aún no se ha desmovilizado, pero su tregua le ha permitido evitar una represión generalizada a la par que ha dado pie a que el partido legal afín (Heuskal Berria Bildu) haya obtenido el cuarto de los votos en las elecciones parlamentarias vascas del 21 de octubre, transformándose en la segunda fuerza a nivel de todo el país vasco y la primera en una de sus 3 provincias. El ETA de desarmarse no conseguiría ni la independencia ni el socialismo, pero sí la libertad de muchos de sus presos y fortalecer su ala legal, la misma que hoy ha cuadriplicado sus escaños y proclama que dos tercios de los vascos votaron por ellos o por el moderado Partido Nacionalista Vasco, fuerzas que proponen una mayor soberanía para Euskadi.
Mientras el IRA y el ETA han evitado ser aplastados militarmente y se han potenciado electoralmente, las dos antiguas guerrillas andinas buscan salir de su entrampe siguiendo ese ejemplo, aunque, como veremos mañana, en condiciones inferiores.
Fuente: Diario Correo (Perú). 16 de noviembre del 2012.

FARC y Sendero

Por: Isaac Bigio (Historiador e internacionalista)
Las mayores guerrillas que han tenido Europa Occidental y los Andes buscan congraciarse con el mismo sistema contra el cual irrumpieron. En el caso del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y de Patria Vasca y Libertad (ETA) estas estrategias vienen dando ciertos frutos, pero no pasa lo mismo con las dos añejas insurgencias agrarias comunistas de Colombia y Perú.

El IRA y el ETA han abandonado sus iniciales objetivos de crear violentamente una república socialista independiente en sus respectivas regiones que ellos reclaman que son los últimos vestigios coloniales de las monarquías más imperiales de Europa. Hoy ambas aceptan la desmilitarización y la vía de las elecciones, las negociaciones y las coaliciones para ir gradualmente moviendo al norte de Irlanda o al País Vasco hacia menores ataduras ante sus respectivas coronas y hacia mayores grados de soberanía, todo ello dentro de la Unión Europea "capitalista". Las FARC y Sendero no pueden, aunque quisiesen, imitar dicha estrategia. Las FARC fueron la primera guerrilla occidental que intentó crear un partido legal como organismo de presión y negociaciones para irse acoplando al sistema, pero este (la Unión Patriótica) fue masacrado. Esto hizo que las FARC retornasen al monte donde han sufrido varios reveses. Además, ya no hay guerra fría y hace 21 años desapareció el bloque soviético y China, Venezuela y Cuba no animan insurgencias. El nuevo presidente Santos, a su vez, se ha distanciado de la belicosidad de Uribe, tiene buenas relaciones con Chávez y Lula y busca el apoyo de estos para poner a las FARC en la mesa de negociaciones, a las cuales, finalmente, les ha llevado pero en condiciones favorables para él. Las FARC vienen de recibir duros golpes y deserciones. La mayoría de los 7 miembros de su secretariado han muerto recientemente, mientras que ello y la liberación de Ingrid Betancourt y la pérdida de muchas zonas les ha mermado su moral. Las nuevas rondas de conversaciones en Noruega y Cuba plantean la posibilidad de que las FARC en última instancia acaben buscando reinsertarse en el sistema colombiano, pero sin tener una zona de distensión como la que antes tuvieron y teniendo que aceptar varios puntos del modelo de Santos, el cual, a su vez, quisiera que tal pacificación le permita ganar su reelección. Sendero, en cambio, pide la libertad de sus miles de prisioneros en peores condiciones. Su inicial intransigencia y sectarismo le enajenó de aliados internos y externos. Hoy carece de cualquier base social o electoral significativa (el Movadef no llega ni al 0.1% de votos a nivel nacional) y sus esperanzas se limitan a pedir la excarcelación de todos los uniformados que les persiguieron, y sobre todo de Fujimori, como vía a limosnear una amnistía.

Fuente: Diario Correo (Perú). 17 de noviembre del 2012.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Reflexión sobre el origen del nombre Perú.

El nombre del Perú
Por: Antonio Zapata Velasco (Historiador)
Pocas veces se reflexiona sobre el origen de nuestro nombre. ¿Era un vocablo indígena? ¿De dónde lo tomaron los conquistadores? Incluso, uno podría interrogarse ¿si el nombre contiene algún mensaje, si acaso muestra una seña sobre el destino del país? Con estas preguntas en mente, Raúl Porras Barrenechea escribió un pequeño y enjundioso libro, recogiendo ponencias y debates que se habían producido en los congresos de americanistas de los años cincuenta. 
Según Porras, el nombre del Perú proviene de una deformación del cacique del Birú, cuyos reducidos dominios se hallaban en la costa del Darién, en la frontera entre las actuales Panamá y Colombia. Hasta ahí llegaron los conquistadores en su primer viaje y regresaron con las manos vacías. La tierra era pobre y los indios de guerra.
En efecto, en medio de una vegetación de intrincados manglares, una reducida hueste española había combatido contra indios bravos alistados por el cacique del Birú. Lo limitado de sus medios y lo rudo del sitio hicieron ver al astuto Pizarro que mejor era regresar para armar una expedición bien pertrechada.
No era la primera vez que los españoles chocaban con el cacique del Birú. Anteriormente, Pascual de Andagoya había intentado penetrar en sus tierras e igualmente había desistido de una conquista poco prometedora y muy desgastante. El caso es que el Birú tenía cierto nombre entre estos primeros conquistadores, que saliendo de Panamá se dirigían hacia la entonces desconocida Sudamérica.
Cuando las tropas de Pizarro retornaron del primer viaje, en forma inconsciente generaron un nuevo uso para el nombre del cacique del Birú. En esta oportunidad, Birú simbolizaba en general a las tierras al sur de Panamá, en cuya búsqueda y conquista se habían embarcado infructuosamente. 
La soldadesca popularizó la voz “Birú” y la hizo sinónimo de un horizonte geográfico situado al sur y aún por conocer. Así, el nombre del Perú surgió de la deformación castellana de un vocablo indígena. Como palabra es mestiza, porque no es ni española ni india, sino que surge producto de una mezcla. 
Cuando los conquistadores salieron en su segundo viaje estaban decididos a avanzar mucho más lejos que en la primera expedición. En efecto, en esta oportunidad llegaron a la costa actualmente colombiana del Pacífico. Ahí queda la Isla del Gallo, donde un reducido grupo resistió en aislamiento hasta que llegaron refuerzos, que habían sido embarcados por el gerente logístico que era Almagro. Entonces siguieron viaje y lograron un primer contacto con el Tawantinsuyu.
Esa segunda expedición se topó con la balsa tumbesina y raptó a los jóvenes que luego serían intérpretes, Felipillo y Martinillo; desembarcó en Tumbes y luego siguió por mar hasta que avistó Chan Chan, donde los españoles tomaron conciencia de la magnitud del reino al que habían arribado. Con esa información decidieron regresar. Esta vez, Pizarro retornó hasta la misma España. Iba a firmar un acuerdo con el Rey y a reclutar una tropa considerable. Ya sabía que estaba ante uno de los grandes imperios de la antigüedad americana.
En ese segundo regreso se consolidó el nombre del Perú. Ahora toda la tierra recién descubierta llevaba ese nombre, popularizado por los españoles de la plebe. Los indígenas andinos rechazaron el nombre del Perú y nunca lo usaron. Los españoles de la Corte quisieron cambiarlo y adoptar un título más elegante, llamando Nueva Castilla a la gobernación de Pizarro. Pero, nada pudo cambiar el curso ya definitivo y las nuevas tierras fueron bautizadas con un nombre plebeyo creado para la ocasión. 
Ese nuevo nombre sería Perú, habiendo nacido del encuentro entre civilizaciones y resistido todos los intentos por modificarlo. Su perdurabilidad evidenciaría la ruta mestiza del Perú. Ese era el mensaje de la generación de Porras, cuyo libro representa un momento elevado del esfuerzo por pensar en forma optimista la clave del país, animando una fusión feliz entre Occidente y el mundo andino.
Fuente: Diario La República (Perú). 14 de noviembre del 2012.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Libro "Historia del Poder" de Domingo Tamariz. Capítulo `Sí, mi general', acerca del gobierno del mariscal Benavides.

Historia de Domingo

Acuciosa y vigorosa mirada a los laberintos del poder nacional, llevada al libro por Domingo Tamariz, testigo de excepción y periodista de raza.

EN junio de 1936 -año en que se cumplía el período de Sánchez Cerro- Benavides convoca a elecciones generales. Uno de los primeros nombres que se menciona para la disputa electoral es el de Jorge Prado Ugarteche, amigo desde las mocedades de Benavides y, por lo tanto, el postulante de las simpatías del gobierno. Prado considera, entonces, que para tener éxito en las elecciones es importante contar con los votos apristas. Y en ese sentido orienta sus esfuerzos.

Desde Río de Janeiro -donde oficia de embajador-, busca contactarse con los desterrados apristas para sondear las posibilidades de que el Apra apoye su candidatura. Lo hace, eventualmente, a través de Alfredo González Prada -el hijo del autor de Pájinas Libres-, aprovechando que éste viaja a Santiago de Chile, donde se encuentra un numeroso grupo de exiliados. Pero al trasladarse su encargo a Lima -según reseña LAS en su Testimonio personal-, la candidatura de Prado no encuentra el respaldo de la alta dirigencia del PAP.

El candidato lógico del Apra es Haya de la Torre, a pesar de estar perseguido. Pero faltando veinte días para los comicios, el Jurado Nacional de Elecciones desecha su inscripción, por considerar que el partido que lo apoya, el Apra, es una organización internacional, y como tal está inhabilitado constitucionalmente. Los otros candidatos son: Manuel Vicente Villarán -al que respaldan, entre otros personajes, José de la Riva Agüero y Pedro Beltrán, desde entonces líder del sector agrario-; Luis A. Flores -jefe de la Unión Revolucionaria y uno de los más fogosos adversarios del régimen-, y, por cierto, Jorge Prado Ugarteche -al que apoyan partidos menores: entre otros, la facción que encabeza Amadeo de Piérola. El aprismo, al verse impedido de participar en la justa electoral con candidato propio, le ofrece su apoyo a Luis Antonio Eguiguren, el combativo ex presidente del Congreso Constituyente, quien acepta gustoso la propuesta. Su candidatura -que representa al Partido Social Demócrata, que él preside- se orquesta en menos de quince días. Al iniciarse los escrutinios, las cifras favorecen a Eguiguren. Y esa tendencia se mantiene inalterable durante más de una semana. Hay nerviosismo en Palacio. El Jurado, que no escapa a esa excitación, tras acoger algunos recursos que piden la anulación de los "votos apristas", suspende el escrutinio; lo cual era una insensatez, pues ninguna demanda, por más grave que sea, puede llevar a un jurado, en pocas horas, a una medida tan extrema. Eguiguren no era un candidato del partido aprista. Representaba a un partido distinto, con varios años de actividad. Si bien es verdad que era vox populi que los votos apristas iban a favorecerlo, ¿por qué, entonces, aceptó su candidatura? Era imposible, además, que el ciudadano aprista dejara de votar. Tenía que hacerlo, estaba en su derecho. El Jurado para en seco los escrutinios, esgrimiendo el argumento de que los sufragios provienen de un partido internacional -"como si pudiera distinguirse la filiación del voto secreto", como muy bien acota Enrique Chirinos Soto en su Historia de la República-. Días después el Jurado trasladaba el problema al Congreso, que, reunido en sesión extraordinaria, anulaba las elecciones, no sin antes capear un temporal que arrecia desde la oposición. Consumados los hechos, el 11 de noviembre, el Congreso prorrogaba por tres años el mandato del general Benavides.

Según el libro Benavides, su vida y su obra, donde todo ese acto se justifica, los cómputos, al momento de suspenderse, arrojaban las siguientes cifras: Luis Antonio Eguiguren, 74 185 votos; Jorge Prado Ugarteche, 50 162; Luis A. Flores, 46 803; Manuel Vicente Villarán, 29 166.

"El acierto con que el gobierno juzgaba la situación se puso de manifiesto muy pronto. Estando las cifras arrojadas por los escrutinios al ser suspendidos, la suma de los votos de Prado y Villarán daba un total de 79 328, superior a los 74 328 alcanzados por Eguiguren".

Esta versión de los resultados quizá no es correcta. En todo caso, no demuestra nada. El hecho es que la anulación de esas elecciones ha quedado registrada como uno de los más grandes legicidios de nuestra historia.

Consumado el atropello, Benavides inicia la segunda fase de su gobierno. El hombre, a pesar de sus realizaciones, no goza de la calidez del pueblo. Los partidos de mayor raigambre popular -el Apra y la Unión Revolucionaria- se ven acorralados. Haya sigue oculto y Flores en el exilio. Lo propio ocurre con parte de la prensa, principalmente El Comercio, que a raíz del bárbaro asesinato de su director y esposa ha endurecido su posición frente al gobierno. Pero, en cambio, tiene el respaldo de las fuerzas armadas y de sectores del comercio y la banca. Lo suficiente para seguir aferrado al poder.

Empezando el año 1939, arrogante y muy seguro, Benavides duda en convocar a elecciones. Aunque el poder lo ha desgastado, piensa prorrogar su mandato -valiéndose sabe Dios de qué triquiñuelas- hasta el año 1942. A pesar de su impopularidad, de la resistencia de la oposición y del persistente runrún de conjuraciones y alzamientos, el hombre, el militar que en 1914 derrocara a Billinghurst y al cual en 1933 el Congreso -tras una expeditiva sesión- eligiera Presidente en una de las horas más aflictivas de nuestra historia, pretendía -según algunos de sus colaboradores- seguir en el poder. Su cacareada política de paz, unidad y orden es pura ficción. Acaso consciente de su férreo gobierno, busca encubrir sus exabruptos con "pan y circo". Es decir, comida y entretenimiento como un medio de apaciguar al pueblo. En esos años Perú campeona en fútbol, basquet y box. En tanto, en persecución y cárcel Benavides se merecía otro título.

Los rumores de golpe, que eran una constante, cobran de pronto realidad al amanecer el 19 de febrero de 1939. Ese día, domingo de carnaval, el general Antonio Rodríguez Ramírez -ministro de Gobierno y hombre muy cercano al Apra- toma Palacio y se proclama Presidente Provisorio del Perú. Benavides, que el día anterior había decidido pasar los carnavales fuera de Lima, se encontraba en alta mar, frente a las costas de Chincha. El golpe había sido milimétricamente planeado, pero Rodríguez, en el punto culminante de su aventura, no tuvo la previsión de mandar a vigilar o detener al jefe de la guardia de asalto, mayor Luis Rizo Patrón, quien se entera en su casa de la insurrección y, poco después, en el mismo Palacio de Gobierno, aniquila a Rodríguez con una ráfaga de ametralladora. Esto es lo que reseñan algunos historiadores que se han ocupado del tema, pero hay una versión, poco difundida, que pinta los hechos con otro barniz.

Esa versión afirma que Rizo Patrón estuvo desde muy temprano en Palacio; que se plegó al golpe e incluso cumplió órdenes del general Rodríguez para que ocupara las torres de Santo Domingo y La Merced. Ordenes que acató enteramente. Pero cuando el capitán Ismodes -comandante de las ametralladoras de Palacio y autor de la acción contrarrevolucionaria- decide actuar contra los golpistas, se compromete a secundarlo. Acuerdan entonces esperar hasta las 8 de la mañana para, a esa hora, hacer una ráfaga de fuego de ametralladora al aire y tomar presos a los ocupantes de Palacio. El capitán Ismodes -que ignoraba el contenido y fines de la revolución en la que estaban involucrados altos jefes del Ejército, Marina y Aviación- sólo pretendía apresar a los líderes del golpe, mas no asesinarlos. Pero Rizo Patrón, al parecer, decide por su cuenta ultimar al jefe de la revolución, acribillándolo de dieciocho balazos. Caen también fulminados el alférez Lucio Valladares López y el guardia de asalto Serafín Salazar Céspedes, que trató de defender al general Rodríguez. Sostiene aquella versión que, de no actuar resueltamente el capitán Ismodes, el derramamiento de sangre pudo ser mayor.

"Teniendo en la mano derecha las copias del Estatuto Constitucional que debía jurarse a las 10 de la mañana, de su Manifiesto a la Nación, de su proclama al Ejército y de los decretos-leyes (derogación de la Ley de Emergencia y amnistía general), murió por la Constitución y por la Democracia el general Rodríguez Ramírez minutos después de haberse escuchado la Marcha de Banderas que saludó en Palacio al pabellón de la Patria que se izaba a las 8 de la mañana del domingo 19 de febrero de 1939".

La misma versión revela que el general Rodríguez le pidió a Haya de la Torre elaborar una lista para un nuevo gabinete, "rehusando aceptar la propuesta del general Martínez de constituir una Junta Militar". Finalmente, la conformación del Consejo de Ministros quedaría proyectada así: Presidente del gabinete y Ministro de Guerra, General Cirilo Ortega; Ministro de Relaciones Exteriores, Sr. Dr. José Gálvez; Ministro de Gobierno, Sr. Tnte. Coronel Gerardo Gamarra Huerta; Ministro de Hacienda, Dr. Manuel A. Vinelli; Ministro de Educación, Sr. Dr. José Antonio Encinas; Ministro de Justicia, Sr. Dr. Fernando León; Ministro de Marina, Comandante Ontaneda; Ministro de Fomento, Coronel Dianderas; Ministro de Trabajo y Previsión Social, Sr. Dr. Sergio Bernales; Secretario de la Presidencia, con el rango de ministro sin cartera, Sr. Dr. Raúl Porras Barrenechea.

Los integrantes de esta lista sólo iban a ser informados al triunfar la revolución. Se encontraban ausentes del país: José Antonio Encinas, Fernando León y Raúl Porras Barrenechea. El general Cirilo Ortega, nominado para presidir el gabinete, era un connotado dirigente de la Unión Revolucionaria. Dos horas antes que el general Rodríguez tomara Palacio, Ortega se había reunido con Haya de la Torre en su escondite.

Benavides retornaba esa misma tarde a Palacio. Pero ya todo estaba en su sitio, como si nada hubiese pasado: la guardia de Palacio en su puesto, como siempre enhiesta y sin pestañear; los corredores silentes... el despacho presidencial con su escritorio nuevamente ordenado y su gran retrato dominando el recinto. Todo seguía igual, pero minutos después el ambiente era ya otro, bullía de gente importante: ministros, funcionarios, parlamentarios y los consabidos áulicos que le renovaban melosamente su lealtad. Pero el rostro de Benavides no era precisamente el de un hombre victorioso. Urgido por las circunstancias, al mes siguiente convocaba a elecciones.

Fuente: Revista Caretas n° 1382

Recomendado: 

Biografía de Manuel Prado Ugarteche "El teniente seductor".


Manuel Prado Ugarteche, 
el último presidente aristócrata en el Perú (1889-1967)

Dos veces Presidente del Perú (en los periodos 1939-1945 y 1956-1962), fue el último representante directo de la aristocracia peruana en acceder a la presiden
cia del país. Procedente de una familia de políticos, héroes e intelectuales, baste recordar a su padre el general Mariano Ignacio Prado, quien había sido también presidente del país en dos oportunidades, o a su hermano Leoncio Prado, héroe de la Guerra con el vecino país del sur, o aquel llamado Javier Prado, intelectual de renombre, maestro y Rector sanmarquino fallecido (al parecer trágicamente) en 1921 y en cuyo recuerdo una arteria principal de la capital lleva su nombre.



En el caso de Manuel Prado, Ingeniero de profesión y ligado a la vida política del país desde su juventud, tuvo participación directa en el golpe de estado dado por Benavides a don Guillermo Billinghurst en 1914. Y aunque entre las décadas de 1910 y 1930 sus hermanos Jorge y Javier Prado tendrían mayor participación política en la vida del país, fue Manuel quien finalmente ganó la presidencia en 1939. Tenido como un gran galanteador de féminas, el llegar disfrazado de Teniente para felicitar a los soldados peruanos vencedores en la batalla de Zarumilla durante el conflicto armado con Ecuador (1941) pronto le valió el apodo popular de “el Teniente Seductor” haciendo alusión a una recordada película de 1931 protagonizada por Maurice Chevalier.


Pro-norteamericano confeso, ello le concedió al país, durante su primer mandato (1939-1945), un cierto proteccionismo por parte de los EE.UU. pero cayendo a cambio bajo una dependencia que haría cometer a su gestión más de un error. Baste recordar las retenciones de ciudadanos japoneses y alemanes en “centros de retención preventiva” en Chosica durante el contexto de la II Guerra Mundial (siendo de triste recordación la detención que sufriera el arqueólogo alemán Max Uhle quien, ya anciano, había llegado en ese contexto invitado por el Perú a recibir un homenaje en reconocimiento a su labor por nuestro país). Destaca de este periodo también su “Proyecto ISI” (Industrialización por Sustitución de Importaciones) que generó en el país un germen de revolución industrial que más adelante se vería frenado por las reformas de Velasco.



Vivió combatiendo la “leyenda Negra” que acechaba a la memoria de su padre Mariano Ignacio Prado, quien fue criticado por haber abandonado el país en plena guerra con Chile (que más que huida se trató de un grave error político haber salido él a adquirir armas a Europa en pleno contexto de guerra) y durante ambas gestiones trató de resarcir su memoria rescatando el hecho de haber sido su progenitor el artífice de la victoria frente a la escuadra española llegada al Perú durante el conflicto con este país europeo en 1866. Sin embargo -y como es típico en la política peruana- nunca faltaron los que sacaban al fresco esta “leyenda negra” en las contiendas electorales en que nuestro personaje participara.



Ganó su segunda presidencia sin haber estado en Perú (que cuando no gobernaba acostumbró a residir en Francia) pues la campaña hecha por sus allegados impuso el lema electoral “Vota por él, tú lo conoces” (aunque muchos parodiaban esta frase cambiándola por aquella otra de “Ojo con él, tú lo conoces”) y aseguró un apoyo por parte del partido aprista. Por ello, su segunda gestión también sería conocida como “LA CONVIVENCIA” (porque co-gobernó políticamente con el APRA).

Tras una nueva gestión apegada al círculo pro-norteamericano, el Perú integraría el bloque anticomunista denominado “Alianza por el Progreso”. De esta época es recordada la condena que su gobierno hizo a la Revolución Cubana y -contrariamente a lo ordenado por él- la defensa que de esta revolución y el “derecho de soberanía” de los países hiciera el maestro sanmarquino Raúl Porras Barrenechea. 



Sacado del poder por los militares ante su claro apoyo a la candidatura y cantada victoria de Haya de la Torre en el proceso electoral de 1962, decidió alejarse de la política yendo a radicar a París. Regresó por corto tiempo en 1966 para asistir a la conmemoración del Centenario del 2 de Mayo [1866] para luego regresar a Francia ya desmejorado de salud. Prado fallecería el 15 de agosto de 1967 y hoy sus restos descansan en el Cementerio Presbítero Matías Maestro en Lima. Manuel Prado es un personaje del cual se podría hablar ampliamente (muchas cosas aquí mismo quedan sin decirse), por ello esperamos esta sea una pequeña introducción al recuerdo de este personaje.


Fuente: Biblioteca de Historia peruana (espacio facebook). 09 de noviembre del 2012. 

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1960: política exterior peruana basada en documentos fraguados. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

Los kurdos, la mayor nación sin Estado del planeta.



La cuestión kurda

Por: Isaac Bigio (Historiador e internacionalista)

La guerra civil siria ha vuelto a poner en el tapete el problema de los 25 millones de kurdos, la mayor nación sin Estado que hay en el planeta. El bolsón kurdo abarca el sureste de Turquía, el noreste de Siria, el norte de Irak y el noroeste de Irán. Esta es una zona montañosa y lejana al mar donde se ha mantenido un pueblo que mantiene un mismo grupo lingüístico indoeuropeo que no tiene nada en común con la familia idiomática turca o semita, aunque sí cierto parentesco con la persa.

Los kurdos en cierta manera tienen hoy en el Medio Oriente el mismo status que hace un siglo tenían los polacos en Europa oriental, cuando esta nación estaba dividida entre Alemania, Austria-Hungría y Rusia. Polonia solo pudo nacer tras la desintegración de esas 3 grandes monarquías en la I Guerra Mundial y luego fue la causa del inicio de la II Guerra Mundial y la escena de una de sus peores matanzas. Tras ambas guerras mundiales, los kurdos han intentado tener sus propios Estados, pero han fracasado en ello. En los territorios que París y Londres arrebataron a Ankara en 1918 crearon Siria y Líbano y luego Palestina/Israel, Transjordania e Irak, respectivamente. Una parte de los kurdos fue asignada a ser administrada por la Siria francesa, otra por el Irak británico, mientras otras dos partes seguían bajo la batuta de Turquía e Irán, aunque algunos de ellos se quedaron en la Unión Soviética.

La mitad de los kurdos sigue en Turquía, república que promociona la homogeneización lingüística buscando evitar su balcanización y, por ende, no quiere dar muchos derechos a la lengua y región kurda. Ello es lo que condujo a la insurgencia del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), la misma que se mantiene pese a que su caudillo Ocalan está preso.

Mientras el régimen panarabista sirio de Assad ha protegido al PKK (al igual que al Hizbola libanés y al Hamas palestino), Ankara anima al opositor Ejército Libre Sirio, aunque ello ha conducido a que la frontera nororiental de Siria esté hoy dominada por allegados al PKK.

Si bien el gobierno turco ha querido influir en Siria armando a sus rebeldes, el tiro le sale por la culata, pues ha generado un vacío de poder en su frontera kurda que los amigos del PKK explotan a su favor. El Kurdistán iraquí, por su parte, es una zona autónoma dominada por los dos partidos kurdos tradicionales de dicha zona (el patriota y el demócrata), los mismos que no han transformado su autonomía en una república independiente por presiones internacionales.

Turquía, miembro de la OTAN en Medio Oriente e Irán, bastión antioccidental, coinciden en vetar un Estado kurdo, pues ello amenaza con la desintegración de sus fronteras, aunque el caos sirio, como antes el iraquí, abre las puertas a autonomías kurdas.

Fuente: Diario Correo (Perú). 07 de noviembre del 2012.